sábado, 30 de marzo de 2019


LA DEFINITIVA CONSAGRACION DE MARIANO CHIACCHIARINI

Orquesta Sinfónica Nacional: Temporada 2019, Concierto de apertura de la temporada 2019 en el CCK. Director: Mariano Chiacchiarini. Programa: Gustav Mahler: Sinfonía Nº 6  en La menor, “Estoica”  29 de Marzo de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
 
  Ver la sala prácticamente llena es señal de público ávido de escuchar música. Y en las actuales circunstancias, dados los temas económicos que con rigor diezman los bolsillos, la gratuidad logra que se llene la sala sinfónica del CCK y gratamente sorprende el que sea para escuchar y disfrutar una partitura del tal complejidad que no dudo en afirmar que se trata de una de la páginas mas increíbles de toda la música sinfónica.

  También es cierto que radicó el interés el hecho que un joven conductor como Mariano Chiacchiarini haya resuelto abordar este “Pezzo Grosso”. Por sobre todas las cosas, saber si tenía las cualidades suficientes para llegar a buen puerto. Las tiene y le sobran. 

    De la versión escuchada solo pongo un reparo a mi modo de ver. Y es que se empleó la forma original en la que Mahler concibió la obra con el Andante en segundo término y el Scherzo en el Tercero. Mahler luego revisó la partitura y cambió el orden de esos dos pasajes. Teniendo en cuenta que en el final expone en modo trágico el tema que retrata en el andante al protagonista que no es otro que El mismo, el Andante en tercer tiempo no hace más que aumentar esa tensión y la progresión dramática de la partitura, con lo que el Scherzo en tercer lugar disminuye esa tensión.

  El allegro de apertura tuvo toda la carga dramática pero también todo el romanticismo de la sección central. Un muy buen ajuste orquestal con empaste de todas las secciones del conjunto. La coda tuvo intensidad y toda la fuerza que el compositor demanda.
    El Andante tuvo ese dejo melancólico que Mahler expresa. El autorretrato “perfecto” que plasmó en el pentagrama tuvo en Chiacchiarini y la Sinfónica a los más exactos intérpretes.

  El Scherzo fue vertido en muy buena forma. Los juegos de los niños, la dulzura y picardía estuvieron siempre presentes, la melancolía que pre-anuncia ausencias futuras también.

 El Final tuvo energía, vértigo, drama, con una orquesta perfecta exponiendo el drama a pleno. Y aquí el conjunto absolutamente cohesionado y un Chiacchiarini claro en la expresión, sabiendo de que se trata y logrando llegar hasta el fondo de la página. No tengo dudas de que desde la versión de Philippe Jordan con la Juvenil Mahler de 2007 no se escuchaba una versión así y en lo que hace a conjuntos locales fue por lejos la mejor vertida.

  Tenemos en Chiacchiarini a uno de los valores con mayor proyección futura, merece mas fechas junto a la Orquesta dentro de lo que sus compromisos internacionales lo permiten. Es tiempo de aprovecharlo.
   
  Donato Decina

martes, 26 de marzo de 2019


Muy buena reposición de “RIGOLETTO” en el Colón

EL SUTIL ENCANTO DEL DRAMA VERDIANO
Martha CORA ELISEHT

            Tras diecisiete años de ausencia, la Temporada Lírica 2019 del Teatro Colón abrió con un clásico de Giuseppe Verdi: “RIGOLETTO”, que se representó en el primer coliseo entre los días 12 al 22 de Marzo inclusive, con dos elencos: el internacional, encabezado por Fabián Veloz en el rol principal y acompañado por los siguientes intérpretes: Ekaterina Siurina (Gilda), Pavel Valuzhin (Duque de Mantua), George Anguladze (Sparafucile), Guadalupe Barrientos (Maddalena), Ricardo Seguel (Conde Monterone), Christian Peregrino (Marullo), Alejandra Malvino (Giovanna), Gabriel Centeno (Borsa), Sergio Wamba (Conde Ceprano), Mariana Rewerski (Condesa Ceprano), Sebastián Sorarrain (Ujier) y Ana Sampedro (Paje). El otro elenco contó con un elenco formado en su totalidad por cantantes nacionales –con excepción del bajo georgiano Goderdzi Janelidze, en el rol de Sparafucile- , integrado por el siguiente reparto: Leonardo López Linares (Rigoletto), Laura Rizzo (Gilda), Darío Schmunck (Duque de Mantua), María Luján Mirabelli (Maddalena), Leonardo Estévez (Monterone), Juan Font (Marullo), Gabriel Renaud (Borsa), Alicia Ceccotti (Giovanna), Mario de Salvo (Conde Ceprano), Mariana Carnovali (Condesa Ceprano), Gustavo Gibert (Ujier) y Ana Sampedro (Paje).
            La dirección musical estuvo a cargo de Maurizio Benini, quien supo sacar brillo a la Orquesta Estable, ofreciendo una versión auténticamente verdiana, donde se respetaron las pausas y silencios de los cantantes, al igual que las entradas. El Coro Estable se escuchó magníficamente y supo crear el clima ideal que requiere el drama de Verdi –magistrañmente dirigido de la mano de Miguel Ángel Martínez-. Lo mismo sucedió con el excelente vestuario de época de Jesús Ruiz, que brindó el marco oportuno que requería este clásico, al igual que la iluminación, a cargo de José Luis Fiorruccio.  Sin embargo, no pude decirse lo mismo de la controvertida puesta en escena del brasileño Jorge Takla, quien decidió presentar la decadencia moral de la corte de Mantua desde el inicio de la obra. ¿Era necesario exhibir una joven desnuda en público dentro de una jaula, tras haber sido sometida sexualmente en contra de su voluntad y ultrajada en su pudor?... A juicio de quien escribe, se trató de un morbo absolutamente innecesario. Lo mismo sucedió con el Prólogo de la obra, donde se muestra la violación de la hija de Monterone –cuando dicho fragmento musical anticipa implícitamente la misma y el drama que tendrá lugar posteriormente-. Y en cuanto a la posada donde Maddalena seduce a las víctimas del sicario Sparafucile, el libreto de la ópera indica precisamente que deben ser dos ambientes: uno, exterior y el otro, interior. Nada que ver con el naufragio de un barco encallado en la playa, y encima, en ruinas. Si estuviera en el lugar del Duque de Mantua, ¡una preferiría pasar la noche a la intemperie o refugiarse en una cueva  antes que dormir en semejante pocilga!
            En cuanto a la parte vocal, el barítono argentino Fabián Veloz interpretó a Rigoletto con ductilidad escénica, maestría y una línea de canto impecable, creando la emoción necesaria que necesita el protagonista en los dos aspectos de su personalidad: irónico y satírico como bufón de la corte y un padre cariñoso y sobreprotector hacia su hija Gilda. La soprano rusa Ekaterina Siurina ofreció una muy buena versión de la heroína verdiana, que decide sacrificarse por amor antes de traicionar a su amado. Posee una buena técnica vocal, excelente fraseo y muy buenas dotes histriónicas. En cuanto al Duque de Mantua, el tenor bielorruso Pavel Valuzhin posee un bellísimo timbre y color de voz y supo salvar las principales arias (“Questa o quella” y “Ella me fu rapita”), aunque hubo momentos donde la orquesta lo sobrepasó. Tampoco tuvo una participación brillante en el aria más conocida de la ópera (“La donna é mobile”).  En cambio, sí descollaron los roles secundarios interpretados por cantantes nacionales: tal es el caso de la excelente Maddalena de Guadalupe Barrientos o del Conde Monterone de Ricardo Seguel, al igual que Christian Peregrino y Gabriel Centeno- como Marullo y Borsa, respectivamente- y Alejandra Malvino como Giovanna. No se puede decir lo mismo del bajo George Andguladze, a quien costaba escuchar las notas más graves en el rol de Sparafucile.
            En líneas generales, se logró una excelente concepción de este clásico de la ópera desde el punto de vista vocal y musical. Lamentablemente, la puesta en escena opacó el marco donde se desarrolla esta tragedia. Precisamente, el encanto de los dramas de Verdi en general –y en particular, de RIGOLETTO- radica en su sutileza. No se necesita una agresión al público mediante escenas de sexo innecesario, explícito y gratuito para ayudar al espectador a comprender un clásico de la lírica mundial.  

