martes, 30 de octubre de 2018

UN FORMIDABLE TRABAJO DE EQUIPO PARA LA MEJOR FUNCION DE BALLET EN LO QUE VA DEL AÑO Teatro Argentino de La Plata en el Teatro Coliseo de Buenos Aires: Danza: Tres Coreografías de Oscar Araiz: “Cantares” (Con Música de Maurice Ravel), “La Mer” (Con Música de Claude Debussy) y “Daphnis et Chloe” (basado en la Música para el Ballet Homónimo de Maurice Ravel, utilizando la Suite Sinfónica Nº 2 que cubre sus últimas tres escenas). Solistas: Belén Burghi, Agustina Verde, Melisa Heredia, Julieta Paul, Martín Alvarez y Valentín Fernández. Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Viktor Filimonov. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata: Director: Carlos Calleja. Escenografía. María José Besozzi (“La Mer” y “Daphnis et Chloe”), Vestuario: Carlos Cytrynowski en reposición de Renata Schussheim (“Cantares”) y de Esta última (“La Mer” y “Daphnis et Chloe”). Iluminación: Oscar Araiz/Esteban Ivanec. Dirección Integral: Oscar Araiz. Función del 27 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: EXCELENTE (+). Hacía muchísimo tiempo que no convergía tanto Talento Argentino junto sobre un escenario. Y se vió y disfrutó con creces. No solo por las creaciones de ese gigante de la Danza Argentina llamado Oscar Araiz, sino también por la convergencia de otros talentos como Renata Schussheim para una realización de vestuario impecable, el rescate para la escena que Esta última realizó para “Cantares” del vestuario que el inolvidable Carlos Cytrynowski realizó para el Original del Gran Teatro de Ginebra, y la recuperación (y ojalá que para muchísimos trabajos) de Carlos Calleja (acaso el mejor Director Musical para Danza con que cuenta la República Argentina) para asumir la Concertación al frente de la Estable Platense. Un Cuerpo de Baile Estable muy disciplinado y lleno de energía positiva y una Orquesta Estable muy renovada en sus atriles, pero absolutamente motivada por el imponente programa de obras del Impresionismo Francés a abordar para acompañar a la Danza. Y para redondear esta maravillosa faena, una impecable realización lumínica concebida por el propio Araiz junto a Esteban Ivanec y un adecuado marco escénico de María José Besozzi tanto para “La Mer” como para “Daphnis et Chloe” que completaron esta presentación para lograr el resultado al que refiere el título del presente comentario. Tres creaciones bajo el influjo de los dos mas grandes creadores del Impresionismo: Debussy y Ravel. Para “Cantares” (Creación realizada originalmente para el Gran Teatro de Ginebra), Araiz recurrió a “Rapsodia Española” de Ravel. Los dos momentos de “Punta” (Preludio y Feria), reservados a una solista y el resto de bailarinas (Todo el Ballet es representado por Mujeres). Los dos “centrales” (“Malagueña” y “Habanera”) fueron interpretados por un Quinteto el primero y un Terceto en el segundo. Un sobrio vestuario femenino caracteriza a las Mujeres como auténticamente del Sur de España. Y una adecuada iluminación para un despojado escenario que solo contiene un telón blanco de fondo que da una sensación de mayor profundidad. Movimientos sensuales, suaves desplazamientos y un final con juego de mantones remata de manera brillante la faena. Belen Burghi como solista, tuvo todo: sensualidad, técnica, entrega y apasionamiento. Melisa Heredia, Aldana Jimenez, Agustina Verde, Aldana Percivatti y Julieta Raglia, fueron el quinteto de “Malagueña”. El juego constante y los ajustados desplazamientos fueron las características de este momento en el que todas las participantes lucieron por igual, mientras que Mariela Milano, Alejandra Baldoni y Liliana Taguchi, derrocharon sensualidad y simpatía en la “Habanera”. “La Mer” es otra de las creaciones que Araiz montó para Ginebra. Fundamentalmente es una experiencia que marca una liberación a partir del despertar, el movimiento y el despliegue de energías. Ese “correr a toda vela” del final que se sintetíza en el grito eufórico de los bailarines sobre el final musical marca el sentido de este trabajo. Una vez mas la iluminación resaltó las aristas mas importantes de este Ballet, el vestuario en blanco con coloridos accesorios de Schussheim permitió distinguir a los bailarines y el marco escénico aportado por Besozzi sobre fondo blanco y aberturas que facilitaron el desplazamiento de los interpretes, dieron con exactitud en la presentación visual. Aquí todos los bailarines intervinientes tuvieron, magnífica técnica, desplazamientos seguros y absoluta expresividad. Agustina Verde, Melisa Heredia y Belen Burghi, tuvieron momentos de trascendencia en “ Desde el Amanecer hasta el Mediodía sobre el Mar “. Aldana Jimenez, Julieta Raglia, Leticia Taguchi, Dolores Fernández, Florencia Simó Cabrini , Emanuel Gómez, Valentín Fernández; Lisandro Casco, Martín Alvarez; Marcos Becerra, Miguel Moyano y el bien conocido Bautista Parada, se sumaron en “Juegos de Olas” y “Dialogo entre el Viento y el Mar”. Aportaron todo para llegar al resultado descripto al iniciar este tramo del comentario. Y el plato fuerte fue el estreno mundial de la nueva creación de Araiz: las coreografías de las tres escenas finales de “Daphnis et Chloe”, tomando como base la segunda suite para Conciertos Sinfónicos que el gran compositor Galo extrajo de la partitura integral para ballet. Este retrato del despertar joven al amor, descripto en escenas en donde la sensualidad, la técnica y la expresividad requieren al máximo a los interpretes, encontró en la bien conocida Julieta Paul y en Martín Alvarez a la dupla ideal, junto a una muy buena actuación de Valentín Fernández como el antagonista de Daphnis quien sin embargo no logra atraer para sí a Chloe. El resto de la compañía brindó el “ropaje” ideal a los interpretes para esta bella y poética creación de Araiz que fue la “Cereza del Postre” en esta magnífica cita con la danza, la que se completó con la impresionante faena que Carlos Calleja logró al frente de la Estable Platense, con total conexión con el escenario, solistas instrumentales virtuosos y total entrega de los músicos que honaron al repertorio elegido. Resultado: Noche Perfecta. Donato Decina
