sábado, 27 de abril de 2019


Irregular versión de “IL TROVATORE” en el inicio de temporada del Ensamble Lìrico Orquestal 

HAY QUE APRETAR LAS CLAVIJAS
Martha CORA ELISEHT

            El Ensamble Lírico Orquestal abrió su temporada de òpera con un clásico de Verdi: “IL TROVATORE”, que se representó entre los días 24 al 27 del corriente con el siguiente elenco: Gaston Oliveira Wecksser (Manrico), Svetlana Volosenko (Leonora), Enrique Gibert Mellá (El Conde de Luna), María Luján Mirabelli (Azucena), Carlos Esquivel (Ferrando), Fabián Quenard (Ruiz), Angie Maya (Inez), Ángel Cericchio (Mensajero) y Eduardo Maradei (Gitano). Participaron la orquesta y coro de dicha agrupación, dirigidos por Gustavo Codina, con dirección artística de Cecilia Layseca. La escenografía y el vestuario estuvieron a cargo de Jessica Barredo Díaz, con régie de Raúl Marego.
            Por tratarse de una compañía lírica independiente, que cuenta con escasos recursos económicos para la producción escénica y contratación de artistas, es muy loable y meritorio el esfuerzo de Gustavo Codina y su equipo no sólo para representar espectáculos líricos fuera del circuito oficial (Teatro Colón y Teatro Argentino de La Plata), sino también con el objetivo de brindar trabajo a cantantes, músicos, escenógrafos, vestuaristas y técnicos. Por lo tanto, es sumamente meritorio el hecho de representar una ópera completa de Verdi con una orquesta muy reducida -17 músicos en total, contando a dos tecladistas- y que en líneas generales, haya sonado bastante bien. Sin embargo, hubo numerosos desacoples con las entradas del coro en las escenas donde se requiere la mayor participación del mismo (Ej: el coro de los gitanos y el Miserere del 4ª Acto). Si se tiene en cuenta que no está compuesto por cantantes profesionales, es otro mérito a tener en cuenta, pero no para representar una obra sumamente conocida, que requiere que el sonido sea lo más compacto posible. Lo mismo sucedió con la entrada del coro junto a Manrico en el aria más famosa de la ópera (Di quella pira), donde sonó muy lento, lo que obligó al tenor a guardar la voz para contraatacar en el Do de pecho con el cual, culmina la misma También pasó lo mismo con Enrique Gibert en el aria del Conde de Luna en el convento, pero la profesionalidad del barítono hizo que pasara inadvertido. Puso en práctica su formidable dominio escénico y el caudal de su voz al servicio del personaje, logrando una excelente interpretación del malvado Conde, que se llevó los aplausos del público.
            En cuanto a los protagonistas, la actuación de María Luján Mirabelli como Azucena fue descomunal, dando una auténtica cátedra de canto y actuación sobre el escenario. Sin lugar a dudas, fue lo mejor de la noche, conjuntamente con el tenor  Gaston Oliveira Weckesser, quien brindó una impecable interpretación del trovador Manrico. No sólo posee el physique du ròle para la ejecución del personaje, sino además, una voz potente, melodiosa, que corrió por toda la sala, que en forma conjunta con sus dotes histriónicas brindó el particular dramatismo que requiere esta obra. La soprano rusa Svetlana Volosenko –radicada en Argentina desde hace 20 años- ofreció una correcta versión de Leonora desde la parte vocal e interpretativa, aunque su italiano haya dejado algo que desear. Se sabe que los cantantes de origen eslavo no poseen –en general- un buen fraseo, lo que dificulta una perfecta ejecución del rol. Y Carlos Esquivel también cantó correctamente el rol de Ferrando. No puede decirse lo mismo de Angie Maya, que brindó una apagada y deslucida versión de Inez.
            En cuanto a la régie y el vestuario, hubo cosas un tanto extrañas, que pudieron dar origen a varias interpretaciones. Que los esbirros del Conde de Luna aparezcan vestidos de soldados y luzcan jinetas militares es algo que coincide totalmente con lo expresado en el libreto, pero cuesta entender por qué las monjas del convento donde Leonora va a recluirse aparecieron todas con hábitos blancos sobre sus cabezas –en lugar de los tradicionales negros- y anteojos oscuros sobre el escenario. (¿Alguna alusión a las Madres de Plaza de Mayo, quizás?... No hay que olvidar que Manrico desconoce su verdadera identidad, la cual le es negada hasta después de su muerte). El piso del escenario estaba lleno de cruces blancas, que podría interpretarse de dos maneras: ¿como si fuera un camposanto, o haciendo alusión a los desaparecidos de la última dictadura?... Esta cronista no puede responder esa pregunta. Por ende, habrá que preguntárselo al régisseur y ver qué fue lo que quiso decir. Lo que sí se puede decir es que no cayó bien que las voces femeninas del coro emplearan los lentes oscuros de frente al público.
            Por tratarse de un proyecto tan ambicioso y de una obra tan conocida, hay que representarla de la mejor manera posible: es decir, ajustando las voces, logrando la entrada correcta del coro para evitar desacoples y eligiendo los mejores cantantes para los roles protagónicos –tanto principales como secundarios-. Y tener un poco más de imaginación para lograr una puesta en escena que no tiene por qué ser ostentosa. Se pueden lograr grandes efectos con cosas simples, de tal modo que no se presten a controversias.  El universo verdiano es infinitamente rico en materia de posibilidades.


VERDI Y SUS CRIATURAS MUSICALES POR SOBRE TODO

Asociación Ensamble Lírico Orquestal, Temporada 2019: Opera “Il Trovatore”. Drama en Un Prólogo y Cuatro Actos con Música de Giuseppe Verdi y Libreto de Salvatore Cammarano, basado en la novela “El Trovador” de Antonio García Gutierrez. Elenco: Gastón Oliveira Weckesser (Manrico), Svetlana Volosenko (Leonora), Enrique Gibert Mella (Conde de Luna), Maria Lujan Mirabelli (Azucena), Carlos Esquivel (Ferrando), Fabian Quenard (Ruíz), Angie Maya (Ines) , Eduardo Maradei (Gitano), Angel Cerricchio (Mensajero), Coral Ensamble, Directora: Cecilia Layseca, Orquesta del Ensamble Lírico Orquestal. Escenografía y Vestuario: Jessica Barredo Díaz, Iluminación: Luís Bolster. Dirección Musical: Gustavo Codina. Puesta en Escena: Raúl Marego. Auditorio de Belgrano, función del 26 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: BUENO.

  Una vez mas viene a la mente la canción que Enrique Pinti entonaba al final de “Salsa Criolla”: “Pasan los años, pasan las guerras, quedan los artistas”. Trasladada al ámbito musical en general y el lírico en particular, podemos transformarlo en “Pasan los años, pasan las guerras, pasan las puestas, quedan Verdi y sus criaturas musicales”.Podra sonar muy duro este aserto que introduzco en el presente comentario, sin embargo lo hago desde mi óptica luego de haber presenciado la función de “Il Trovatore”  con la que el Ensamble Lírico Orquestal inició la presente temporada, lo cuál de por si solo es un magnífico acontecimiento. Encarar en un año muy difícil para el País una temporada, iniciarla con un celebérrimo título, proseguirla con una reposición a 29 años de habérsela escuchado completa por última vez (La Rondine) y encarar dos títulos mas, uno de ellos en plena calle Corrientes, además de cooperar con otros grupos independientes (de hecho el próximo Jueves 2 subirá en el Avenida “Falstaff” en reposición del magnífico trabajo de la Compañía Lírica Giuseppe Verdi, nominado a mejor puesta de entidades privadas del 2018 por la Asociación de Críticos Musicales de Argentina), habla a las claras del enorme esfuerzo de organización que todo ello infiere. Sumemos que esta puesta sale de gira al interior y que concentra el esfuerzo de producirla, convocar interpretes vocales, conformar un soporte orquestal (este trabajo se estrenó el pasado año en el Teatro Roma de Avellaneda pero ahí se contó con la participación de la Sinfónica Local) y arrendar una sala como el Auditorio de Belgrano, su casa en estos años, para lo que cuenta con la inestimable colaboración de los actuales arrendatarios y gestionadores del espacio, a los que debo felicitar por dos motivos fundamentales: la instalación de aparatos de Aire Acondicionado  en la sala, algo que era imprescindible a todas luces y la excelente predispoición del personal siempre amable con el espectador. Tal vez (ya como sugerencia), convendría pensar en la reapertura del minibar que existía en el hall, necesario para los intervalos, aunque se vió que hay una instalación a tal fin en los jardines de entrada que por el mal tiempo reinante no pudo habilitarse. Todo esto es inmensamente meritorio.