sábado, 23 de marzo de 2019


Impecable concierto de la Filarmónica bajo la batuta de Alexander Anissimov en el Colón

NOCHE MÁGICA Y MAJESTUOSA
Martha CORA ELISEHT

            El pasado jueves 21 del corriente tuvo lugar el Tercer Concierto del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, con la presencia de Alexander Anissimov como director invitado y la participación del pianista italiano Filippo Gamba como solista. El repertorio estuvo compuesto por las siguientes obras: Obertura de “FIDELIO” y el Concierto n° 3 para piano y orquesta en Do menor, Op. 37 de Beethoven, mientras que se interpretó “Scheherezade”, Op. 35 de Nicolai Rimsky- Korsakov (1844-1908) como obra de fondo.
            El director ruso no sólo es una de las mejores batutas del mundo, sino que supo dirigir con precisión, maestría y una perfección admirables, sacando los mejores matices de la orquesta. Hacía 26 años que Anissimov no visitaba la Argentina y, si bien lo hizo con un repertorio clásico, no por eso dejó de ser brillante. Tras una muy correcta ejecución de la mencionada obertura de Beethoven, el pianista Filippo Gamba hizo su presentación como solista en el Colón. Este eximio pianista italiano ofreció una soberbia versión del célebre Concierto n° 3 del genio de Bonn, con una técnica prodigiosa, una excelente pulsación, un muy buen dominio de los tempi (tutti y pianissimi), excelentes matices y se creó un diálogo perfecto entre el instrumento solista y la orquesta. Quien escribe pudo observar desde el Paraíso del Colón la precisión con la que Alexander Anissimov dio las entradas a los diferentes instrumentos solistas –incluso, al piano-, logrando una versión impecable, caracterizada por la luminosidad y pureza del sonido. Tras arrancar un aluvión de aplausos por parte del público al finalizar el concierto. Filippo Gamba ofreció una Mazurka de Chopin como bis y se ganó merecidamente los aplausos.  
            La celebérrima obra de Rimsky- Korsakov está basada en los relatos de Las Mil y una Noches, donde para preservar su vida, la sultana Scheherezade debe hechizar a su esposo – el sultán Shaiar, caracterizado por decapitar a sus esposas luego de la primera noche- mediante una serie de relatos fantásticos (El Mar y el viaje de Simbad, la Leyenda del Príncipe Kalender, El joven Príncipe y la joven Princesa y El Festival de Bagdad- El Mar embravecido- El Naufragio del barco en los Acantilados), que son los cuatro números que integran la obra. Fue compuesta en 1888 y posee una gran orquestación –tema en el cual, Rimsky- Korsakov era un experto-, caracterizada por la ampulosidad del sonido y por un leitmotiv que hilvana el relato –a cargo del violín solista, que representa a Scheherezade- y que se repite en los diferentes movimientos de la obra. A modo de preludio, al inicio de la obra se engarzan dos melodías: una, ejecutada por trombones, cornos y tuba, en tono amenazante- representando al sultán Sharar- y la otra, el leitmotiv de Scheherezade. La versión ofrecida por Anissimov fue magistral desde todo punto de vista: excelente fraseo y planos sonoros; interpretaciones eximias a cargo de los diferentes instrumentos solistas, y un sonido prácticamente diáfano y brillante, por sobre todas las cosas. Una no recuerda ver sobresalir y brillar  a la Filarmónica desde 1981, en tiempos de Yuri Simonov – quien, precisamente, también dirigió esta obra en el Colón-. La interpretación de Pablo Saraví – concertino de la Filarmónica, quien ejecutó el solo de violín- fue soberbia e hizo transportar al oyente al mundo de Simbad el Marino y otros personajes de Las Mil y una Noches. Otras destacadas intervenciones fueron las de Mariano Rey (clarinete), Gabriel La Rocca (fagot), Natalia Silippo (oboe), José Araujo (violoncello), Martcho Mavrov (corno), Daniel Marcelo Crespo (trompeta) y la percusión en general, donde Juan Ringer se lució en los timbales.
            Como conclusión, fue una noche mágica y majestuosa, donde la batuta de Alexander Anissimov hizo brillar a la Filarmónica en todo su esplendor. Ojalá que no tenga que pasar tanto tiempo (¿algunas otras Mil y una Noches, quizás?) para volver a escuchar algo tan sublime y perfecto.