CON FE EN EL FUTURO Orquesta Sinfónica Nacional: Concierto final del Segundo Curso de Capacitación para Jóvenes Directores de Orquesta, Dictántes: Maestros Pedro Ignacio Calderón, José María Sciutto y Julio César García Canepa. Programa: Ludwig Van Beethoven: Sinfonía Nº 9 en Re menor, Op. 125 “Coral”. Directores Seleccionados: Francisco José Brunner Carrasco (Chile), Gabriel Elías Giró Pons (Uruguay), Javier Mas (Argentina), Ulises Maino (Argentina). Solistas: Laura Penchi (Soprano), Laura Domínguez (Mezzosoprano), Iván Maier (Tenor), Mario de Salvo (Bajo/Barítono). Coro Polifónico Nacional, Director: José María Sciutto. CCK-Sala Sinfónica:, 26 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Luego de la fructífera experiencia del año anterior en donde se trabajó la Quinta Sinfonía de Mahler, esta nueva edición de este Curso de Capacitación para Jóvenes Directores de Orquesta, versó sobre el dificilísimo tópico que es la Novena Sinfonía de Beethoven. Muchos postulantes, muy severas selecciones y finalmente la elección de los cuatro Directores que acometieron la obra a razón de un movimiento cada uno. Durante el reportaje que concediera a Ntro. Programa de los Sábados en Ntra. Última emisión, el Mtro. Pedro Ignacio Calderón manifestó que se fijaron parámetros interpretativos que cada Director debió tomar como base del respectivo trabajo y que se sintió plenamente conforme con el resultado final. En mi visión coincido casi en todo con la del Director Emérito de la Sinfónica Nacional. En el lineamiento general, la totalidad de la Novena fue muy correcta con picos verdaderamente sobresalientes. El primer movimiento fue confiado al Conductor Chileno Francísco José Brunner Carrasco. Tal vez sea el movimiento mas difícil. Brunner Carrasco lo llevó a un “tempi” un poco mas lento de la habitual, con el riesgo de caer en algún bache durante el desarrollo del mismo, pero el discurso Orquestal fue muy claro con pasajes muy limpios y una respuesta orquestal plena. El segundo movimiento tuvo como interprete al Uruguayo Gabriel Elías Giró Pons. Dueño de una gran simpatía llevó de manera dinámica el “Molto Vivace” y pudo percibirse una mayor empaste con respecto al movimiento anterior. Al culminar se observó el primer aplauso espontáneo y sostenido del Público. El momento mas emotivo de la noche fue la versión que Javier Mas realizó del Tercer Movimiento. “Canto Orquestal” pleno, homogeneidad de sonido y mucha carga emocional como corolario del trabajo del único Director que llegó al Concierto final en los dos cursos brindados. El célebre movimiento final fue confiado al Argentino Ulises Maino, Joven Conductor Orquestal con experiencia en concertación operística y Sub –Director del Coro Estable del Teatro Colón, antecedentes de peso para que en El recayera semejante responsabilidad. Lo hizo en muy buena forma, con una magnífica respuesta de la Orquesta, un Polifónico cada vez mas consustanciado con su preparador, José María Sciutto, para brillar en este “Caballito de Batalla” de su repertorio y cuatro estupendos solistas que respondieron de acuerdo a sus antecedentes: Laura Penchi (magnífica en su intervención “a Capella”), Laura Domínguez (Voz profunda, buena emisión y dicción impecable), Iván Maier (con magnífico desempeño en su pasaje solista e inmaculada emisión) y Mario de Salvo, estupendo en la invocación inicial y magnífico fraseo de la primera estrofa. Un sostenido aplauso de la concurrencia motivo que el Maestro Calderón le sugiriera a Maino bisar la parte final a partir del nuevo ingreso del Cuarteto Solista y de ahí al final. Sin embargo, tanto Maino, como los Solistas, el Coro, algunos músicos y gran parte del Público que advirtió la situación, le solicitaron al Maestro Calderón que fuese El el interprete del Bis. Visiblemente emocionado Calderón accedió, empuño la batuta facilitada por Maino y de memoria condujo la parte final con un rendimiento superlativo de la totalidad de los interpretes, poniéndole así el “Broche de Oro” a un trabajo que deja un muy buen saldo de cara al futuro.

miércoles, 24 de octubre de 2018

LA REPETICION DE UNA VALEDERA EXERIENCIA Orquesta Sinfónica Nacional, Ciclo de Difusión para la generación de nuevos públicos. Director: Federico Sardella. Programa: Obras de Rossini, Debussy y Beethoven. CCK-Sala Argentina, 19 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Una nueva etapa, casi un correlato de la que tuvo lugar en Ramos Mejía el mes pasado, de este ciclo de generación de nuevos públicos, tuvo lugar en el CCK. Llamativamente se utilizó la Sala Argentina, la que si bien alberga a la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” y a Conciertos de la Banda Sinfónica de Ciegos, mas algunos de cámara, no pareció el marco mas adecuado para recibir a la Sinfónica Nacional. Mas allá de que las obras que conformaron el repertorio del Concierto se prestan para una sala de estas características, el sonido que emanó del escenario fue percibido como muy comprimido, casi como necesitado de un espacio mayor para ser proyectado. Empero, el resultado artístico fue muy bueno, el público se retiró plenamente satisfecho y la oportunidad permitió ratificar los valores interpretativos de Federico Sardella quien obtuvo del conjunto muy buen sonido, empaste, ajuste y estilo en cada obra abordada. Una muy prolija y ajustada versión de la Obertura de “El Barbero de Sevilla” de Rossini inició el Concierto, siguiendo con una muy buena versión de” Preludio a la Siesta de un Fauno” de Debussy, en el que la Flautista Amalia Pérez descolló en sus solos, al igual que el Concertino Solista Luís Roggero, marcando el punto mas alto de la noche. Una vibrante interpretación de la Séptima Sinfonía Op. 92 de La mayor de Beethoven cerró la velada en donde todos los sectores desplegaron enjundia y ganas de tocar. Sardella mostró consustanciación con la obra y logró un resultado ampliamente satisfactorio, aunque como ya dije, debió haberse efectuado en la Sala Sinfónica. Donato Decina