  Entrando de lleno en el espectáculo, se apreció la puesta diseñada por Raúl Marego. En el aspecto personal, debo decir que no me pareció adecuada la alegoría que empleó para trasladar la acción de la España Medioeval a la Argentina de los últimos 40 años. De pasar de las luchas principescas en torno a Aragón y la casa de Urgel, con Manrico y los Gitanos Vizcaínos de un lado y el Conde de Luna, defensor del orden impuesto por el Duque, a esta de un Conde que viste atuendos y grados militares de la época del totalitarismo y Manrico y los gitanos calzando vestimentas civiles y armados con palos como los piqueteros de hoy. Súmese que el coro Femenino de amigas de Leonora en la escena del convento está ataviado con pañuelos blancos y anteojos oscuros, para tener una perfecta idea de todos los simbolismos que se expusieron. Y esto a mi entender es: tomando el texto traducido de Cammarano. “No hay Noticias de Manrico”, y Leonra que tomará los habitos , es evidente  de que el héroe, en este  contexto, es un desaparecido y las fuerzas del Conde lo mantienen en esa situación. El fondo de Cortinados y harapos que diseño Jessica Barredo Díaz se va desgajando a medida que transcurre el final de la puesta. El “Miserere” que entona Leonora se desarrolla con el Coro en el fondo cantando de espaldas y los brazos y manos derechas extendidos a la usanza Fascista, mientras la pira comienza a arder para que sea llevada Azucena y Manrico entona la despedida tras las rejas y a la vista. Y en el final es visibilizada la decapitación del héroe tal cual indica el texto, “hacha a mi rival, hoguera a la gitana”. Sutilmente una pañoleta de color rojo será la conductora de la trama ya que en el desenlace caerá un costado simbolizando el fin de Marico, pero previamente y ya desde el primer acto, mantendrá envueltas las espadas que Manrico y el Conde  empuñarán para enfrentarse a lo largo de la misma. Y la enunciación del texto remite a una sola palabra “Hierro” que del mas puro Castellano derivará a “Fierro”, lo que en la jerga castrense Argentina solo se interpreta como que quienes poseen los fierros son solo los jefes destinados a cuartel con mando de tropa, y si sumamos en que solo Manrico, el Conde y las Tropas de Este último usan Armas de hierro en lugar de Armas de fuego actuales, solo de esta forma puede entenderse y completarse la visión del Director Escenico para esta puesta, a la que si le agregamos el lugar en el que fue estrenado y quienes lo gestionan, cabe perfectamente para ese ámbito que no es el actual,  y de ahí que esta alegoría (ya muy gastada, intentada por Valentina Carrasco en el fatídico “Colón Ring”,y por Michal Znaiecki en “Volo di Notte”, ambos en Ntro. Máximo Coliseo) no me cierre a mi para el actual ámbito en que se la montó. Solo Azucena es mostrada fiel a la historia y por ello viste el atuendo que le corresponde.  En este contexto la Iluminación de Luís Bolster se mostró adecuada en todo momento, aunque dos cambios repentinos de luces que pasaron por diferentes tonalidades enturbiaron la visualización, aunque es muy probable que hayan sido pequeños percances.

  En el aspecto vocal, tuvimos en Gastón Oliveira Weckesser a un sólido protagonista, que si bién lució algo destemplado en el comienzo, creció con el correr de la función hasta alcanzar una “Pira” estupenda y un final electrizante. Es muy buen actor y se movió por todo el escenario con absoluta naturalidad. Svetlana Volosenko, mas allá de una dicción Italiana que no la favorece, fue una “Leonora” absolutamente creíble que culminó su faena con mucho temperamento y dando el el tipo justo durente todo el cuarto acto en el que descolló verdaderamente. Enrique Gibert Mella sigue dando muestra de talento y profesionalidad. Comenzó regulando su actuación (Canta el rol tres días consecutivos), sorteó muy bien el siempre difícil “Il balen dell suo sorriso” hasta llegar a un cuarto acto con registro absolutamente acerado y un final soberbio. María Luján Mirabelli fue la figura de la noche. Cantó su Azucena sin guardarse nada y se floreó en el escenario. Carlos Esquivel cantó Ferrando con Categoría y Oficio. Sigue exhibiendo una magnífica zona central y fue el complemento ideal para Gibert Mella y su Conde. Fabian Quenard sorprendió muy gratamente como Ruíz. El también fue el “ladero” de Manrico. En cambio Angie Maya como Inés (confidente de Leonora), exhibió un registro desparejo. Acertados en sus intervenciones tanto Eduardo Maradei (histórico vocalista del Coral Ensamble) en el rol del Gitano como Angel Cerricchio en el rol del Mensajero.

  El “Coral Ensamble”, preparado por Cecilia Layseca, hizo su habitual derroche de entusiasmo y eso es sumamente laudatorio. El Coro de Gitanos fue correctamente entonado y tanto la sección Femenina en el final del segundo acto, como la Masculina que ahí debe desdoblarse, respondieron de manera adecuada, lo mismo que esta última en el “Miserere”.

  Para culminar, el otro héroe de la noche fue Gustavo Codina. Al frente de una Orquesta de tan solo 17 profesores hizo que sonaran como si fuesen muchos más. Muy amalgamada con muy buen sonido, tal vez un tema de retorno con el escenario hizo que se produjeran algunos desacoples que empero no afectaron el resultado final.

  Se podrá estar de acuerdo o no con el enfoque, se podrá debatir, pero lo que no se discute es que Verdi es ya inmortal y una vez mas su música estuvo por encima de todo, aquí junto a Manrico, su fiel Trovador.

Donato Decina

viernes, 26 de abril de 2019


CON EL CORAZON EN LA MANO

Orquesta Filarmonica de Buenos Aires, 4º Concierto de Abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Adriana Mastrangelo (Mezzosoprano), Sección Femenina del Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez , Coro de Niños del Teatro Colón: Director César Bustamante, Daniel Marcel Crespo (Corneta de Postillón). Programa: Gustav Mahler. Sinfonía Nº 3 “Sueño de una Mañana de Verano”. Teatro Colón, 25 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Ya desde los momentos previos se lo vió a Enrique Arturo Diemecke absolutamente reconcentrado y muy justo en sus apreciaciones,  es decir, sin extenderse en demasía en las explicaciones previas. Indudablemente necesitaba subir al podio, comenzar la interpretación y que sea solo la música la que por si sola diera las respuestas al público.
   Y así fue. Ya desde el poderoso acorde inicial a cargo de los cornos se percibió que el ajuste sonoro era impecable y que se podía estar en presencia de lo que finalmente fue. Un verdadero “Capolavoro”, quizás el mejor concierto de Diemecke al frente de la Filarmónica en 19 años consecutivos de presencias en su podio .

  Pero previamente quiero referirme a la obra en sí. “Sueño de una Mañana de  Verano”  probablemente  haya sido para Mahler  su trabajo mas ambicioso. La dividió en dos partes. La primera, el despertar, el amanecer, la puesta en movimiento de todas las fuerzas de la naturaleza, hasta llegar a la plena luminosidad (recuerden quienes hayan visto “Muerte en Venecia” de Lucchino Visconti la imagen de la Crisálida rompiendo el capullo emergiendo a la vida, con los acordes del comienzo de esta obra de fondo). La segunda: integrada por los cinco movimientos subsiguientes denominados: “Que me dicen las Flores”, “Que me dicen los Animales”, “Que me dice el Hombre” en donde emplea el texto de Nietzche de “La Canción de Medianoche” de “Así Hablaba Zarathustra”, “Que me dicen los Angeles”, “Que me dice el amor”, pero este “amor” al que Mahler se refiere es amor a Dios,  un correlato del Movimiento Anterior, en donde un Coro de Mujeres y Niños interpretan un Lied con base en uno de los poemas del Ciclo de Armin y Brentano “El Cuerno Mágico de la Juventud”, en el cuál se refiere a las sensaciones que Simón Pedro le transmitió a Jesús durante la última cena y Jesús le respondió de modo tal que  el primero pudo percibir la salvación de su alma. El plan original incluía un 7º movimiento con un último Lied basado en un poema del mismo ciclo que daba una continuidad a la hilación, pero extendía inútilmente el trabajo, sobre todo después del inmenso movimiento anterior que finalmente hoy cierra la obra y es como la conocemos. Pero por suerte ese Movimiento excluido sirvió para Cerrar la Sinfonía Nº 4 y no es otro que Nuestro bien conocido lied “La Vida Celestial”, que da correlato a ambas sinfonías y que los reconstructores de la Sinfonía Nº 10 del gran compositor bohemio citan en el primer andante central.  Entonces, estamos ante una Sinfonía de grandes dimensiones, con densa Orquestación; Cornos, Celesta, Glockenspiel, Trombones, Trompetas, Corneta de Postillón, Tubas Wagnerianas, arpas y una amplia sección de  Percusión, cuerdas  y vientos, Coro femenino, Coro de Niños y una Mezzosoprano solista.