VOLVER AL TRABAJO A PESAR DE TODO

Bolsa de Comercio de Buenos Aires: Temporada de Extensión Cultural 2019. Concierto a Cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Gustavo Fontana. Programa. Obras de Beethoven, Tchaickovski y Brahms. Antiguo Recinto de Operaciones, 22 de Marzo de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  En una sana costumbre que hace 39 años se inició con esta misma Agrupación, la Bolsa de Comercio retornó  a su Ciclo de Extension Cultural, presentando cono desde ese entonces a la Orquesta Sinfónica Nacional, la que concitó la presencia y atención de numeroso público. Al llegar al edificio, tres de los músicos del Organismo se hallaban repartiendo volantes que una vez mas tuvieron por objeto informar a la concurrencia de las vicisitudes que Ntra. Primera Orquesta está atravesando. Bajos salarios , Carencia de presupuesto (expresada  por Legisladores de la Oposición a los medios durante el debate de la “Ley de Leyes” en el Congreso Nacional), Deudas con Directores y Solistas Contratados, Emigración de los primeros atriles a otros Organismos en donde estarán mejor remunerados y responsabilizar al Secretario de Gobierno para el Area, Pablo Avelluto (Antes ministro) de hacer Oídos Sordos a los reclamos. Sabido es que en un año electoral si no se hacen escuchar estos temas, difícilmente se hallen soluciones. Es de esperar que de una vez por todas las mismas lleguen.

  La velada fue confiada a Gustavo Fontana, un Director que viene ascendiendo paulatinamente, para abordar un repertorio muy conocido, ideal para este tipo de presentaciones y por Ello muy comprometido del que emergió harto satisfactoriamente.

    Compuesta para la representación teatral de “Coriolano” del Austríaco Heinrich Von Collin, Colaborador del Emperador, la Obra lleva por título el nombre del General Cayo Marcio Coriolano y Beethoven compuso este trabajo para una única representación  que tuvo lugar en Viena en 1807. La página fue interpretada antes del inicio de la representación, con una Orquesta con el propio Beethoven a su frente y va describiendo las situaciones que la obra tratará como la decisión de parte de dicho General de invadir Roma para destruirla, los ruegos para que no lo haga, su fascinación al llegar a la ciudad, y la decisión de suicidarse para que su Ejército no retroceda y continúe en la misión por sí solo. La versión escuchada tuvo “Tempi” mas bien lento, pero un enfoque muy reflexivo. La tensión se percibió a lo largo de la interpretación de la página y el efecto final con “Pizzicato” en “Pianissimi” motivo un apreciado silencio antes de los correspondientes aplausos.

  La Obertura-Fantasía “Romeo y Julieta” de Tchaickovski fue la segunda de las páginas que pudo apreciarse. Una versión muy ajustada, para un recinto con una acústica distante de la ideal, pero que evidentemente el director harto conoce (producto de sus años actuando allí al frente de bandas de música), tuvo carga dramática, tensión y la expresión heroica en el final en donde el amor  perdura más allá de la muerte. Aquí puedo decir que estuvimos en el punto más alto del concierto.

  Para el final, llamativamente sin intervalo (Algo que todos los Organísmos de Musica Argentinos deberían considerar al actuar fuera de sus sedes  ya que tanto espectadores como músicos necesitan una pausa más larga entre obras tan importantes), se reservó la Sinfonía Nº 2, en Re mayor, Op. 73 de Brahms. Obra que exhala frescura, poesía y belleza por todos sus poros, fue expuesta por Fontana de manera muy acertada. Una noble labor de la cuerda, excelentes intervenciones del Corno solista en el segundo movimiento y extraordinarios pasajes de los vientos, llevaron a una coda interesantemente resuelta. Algunos desacoples y entradas a destiempo, quizás producto de una acústica que no tiene “retorno” enturbiaron un tanto la interpretación. De cualquier manera, la esencia del  trabajo estuvo permanentemente presente y Fontana demostró con creces que por algo  fue convocado para ocupar el podio.

Donato Decina


UN REGRESO LARGAMENTE ESPERADO

Teatro Colón, Temporada 2019, Tercer Concierto del Abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Alexander Anissimov. Solista: Filippo Gamba (Piano). Programa: Obras de Beethoven y Rimski-Korsakov. 21 de Marzo de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

Un cuarto de siglo. Ese es el tiempo que demoró el regreso de Alexander Anissimov al Colón. El excelso interprete Ruso que cautivó al público porteño al revelarnos sus concepciones de las dos últimas sinfonías de Tchaikovski,  retornó después de tantos años, peinando canas y acumulando experiencia, la que se puso de manifiesto a lo largo de toda la noche. A la Filarmónica se la escuchó concentrada como pocas veces, refinada hasta los mas ínfimos detalles y realzando la actuación de un solista que estuvo acorde con la jerarquía que la velada mereció.

  La primera parte del programa estuvo íntegramente dedicada a Beethoven. En primer lugar se pudo apreciar una muy buena interpretación de la Obertura de “Fidelio” de Beethoven, cuarto intento del genial compositor  para dar inicio a su único trabajo para la gran escena lírica y página que ha trascendido al título para ser presentada demodo individual en las salas de concierto. A un “tempi” algo mas lento de lo habitual y a pesar de una pequeña pifia del corno solista que en nada empaña el desempeño puede decirse que fue una versión ajustada , en estilo y que expresó toda la riqueza que el Compositor plasmó en el pentagrama.