LUCIO NESTOR GARROTE EN UNA NOCHE DE ARISTAS INTERESANTES Teatro Colón, Temporada 2018. Decimoquinto Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director José Luís Domínguez. Solista: Néstor Garrote (Oboe). Programa: Obras de Françaix, Berio y Albéniz/Fernández Arbós. 18 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Esta velada deja como saldo positivo la descollante actuación de Néstor Garrote como solista. Acaso hoy por hoy el mejor en su instrumento, el también Solista de la Orquesta acompañado por sus compañeros bajo la Guía del Director Chileno José Luís Domínguez (Actual Titular de la New Jersey Symphony Orchestra Academy), acometió dos trabajos de diferente tesitura pero en ambos casos de indudable raíz camarística. En primer lugar “L’Horloge de Flore” de Jean Françaix. Una obra de mediados del siglo pasado, en la que el compositor parte del reloj de pétalos de flores diseñado por el Botánico Sueco Carlos Linneo, en el cuál cada hora esta marcada por una flor que abre sus pétalos en ese instante. Françaix toma siete de las veinticuatro horas y cada movimiento entonces lleva el nombre de la flor correspondiente a la hora seleccionada. Las horas son las 3, las 5, las 10, las 12, las 17, las 19 y las 21 y la música grafica el momento del día de acuerdo a cada hora abordada. Obra tonal, de tinte por momentos impresionista, permitió el lucimiento de Garrote que hizo gala de su exquisito sonido, su refinada técnica y su calidad interpretativa. La Orquesta se presentó muy ajustada y acompañó atenta en todo momento con una guía de Domínguez segura y precisa. Luego Solista, Director y Orquesta ofrecieron “Chemins IV” derivado de”Sequenza VII” de Luciano Berio. Original para Oboe solo, luego Orquestada para 11 instrumentos junto al Oboe, en los que todos cumplen un rol solista, mereció una muy interesante explicación previa de Domínguez al Público, caracterizando a la composición de Berio como un viaje de Ida con llegada a un punto pero sin retorno al origen. Dado un acorde que permanece como referencia a lo largo de todo el trabajo, a veces llevado por el solista y a veces por los demás instrumentistas, diferentes secuencias de instrumentos se van alternando junto al solista en el discurso. Trabajo de sonoridades, de acordes sostenidos por la nota principal que permite llegar a destino como lo sostuvo el Director, resultó muy interesante como experiencia y fue muy bien recibido por el Público, el que por un instante le perdió el miedo a la vanguardia, premiando con agrado la labor de todos. La segunda parte mostró un lugar mas conocido pero llamativamente poco frecuentado. La Suite que Enrique Fernández Arbós orquestó a partir de “Iberia” de Isaac Albéniz. El Director dispuso el orden de interpretación de manera tal que el momento mas célebre, “Triana”, se ubicó en el centro. “Evocación” y “Corpus Christi en Sevilla” la antecedieron y “El Puerto” y “El Albaicin”, la precedieron. No pareció la formulación ideal, ya que como era de esperar el final de “Triana” llevó al Público al aplauso espontáneo creyendo genuinamente que se trató del final, cuando aun restaban dos números mas. “Corpus Christi…” y la mencionada “Triana” fueron los puntos mas altos de una versión correcta y ajustada, pero carente de mayor profundidad. Con todo se lo percibió satisfecho al Director por el resultado final, aun cuando en mi caso, esperaba algo mas. Donato Decina
TALENTO, BELLEZA Y PLASTICIDAD 10º Festival Buenos Aires Danza Contemporánea en Co- producción con Italia XXI. Presentacón de la Compagnia Zappala de Danza. Director y Coreógrafo: Roberto Zappala. “I Am Beautiful”, inspirada en la escultura homónima de Auguste Rodin. Idea: Nello Calabró y Roberto Zappala. Interpretación y Colaboración en la Construcción: Maud de la Purification, Filippo Domini, Sonia Mingo, Gaetano Montecasino, Adriano Poppolo Rubbio, Fernando Roldan Ferrer, Claudia Rossi Valli, Alberto Gnola y Valeria Zampardi. Músicos en escena: Puccio Castrogiovanni, Salvo Ferrugio, Marco Corbino, Gionni Allegra, Salvattore Assenza. Teatro Coliseo, 14 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Esta primera temporada de Italia XXI permitió, que en consonancia con la décima edición del Festival Buenos Aires de Danza Contemporánea, pudiéramos conocer a la Compagnia Zapala de Danza Contemporánea, de la que Roberto Zappala es su Director y Coreógrafo. “I Am Beautiful”, la escultura de Auguste Rodin obró como disparador para que el Coreógrafo en colaboración con Nello Calabró pergeñaran este espectáculo, el que con la ayuda de todos los bailarines mencionados arriba se transforma en una creación colectiva, ayudada desde la música por un conjunto de cinco interpretes en vivo. La escueta información del programa impreso por el Festival no menciona la autoría de la música, lo que nos permitiría ahondar mas en el presente comentario. Aún asi podemos decr que hubo un interesante vestuario compuesto por vestimentas blancas en la primera parte, tras la que los interpretes irán abandonando paulatinamente el escenario para regresar luciendo ropas verde fluo, lo que permitirá visualizar mejor el espectáculo en donde por momentos la iluminación será tenue en consonancia con la acción escénica. Una coritna de flecos blancos dispuesta en semicirculo alrededor del escenario será el medio por donde los bailarines ingresarán y egresaran de la escena, tras la cual y en disposición elevada se ubicaron los cinco músicos dispuestos dos a cada costado y uno en el centro. La precisión, la belleza, la plasticidad de los cuerpos, la impresionante técnica que cada bailarín desarrolló en el escenario. La música, por momentos vibrante aunque en la sección central de la obra abusó del minimalismo musical que apoyó variaciones de los bailarines igualmente reiterativas, tuvo instantes con pasajes cantados en un incomprensible lenguaje, para luego si hacerlo en italiano y una de las bailarinas actuará declamando en Francés sobre los detalles de esta creación. Mas allá de la circunstancia señalada, la actuación de los interpretes fue sobresaliente. La energía y el despliegue visual inundaron el escenario del Coliseo y el público, mayoritariamente conformado por jovenes (Evidentemente estudiantes de esta disciplina) recibió esta entrega con total euforia. Y en mi caso, la gratificante experiencia de poder conocer a un conjunto tan notable. Donato Decina