    Volvamos entonces después de esta introducción previa al escenario del Colón. Diemecke dio en el punto exácto de la interpretación para construír una versión que podemos situarla a la par del inolvidable Franz Paul Decker con la Orquesta Estable hace ya 31 años y a ambas apenas un escalón por debajo de la de Zubin Mehta  y la Filarmónica de Israel hace un par de años atrás. ¿Cuál es la diferencia?. El refinamiento absoluto y las sutilezas que un gigante de la batuta logró luego de 50 años ininterrumpidos de titularidad del organismo.  En la presente, Diemecke logró un sonido homogéneo con puntos muy altos en Daniel Marcel Crespo y su solo de Corneta de Postiillón fuera de escena en el tercer movimiento, la Sección íntegra de cornos con Martcho Mavrov a la cabeza que tuvo su noche de gloria. El solista de trombón. Y los sectores de vientos y cuerdas , aquí fundamentalmente con Nicolas Favero Urbiztondo como Concertino Invitado, Alija Guibaidulina y Delmir Lujla en solo de guía de segundos violines. Una inmensa Adriana Mastrangelo, con total autoridad en los dos Lied y en el segundo, la ratificación del Extarordinario momento que vive el Coro Estable, aquí solo en la sección femenina, de la mano de Miguel Martínez y el soberbio trabajo de Cesar Bustamante al frente del Coro de Niños.

  Pero por sobre todos, un solo nombre: Diemecke,  que cerró el trabajo con un conmovedor sexto movimiento para una versión imponente. Ojalá tengamos muchísimas noches más con este resultado.

Donato Decina

jueves, 25 de abril de 2019


Excelente recital de Pavel Kowalski y el Cuarteto Petrus en el Festival KONEX

CON ALMA Y VIDA SOBRE EL TECLADO Y LAS CUERDAS
Martha CORA ELISEHT

            El pasado miércoles 24 del corriente tuvo lugar la segunda función de Gala del Festival de Música Clásica 2019 en la Gran Sala del Centro Cultural KONEX, que contó con el auspicio de la Embajada de Polonia en Buenos Aires, ya que se presentó el pianista de dicha nacionalidad Pawel Kowalski, quien ofreció un recital como solista durante la primera parte del concierto y que además, actuó como pianista acompañante junto al Cuarteto Petrus (integrado por los violinistas Pablo Saraví y Hernán Briático, el violista Adrián Felizia y la cellista Gloria Pankaeva), interpretando el Quinteto para piano y cuerdas en Fa menor, Op.34 de Johannes Brahms.
            La crítica europea en general y la de su país en particular consideraron a Pawel Kowalski como uno de los pianistas más versátiles de su generación.  Independientemente de su formación en la Academia Frederik Chopin de Varsovia y en la Hochschule für Musik de Köln, es un pianista de cualidades excepcionales. Dueño de una digitación más que prodigiosa y de una excelente pulsación, sus interpretaciones de Chopin fueron magistrales, con un sonido puro, diáfano y majestuoso. Sus arabescos, arpegios y trinos fueron de una perfección absoluta y el público enloqueció ante su genial interpretación del célebre Vals en Re bemol mayor, Op.64, nª 1 (más conocido como “Vals del Minuto”). Su recital como solista se inició con el Nocturno en Si bemol mayor, Op.16, nª 4 de Jan Paderewski (1860-1941), donde ofreció una versión luminosa de este gran compositor y pianista polaco, que tuvo –casualmente-el privilegio de ser el mejor intérprete de Chopin en su época.
            Seguidamente, Kowalski ofreció las siguientes obras de Frederik Chopin (1810-1849): el Nocturno en Fa sostenido mayor, Op.15, nª2;  la célebre Fantasía Impromptu, Op.66 –donde sorprendió al público con su técnica prodigiosa y la versatilidad de su interpretación-; el celebérrimo Vals en Do sostenido menor, Op.64, nª2 –ofreciendo una versión brillante del romanticismo chopiniano-; el mencionado Vals del Minuto, seguido de una selección de Mazurkas: la Mazurka en Si bemol mayor, Op.7, nª1; en Fa menor, Op.7, nª3; en Mi menor, Op.41, nª2;en Re mayor, Op.33, nª2 y en Do sostenido menor, Op.63, nª3. Luego de las mismas, el público estalló en aplausos y permitió que este gran pianista polaco ofreciera lo mejor de la noche: una magistral y majestuosa interpretación del más famoso de los Estudios que Chopin compuso bajo el título de Op.10: el nª 12 (conocido universalmente como “Estudio Revolucionario”). Sin lugar a dudas, el alma y el espíritu nacionalista de Chopin brillaron con tenacidad y firmeza sobre el teclado, logrando un deleite para los oídos de los allí presentes. Finalmente, se retiró ovacionado luego de cerrar su recital con la Balada nª 4 en Fa menor, Op.52. Si bien esta pieza no posee la fuerza y el dramatismo de la Polonesa Heroica, es una obra que está íntimamente ligada a la misma, ya que su tema principal – a mezzo voce- semeja una improvisación sobre la misma.
            Tras un breve intervalo, Kowalski se presentó junto a los integrantes del Cuarteto Petrus para ofrecer el mencionado Quinteto para piano y cuerdas de Brahms. Basado en su homónimo Op.44 de Robert Schumann, Brahms compuso esta obra en 1862 y, posteriormente, su autor realizó una transcripción para dos pianos. Pero finalmente adoptó su forma original de quinteto y fue estrenada en 1864. Posee cuatro movimientos (Allegro non troppo; Andante, un poco Adagio; Scherzo. Allegro y Finale: poco sostenuto- Allegro non troppo- Presto, non troppo), que fueron ejecutados con precisión, solemnidad y un enfoque netamente romántico –acorde a las características de la música del genio de Hamburgo- . Mediante el intercambio de miradas cómplices, los músicos marcaron correctamente sus entradas e interpretaron sus solos con maestría y una impecable calidad sonora. Excelente intervención de Pablo Saraví al marcar el comienzo del scherzo y el rondó del movimiento final, seguido por un muy buen contrapunto de Gloria Pankaeva en cello y de Adrián Felizia en viola. Naturalmente, Kowalski acompañó sin opacar a los demás instrumentos de cuerda -que estuvieron amplificados con micrófono, dadas las características de la sala-.  El público ovacionó a todos los integrantes hasta tal punto, que tuvieron que repetir el último movimiento del mencionado quinteto.
            Sin dudas, el lema del Festival se hizo presente en la Gran Sala del KONEX, donde tanto el alma polaca de Frederik Chopin como el romanticismo alemán de Brahms estuvieron presentes sobre el escenario, donde los músicos tocaron con alma y vida sobre las cuerdas y el teclado. Ojalá que se repita pronto y que podamos apreciar a estos excepcionales artistas sobre los mayores escenarios del país.