  Del tercer concierto para Piano y Orquesta de Beethoven puede decirse que es , al menos a mi juicio, la página más íntima y personal que el Compositor dejó plasmada para esta combinación. Una extensa introducción Orquestal precede a una enérgica entrada del solista, para luego desarrollar los dos temas que van intercalándose. Una sección central que da lugar a un momento de intimidad y reflexión y un cierre en el que se va desarrollándose toda una idea que culmina de manera chispeante. Filippo Gamba fue el brillante solista que estuvo en un todo de acuerdo con el Director y el Conjunto. Tuvo sonido pleno, lirismo, refinadísima técnica, sutil manejo de los “Pianissimi” y una expresividad pocas veces escuchada. Anissimov supo transmitirle a la Orquesta idénticos conceptos a los del Pianista, por lo que la versión dio como resultado un formidable trabajo de equipo. Y el Público que quiso más , se vio recompensado con una exquisita interpretación de Gamba de una de las más conocidas “Mazurkas” de Friederic Chopin.

  Hablar de “Scheherazade” es decir una de las páginas más ricas de toda la literatura Orquestal. Matices, Orquestación Colorida, efectos, lirismo. Y Aquí Anissimov demostró que un cuarto de Siglo después sigue siendo un Director de categoría, mas refinado aun y con capacidad de extraerle al conjunto los detalles más increíbles. Hubo poesía, frescura, encanto, sutileza y tuvo en Pablo Saraví a un descomunal solista, seguido muy de cerca por Diego Fainguersch en Violonchelo, Gabriel La Rocca en Fagot, Mariano Rey en Clarinete, Martcho Mavrov en Corno y una estupenda sección de percusión liderada por Juan Ringer desde el Timbal. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que ha sido la mejor versión (Nacional y Extranjera) de Esta Obra de los últimos treinta años, coronando Anissimov de esta manera una faena monumental que hace a que pidamos su regreso en las próximas temporadas.

Donato Decina


LA CALIDAD BIEN ENTENDIDA EMPIEZA POR CASA

Teatro Colón, Temporada 2019, Opera: “Rigoletto”, en Tres actos y cinco escenas, basada en “Le Roi Amuse” de Victor Hugo, con Música de Giuseppe Verdi y Libreto de Francesco María Piave. Interpretes: Leonardo López Linares (Rigoletto), Darío Schmunck (Duque de Mantua), Laura Rizzo (Gilda), María Lujan Mirabelli (Maddalena), Goderdzi Jenelidze (Sparafucile),Leonardo Estevez (Conde Monterone), Juan Font (Marullo), Gabriel Renaud (Borsa), Mario de Salvo (Conde Ceprano), Alicia Cecotti (Giovanna), Mariana Carnovali (Condesa Ceprano), Gustavo Gibert (Ujier), Ana Sampedro (Paje de la Duquesa). Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez, Orquesta Estable del Teatro Colón, Escenografía: Nicolás Boni, Vestuario: Jesús Ruíz, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Video: Matías Otalora, Coreografía: Alejandro Cervera. Dirección Musical: Maurizio Benini, Dirección de Escena: Jorge Takla. Función Extraordinaria del 20 de Marzo de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Cinco para el peso. Eso es lo que siempre le falta al Colón (al menos desde el 2010 hasta el presente) para que un espectáculo lírico de envergadura con música de alguno de los mas grandes de todos los tiempos sea redondo y perfecto. Cuando no es por la voces, es por la orquesta, cuando no es por desajustes, lo es por la concepción escénica. Y casualmente es esto último lo que me priva a calificar a esta nueva presentación de “Rigoletto” como excelente. No lo es por el vestuario del Español Jesús Ruíz , de época y absolutamente ajustado, ni por la Iluminación de José Luís Fiorruccio, exacta en todo momento, ni las proyecciones de video diseñadas por Matías Otalora, que graficaron con justeza el espacio y el lugar, ni la realización escenográfica de Nicolás Boni de acuerdo a lo que el Regista solicitó. Es esto último, la Regie, la que desentonó por completo en un espectáculo de una categoría musical que ha hecho honor a Verdi por donde se le mire.  ¿Era necesario exponer al público durante  el preludio al primer acto  el sometimiento sexual de la hija del Conde Monterone, cuándo la música por si sola nos introduce al drama que se va  a visualizar y escuchar?. Y luego, ¿Era necesario exhibirla desnuda dentro de una jaula como a un animal, o peor aun, como una stripper de cabaret colgando imaginariamente del techo, casi como una conquista mas del duque, hasta que su padre aparece a reclamar por semejante afrenta?. Decidamente no. Una vez mas aparecen (Y es la tercera vez en menos de un año), columnas caídas, muros derruidos, a modo de graficar las consecuencias del uso indebido del poder y la degradación social. ¿Habrá otra forma de expresar todo eso? ¿Existirá un modo mas inteligente de expresión? Pues parecería ser que no. O al menos en esta puesta firmada por Jorge Takla ello no ocurre. ¿Por qué no hay muros en torno a la casa del protagonista?. ¿Es creíble que no se visualice al Duque en las semipenumbras mientras delante suyo el Bufón les pide a su hija y a su criada que no salgan ni se expongan?. ¿Por qué el hospedaje sórdido de Sparafucile está caracterizado como un barco encallado y en ruinas, sería capaz un Duque de entrar y albergarse allí en esa época y por mas pasión que Maddalena le provoque?. Son detalles que hacen al meollo de la cuestión y, lamentablemente, van en desmedro de los correctos desplazamientos escénicos, los buenos efectos lumínicos e incluso la gran carga dramática lograda durante el desenlace de la tormenta previo al asesinato de Gilda, por lo que no dudo en señalar que por momentos el Regista  Brasileño conspira contra si mismo.

  La contrapartida estuvo dada desde lo musical. Maurizio Benini demostró con creces porque hoy por hoy es una de las mas grandes figuras de la Dirección de Orquesta de Opera en los principales escenarios del mundo. El fraseo la respiración, la dinámica con un “Tempi” verdaderamente antológico como hace muchísimo tiempo no se escuchaba en la sala del Colón, sin que esa dinámica haya significado resignar un ápice la carga dramática. A sus órdenes la Estable lució a pleno en todos sus sectores. De la misma forma el Coro Estable en su sección Masculina lució magníficamente preparado por Miguel Martínez. No es casualidad entonces, que el Concertador haya convocado a Este último para saludar juntos al Público durante los aplausos del final en un gesto de nobleza del primero pocas veces visto.