ETERNAMENTE VIGENTE Teatro Colón, Temporada 2018. Opera: “La Boheme”, en cuatro actos con Música de Giacomo Puccini, Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basado en “Escenas de la Vida Bohemia” de Henri Murger. Interpretes: Marina Silva (Mimi), Gustavo López Manzitti (Rodolfo), Paula Almerares (Musetta), Vinicius Atique (Marcello), Leonardo Fontana (Colline), Cristian Maldonado (Schaunard), Gustavo Gibert (Benoit), Enzo Romano (Alcindoro), Sergio Spina (Parpignol), Leandro Sosa (Aduanero), Luis Loaiza Isler (Guardia), María Liz Rutkauskas Bellini (Niña). Orquesta Estable del Teatro Colón. Coro Estable del Teatro Colón. Coro de Niños del Teatro Colón. Escenografía e Iluminación: Enrique Bordolini. Vestuario: Imme Möller. Director de Coro: Miguel Martínez. Director de Coro de Niños: Cesar Bustamante. Dirección Escénica: Stefano Trespidi. Dirección de Orquesta: Joseph Colaneri. Función Extraordinaria del 13 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Tal vez sea junto con “Aida” de Verdi el otro título mas emblemático del Teatro Colón. El mas esperado por el público y del que se espera al igual que en el título verdiano un espectacular segundo acto. La música lo dice todo y hace que “la Boheme” sea inmortal. Y así una vez mas volverán la Bohardilla, el “Momus”, el “Arco del Infierno”. Las historias de Rodolfo, la pintura de Marcello, las disquisiciones de Colline, la música de Schaunard, la seducción y la belleza de Musetta y la simple y enternecedora historia de Mimi. Y por supuesto se renovará el interés en ver como los bohemios se sacarán de encima a Benoit y como hará Musetta para cargarle las cuentas a Alcindoro. Ilusiones visuales y vocales que se renuevan en cada presentación escénica y que conformarán o no al soberano. ¿Ocurrió eso en esta?. Veamos. Visualmente fue un acierto la convocatoria a un artista de la Casa de la Talla de Enrique Bordolini para su realización. “A lo Colón”, de Epoca y en total estilo, realzada por una magnífica iluminación. Una Bohardilla con pocos y pobres trastos. Un esplendoroso “Momus”. Interesante el planteo de la Hostería en el “Arco del Infierno”. El vestuario de Imme Möller fue en directa consonancia, acertadísimo en todo momento. Los coros tuvieron en el segundo acto su total destaque, ajustados y con sus voces a pleno. Muy buen trabajo entonces para Cesar Bustamante (Niños) y Miguel Martínez (Estable) y en este último caso también actuó con eficacia en la breve intervención del Tercer Acto. Vocalmente, en los roles mas pequeños fue un lujo contar con Sergio Spina como Parpignol y Gustavo Gibert como Benoit. Ambos haciendo gala de histrionismo y actuando con total eficacia. Muy correctos Luis Loaiza Isler (Guardia) , Leandro Sosa (Aduanero) y Enzo Romano como Alcindoro. Tanto Leonardo Fontana (Colline) como Cristian Maldonado (Schaunard) tuvieron corrección en sus intervenciones y buen desempeño actoral. Son interesantes voces a las que se les ha brindado la gran oportunidad de integrar un elenco con voces consagradas. Los seguiremos observando en futuras intervenciones de ambos. Un interesantísimo trabajo fue el del Brasileño Vinicius Atique como Marcello. Muy buena voz y muy buena actuación. Ha sido uno de los aciertos mas notorios en la formulación del elenco. ¿Era para Paula Almerares la Musetta de este elenco, con los inmensos antecedentes que le reconocemos?. Despues de observar su actuación, con tanto oficio, tan buena voz, tanta carrera en la que el Rol ha sido uno de sus “Caballitos de Batalla”, llego a la conclusión de que ha sido otro de los grandes lujos de la versión y en realidad debió haber estado incluida pero en instancias superiores. Gustavo López Manzitti trazó un Rodolfo hacendo gala de todos sus recursos vocales, su oficio y desplegando una convincente actuación, la que construyó con suma inteligencia. Marina Silva trazó una magnífica Mimi, sacándole el jugo al personaje hasta en los detalles mas mínimos. Actuación verdaderamente consagratoria si es que le hacía falta demostrar algo mas. Musicalmente, la versión le fue encomendada (al igual que el primer elenco) al Norteamericano Joseph Colaneri, titular de una compañía “Off Met” en New York, pero que también registra trabajos tanto en este último teatro, como para la New York City Opera y salas de Australia y Japon. Logró un aceptable rendimiento de la Estable, hizo un buen ajuste y tuvo plena comunicación con el palco escénico, aunque careció de nervio, tensión y mayor emotividad. Ignoro los motivos que llevaron a su convocatoria. Y para la Dirección Escénica se contó una vez mas con Stefano Trespidi quien fuera responsable de poner en escena la Traviata de Franco Zeffirelli como repositor de la misma para el Colón. Tuvo momentos cambiantes. Mientras trazó con exactitud a todos los personajes protagónicos, sobrecargó las escenas de masas. Abuso de efectos como el congelamiento de imagen y el discutible saludo con las manos que toda la compañía le hizo al público al final del segundo acto buscando el aplauso fácil. Del mismo modo resultó innecesario el situar prostitutas frente a la hostería del “Arco del Infierno”, por lo que su trabajo terminó quedando un tanto desdibujado. Podría decirse entonces que los puntos mas altos han quedado en todos los elementos de la casa, incluídos Escenógrafo-Iluminador y vestuarista, mas la grata sorpresa de Vinicius Atique. Alarmantes en cambio fueron la pobreza en algunas ideas de escena y en la idea musical. Donato Decina
NUEVA ETAPA, INNOVANDO A PARTIR DE LO YA CONOCIDO “Compañía Lírica Lado B”: “Suor Angélica”, Opera en un acto. Música de Giacomo Puccini, Libreto: Giovacchno Forzano en versión reducida de Héctor Panizza. Interpretes: Daniela Tabernig (Suor Angélica), Alejandra Malvino (Zia Principessa), Carina Höxter (Suor Genoveva), Ayelén Regalado (Suor Osmina), Susana Gomez (Suor Dolcina/Conversa), Verónica Cano (Abadesa), Mairin Rodriguez (Celadora), Roxana Deviggiano (Maestra de Novicias), Vanina Guilledo (Enfremera), Romina Jofre-Myriam Casanova (Mendicantes), Natalia Bereskyj (Conversa/Novicia), Isabella Pascucci Belgrano. Luces y Ambientación: Rodrigo Parise. Vestuario: Alicia Gumá. Coro “Regina Cöeli”, Coro de Niños de Lírica Lado B, Preparados por Fermín Prieto. Orquesta de Lírica Lado B. Dirección escénica: Ximena Belgrano Rawson. Dirección Musical: Ezequiel Fautario. Templo Escondido del Museo Santa Felicitas, Función del 05 de Octubre de 2018. NUESTRA OPINION: EXCELENTE. Nueva etapa que comenzó de manera inmejorable. Pero también con una variante respecto a las propuestas que formularon los fundadores del espacio. Propuestas que se iniciaron con la ya histórica versión de “Don Quijote en las Bodas de Comacho” de Telemann y que cerraron una etapa con “Curlew River” de Britten. El lugar y el espacio escénicos mantienen la esencia de esa primera etapa. El Templo escondido que ahora integra el Museo de Santa Felicitas en Barracas es un lugar inmejorable para la realización. Sin embargo el título de relanzamiento es muy conocido por todos: “Suor Angélica”. Tal vez relanzar con obras conocidas pero puestas en espacios no convencionales sea la mejor opción en tiempos de carencias económicas y falta de mecenazgos. Y