miércoles, 24 de abril de 2019


Apertura del Festival KONEX de Música Clásica 2019 con Bruno Gelber

IN CRESCENDO
Martha CORA ELISEHT

            El martes 23 del corriente se inició el Festival KONEX de Música Clásica 2019, cuyo lema es “CHOPIN Y EL ROMANTICISMO”, nada más ni nada menos que con un recital de piano a cargo de Bruno Gelber, quien inauguró la primera de las 6 noches de gala que tendrá este importante festival, donde participarán figuras de la talla del Cuarteto Petrus y el Trìo Ginastera- Williams; los pianistas Pavel Kowalski (Polonia), Hyo- Joo Lee (Corea del Sur) y Horacio Lavandera (Argentina), y una Gala de Ballet con Karina Olmedo y Nahuel Prozzi para cerrar el mismo.
            El programa elegido por Gelber comprendió las siguientes obras: la Sonata nª 14 en Do sostenido menor (“Claro de Luna”), Op. 27 de Ludwig Van Beethoven (1770-1827) y la Sonata nª 21 en Do mayor (“Waldstein”), Op. 53 del mismo compositor; Carnaval, Op.9 de Robert Schumann (1810-1856) y el Andante spianato y Gran Polonesa Brillante, Op.22 de Frederic Chopin (1810-1849).
            Debido a las dimensiones de la Gran Sala del Centro Cultural KONEX, Gelber ofreció su recital amplificando el sonido del piano con micrófono, lo que no le restó mérito, sino más bien, todo lo contrario. Es bien sabido que puede ocasionar reverberación al ejecutar determinados pasajes o acordes que requieren policromía o forte, lo que no se notó en la primera de las obras incluidas en el presente recital. Bruno Gelber demostró ser un gran pianista a la hora de interpretar una muy correcta y equilibrada versión de la consabida “Claro de Luna”, donde los matices y los tempi sonaron correctamente desde el inicio del 1ª de los tres movimientos que componen la misma (Adagio sostenuto). Lo mismo sucedió en el Allegretto, que fue ejecutado con precisión y maestría, al igual que el Presto agitato que cierra la Sonata (y que, acorde a la partitura, fue ejecutado attaca; es decir, sin interrupción). En este último movimiento fue donde Gelber hizo alarde de su técnica, digitación y pulsación a la hora de tocar los numerosos crescendi que requiere la obra. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de la Sonata en Do mayor “Waldstein”, donde si bien ofreció una muy buena versión del 1ª movimiento (Allegro con brio), los movimientos restantes de la mencionada obra sonaron un tanto lentos para esta cronista (Introduzione- Adagio molto- attaca y el Rondó- Allegretto moderato final). Por momentos, la ejecución resultó lenta, pesada y muy martillada en los forti. Quizás, a una todavía le resuena la excelente versión de esta Sonata ofrecida por Dubravska Tomsic Sretbonjak el año pasado en el Colón, donde sorprendió al público argentino con su maestría interpretativa y, por ende, no es fácil dejar de entablar comparaciones.
            A medida que el recital avanzó, Gelber fue superándose a cada instante, ofreciendo una muy buena versión del Carnaval de Schumann, cuyos números no sólo aluden a dicha fiesta, sino que también se refieren al Miércoles de Ceniza (Asch, en alemán), representado por las cuatro notas del comienzo de cada sección (La, Mi bemol, Do y Si). Pero el gran momento de la noche se dio durante la interpretación del Andante spianato y Gran Polonesa Brillante de Chopin, donde Bruno Gelber se lució y demostró ser el eximio pianista que es: una ejecución impecable desde el principio hasta el final, respetando los tempi, forti y tutti característicos del universo chopiniano. Los pasajes sonaron con la luminosidad, brillo, fuerza e ímpetu típicos del genio romántico polaco. Una versión memorable en todos los sentidos, donde el público estalló en aplausos al final del concierto.
            Esta vez, no hubo bises. Luego de una soberbia interpretación de Chopin, no hacían falta. Bruno Gelber lo demostró con creces y prefirió cerrar el concierto inaugural haciendo alusión al espíritu del gran genio del romanticismo.


Estupenda ejecución del Réquiem de Mozart en el Colón a cargo de Evelino Pidó

CUANDO LA EXQUISITEZ Y EL BUEN GUSTO VAN JUNTAS
Martha CORA ELISEHT

            El pasado sábado 20 del corriente tuvo lugar la primera de las tres funciones del Abono Sinfónico Coral en el Teatro Colón, donde se interpretó el Réquiem en Re menor, K.626 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), a cargo de la Orquesta Estable del Colón, dirigida por Evelino Pidó y el Coro Estable del mencionado teatro, bajo la dirección de Miguel Ángel Martínez. Participaron los siguientes solistas: Oriana Favaro (soprano), Guadalupe Barrientos (mezzosoprano), Santiago Ballerini (tenor) y Lucas Debevec- Mayer (bajo).
            Esta obra es una de las más bellas composiciones del genio de Salzburgo, que dejó inconclusa luego de su temprana muerte- acaecida en 1791- y que fuera completada por su discípulo Franz Süssmayer, quien tuvo a su cargo la composición de varios fragmentos de la misma –Sanctus, Benedictus y Agnus Dei- y que tuvo la genialidad de cerrar con la misma melodía que Mozart compuso para la apertura de la Misa – Réquiem y Kyrie-   el último número (Lux aeterna, a cargo de la soprano solista). De esta manera, la obra se cierra con la música original de Mozart y toma un sentido cíclico. Comprende 14 números en total: Réquiem, Kyrie, Dies Irae, Tuba Mirum, Rex Tremendae, Recordare, Confutatis Maledictis, Lacrimosa, Domie Jesu, Hostias, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei y Lux Aeterna.
            La versión ofrecida por Evelino Pidó fue un sinónimo de exquisitez, maestría, buen gusto y perfecto equilibrio sonoro entre la orquesta, el Coro y los solistas. Este eximio director italiano –quien ya dirigió hace dos años atrás La Traviata en el Colón- se caracterizó por marcar debidamente los tempi y lograr una sonoridad luminosa, prístina, y, por sobre todas las cosas, muy bien equilibrada. Hizo lucir simultáneamente a la orquesta y al Coro -excelentemente bien preparado por Miguel Ángel Martínez- y, además, dio preponderancia a los solistas, pero de tal manera que ninguno descolló por sobre el resto. Tal es el caso de Guadalupe Barrientos, quien brindó una excelente versión de su parte, segura y muy bien preparada. Lo mismo sucedió con Santiago Ballerini y Oriana Favaro, quienes se destacaron en sus respectivas arias –sobre todo, en el Lux Aeterna final, donde sus pianissimi fueron magistrales-. Lucas Debevec- Mayer también ofreció una espléndida versión del Tuba Mirum, donde pudo apreciárselo en todo el registro de bajo. Lamentablemente, hubo que consignar un error cometido por el trombón solista en la introducción instrumental de dicha aria, que puede decirse que fue el único punto flojo que tuvo la velada. Fuera de ese pequeño detalle, la Estable sonó magistralmente bajo la batuta del italiano.
            Al finalizar la función, llamó la atención que el público presente no estallara en un aplauso contundente y rotundo. Puede ser que mucha gente no esté debidamente familiarizada con la obra y, por ende, no supo comprenderla en toda su plenitud. Sin embargo, fue una versión memorable, donde la exquisitez y el buen gusto fueron de la mano de uno de los mejores directores de la actualidad, quien supo darle su imprompta y su sello personales al mencionado Réquiem. No sólo ha sido un excelente comienzo de Abono, sino además, una versión histórica, como hacía mucho tiempo que no se escuchaba algo tan perfecto sobre el escenario del Colón.  

martes, 23 de abril de 2019


VIVALDI GLORIOSAMENTE REVISIONADO

Mozarteum Argentino, Temporada 2019. Actuación de Giuliano Carmignola (Solista de Violin y Director) y la Venice Barroque Orchestra. Programa: Obras de Antonio Vivaldi, Baldasarre Galuppi y Benedetto Marcello. Teatro Colón. 22 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Luego de haber tenido el privilegio de asistir a esta velada, repasé mentalmente todas las versiones de “Las Cuatro Estaciones” que había escuchado en vivo. Inclusive aquella que oi también gracias al Mozarteum Argentino hace 28 años atrás y que tuvo como protagonistas a Trevor Pinnock y a “The English Concert”, la primera de corte historicista que pude apreciar.  Y bien , la conclusión fue contundente: Superó todas mis expectativas y comenzaré a decir que fue la mejor versión de este trabajo. integrante de “Il Cimento dell’armonia e dell’ inventione”, que hasta ahora he escuchado en vivo. No puede ser de otra forma. Hubo tanto trabajo y talento puesto sobre el escenario. Tanta pulcritud de música, ajuste y empaste sonoro. Un Solista/ Director con sobrado talento, dominador de todos los detalles, capaz de contagiar al resto de la formación y ser cómplice del intérprete de Laúd, de la Clavecinísta y del Concertino que lo asisten a la mínima seña y son sus delegados mientras El se concentra en la interpretación. Así, los silencios, los crescendos y diminuendos, las justas ornamentaciones, los silencios, los trabajos de los primeros atriles junto al solista, la riqueza de la música toda, fluyeron como nunca en el escenario de la Calle Libertad.

  Previo a esta versión histórica, se  lo pudo apreciar a un muy Cómodo Carmignola en dos Conciertos para Violín, Cuerdas y Bajo Contínuo del mismo Vivaldi. Primero el RV.286 “Per La Solennita di San Lorenzo” y luego el registrado bajo el RV, 281 en Mi menor. Aquí lució como un consumado interprete, con un conjunto que de manera sumamente eficaz le dio un extraordinario “Ropaje”.

  Y si del Conjunto se trata, Las tres primeras obras del programa le estuvieron totalmente reservadas y guiadas desde el primer atril por Gianpiero Zanocco, su extraordinario Concertino. Y Fueron,  de Vivaldi la Sinfonía (Obertura) de “L’Olimpiade” RV. 725 en tres partes, seguida con vivo interés por un público extraordinario que mantuvo un silencio casi “Sepulcral”. El “Concerto a Cuatro” en re mayor para Cuerdas y Bajo Contínuo de Baldassare Galuppi, obra de mucha tensión, admirablemente manejada tanto por quienes tuvieron su parte solista como el resto del Conjunto y  una breve pero contundente y chispeante Sinfonía en Sol mayor para Cuerdas y Bajo Contínuo señalada con el C779 de la producción de Benedetto Marcello, que provocó la primera reacción fuerte en la concurrencia.