  Vocalmente vayamos desde los personajes menores a los de mayor importancia. Simpática la presencia y la breve  intervención de Ana Sampedro como el Paje de la Duquesa (Un rol con brevísima frase pero que encierra un significado que aquí si fue bien expuesto). Correcto Gustavo Gibert como el Ujier. Presencia, Frescura y buena Voz en Mariana Carnovali como la Condesa Ceprano. Innegable Oficio y autoridad escénica en Alicia Cecotti como Giovanna. Mario de Salvo una vez mas con sobradas condiciones encarnando al Conde Ceprano. Gabriel Renaud  haciendo gala de su formidable experiencia para encarnar a Borsa y un imponente Juan Font en el Rol de Marullo, aquí sí engañando hábilmente a Rigoletto y luego poniendo su mejor cara de Poker cuando el bufo revela  que a quien han raptado es a su hija y no a su amante.

  Leonardo Estevez fue  un estupendo Conde Monterone. Atormentado, atribulado, abatido por las circunstancias, pero sin cejar en su deseo de justicia. María Lujan Mirabelli se movió como pez en el agua para encarnar a Maddalena, con gracia y juego de seducción. Goderdzi Janelidze, el bajo Georgiano que conociéramos el año pasado cuando reemplazó a Fernando Radó en el “Requiem” de Verdi, volvió a exhibir sus buenas condiciones vocales. Sín embargo, le falta algo de maduración escénica, por lo que quizás haya sido el punto mas flojo de un sólido elenco.  Podemos preguntarnos ¿Cómo hace Laura Rizzo para mantener inalterables sus condiciones vocales y cantar Gilda  cada vez mejor?. Fue un verdadero deléite escucharla, percibir que su esmalte vocal se halla inalterable y que sus coloraturas no exhiben la mínima fisura. Supo cantar con inteligencia, no forzar los agudos cuando no eran necesarios  (respetando la partitura tal cual está escrita) y se movió en la escena como pez en el agua. Darío Schumnck fue un estupendo Duque de Mantua. Con tímbre acerado, agudos firmes, presencia escénica. Su “Donna e´mobile” fue  bien recibida  y justicieramente aplaudida. Para el Final, Un descomunal Leonardo López Linares dando vida al atribulado protagonista. Se entregó en cuerpo y alma, dejando la vida en cada nota, haciendo de su Bufo una querible criatura, en la que ha sido sin dudas su actuación definitivamente consagratoria en el Colón. Se ganó con creces la ovación que se le tributó y esperemos que derive en una ininterrumpida colaboración suya con el Teatro.

  Observen, saquen conclusiones. Nuestros artistas demostraron que están para cantar bajo las Ordenes de las mejores batutas del mundo (Palumbo, Barennoim, Benini, Auguin, Von Donanyi, Pido). ¿No podía ser también una puesta íntegramente de la casa con alguno de Ntros mejores Directores Escénicos?. Por algo la Calidad bien entendida empieza por casa.

Donato Decina

jueves, 21 de marzo de 2019

Critica Rigoletto - Teatro Colon 19/03/2019 Una buena función en lo musical de la opera Rigoletto, de Giuseppe Verdi, pudo escucharse en el Teatro Colon el martes 19 de marzo. Pilar fundamental de esta versión, que no se representaba en el Colon desde el año 2002, fue el director de orquesta Maurizio Benini. Una clara lectura de la partitura, el nervio, el temperamento y el fraseo verdiano, estuvieron presentes. El Maestro Benini, respira con el cantante, frasea con ellos, lo que les permite afrontar esta difícil partitura con comodidad. Rigoletto encontró en Fabián Veloz, a un sólido protagonista, de voz bella y generosa, demostrando una vez más, la calidad vocal de este barítono argentino. El tenor bielorruso, Pavel Valuzhin, también se destacó en esta función. Bella voz, soltura escénica, cantó sobretodo un muy buen tercer acto. Su fraseo no fue quizás su mayor virtud, pero supo ser expresivo y sólido vocalmente en los momentos en los que la dificultad de la partitura, para el Duque de Mantua, lo exije. Por su parte, la soprano rusa Ekaterina Siurina, cumplió con exquisita voz en el rol de Gilda, luciéndose sobre todo en “Tutte le feste al tempio”, cantado con mucha expresividad. Sin mayor trascendencia pasó por el Colon el bajo georgiano George Andguladze, cantando el rol de Sparafucile. Discreto en lo vocal y en lo escénico. Todo lo contrario a Guadalupe Barrientos, la notable mezzo argentina, quien se lució con su portentosa voz de mezzo soprano y su soltura escénica en el rol de Maddalena. Entre el muy buen elenco en los roles comprimarios, cabe destacar las actuaciones de Ricardo Seguel, como Monterone, y Christian Peregrino como Marullo; ambos muy convincentes en lo vocal y en lo escénico. En cuanto a la parte visual del espectáculo, si bien es cierto que a la vista resultaba bella, poco o nada tuvo que ver con la obra representada. La caprichosa escenografía, a cargo de Nicolás Boni, lejos está de lo que el Rigoletto de Verdi mínimamente requiere. El “magnífico salón de baile en el palacio del Duque de Matua”, se convirtió en un l “magnífico salón de baile en ruinas, en el palacio del Duque de Matua”. La acción del segundo cuadro del primer acto, transcurre en la calle, frente a la casa de Rigoletto, por lo cual hace caer en la incoherencia el texto y la acción de la obra. El tercer acto del Rigoletto de Verdi, pide una división de la escena, dentro y fuera de la taberna de Sparafucule. Requiere también, algo tan simple como una puerta al menos, que se abra, se cierre y se golpee. Aquí, todo está a la vista de todos, por más que “oscura sea la noche”. El director de escena Jorge Takla, decidió representar el preludio de la obra para contar lo que durante el transcurso del primer cuadro, del primer acto, el libreto de Piave nos dice. Truculento, audaz e innecesario, nos lleva a concluir que algo muy grave le hizo Monterone al Duque de Mantua, como para que este, no solo viole a su hija, sino que además la cuelgue desnuda de una jaula, en medio de ese salón de baile en ruinas. En fin; una puesta llena de arbitrariedades e incoherencias, que desencaja del buen resultado musical del espectáculo.