la convocatoria a dos de las mas consagradas interpretes vocales argentinas para la dupla protagónica garantizó el fuerte suceso que este espectáculo ha tenido. Daniela Tabernig y Alejandra Malvino son Suor Angélica y la Zia y se florearon en un sano “Duelo Interpretativo” que redundo en beneficio del espectáculo y lo elevó a niveles de excelencia. Tan compenetradas ellas en sus roles desde lo vocal, actoral y hasta lo espiritual que solo cabe aquí mi mayor elogio a ambas y decir que han sido una de las duplas mas perfectas que Yo haya visto y escuchado en este titulo. La puesta de Ximena Belgrano Rawson, utilizó a pleno el espacio entre la nave central, el altar y uno de sus laterales, dejando ver un vitral maravilloso en el momento fundamental del deselnlace de la trama que acompañó la escena de manera acertada. La iluminación (con pocas luces y mayoría de candelabros de varias velas) y la ambientación escénica de Rodrigo Parise fueron fundamentales para ello y el acertadísomo vestuario de Alicia Gumá completó el encuadre visual. Meritoria fue también la inclusión en esta versión del Aria “Amici Fiori”, suprimida luego del estreno de la obra y rescatada hace aproximadamente veinte años por el hoy Director Musical de la “Scala” Milanesa, Riccardo Chailly, que la protagonista entona mientras prepara la mezcla de hierbas decisiva que acabará con su vida. Nos reveló a un Puccini evolucionado y cercano al impresionismo francés y su texto nos permite inferir el porque de ciertas “Censuras” mas allá de lo propiamente “musical”. Un homogéneo y excelente equipo de cantantes dieron vida a las hermanas, novicias y abadesas. De todas ellas sobresalieron las labores de Carina Höxter como Suor Genoveva (casi una confidente cercana a la protagonista) y Vanina Guilledo como la Hermana Enfermera, dentro de un “mix” de cantantes conocidas y consagradas junto a jóvenes valores que en gran simbiosis llvaron a buen puerto a representación. Otro punto alto lo aportó la solida reaparición del Coro “Regina Cöeli”, ahora con la preparación de Fermin Prieto quien además preparó el Coro de Niños de la agrupación organizadora. A la solidez de las voces femeninas se sumaon el apoyo de las voces masculinas y de niños en el místico final causando un efecto sobrecogedor. Finalmente la estupenda labor como concertador de Ezequiel Fautario al frente de una orquesta muy bien conformada por probados y muy buenos músicos . Aun situándose en el fondo del templo, tuvo total visión de la escena y precisión a la hora de dar las fundamentales entradas . Sostuvo en todo momento la tensión del discurso musical con total entendimiento con las cantantes. Es un auspicioso comienzo de esta nueva etapa, la que espero continúe con propuestas inteligentes y creativas como esta y en la misma tónica que los fundadores plantearon desde el comienzo. Donato Decina

martes, 16 de octubre de 2018

Impresionante recital de Yuja Wang en el Teatro Colón UN TORBELLINO ORIENTAL AL TECLADO Martha CORA ELISEHT La talentosa pianista china Yuja Wang hizo su presentación en el Teatro Colón entre los días 8 al 10 del corriente, dentro del Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino. Era la primera vez que se presentó en la Argentina con un recital variado, con obras de extrema dificultad y complejidad para el instrumento solista: los célebres Preludio en Sol menor, Op.23 n° 5 y Vocalise, Op. 38 n° 14 y el menos conocido Étude- tableaux en Mi bemol menor, Op. 39 n° 5 de Sergei Rachmaninov (1873-1943); la Sonata n° 3 en Si menor, Op.58 de Frederik Chopin (1810-1849) y concluyó con la monumental Sonata n° 6 en La mayor, Op. 82 de Sergei Prokofiev (1891-1953). Dentro de la impresionante camada de pianistas chinos de su generación, Yuja Wang se destaca por dos características: su velocísima digitación y su impresionante pulsación. Durante el transcurso del recital ofrecido en el Colón el pasado miércoles 10, sorprendió por su extraordinaria precisión en los pasajes y su fuerza rítmica; a punto tal, que una recordaba las magistrales interpretaciones de Murray Perahia - digno discípulo de Valdimir Horowitz en cuanto a pulsación y digitación-. Pero Yuja Wang se destaca por imponer su sello personal: pujante en los tutti y crescendi y suave e imperceptible en los pianissimi; briosa en los glissandi y potente en los forti: Unido esto a su sorprendente y prodigiosa memoria, una podría describirla como un torbellino oriental sobre el teclado. Carece de la tendencia al show business de su compatriota Lang Lang y, por sobre todas las cosas, se destaca por ser, precisamente, músico. Además, posee unas hermosas piernas y le gusta exhibirlas en público. Astucia y sagacidad femenina para deslumbrar a la audiencia. La primera parte del concierto estuvo dedicada a compositores clásicos (Rachmaninov y Chopin), cuyas obras ya fueron mencionadas en el párrafo anterior. Al comienzo del concierto con el Preludio en Sol menor, Op. 23 n°5, sorprendió por la fuerza y la potencia con las que lo ejecutó- quizás, un poco fuerte para gusto de esta cronista- , con una precisión matemática. Supo contrarrestarlo muy bien con la dulzura con la que cautivó a la audiencia al interpretar el Vocalise (en versión para piano del compositor Zoltan Kocsis) y, finalmente, lució su poderosa y mágica digitación en el Étude- Tableau en Mi bemol menor, obra compuesta por Rachmaninov entre 1916 y 1917. Pertenece al segundo volumen de Estudios y se basa en un tema épico, que alcanza su paroxismo en la parte media de la obra. Se retiró ovacionada por el público y el Colón estalló en aplausos. Posteriormente, interpretó la bellísima Sonata n° 3 en Si menor de Chopin, donde luego de un vertiginoso gesto inicial, el instrumento se luce en una sucesión de acordes majestuosos, que fueron ejecutados con maestría y virtuosismo. Posteriormente, el segundo movimiento de la misma (Allegretto) genera una tormenta sonora desde los tonos graves hasta la casi totalidad del teclado. A esto le sigue un dulce Largo lentissimo, de carácter melancólico y romántico por excelencia, para luego culminar en un Allegro vivace de extraordinaria luminosidad, caracterizado por elementos complejos de técnica pianística, que Wang supo resolver de manera extraordinaria y que motivó numerosos vítores y aplausos por parte de la audiencia. Para la segunda parte del concierto, Yuja Wang sorprendió a todos luciendo una minifalda que dejaba ver sus largas