  No podían faltar los bises y fueron tres sumamente generosos, todos, por supuesto, junto a Carmignola : Primer y Tercer movimientos del Concierto en Do mayor para Violín, Cuerdas y Contínuo Rv. 180 “Il Piacere” de Vivaldi y (trazado como una formidable filigrana) el Largo del Concierto en La mayor, Op. 96 de Giuseppe Tartini, que satisfizo plenamente a la gente y que no dio lugar a nada más. Estaba todo demostrado.

Donato Decina

domingo, 21 de abril de 2019


 LA MEJOR VERSION QUE SE HAYA ESCUCHADO
(MAS ALLA DEL FATIDICO BRONCE)

Teatro Colón (Temporada 2019), Concierto de Apertura del Abono Sinfónico-Coral. Actuación de la Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Evelino Pido y el Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. Solistas: Oriana Favaro (Soprano), Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano), Santiago Ballerini (Tenor), Lucas Devebec-Mayer (Bajo). Programa: Wolfang Amadeus Mozart: “Réquiem” en Re menor, Kv. 626 (versión completada por Franz Süssmayr). 20 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Por fín el público habitué actual del Teatro Colón tuvo el privilegio que añoraba el público mayor de la sala. Ese que se ufanaba de decir que podía venir a Dirigir un Bruno Bartoletti para que luego viniera Francesco Molinari-Pradelli  y luego de este Frenando Previtali u Oliviero de Fabritis. Pues bien, en este caso hemos tenido el privilegio de la Presencia de Maurizio Benini en “Rigoletto”, para que luego de la actuación con Enrique Arturo Diemecke en la Sala Sinfónica del CCK la vuelta a la sala mayor viniera de la mano de otro de los inmensos Directores de la lírica actual, Evelino Pido. Este regreso de la gran batuta Italiana, luego de su formidable concertación de “La Traviata”, fue decididamente inmejorable con una memorable concertación de punta a punta del “Requiem” en Re menor Kv. 626 de Mozart. Obra de inmensa dificultad para su preparación, nos fue revelada por este gran conductor hasta en sus más mínimos detalles. Así el pulso vital, el trabajo de los silencios, el cuidado de los solistas vocales en sus respectivas intervenciones, el empaste formidable con el Coro y el trabajo de los detalles más finos ha hecho que quienes tuvimos el inmenso privilegio de asistir a este concierto, pudiésemos percibir hasta las mejores sutilezas y apreciar de verdad como se interpreta en la actualidad una obra de tamaña envergadura.

  Párrafo aparte merece una nueva actuación formidable  del Coro Estable preparado por Miguel Martínez. Al igual que como ocurriera en “Rigoletto” junto a Maurizio Benini, es evidente que el Titular del Coro Estable se vió favorecido en su trabajo también con Pido y el resultado fue de un ajuste y una homogeneidad en la emisión que con total justicia lo hizo merecedor de la ovación que el público le tributó al final. Esperemos que continúe en la senda y tengamos que repertir muchas mas veces el elogio a lo largo de la temporada.

  Cuatro formidables solistas, especialistas en este repertorio, hicieron honor a la versión. Así disfrutamos una vez mas del tímbre límpido y cristalino de Oriana Favaro, en pleno estilo vocal, del registro pleno y el acerado tímbre de Guadalupe Barrientos, magníficamente llevada por Pido,  poder apreciar el extraordinario crecimiento artístico de Santiago Ballerini y la firmeza vocal de Lucas Devebec-Mayer una vez mas en este “Caballito de Batalla” de su repertorio.

  Solo hubo que lamentar el hecho que de modo involuntario la sección de trombones de la Estable no estuviese en su noche más felíz. A partir de una entrada en pifia del solista en el “Tuba Mirum”, el sector se desacomodó por completo y al poder percibirse con nitidez, producto de la excelente concertación, todos los detalles, cada intervención del sector registraba un sonido hosco y bastante desprolijo por sobre el resto del conjunto. Esperemos que esto se supere a la brevedad.

Donato Decina

viernes, 19 de abril de 2019


Y POR FIN SE HIZO JUSTICIA

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019, Director: Rodolfo Saglimbeni (Venezuela), Solista: Emilio Peroni (Argentina) (Piano). Programa: Obras de Alonso-Crespo, Dvorak Y Tchaickovsky. CCK-Sala Sinfónica, 17 de Abril de 2019.

NUESTRA OPNION: MUY BUENO.

  Un programa poco común (afortunadamente nada rutinario) es el que llevó a cabo la Sinfónica Nacional en la Sala Sinfónica del CCK, el pasado 17. Tres obras disimiles, pero con el común denominador de ser plenas de lumiosidad y llevadas adelante en muy buena forma como podrán percibir Uds. a continuación.

  El concierto se inició con una obra  del Compositor Tucumano Eduardo Alonso-Crespo, quien, como Uds. tienen oportunidad de leerlo en este blog tan solo unos comentarios mas atrás, llevó a cabo días pasados al frente de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juán de Dios Filiberto”, un  concierto en el que presentó dentro del programa de ese día dos obras suyas (La “Sinfonietta” para Cuerdas y la Sinfonía Nº 5) a consideración del público. En esta oportunidad, la Sinfónica bajo la Dirección del Venezolano Rodolfo Saglimbeni (probadísimo conductor que luciera junto a la Estable del Colón en uno de los dos conciertos dedicados a la Integral de las Sinfonías de Schumann el año pasado en la Usina del Arte) presentó “El Valle de los Menhires”, marcado como Op. 10 de su producción. Es una composición que podríamos definir como una Sinfonía o Poema Sinfónico en tres movimientos, el que describe una región situada a unos 150 Km. de San Miguel de Tucumán. Con muy buen criterio Saglimbeni convocó al Compositor al Escenario para que sea el quien comente su obra. Y entonces Alonso-Crespo agregó a lo que acabo de expresar que cada movimientosignifica: una descripción de la noche, el transito a la mañana y el pleno amanecer y el regreso por un sinuoso camino que une esa región con el enlace a zonas pobladas. Al igual que las otras dos obras escuchadas la semana anterior junto a la Filiberto, la característica fundamental de las Composicioenes de este notable creador Tucumano es la tonalidad, seguida esta por un melodismo muy pegadizo y llevadero. Podría considerar a Alonso-Crespo como enrolado en la misma corriente en la cual transita Esteban Benzecry y si se puede trazar una “línea de creación “, (si es  que esta expresión me es permitida), hay en ellos una continuidad en lsus respectivas obras con las correspondientes al primer período nacionalista de Alberto Ginastera.  En la música de Alonso-Crespo hay mucha energía, mucha vibración, tal vez mucha extensión de discurso, pero para poder calificar esto último de ese modo, habría que conocer ese paisaje de Ntro. Norte como primera medida para poder entonces sí establecer un juicio definitivo sobre este interesantísimo trabajo. Y mas a su favor, está el hecho de que el público la recibió con mucho agrado, al punto que debieron salir Compositor y Directot tres veces a saludar y hasta los propios músicos de la Orquesta aplaudieron a Alonso-Crespo.

  Luego vino el gran acontecimiento de la noche y fue el que después de muchísimos años se pudo volver a escuchar el Concierto para Piano y Orquesta en Sol menor, Op. 33 de Antonin Dvorak (en mi memoria registro haberla escuchado dos veces [Concierto en el Teatro Nacional Cervantes y repetición 48 hs. después en la Iglesia Ntra. Señora de la Guardia de Bernal por la misma Sinfónica Nacional dirigida por Mario Benzecry con Graciela Reca como solista{a su vez la única ocasión que tuve de escuchar a esta formidable interprete antes de su actuación con Martha Argerich en la misma sala Sinfónica del CCK el año pasado}])  en el año 1985, es dcir hace 34 años. (ignoro si en tantos años se haya hecho en Buenos Aires alguna vez mas). Y luego de haberla vuelto a escuchar, sigo sosteniendo que es una obra injustamente postergada y que sería buena su inclusión en lugar de repetir hasta el cansancio los mismos títulos de la “Literatura Pianística”.  Son pocos los Maestros de la Sinfónica Nacional que han estado en ambas ocasiones. En esta se ha hecho con la Orquesta en renovación con alguno de sus músicos ensamblándose al conjunto (a propósito de esto, el Violinísta Carlos Cossatini, delegado de la Orquesta, leyó un breve comunicado en donde se le pide al jefe de Gabinete Marcos Peña, que haga pronta asignación de la partida extra de $ 500.000.000.- asignada por el Congreso Nacional como apartado presupuestario para Cultura, ya que el segundo de los nombrados en su informe al Parlamento garantizó que se haría.), lo cierto es que Saglimeni presentó una Orquesta muy ajustada, en pleno estilo y en permanente ida y vuela con el Solista. Y a propósito de Ello, Emilio Peroni, joven interprete Argentino, tuvo una muy lucida labor con muy buena musicalidad, buen sonido, digitación perfecta y pleno conocimiento de la obra, en una versión consagratoria justamente ovacionada por el público, el que al igual que en el caso Alonso-Crespo, obligo tres veces a los interpretes a responder con los agradecimientos de rigor. Tanta efusividad obligó a Peroni a ofrecer como “Bis” una breve composición de Chopin que nuevamente fue saludada de manera vibrante por el Auditorio.