ROBERTO FALCONE

domingo, 17 de marzo de 2019

Muy buena actuación de la Filarmónica junto a Sharon Isbin en el Colón UN EXCELENTE MARCO PARA UN APROPIADO HOMENAJE Martha CORA ELISEHT El título de esta nota parece un juego de palabras, pero en realidad, constituyó el mejor homenaje que podía rendirse a dos eximios bailarines, quienes integraron el Ballet Estable Del Teatro Colón y se desempeñaron posteriormente como maestro de baile y Director de dicho organismo: Enrique Lommi y Gustavo Mollajoli respectivamente, fallecidos durante el transcurso de la semana pasada y a quienes el maestro Enrique Arturo Diemecke les rindió homenaje el pasado jueves 14 del corriente durante el 2° concierto del Ciclo de Abono de la Filarmónica en el Colón. Se interpretaron las siguientes obras: Three Dance Variations de Fancy Free, de Leonard Bernstein (1918-1990); Fantasía para un Gentilhombre, de Joaquín Rodrigo (1901-1999), con la participación de la guitarrista estadounidense Sharon Isbin; el estreno mundial de Invocación, del compositor argentino Alex Nante y la Sinfonía n° 2, Op. 30 (“Romántica”), de Howard Hanson (1896-1981). Antes de comenzar el concierto, y haciendo uso de su habitual alocución, Diemecke dedicó el mismo a la memoria de estos grandes artistas, desaparecidos físicamente la semana pasada y posteriormente, ejecutó la mencionada obra de Bernstein. Compuesta en 1944, Fancy Feet se transformó en un gran éxito –bajo la magistral coreografía de Jerome Robbins- y consta de tres movimientos: Galop, Vals y Danzón. A diferencia de los dos primeros –que poseen influencias de jazz y blues-, este último movimiento es un ritmo derivado de la contradanza cubana, que Bernstein supo asimilar con notable precisión. La presente versión fue muy correcta, con un buen equilibrio sonoro y destacadas intervenciones de los diferentes instrumentos solistas. Lo mismo sucedió con la consabida obra de Joaquín Rodrigo, donde Sharon Isbin se destacó por una ejecución soberbia de la guitarra, con buenos matices, excelente fraseo, punteo e impecable digitación, logrando un sonido diáfano y puro. La orquesta supo acompañar muy bien a la solista, logrando un diálogo perfecto y una excelente versión, donde los instrumentos solistas desempeñaron un rol muy importante en la ejecución de la obra. Excelentes interpretaciones de Natalia Silippo (oboe) y Fernando Ciancio (trompeta). Al finalizar, Sharon Isbin se dirigió al público en un perfecto castellano y solicitó un aplauso para su primo –el conocido actor Norman Brisky, quien se hallaba en platea esa noche- tras lo cual, interpretó un bis: Gatonia, del compositor venezolano Antonio Larro, que supo ejecutar con su impecable técnica y gran maestría. Naturalmente, el público estalló en aplausos. La segunda parte del concierto abrió con el estreno mundial de Invocación, de Alex Nante. Este joven compositor argentino de fama mundial decidió estrenar su obra en el Colón, que se trata de una pieza comprendida en un solo movimiento, pero con diferentes secciones, que termina en un clímax mediante un marcado crescendo de la orquesta, que cierra con un acorde fff. Por tratarse de una obra contemporánea, no suena disonante ni atonal; por el contrario, posee elementos impresionistas y expresionistas. La misma se inicia con un solo de clarinete bajo, seguido posteriormente por la flauta y el clarinete, a los cuales se acoplan los violines y violas, dando origen al tema central en ritmo lento, teas lo cual, el resto de las cuerdas acompaña al contrapunto iniciado por los contrabajos y la percusión. Esto genera un clima de misterio en tono menor, que luego pasa a tono mayor mediante la introducción de los violines y, posteriormente, sigue toda la orquesta. Seguidamente, los metales y el bombo ofrecen un efecto de profundidad sonora interesante, que contrasta con los glissandi a cargo de la percusión. A continuación, las maderas inician la recapitulación del tema principal, seguidas por las cuerdas, metales y percusión, que contrastan con el glissando del arpa solista. Le sigue un crescendo y un tutti a cargo del corno –excelente interpretación de Fernando Chiappero- y los trombones, la trompeta con sordina marca 6 notas que alternan con sus respectivos silencios, seguidos por un tutti orquestal – marcado por el bombo- antes de la recapitulación final, que alude al título de la obra. La 2° Sinfonía de Howard Hanson fue compuesta en 1930 y estrenada por Sergei Koussevitsky ese mismo año. Consta de tres movimientos (Adagio- Allegro moderato, Andante con tremezza y Allegro con brío) y comienza en tono menor, a cargo de las maderas, que es retomado posteriormente por las cuerdas, brindando una atmósfera de misterio –con reminiscencias del movimiento “Saturno” de Los Planetas,de Gustav Holst-. Mediante un crescendo orquestal, deriva en un solo de oboe que da lugar al tema principal, romántico –que alude al subtítulo de la sinfonía- y en tono mayor, con reminiscencias de Gershwin y Ravel. Es una obra ricamente elaborada, con una gran orquestación y que además, posee reminiscencias de Holst (“Marte”, de Los Planetas) y de Respighi –quien fuera maestro de Howard Hanson- , al igual que de Copland, con matices hollywoodenses. El 2° movimiento –Andante con tenerezza- se inicia con un bellísimo tema a cargo de las maderas, tomado posteriormente por las cuerdas, donde se pueden apreciar reminiscencias de Charles Ives. En la presente versión, la orquesta logró un equilibrio sonoro perfecto, con muy buenas intervenciones a cargo de todos los instrumentos solistas. Existe un diálogo entre el primer violín y el solista de los segundos violines, que Pablo Saraví como Hernán Briático supieron ejecutar magistralmente, logrando ese clima romántico característico de la obra, que cierra con los acordes de la canción “America, so beautiful”. El 3° movimiento abre con una fanfarria a cargo de los cornos en tono mayor, donde se acoplan posteriormente los metales, mientras que la percusión y las cuerdas logran un excelente contrapunto. Sigue con un bello cantábile a cargo de los cellos en tono mayor, coronado por un tutti orquestal, con ciertas reminiscencias de Stravinsky y Alfvén –sobre todo, en el caso particular de las fanfarrias- . Tras la recapitulación del tema principal, el movimiento cierra con una espectacular fuga con variaciones por parte de la orquesta, que culmina con un tutti y un acorde fff. A oídos de esta cronista, éste debió haber sido el concierto inicial de la Filarmónica, donde se pudo apreciar a la orquesta en toda su dimensión, en un concierto de brillantes proporciones, donde se alternaron obras muy conocidas con otras menos conocidas, pero de singular belleza. Y que sirvió de marco ideal para brindar homenaje a dos grandes artistas, que han partido de gira hacia la eterna morada de Dios. Ojalá que este tipo de obras se ejecuten más a menudo.