y bellas piernas antes de sentarse al piano para ejecutar la Sonata para piano n° 6 en La mayor, Op. 82 de Sergei Prokofiev. Esta obra fue compuesta en 1939- pocos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial- y se caracteriza por ser una obra donde predominan los acordes ff y numerosas disonancias, con cierto grado de atonalidad; sobre todo, en el 1° movimiento (Allegro moderato), donde numerosos arpegios ascendentes crean una sensación de suspenso, que, posteriormente, se verá contrarrestada por un contrapunto lírico, dando sensación de calma. Luego de la incertidumbre del final del 1° movimiento, el 2° (Allegretto) se presenta dentro de un entorno neoclásico, que se balancea entre conjunción de tonos mayores y menores. Le sigue un Tempo di valze lentissimo en el 3 movimiento de la obra, que, posteriormente, será interrumpido por los tonos oscuros y disonantes que caracterizan esta sonata. La interpretación de Wang fue sublime, donde su prodigiosa digitación y su impresionante pulsación fueron ideales para tocar una obra de extrema complejidad como dicha Sonata. Y esto se potenció en el Vivace final, donde la efervescencia de la música de Prokofiev alcanza su clímax. El Colón estalló en una auténtica ovación y Yuja Wang salió numerosas veces a saludar. Luego de los obsequios florales, se sentó al piano y ejecutó nada más ni nada menos que 6 bises: un Preludio de Mendelssohn, la Toccata n° 3 de Prokofiev, una transcripción para piano de la célebre Melodía de Christopher Gluck y luego, una fusión del célebre Rondó alla turca de Wolfgang Amadeus Mozart con una versión de la misma para jazz. Para ese entonces, el público enloqueció y, no conforme con las magníficas interpretaciones que se escucharon, Yuja Wang redobló la apuesta e interpretó una transcripción para piano de la célebre Chanson bohème de la ópera Carmen, de Georges Bizet, donde se destacó por la velocidad de su digitación y su fuerza interpretativa. Por último, volvió a sentarse al piano para interpretar una dulce y exquisita versión del famoso Vals en Mi bemol menor de Chopin. Se mostró sumamente agradecida y se despidió del público con su simpatía. Ha sido un soberbio recital y el broche de oro de la temporada del Mozarteum Argentino en el Colón. Una noche para recordar, donde la magia y el torbellino de Oriente deslumbraron al público argentino.
Una buena versión de “LA BOHÈME” con algunos altibajos en el Colón ALGO NO SUENA BIEN EN LA BUHARDILLA PARISINA Martha CORA ELISEHT El pasado 12 del corriente tuvo lugar en el Teatro Colón la reposición de “LA BOHÈME” de Giacomo Puccini, en una coproducción conjunta con la Ópera de Tenerife, con dirección escénica de Stefano Trespidi, escenografía e iluminación de Enrique Bordolini y vestuario de Imme Möller, bajo la dirección musical de Joseph Colaneri al frente de la Orquesta Estable. Asimismo, participaron el Coro Estable y el Coro de Niños del Colón, dirigidos por Miguel ángel Martínez y César Bustamante, respectivamente. En la función correspondiente al Gran Abono, el elenco estuvo integrado por los siguientes cantantes: Mariana Ortiz (Mimí), Attala Ayan (Rodolfo), Fabián Veloz (Marcello), Jacquelina Livieri (Mussetta), Carlos Esquivel (Colline), Fernando Grassi (Schaunard), Luis Gaeta (Benoit), Víctor Castells (Alcíndoro), Sergio Spina (Parpignol), Leandro Sosa (Aduanero), Luis Loaiza Isler (Guardia) y la niña María Liz Rutkauskas Bellini. Este mismo elenco cantará en las funciones de Abono, mientras que habrá un elenco alternativo para las funciones extraordinarias, donde actuarán los siguientes cantantes: Marina Silva (Mimí), Gustavo López Manzitti (Rodolfo), Vinicius Atique (Marcello), Paula Almerares (Mussetta), Leonardo Fontana/ Emiliano Bulacios (Colline), Cristian Maldonado (Schaunard), Gustavo Gibert (Benoit), Enzo Romano (Alcíndoro), Juan Borja (Parpignol), Cristian De Marco (Aduanero), Martín Crosio (Guardia), mientras que María Liz Rutkauskas Bellini cantará como la niña solista en todas las funciones. Joseph Colaneri es un conocido de las funciones que se transmiten en vivo por HD desde el Metropolitan Opera House de New York y ha demostrado ser un maravilloso director de orquesta, conocedor en profundidad de la obra y de la concepción pucciniana. Bajo su batuta, la Orquesta Estable sonó como los dioses, en forma brillante y ajustándose perfectamente a los tempi indicados en la partitura. La magistral escenografía de Enrique Bordolini y el magnífico vestuario diseñado por Imme Möller brindaron el marco propicio para remontarnos a la París de fines del siglo XIX, época donde se sitúa la obra de Henri Mugler (“Escenas de la vida de bohemia”) que sirvió de inspiración a Puccini para componer una de las óperas más bellas y célebres que jamás se hayan escrito. Estupenda la actuación del Coro Estable en los actos 2° y 3° de la obra- magistralmente preparado por Miguel Ángel Martínez-, al igual que el Coro de Niños. Una puesta en escena monumental hizo recordar a las grandes producciones organizadas por el Colón en las décadas de los ’80 y ’90, donde se lucieron intérpretes de la talla de Luciano Pavarotti, Ricardo Yost y Nuccia Foccile, que dieron vida a los personajes de la buhardilla de los bohemios. (Y que en el caso de Pavarotti, fue la única vez que cantó en el Colón, interpretando a Rodolfo). En cuanto a los roles principales, se destacaron Fabián Veloz y Jacquelina Livieri, quienes interpretaron a Marcello y Mussetta; en el caso particular de esta última, Livieri dio lugar a una Mussetta de antología y fue a quien más aplaudió el numeroso público que se dio cita esa noche (con localidades agotadas). Muy buenas las actuaciones de Carlos Esquivel como Colline y de Fernando Grassi (Schaunard), quienes demostraron que están para cantar grandes roles de la ópera universal. Muy acertada la decisión del Teatro Colón de colocar a figuras de la talla de Luis Gaeta (Benoit) y de Sergio Spina (Parpignol). Si bien son roles cortos dentro del contexto de la ópera, dieron lucimiento y brillo a la gran producción. Desgraciadamente, no puede decirse lo mismo de la pareja protagónica, que tiene a su cargo la presentación de los personajes desde el inicio de la obra, con alta carga dramática, escénica y con arias tan célebres como difíciles de ejecutar. Y, precisamente, por ese motivo, cualquier error en su interpretación se amplifica. El tenor brasileño Attala Ayan posee un bellísimo timbre de voz y