  La segunda parte del programa que terminó siendo bastante extenso por sobre lo habitual de las programaciones de hoy, trajo una de las mas bellas Sinfonías de Tchaickovsky integrante del primer terceto de esta forma,  que son las injustamente poco difundidas. Se trató de la Nº 2, Op. 17, “Pequeña Rusia” u hoy mejor llamada “Ucrania”, pues corresponde a este último País la descripción que el Compositor hace en su oartitura. Saglimbeni hizo una muy buena lectura de la obra, pero ya sea por lo extenso del programa abordado que hubo que ensayar o por algún  detalle que se ignora, hubo un exceso en la percusión que el Conductor no pudo controlar, al punto que el sonido de esta, como también de los bronces en los ataques en “Forte” o “Forstissimo”, tapaban por completo la emisión de vientos y cuerdas, al menos desde mi posición en Fila 17 de platea. Mas allá de lo señalado anteriormente, el espíritu de este trabajo estuvo siempre presente y afortunadamente pudimos así disfrutar de una velada fuera de toda la programación rutinaria.

Donato Decina


INALCANZABLE

“Deseo”: Teatro Musical con composición y Libreto de Beat Furrer (Sobre textos de Pavese, Eich, Broch, Ovidio y Virgilio. Solistas: Iván García (Orfeo), Sabrina Pedreira (Euridice), Perfomres/Ellas: Quillen Mut, Milva Leonardi; Céline Latil. Coro Cantando Admont, Dirección: Cordula Bürgi y Ensamble Instrumental. Puesta en Escena: Emilio Basaldúa-Julián Ezquerra, Escenografía y Vestuario: Emilio Basaldúa, Dramaturgia y Traducción: Julián Ezquerra, Iluminación: Carolina Rabenstein, Diseño y Realización de Video: Irina Rabenstein, Realización de Pileta:Maite Corona, Diseño Sonoroy Producción: Ignacio LLobera, Dirección Musical: Beat Furrer/Juan Martín Miceli. Teatro Colón, Espacio CETC, 16 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  La historia de Orfeo y Euridice es motivo para que Beat Furrer componga una obra que el define como “Teatro Musicalizado”, aunque en mi opinión la mejor denominación sería la de una “Acción Teatral Dramática con Música”, tal lo que he visto en este espectáculo de una inmensa categoría con el que el espacio CETC inició su programación 2019.

  Julián Ezquerra y Emilio Basaldúa, responsables escénicos de este trabajo, mencionan en el programa de mano que el punto de partida puede quedar establecido en el momento en que Orfeo (durante el rescate de Euridice para retornarla a la vida), prácticamente retornando al medio terrenal decide girar su rostro y contemplar a su amada, tras lo cual Ella comienza a desaparecer para desesperación del primero que iniciará una infructuosa búsqueda. Ese punto de partida lleva a un análisis: ¿Por qué lo hizo?, ¿Cuál era realmente el pensamiento de Orfeo?, ¿Revivirla o no?, ¿Deseaba en cambio algo diferente?. Y ese es el eje sobre el que Beat Furrer desarrolla su trabajo, para lo cual recurre a textos de Pavese, Eich, Ovidio y Virgilio. Julian Ezquerra realizó la traducción de los textos hablados, en cambio las partes cantadas se hacen en idioma Alemán. Emilio Basaldúa desarrolló un esquema de rampas, en donde Orfeo en modo ascendente va a la búsqueda de Euridice, a veces mas lejos, a veces mas cerca,mientras que Euridice parece estar y no estar. Esa búsqueda dramática se irá acentuando con el transcurrir de la acción. La que está realzada por una magnífica iluminación de Carolinsa Rabenstien. Hay proyecciones de video muy contundentes sobre el fonde de la escena diseñadas por Irina Rabenstein y el sonido de  Ignacio Llobera es impecable,  El Coro, al mejor estilo del teatro griego intervendrá en apoyo del relato. Y en cuanto a la acción teatral propiamente dicha, esas rampas son asistidas por una pequeña pileta inteligentemente diseñada por Maite Corona alrededor de las rampas, cubierta con aguas rojizas las que se incrementarán en un momento de “Climax” escénico con otras de un rojo mas profundo. Es la mejor graficación del deseo. Los interpretes ponen énfasis en ese encuentro que no se materializa, Euridice lo hace en modo recriminatorio, Orfeo va desde la desesperación al lamento, tal vez consciente de lo que está perdiendo y del verdadero valor que aquí si le da a su pareja. Tres “Performers” asumen aquí una multiplicación del reproche de Euridice, casi como espetándole a Orfeo del modo mas salvaje el poque giró su rostro para observarla, con el funesto desenlace. Hay también un sobretitulado para entender los pasajes mas decisivos. la música es franca, contundente y sin concesiones.

  Es muy claro que para muchos creadores de hoy, la música antigua (fundamentalmente la madrigalista) es el punto de partida para el desarrollo de los trabajos musicales actuales. Aquí se nota y mucho la elección de interpretes probados en ese género para la composición de los protagonistas. No es casual entonces la elección de Ivan García y Sabrina Pedreira para los roles. En el caso del primero su personaje es mas hablado y sus breves intervenciones melódicas son a “Bocca Chiusa”, en cambio en Pedreirasu personaje va hacia las notas mas agudas, a las que llega con absoluta seguridad. Tres Jovenes actrices. Quillen Mut, Milva Leonardi y Celine Latil, encarnan a esas “Euridices”, con solvencia y fuerte presencia escénica en las tres. El Coro Cantando Admont, al mando de Cordula Bürgi realiza lo suyo en forma extraordinaria. La conducción del Ensamble instrumental conformado por notables músicos de Ntro. Medio y el aporte de algunos músicos extranjeros fue estupenda con el propio Furrer guiando su trabajo y Juan Martín Miceli guiando a los interpretes vocales, conformando una dupla solida.    
 
  La única parte en la que puedo desarrollar un cierto reparo es casi el final en donde una extensa sección reservada para el coro repite la narración de los momentos finales, para lo cual en la escena se recurrió a la imagen de una procesión en la que las tres Perfomers llevan semisumergido en las rojizas aguas el vestido de Euridice. Si bien el recurso es muy valedero y efectivo, solo redunda y extiende en demasía una partitura que podría ser mas contundente aun.

Donato Decina

lunes, 15 de abril de 2019


CON ESTUPENDA SOLIDEZ

Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, Director: Eduardo Alonso-Crespo. Solista: Javier Weintraub (Violín). Programa. Obras de Alonso-Crespo y Weintraub/Motta. CCK-Sala Sinfónica, 12 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Excelencia y Compromiso en lo que se hace. Esas parecen ser las dos premisas que guían la actualidad de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberrto”. Y desde esa base, junto al equilibrio en la programación que garantiza en igual cantidad repertorio popular y clásico de los grandes creadores nacionales, dan por resultado Conciertos como este en el que dos interpretes y compositores de Ntro. Medio lucieron en la presentación de sus respectivos trabajos, con un conjunto que entregó generosamente su calidad.

Eduardo Alonso-Crespo es uno de los mas prolíficos compositores de la actualidad y entiendo que quizás no se lo conoce en su verdadera dimensión. Trabajos como “Historias de Pájaros”, de exquisita factura, son muy recordados. Aquí nos presentó también en su carácter de Director de Orquesta, dos composiciones suyas que fueron las “puntas” de programa. La “Sinfonietta para Cuerdas Nº 1”  y su Sinfonía Nº 5, Op. 31 de 2016, comisionada por la Provincia de Tucuman (de la que es Oriundo) para ser estrenada dentro de los festejos del Bicentenario de la declaración de Ntra. Independencia.
La primer Obra es muy concisa en tres movimientos enlazados sin solución de continuidad, en las cuales hay línea melódica y bucea a partir de notas de la música autóctona antigua trasladadas a lenguaje  “clásico”, Y aguzando bien el oído, pueden percibirse, conformando entonces un trabajo interesantísimo que concita la permanente atención del oyente.

  En la Sinfonía Nº 5, hay una búsqueda de temas que grafiquen y pinten a Tucuman , tomando a esta provincia como cuna de la Independencia. Pintura de sus valles y cumbres, fuerza, empuje de su gente y esperanza en el futuro. Se notó el hecho de que es un trabajo producido por encargo pero de cualquier forma es absolutamente valedero. Hay una línea melódica muy interesante y sus dos movimientos finales son ricos en matices e ideas. Y aquí la labor de la Filiberto fue de gran relieve con pasajes de una homogeneidad de conjunto impecables. Hay equilibrio en todos sus sectores y todos se prodigan.