miércoles, 6 de marzo de 2019

ra del Ciclo de Abono de la Filarmónica con algunos altibajos en el Colón BUEN COMIENZO, AUNQUE ALGO ESTREPITOSO Martha CORA ELISEHT El pasado jueves 28 de febrero dio comienzo al Ciclo de Abono 2019 de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, en una sala prácticamente colmada de público. Bajo la dirección de su titular- Enrique Arturo Diemecke-, el concierto inaugural comprendió las siguientes obras: el Concierto n° 1 en Si bemol mayor para piano y orquesta, Op, 23, de Piotr I. Tchaikowsky (1840-1893 y la Suite de la ópera “El Príncipe Igor”, de Alexander Borodin (1833-1887), con la participación del pianista ucraniano Alexander Romanovsky, la soprano Jacquelina Livieri y el Coro Estable del Teatro colón, dirigido por Miguel ángel Martínez. Haciendo uso de sus habituales alocuciones al público- a juicio de esta cronista, totalmente innecesarias- el maestro Diemecke dio la bienvenida al Ciclo, realizó breves comentarios sobre la célebre obra de Tchaikowsky y presentó al solista, quien resultó una auténtica revelación. Alto, esbelto, dueño de una memoria prodigiosa y de una pulsación y digitación impecables, sorprendió al público desde los primeros pasajes del concierto, logrando un equilibrio perfecto entre los forti, titti y pianissimi de la obra en cuestión. Ejecutó los arpegios, trinos, ostinati y cantábile con una solemnidad y majestuosidad absoluta, logrando un excelente diálogo tanto con la orquesta como con lols solos de los diferentes grupos de instrumentos. . Muy buenas las actuaciones de Néstor Garrote en oboe, Gabriel De Simone en flauta, Mariano Rey en clarinete, Gertrud Stauber en fagot, Mertcho Mavrov en corno y Fwrnando Ciancio en trompeta. El equilibrio sonoro e instrumental fue perfecto y logró una aprobación unánime por parte del público; sobre todo, si se tiene en cuenta que, precisamente por ser tan celebérrimo, cualquier error que se cometa tanto por parte del solista como por la orquesta se nota. De las numerosas versiones que una escuchó este concierto en el Colón a lo largo del tiempo, se rescatan muy pocas versiones de excelencia (la más reciente, la ofrecida por Beatrice Rana y la Orquesta en 2017, bajo la magistral dirección de Antonio Pappano). Como no podía ser de otra manera, Romanovsky ejecutó un bis: el Vocalise de Alexander Liadov- eximio compositor ruso, poco frecuente en nuestro medio- y se ganó una nueva ovación por parte del numeroso público presente. Previamente a la ejecución de la segunda obra, Diemecke hizo referencia a la muerte del compositor André Previn, fallecido ese mismo día a los 89 años de edad. Aprovechó la oportunidad para realizar sus consabidos comentarios, tras los cuales, dio inicio a la Suite de “El Príncipe Igor” (compuesta por Borodin en 1869 y orquestada por Rimsky- Korsakov y Glazunov, tras la muerte del compositor en 1887, sin haberla concluido). Comprende los siguientes números: Obertura, Marcha, Coro de las Esclavas Polovtsianas y las celebérrimas Danzas Polovtsianas, cantadas y danzadas por los jóvenes de dicha nacionalidad en el campamento del Khan Kontchak, en homenaje a Igor y su hijo Vladimir, quienes cayeron prisioneros del Khan en su intento por liberar a Rusia- . En la presente versión, los dos primeros números de la mencionada Suite estuvieron correctamente ejecutados, al igual que el solo de la soprano Jacquelina Livieri en el rol de Kontchakovna – hija del Khan Kontchak, quien está enamorada de Vladimir- , acompañada por las voces femeninas del coro. Pero al ejecutar la Canción de las Esclavas, sorprendió escuchar al coro un tanto disgregado y muy inseguro en la entrada. Posteriormente, se fue afianzando con el contrapunto de las mezzosopranos y contraltos. Y, dentro de las célebres Danzas Polovtsianas, hubo un exceso por parte de la percusión en la alabanza al Khan, marcada por los golpes de bombo (muy tirante el parche de dicho instrumento a los oídos de quien escribe), que fue corregido a posteriori. No obstante, se logró un buen equilibrio vocal e instrumental; sobre todo, en el contrapunto entre el Allegro frenético de la Danza de los guerreros polovtsianos, contrastante con el Coro y danza de las Esclavas – notable y destacable los solos de los diferentes instrumentistas-, que se mantuvo hasta el final. Si bien el concierto logró aceptación por parte del público, hubiera sido bueno ofrecer un programa no tan trillado, incorporando obras quizás menos conocidas, pero igualmente bellas. O se hubiera aprovechado la presencia de un pianista de los quilates de Alexander Romanovsky para ofrecer otros conciertos para piano y orquesta de compositores rusos, no tan conocidos (ej.: Scriabin, Glière, o inclusive, el 2° y 3° Concierto para piano y orquesta del mismo Tchaikowsky). Una espera que se desarrolle un programa más variado y no se caiga en la rutina de escuchar las mismas obras todos los años