buena técnica, pero una voz chica que, por momentos, quedó muy justa dentro del personaje de Rodolfo. En la primera escena del 1° acto, hubo un momento donde arrancó muy flojo en el dúo con Marcello y la orquesta lo tapó. Dio la impresión que estaba más preocupado por alcanzar las notas que por interpretar correctamente – y sin sobresaltos- a su personaje. Posteriormente, se fue afianzando de a poco hasta llegar al dúo con Mimí (interpretada por la soprano venezolana Mariana Ortiz). Si bien ella también posee una voz cálida, con buenos matices y hermoso color, sin embargo, tuvo un traspié al desafinar en un aria tan conocida como “Sí, mi chiamano Mimí”, lo que opacó su actuación. Lo mismo puede decirse de Ayan, cuya voz quedó chica en un aria crítica como “Che gélida mannina”, al igual que en el dúo que cierra la escena final del 1° acto. Posteriormente, ambos fueron tomando confianza y soltando sus voces durante los demás actos de la obra. Sin embargo, en la escena final – donde ocurre la muerte de Mimí en la buhardilla y el drama llega a su máxima expresión- tampoco se llegó al clímax desde un punto de vista histriónico por parte del tenor. Es la escena donde la cruda realidad golpea y contrasta con los sueños de la vida bohemia y, por ende, cargada de hondo dramatismo. Ha sido una muy buena versión desde el punto de vista escenográfico, coral y musical, pero con fallas en la pareja protagónica. Sin ir más lejos, existen excelentes cantantes en nuestro medio que hubieran podido dar el brillo que una obra como LA BOHÈME necesita para una correcta representación. Baste recordar la excelente versión ofrecida por BUENOS AIRES LÍRICA el año pasado, donde Monserrat Maldonado y Nazaret Aufé dieron vida a Mimí y Rodolfo. Una espera que el elenco nacional supere con creces al elenco extranjero. Como tantas veces, una vuelve a afirmar: no se pueden representar obras tan célebres con cantantes de segunda o tercera categoría en los roles principales. De haber contado con cantantes cuyas voces eran las más aptas para roles de este tipo, todo hubiera sonado a la perfección en la buhardilla de los bohemios.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Magnífica actuación de “La Barroca del Suquía” en el Colón AL MEJOR ESTILO DE ALBERTO LYSY Martha CORA ELISEHT Dentro del Ciclo de Intérpretes Argentinos que se ofrece con entrada libre y gratuita en el Colón, el pasado domingo 23 del corriente se presentó la agrupación de cámara “La Barroca del Suquía”, dirigida por Manfredo Kraemer. En este caso, la prestigiosa agrupación eligió un repertorio del estilo “L’Estro Armonico”, que refleja el esplendor del estilo instrumental italiano del siglo XVIII, compuesto por obras de Vivaldi, Avison, Johann S. Bach y George Friederic Häendel. Debido a que los programas de mano llegaron tarde, Manfredo Kraemer anunció las obras a medida que las iban a ejecutar. El concierto comenzó con el Concerto 2 de “L’Estro Armonico” para dos violines y violoncello concertante de Antonio Vivaldi, donde el mismo Kraemer y Graciela Chamale actuaron como violines concertantes, y como cello solista, Sofía del Mural. Sus cuatro movimientos (Allegro e Spicatto/ Allegro/ Larghetto/ Allegro) sonaron majestuosamente, con toda la frescura y precisión con las cuales se debe ejecutar este tipo de obras. Por tocar con instrumentos de época, el sonido de la prestigiosa orquesta es puro y diáfano, creando un clima propicio de cámara dentro de la gran sala del Colón. Seguidamente, se ejecutó el Concierto IX del compositor inglés Charles Avison (1709-1770), que consiste en una adaptación de diferentes sonatas de Alessandro Scarlatti. Hay que recordar que el compositor napolitano escribió más de 500 sonatas para piano (consistentes en un movimiento cada una) y, acorde al gusto por lo italiano en aquella época, Avison compuso su obra en 4 movimientos (Largo/ Con spirito/ Siciliana/ Allegro), que sonaron magistralmente, merced al acompañamiento del clavecinista Manuel de Olaso y al excelente desempeño de los músicos. Para cerrar la primera parte del concierto, Manfredo Kraemer interpretó como solista el Concierto para violín y orquesta en La menor, BWV 104 de Johann Sebastian Bach, donde una vez más, la mencionada agrupación sinfónica volvió a dar cátedra de música barroca sobre el escenario del Colón. Tras los aplausos, en vez de realizar un intervalo, Kraemer decidió continuar con la segunda parte del concierto, donde interpretó el célebre Concerto Grosso II, Op.6 de George Friederic Häendel (1685-1759), donde tuvieron una actuación destacadísima las violas – excelentes los solos y el contrapunto ofrecido por Claire Fahy y Alberto Lepage- , que acompañaron magníficamente al resto de la orquesta en los 4 movimientos de la obra (Andante larghetto/ Allegro/ Largo/ Allegro ma non troppo). Y, como no podía ser de otra manera, Manfredo Kraemer decidió cerrar el programa con el Concerto X de “L’Estro Armonico” para cuatro violines concertantes de Antonio Vivaldi (1678-1741), donde Kraemer ejecutó la mencionada obra conjuntamente con Pablo López, Hernán Rodríguez y Mauro Asís. Cada uno de los cuatro violines concertantes realizaba un contrapunto, que se engarzaba con los compases que tocaba el violín antecesor – a modo de canon-, con gran maestría y una calidad sonora impecables. Los demás instrumentos y el clavecín aportaron el contrapunto y el acompañamiento en los tres movimientos comprendidos en la obra (Allegro/ Largo/ Allegro). Al final del concierto, el público acompañó con merecidos aplausos, que obligaron a hacer un bis de Corelli, que sonó acorde a la concepción barroca de la orquesta. Los músicos se retiraron ovacionados, y el público, agradecido. Si bien la música del barroco no es – precisamente- la especialidad de quien escribe, una se ha retirado plenamente satisfecha tras haber escuchado una interpretación digna del más alto nivel en el tema. En este caso, la agrupación cordobesa ha hecho honor a la tradición del barroco italiano. En lo personal, una no escuchaba un espectáculo de tan alto nivel en música de cámara desde la época de su formación como periodista especializada- recordando las interpretaciones magistrales de la Camerata Bariloche y muy especialmente, del genial Alberto Lysy, a cargo de la Camerata Lysy Gstaad en la década del ’80- . Pero La Barroca del Suquía lo hizo posible, demostrando que por algo es la mejor agrupación en su estilo a nivel nacional.