  En la parte central Javier Weintraub (Violinista de la Orquesta), presentó una composición en la que compartió la autoría junto a Pablo Motta y que fue dedicada al Padre de este último, José “Pepe” Motta (Arreglador, compositor y Co-Director junto a Juan Carlos Demingo de la Orquesta Estable del Canal 13 de Televisión allá por los inicios de la década de 1980) fallecido lamentablemente en la semana de este concierto. Es una “Fantasía Tanguera”, tal su nombre, basada en todos los ritmos que el Tango Argentino incluye. Así van apareciendo el tango puro con “Garúa”, un “Valsecito Criollo”, La milonga bailable con “Milonga de mis Amores”, una “Milonga Surera” y un cierre en homenaje a Filiberto, titular y fundador del Conjunto que ahora lleva su nombre con “Quejas de Bandoneón”. Todos estos temas son enlazados con un arreglo bien “Clasico” con momentos para el destaque del Violín solista en los que el intérprete debe ser un virtuoso y Weinraub lo fue. Me recordó y mucho al “Concierto de la Ciudad” de Juán José Ramos, que va en la misma línea y fue plenamente disfrutado por el público. Alonso-Crespo guió al conjunto con absoluta precisión, hubo empatía e ida y vuelta con Weintraub y le dio a esta obra un enfoque como si se hubiera tratado de un trabajo suyo. Por lo que la Filiberto cumple con creces su cometido y puede ser la plataforma para que los creadores nacionales puedan por fin presentar a soberano sus trabajos.

Donato Decina


QUINCE AÑOS EN PERMANENTE INNOVACION Y PROMOCION

Biblioteca Nacional: Concierto de Apertura de la Decimosexta Temporada del Ciclo “Musica en Plural”.  Intérpretes: Terceto de Miembros del “Cuarteto de Amigos” (Haydee Seibert Francia – Gustavo Mule [Violines], Elisabeth Ridolfi [Viola]), Trío Denise Boudot (Clarinete), Julián Medina (Contrabajo), Pablo Rocchietti (Piano). Obras de Dvorak, Glinka y Bottesini. Sala Jorge Luís Borges, 07 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Es un gran mérito por parte de Haydee Seibert Francia y Bárbara Civita lograr programar durante quince años consecutivos un ciclo de las características de “Música en Plural” en el cuál intervienen Artistas Consagrados y Otros que comienzan a dar a conocerse, como así también tener la oportunidad de escuchar Obras muy poco difundidas. También saber que es la muy grata excusa de concurrir a lugares como el Auditorio del Centro Nacional de Música o, como en este caso, el Auditorio Jorge Luís Borges de la actual Biblioteca Nacional (No olvidar que el primer auditorio mencionado está emplazado en el anterior edificio de la Biblioteca). Concurrir a la Sala Borges es un  placer. El entorno es maravilloso. Poder apreciar la plaza Rubén Darío, las escalinatas en las que la calle Guido culmina, las rampas de acceso al edificio de la Biblioteca, la entrada de Este (En la que alguna vez este cronista tuvo el privilegio de escuchar al inolvidable Alberto Lysy junto a su Camerata) y ya en el Hall de acceso al auditorio descubrir en un lateral el Café con su balcón terraza que ofrece la posibilidad de una maravillosa distensión. Y ya dentro de la sala , entregarnos a la grata experiencia de escuchar tres trabajos de casi nula difusión, característica fundamental del ciclo, traídas de la mano de tres intérpretes consagrados, junto a otras tres jóvenes promesas que sorprendieron muy gratamente.

  Justamente Haydee Seibert Francia mencionó la circunstancia del decimo quinto aniversario del Ciclo, para luego dar paso a la audición del “Terzetto”, Op. 74 de Antonin Dvorak, trabajo conformado para una formación de Dos Violines y Viola que a lo largo de sus cuatro movimientos nos muestra al Dvorak más conocido con una introducción y un largo discurso en su primer movimiento. Un “Larghetto” de gran profundidad discursiva en el segundo. El “Scherzo Vivace” en el tercero, chispeante, y un Tema con Variaciones que cierra la composición. Intensidad, riqueza de sonido, entendimiento y perfecta amalgama es la que encontramos en los tres intérpretes que integran junto a Myriam Santucci el “Cuarteto de Amigos”. Así la propia Haydee Seibert Francia, junto a Gustavo Mule (alternándose en la guía solista de este Terzetto) y la muy notoria intervención de Elisabeth Ridolfi en Viola, dieron realce a esta obra, que resultó un verdadero descubrimiento para muchos.

  Llegó entonces el momento de escuchar a tres jóvenes instrumentistas quienes resultaron una verdadera revelación, tanto por sus cualidades interpretativas, como por lo poco frecuente de la composición de este trío. Clarinete, Contrabajo y Piano. Fueron: Denise Boudot en Clarinete, Julián Medina en Contrabajo y Pablo Rocchietti en Piano.

  La primera obra escuchada fue una adaptación para este conjunto que Julian Medina efectuó del Trío “Pathetique” de Mikhail Glinka. Son cuatro movimientos interpretados sin solución de continuidad. Un intenso “Allegro Moderato” da paso a un “Vivacissimo”, continuando con un “Largo” y un cierre intenso con un “Allegro con Spirito”. Los tres intérpretes tuvieron solida técnica, sonido amplio y lograron un buen empaste para que esta verdadera joya haya sido recibida gratamente por la audiencia que con sostenidos aplausos coronó el trabajo.

  Giovanni Bottesini, fue un gran Contrabajista, Compositor y Director de Orquesta de segunda mitad del siglo Diecinueve. Participó fundamentalmente como instrumentista de Orquestas de Casas de Opera Italianas y mediante el contacto permanente con Giuseppe Verdi, fue nominado por Este para estrenar en El Cairo “Aida” en 1871. Este “Duetto” para Clarinete y Contrabajo (el Piano aquí solo es una apoyatura para los dos instrumentistas), fue compuesto para su Padre con el propósito de interpretarlo junto a El. Es una composición en tres movimientos de exquisito trabajo de equipo en el que Boudot y Medina se cumplimentaron a la perfección y en el que Rocchietti desde el piano sostuvo en las apoyaturas acertadamente. Fue un magnífico concierto en donde consagrados y revelaciones nos regalaron algo mas de una hora de exquisita música.


Donato Decina

sábado, 13 de abril de 2019


Excelente apertura de la Temporada de Ballet en el Colón con “DON QUIJOTE”

MERECIDO HOMENAJE AL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA
Martha CORA ELISEHT