NUEVA TEMPORADA, COMIENZO CONOCIDO Teatro Colón, Temporada 2019: Primer Concierto de Abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Alexander Romanovsky (Piano), Jaquelina Livieri (Soprano). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Programa: Obras de Tchaickovsky y Borodin. Teatro Colón, 28 de Febrero de 2019. NUESTRA OPINION: BUENO Luego de una reapertura de corte “popular”, con artistas del Rock, del Pop y ritmos latinoamericanos, mas la colaboración con “The Walt Disney Productions” que involucró a la Filarmónica y a su Titular ( A su vez Director General Artístico y de Producción de la casa) , finalmente la música “seria” retornó a su ámbito natural, de la mano de su Orquesta de Conciertos, para una programación con dos obras conocidas y reiteradamente programadas (No hace falta enumerar sobre el Concierto para Piano y Orquesta Nº 1 de Tchaickovsky y la Suite de “El Príncipe Igor” de Borodin ya fue incluida hace unos pocos años atrás y versionada por el mismo Diemecke). Hubo aristas de excelencia y zonas en las que la corrección fue el corolario, pero mejor ahondemos en cada una de ellas. Cada vez que se encuentran en los atriles las partituras del Concierto para Piano y Orquesta en Si bemol menor, Op. 23 de Tchaickovsky, la expectativa es mayúscula. Obra capital de la Combinación Piano y Orquesta, de tantas veces programada hace que para su inclusión se necesite algo mas que un muy buen pianista que justamente justifique la misma. Alexander Romanovsky es un interprete de origen Ucraniano el que en sus antecedentes registra actuaciones en salas de renombre mundial junto a agrupaciones de igual importancia y bajo la Dirección de Conductores Orquestales de ganada famainternacional. Preside, además, desde hace cinco años el jurado del Concurso Internacional de Piano Krainev de Moscú. En mi impresión, el saldo que deja su paso por el escenario del Colón, es la de un muy buen interprete que a futuro puede llegar a descollar de manera superlativa. Muy seguro, con toque amplio, posee sutileza en los pasajes “piano”, melodismo y dominio de punta a punta en la interpretación. Logró que su sonido trascienda por sobre la Orquesta en los pasajes de conjunto y redondeó una labor ampliamente aceptable. Solo faltó una pizca mas de “Vuelo Poético” en los pasajes mas bucólicos, pero eso solo se consigue con mas tiempo, de ahí mi conclusión en el sentido de seguirlo a futuro. La Orquesta respondió con la solvencia que la caracteriza y Diemecke estuvo atento a todos los detalles sin dejar nada librado al azar, de ahí que también evitó sucumbir a la tentación en los “forte”. La muy buena recepción de la versión, llevó a ofrecer al solista una muy interesante interpretación de un preludio de Johann Sebastian Bach en arreglo de Anatoli Liadov, que desencadenó una nueva salva de aplausos sostenidos, con la que concluyó la primera parte. Ya antes del comienzo, Diemecke ingresó solo al escenario para su habitual explicación al público de las obras a escucharse, invitando El al Solista a ingresar al escenario. Antes del comienzo de la segunda parte volvió a usar de la palabra para anunciar al público el fallecimiento acaecido el fin de semana anterior de André Previn, Pianista, Compositor y renombrado Director de Orquesta Germano-Estadounidense, titular entre otras agrupaciones de la London Symphony Orchestra (Próxima visitante del Colón) y autor de la Opera “Un Tranvía Llamado Deseo” basada en el Clásico de Tenesee Williams (también de próximo estreno en el Teatro Colón), invitando a la concurrencia a homenajearlo con un minuto de aplausos, cosa que de inmediato aconteció. Si tomamos el tiempo de la versión del Concierto de Tchaickovsky que se ofreció, el del bis del Solista y el tiempo de la selección de “El Principe Igor” de Borodin, hablamos de algo mas de una hora neta de música. Considerando que es el Concierto de apertura del abono y los precios no siempre accesibles de las localidades del Colón, un programa compuesto por una obra reiterada casi todos los años, mas una selección de fragmentos de una opera que en realidad debería ser estrenada en lugar de reiterar una selección ya ofrecida que redondean una hora de música neta, habla al menos de poca imaginación a la hora de armar la grilla. Es recurrir a lo ya trabajado y darle algunas “pinceladas” de ajuste, por lo que espero algunos de los estrenos próximos que ofrecerá la Filarmónica en el transcurso de este ciclo para abrir de manera definitiva el juicio de valor. Este primer programa deja en deuda al conjunto y a su Director con el Público. Los pasajes escuchados incluyeron, la Obertura, una Marcha, el Coro de las Jóvenes Polovtsianas, la Danza de las Jóvenes Polovtsianas y las célebres Danzas Polovtsianas que trascendieron a la propia opera, trabajo póstumo de Borodin quien falleció en medio de la composición, la que fue completada por Rimski - Korsakov y Glazunov. Una muy buena Orquesta encontró en Jaquelina Livieri a una muy buena solista con gran centro vocal y un registro grave que hoy suena muy robustecido, desarrollando de modo superlativo su breve participación. En cambio el Coro Estable del Colón, preparado por Miguel Martínez, ofreció una actuación con algunos desniveles en sus sectores, por lo que en el balance general, este trabajo mostró un correcto nivel, el que pudo haber sido mas brillante aún. De ninguna manera puede decirse que haya habido momentos opacos a lo largo de toda la velada. La Filarmónica respondió con su habitual solvencia y con muy buen acople de sus nuevos atriles. Si pido desde este lugar un mayor compromiso en la programación y menos reiteración de algunas obras Donato Decina.