Ecos de un concierto con algunos desniveles en el Ciclo de Abono de la Filarmónica UNA DE CAL Y UNA DE ARENA Martha CORA ELISEHT El pasado jueves 27 de Septiembre tuvo lugar el 14° Concierto del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Colón, bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke en el podio y la participación de Sergio Tiempo como solista. El programa comprendió las siguientes obras: Suite del ballet “Panambí”, Op.18, de Alberto Ginastera; el Concierto en La menor para piano y orquesta, Op.16 de Edvard Grieg, y la Sinfonía n° 2en Re mayor, Op. 43, de Jan Sibelius. Haciendo uso de su proverbial alocución, el maestro Diemecke se dirigió al público antes del comienzo del concierto con motivo de explicar el significado de las obras, para que la audiencia pueda comprenderlas mejor. Esto resulta útil para el principiante, pero también para aquellos que nunca han escuchado una de las obras. Tal es el caso de Panambí de Ginastera, cuya suite describe perfectamente el paisaje formado por los ríos y la selva, mediante numerosos ritmos y armonías contrastantes, en un estilo netamente impresionista. Se la considera un exponente del “nacionalismo objetivo”, donde el compositor manifiesta mediante un lirismo refinado una sucesión de ritmos típicamente latinoamericanos. Hacia el final de la obra, Ginastera deja entrever el típico malambo que caracteriza la mayor parte de sus composiciones. La versión ofrecida por la Filarmónica mantuvo un buen equilibrio sonoro, con matices vibrantes y gran cromatismo orquestal. En cuanto al célebre Concierto en La menor para piano y orquesta de Grieg, en líneas generales, ha sido una buena versión, pero con algunos altibajos. Nadie duda de los quilates de Sergio Tiempo- uno de los mejores pianistas que ha dado nuestro país-, ya que posee no sólo una técnica perfecta, sino también una formidable pulsación, una digitación prodigiosa y versátil, que hacen que la mayoría de sus interpretaciones sean un auténtico placer para los oídos. Sin embargo, desde los primeros acordes y el arpeggio inicial, se lo escuchó muy rápido y desacompasado al compararlo con el ritmo otorgado por Diemecke a la orquesta, donde sí se respetaron los tempi característicos de este concierto. Donde mejor sonó fue en el Adagio central (2° movimiento), donde ahí Sergio Tiempo mostró ser el eximio pianista que es: capaz de ejecutar un Allegro con ímpetu y brío y, a su vez, tocar los cantábile y pianissimi como deslizándose con una suavidad extrema sobre el teclado. Pero al interpretar el tiempo de halling del 3° movimiento, en vez de sonar en ritmo de ¾, parecía que hubiera estado corriendo una maratón pianística y compitiendo con el director para ver quién tocaba más rápido. Por definición, un halling es una danza folklórica noruega típica- que sólo la bailan los varones- y debe sonar perfectamente en ¾, pero por sobre todas las cosas, muy precisa y acompasada (cosa que no ocurrió en la presente versión). Fue una lástima, porque en ese detalle se basa el cierre del concierto, que suena como un gran Scherzo brillante. Lamentablemente, sonó totalmente desacompasado y empañó lo que hubiera sido una soberbia actuación. Desde ya, cuando ofreció un bis de Franz Liszt como solista (“Confesión”), lo hizo de la manera a la cual tiene acostumbrado a su público. Y se retiró ovacionado. Como obra de fondo, Diemecke eligió otra pieza célebre: la Sinfonía n° 2 en Re mayor de Jan Sibelius, que forma parte de los programas de conciertos locales, pero que además, posee una particularidad: junto a la Sinfonía n° 1 del mismo autor, se repiten todos los años. Por ende, esto hace que el periodista especializado tenga en su mente versiones memorables, que también influyen a la hora de escribir los comentarios, induciendo a posibles sesgos. No obstante, una trata de ser lo más imparcial posible. Al concentrarse en la presente versión, la misma ha sido brillante, manteniendo un buen equilibrio sonoro, respetando los tempi, sin caer en excesos en los tutti y fortissimi, y, a la vez, destacando los diferentes grupos de instrumentos (maderas y cuerdas en el 1° y 4° movimientos, donde los cellos se engarzan al final del 3° movimiento, dando la sensación de Andante ondulante). Las actuaciones de los solistas también han sido muy destacadas, logrando una versión digna y luminosa de esta sinfonía, que representa – según palabras de su autor- “el alma del pueblo finlandés”. Al conversar con el público y los periodistas especializados a la salida, hubo discrepancias para todos los gustos. Algunos sostuvieron que la versión de Grieg fue excelente, pero con “un toque y una interpretación muy personales”, mientras que otros coincidieron con la opinión manifestada previamente por quien escribe. Algunos salieron fascinados con la interpretación de Sibelius, mientras que otros no. Es difícil complacer a todo el mundo, y más aún, por ser obras tan conocidas y célebres, una no puede evitar cometer un sesgo al compararlas con las versiones memorables que una escuchó. Por ende, el título de esta nota resume las impresiones de lo sucedido en la noche del jueves pasado: una de cal y una, de arena.