            La Temporada de Ballet Estable del Teatro Colón abrió sus puertas con un clásico: “DON QUIJOTE”, de Ludwig Minkus,  con coreografía de un astro de la danza mundial: Vladimir Vassiliev –considerado como el mejor bailarín del mundo por parte de la prensa internacional, al igual que quien escribe- , que retornó al Colón luego de una prolongada ausencia. Las funciones se representaron con diferentes solistas entre los días 3 al 14 de Abril inclusive y esta cronista tuvo la oportunidad de apreciar la función ofrecida por el Ballet Estable el pasado domingo 7 del corriente, con los siguientes intérpretes: Isaac Hernández (Basilio), Margarita Shrainer (Kitri/ Dulcinea), Igor Gopkalo (Don Quijote), Roberto Zarza (Sancho Panza), Maximiliano Cuadra (Camacho), Gerardo Wyss (Espada), Ayelén Sánchez (Mercedes), Ludmila Galaverna y Camila Bocca (amigas de Kitri), Matías de Santis (padre de Kitri), Natalia Pelayo (Gitana), Sergio Hochbaum (Gitano), Paula Cassano (Reina de las Dríadas), Georgina Giovannoni (Cupido) y Julián Galván (Tabernero).
            La dirección del Ballet estuvo a cargo de Paloma Herrera –Directora Estable de la agrupación- , mientras que Viktor Barykin se desempeñó como asistente de coreografía. La escenografía estuvo a cargo de Enrique Bordolini, con vestuario de Eduardo Caldirola e iluminación de Rubén Conde. Actuó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección del Maestro Carlos Vieu en el podio.
            A diferencia de la conocida coreografía de Zarko Prebil, la presentada por Vassiliev arranca desde el prólogo con una modificación inteligente: en lugar de presentar a Don Quijote como el personaje de Cervantes que enloquece a costa de leer numerosas novelas de caballería, se lo presenta como cliente del barbero Basilio, quien afeita a Don Quijote acompañado por su novia –Kitri-. En ese momento, aparece Cupido, quien arroja una flecha al corazón de Don Quijote y se enamora de Kitri, a quien confunde con Dulcinea del Toboso. De esta manera, quien es neófito en materia de ballet puede comprender mejor por qué Don Quijote cree que Kitri  es Dulcinea. Las actuaciones de Igor Gopkalo y de Roberto Zarza -como Don Quijote y Sancho Panza, respectivamente- han sido excepcionales, ya que son dos bailarines de carácter y excelentes actores, que deleitaron al público con sus intervenciones desde el prólogo de la obra.
            Con respecto de la presente coreografía, Vassiliev realizó numerosas modificaciones, pero respetó la original de Maruis Petipa en el célebre Pas de Deux que corona las bodas de Kitri y Basilio en el 3° Acto del ballet. Por otra parte, incorpora la de Kasyan Goleizovsky  en el baile de la Gitana del 2° Acto, donde se vio a una sobresaliente Natalia Pelayo en la interpretación de dicho rol. Vestida en color rojo fuego, interpretó dicha danza de manera sublime y recibió una ovación por parte del numeroso público presente. Sí se notó la imposición de la disciplina en las escenas de conjunto y en los trucos y piruetas ofrecidos por la pareja protagónica, que merecen un comentario aparte. Hubo muy destacadas actuaciones de Ludmila Galaverna y Camila Bocca  en las escenas del 1° y del 3° Acto, donde ofrecieron las variaciones de las amigas de Kitri y previas al Pas de Deux final, respectivamente. También se lució Paula Cassano en su interpretación de la Reina de las Dríadas, mientras que Georgina Giovannoni se destacó en el rol de Cupido. Los cuadros de las escenas de conjunto estuvieron muy bien logrados –sobre todo, la entrada de los toreros en el 1° Acto y el Fandango del 3° Acto en la taberna-. Ayelén Sánchez estuvo muy correcta en su rol como Mercedes, pero no brilló en el escenario como en otras ocasiones. En cambio, sí lo hizo Gerardo Wyss en el rol del torero Espada, quien supo conjugar con gran destreza y precisión las escenas de uso del capote con las piruetas, developées y solages que exige la coreografía. Lo mismo sucedió con Maximiliano Cuadra en el rol de Camacho, donde debe interpretar un personaje ridículo y amanerado-lo cual es tremendamente difícil desde el punto de vista actoral-, pero supo hacerlo con holgura.
            ¿Qué se puede decir de la pareja protagónica?... El mexicano Isaac Hernández sorprendió al público argentino con su ductilidad, virtuosismo y maestría. No sólo posee una técnica perfecta, sino que además, ejecutó piruetas difíciles de sostener con una precisión absoluta y con una plasticidad que, por momentos, hizo recordar a muchos de los allí presentes a Julio Bocca en sus comienzos. Ni hablar de sus Solage y su developée en el Pas de Deux del 3° Acto, que fueron impecables. Por algo demostró que es el Primer Bailarín del English National Ballet y el que Vassiliev eligió para interpretar sus principales coreografías. Margarita Shrainer también demostró por qué es una de las principales solistas del Teatro Bolshoi de Moscú. Alumna de la gran Nadiezhda Pavlova, posee una técnica perfecta, una gran ductilidad y plasticidad y, por sobre todas las cosas, un souplée y un cambré admirables. Se desempeñó con gracia y soltura escénica desde el inicio del 1° Acto, donde hace su entrada y formó junto a Isaac Hernández una pareja protagónica excelente. Esto se comprobó en su flute del 3° Acto, donde utilizó el abanico en su variación del Pas de Deux final, donde hubo perfecta coordinación de movimientos y un panchée impecable, al igual que su developée final. Con respecto de este último ítem, respondió perfectamente ante la aceleración de la orquesta por parte de Carlos Vieu, lo que produjo el éxtasis total hacia el final de la función. La Filarmónica tuvo una destacadísima actuación de la mano de Vieu, quien la dirigió de forma brillante. (A esta altura de las circunstancias, se puede decir que esta obra  es un caballito de batalla de la Filarmónica, ya que a lo largo de los años, sus integrantes la ejecutaron  infinita cantidad de veces).
            Luego del cierre del telón –y a modo de las grandes producciones de Broadway-, la orquesta siguió tocando para la presentación final de todo el elenco, hasta que Vieu hizo su aparición de la mano de Margarita Shrainer, lo que produjo una ovación del público. Pero a diferencia de otras funciones,  Vladimir Vassiliev no hizo su aparición sobre el escenario que tantas veces lo vio bailar y lo consagró. Quizás, a una le hubiera gustado que así fuera, pero como toda estrella, probablemente decidió dejar de lado su protagonismo como coreógrafo para dar lugar a que las nuevas estrellas del ballet brillen  con luz propia. Sí se puede decir que encandilaron al público con su luz e hicieron brillar al caballero de la triste figura en una apertura digna del Colón, que no se veía desde hacía bastante tiempo.


UN CUARTO DE SIGLO GLORIOSAMENTE FESTEJADO

CCK-Sala Sinfónica: Concierto de apertura del Vigesimo Quinto Aniversario de la Creación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional “Libertador General San Martín”, Director: Mario Benzecry. Solista: Leonardo Hauxwell (Violin). Programa. Obras de Giacobbe, Brahms y Stravinsky. 07 de Abril de 2019.

 NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Porque pudo lograrlo.  Porque solamente con su persistencia y la ayuda de muy pocos (el principal el gran José Antonio Abreu), hasta que finalmente el Estado culminó por nacionalizarla, es que Mario Benzecry llegó a muy buen puerto y va por mas. 25 años pasaron desde que surgiera una Orquesta formativa que diera oportunidades a todos los jóvenes instrumentistas y jóvenes Directores para que puedan formarse. Cuantos excelentes primeros atriles que hoy brillan en Ntro. País y en el exterior se iniciaron con Ella.  Y cuanto tuvo que transcurrir para poder ver cumplido el sueño de estar al nivel de las mejores del mundo en cuanto a cantidad de instrumentistas y calidad del repertorio abordado. Por eso, gracias Maestro Benzecry. Que nos sigue sorprendiendo con programas harto comprometidos y con estupendos resultados. El Concierto de Festejo no podía pasar desapercibido. Y por supuesto el triunfo fue logrado.

  Siempre desde esta página recalcamos el compromiso que esta Orquesta tiene con la música Argentina. Y esta gala tuvo como inicio la “Gagliarda Hispánica” de Juan Francisco Giacobbe. Página inspirada en esta forma de la música antigua, aquí esta expresada en una base musical que se corresponde con la época, pero escrita para la orquesta moderna. Es una obra muy efectiva y lamentablemente muy poco frecuentada  y la versión fue impecable de punta a punta.

  Hoy tenemos un joven interprete que promete y esta surgiendo. Y parte de ese crecimiento se lo debe a la Juvenil San Martín. Se llama Leandro Hauxwell. Fue guía de segundos violines del conjunto y está por cumplir 20 años. Luego de incluír varias etapas formativas  (Que incluyen consejos de Ray Chen, Francesca Dego y clases con Shlomo Mintz entre otros, para que la ultima de ellas sea junto a Xavier Inchausti), hoy se halla bajo la guía de ese gran maestro llamado Rafael Gintoli. La Obra elegida, el Concierto Op. 77 para Violín y Orquesta de Brahms. Obra maravillosa de un Brahms en plena madurez artística y que cuenta con algunos de los momentos mas gloriosos de la literatura musical para violín. Luego de la gran introducción Orquestal que inicia la obra, Hauxwell comenzó su intervención solista muy seguro y conmoviendo al público con el primer tema inicial. Se fue asentando con el correr de las notas y de manera muy solida hizo su solo y la coda final, acompañado en estupenda forma por Benzecry y todo el conjunto El movimiento central fue expuesto por el Solista de manera impecable y el Paso al tercer movimiento nos mostró rotundamente su calidad de interprete junto a una Orquesta sabiamente guiada que le dio el ropaje perfecto para una versión, reitero, conmovedora. Hauxwell fue ovacionado justicieramente, debiendo regresar para retribuir el afecto del público con un bis muy bien vertido.

  Si la primera parte emocionó, la segunda con “La Consagración de la Primavera”, estremeció al público. Fue perfecta, superior incluso a la que Gustavo Dudamel y la Simón Bolivar ofrecieran años atrás en el Teatro Colón, la noche en que de manera insólita el Director Venezolano la hizo en primer término  para dejar para el final “La Noche de los Mayas” de Silvestre Revueltas. Un ensamble imponente, compacto. Vientos estupendos, percusión sabiamente manejada, bronces que preanuncian futuro venturoso en ntras. Orquestas profesionales. Todo estuvo allí, bajo la sabia Guía de Benzecry, quien se anotó otro punto alto en su trayectoria. Y culminar de este modo glorioso los merecidos festejos.

Donato Decina