viernes, 25 de septiembre de 2020

 

Muy buena transmisión por streaming de “LA FANCIULLA DEL WEST” desde el Met

 

QUIEN MANDA EN EL FAR WEST TIENE CARA DE MUJER

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro de la denominada Puccini Week, el Metropolitan Opera House de New York brindó en el día de la fecha una transmisión por streaming de “LA FANCIULLA DEL WEST” que data de 2010 y que contó con la presentación de Sondra Rabdanovsky, dirección coral de Donald Palumbo y dirección musical de Nicola Luisotti, puesta en escena de Giancarlo del Mónaco, escenografía y vestuario de Michael Scott e iluminación de Gil Wechsler, con el siguiente reparto: Deborah Voigt (Minnie), Marcello Giordani (Dick Johnson), Lucio Gallo (Jack Rance), Tony Stevenson (Nick), Edward Parks (Jim Larkens), Trevor Scheuneman (Sid), Hugo Vera (Trin), Dwayne Croft (Sonora), Jeff Matsey (Castro), Michael Forest (Joe), Richard Bernstein (Bello), Adam Herskowitz (Harry), David Crawford (Happy), Oren Gradus (Jack Wallace), Keith Miller (Ashby Wells Fargo), Edward Mout (un Jinete), Ginger Costa Jackson (Woowle) y Philip Cokorinos (Indio Billy).

            Esta representación contó con un valor agregado: el Met la incluyó en su Temporada 2010/2011, porque se cumplieron 100 años desde su estreno, cuando el teatro lírico neoyorquino le encargó a Puccini la composición de una ópera. Rápidamente, el italiano puso manos a la obra y contrató a los libretistas Guelfo Civinni y Carlo Zanganini para que adaptaran  una obra de David Belasco – el mismo autor de MADAME BUTTERFLY-, mientras que el músico sumó una maravillosa orquestación, donde el leitmotiv principal  posee reminiscencias del último acto de “MANON” de Massenet. Hasta puede decirse que Andrew Lloyd Weber tomó el tema para su musical “EL FANTASMA DE LA ÓPERA” del tema de amor interpretado por Dick Johnson  hacia el final del 1° Acto (“Quello che tacete”). Pese a que los descendientes de Puccini lo denunciaron por plagio, dicha demanda no prosperó. Desde su estreno –con la presencia estelar de Emily Destinn y Enrico Caruso en los roles centrales-, la ópera tuvo mucho éxito en Estados Unidos y otros escenarios europeos y sudamericanos –entre otros, el Teatro Colón- pero fue recibida con cierta reticencia en Italia. No obstante, se fue afianzando con el correr del tiempo y se representa regularmente en los principales escenarios del mundo. Según palabras de su autor en 1910, “la mejor obra que he compuesto”.

            Para la presente representación se montó la escenografía acorde al ámbito donde transcurre la ópera: fines del siglo XIX, durante la Fiebre del Oro en California. En el 1° Acto, en el Polka Saloon que administra Minnie, donde los hombres acuden a beber y jugar a las cartas tras trabajar en la mina. Y como buen Saloon que se precie de tal, con mostrador, mesas y sillas en tonos color madera. El 2° Acto muestra la cabaña de Minnie en medio de las montañas, donde la escenografía se divide en dos partes: por un lado, el interior y por el otro, el exterior de la cabaña, con lugar para apostar los caballos. A su vez, la misma posee un escondite secreto en el techo –donde la protagonista esconde a Dick Johnson tras haber sido herido- y una puerta lateral. El 3° Acto muestra un pueblo calle típico del Far West, donde tendrá lugar el desenlace. Naturalmente, el vestuario también es característico de la época, donde predominan los tonos marrones, con excepción del sheriff Jack Rance y el bandido Dick Johnson, quienes están vestidos de negro. Por su parte, Minnie también luce vestimentas en tonos de marrón en el 1° y 3° Acto, mientras que en el 2° Acto se engalana con un vestido celeste con vivos y pechera blancos, una rosa roja en la misma y un mantón de Manila al tono. Cuando se dispone a dormir, lo hace con camisón largo blanco. De más está decir que todos los intérpretes están magistralmente caracterizados.

            Todos los cantantes que interpretaron los roles secundarios se destacaron por la calidad de sus voces y sus dotes histriónicas, de modo que quien escribe se concentrará en los roles principales. Deborah Voigt sorprendió dando vida a una cándida y temperamental  Minnie, valiente como para vivir sola entre las montañas, capaz de manejar un rifle y lidiar con hombres regenteando una taberna en el Lejano Oeste pero a su vez, se permite soñar con el amor y hacer que todos la escuchen embelesados cuando recita un párrafo de la Biblia. Naturalmente, la fuerza del amor hará que se emperifolle para recibir en su casa a Dick Johnson  y que asimismo, él sea incapaz robar el oro que ella esconde celosamente en un lugar secreto de su taberna por respeto a la mujer que ama. Desde el punto de vista vocal, estupenda en los dúos de amor (“Comme siete graziosa” y “Dolce vita é de morir”) y sobresaliente en la  escena de las cartas junto al sheriff Jack Rance (“T’ofro questo uomo e la mia vita… Una partita”). A medida que la escena crece en intensidad dramática, alcanza su clímax al sacar el as que tiene escondido bajo la media, lo que le permite ganar la partida y salvar al hombre que ama. Una estupenda actuación, al igual que al impedir que  su amado sea colgado en la horca y recordarles a todos los favores que les ha hecho, que culmina con la intervención de Sonora (“Le tue parole sono di Dío”) y al despuntar el amanecer, cuando se aleja junto a su amado (“Addio, mia dolce terra”). Por su parte, la actuación del barítono italiano Lucio Gallo como el sheriff Jack Rance fue excelente, ya que posee un estupendo fraseo, una voz imponente –sin ser ruda ni áspera, que es lo que necesita este rol- rica en matices y una soberbia línea de canto. Además de la escena de la partida de póker, se luce presentándose como el sheriff (“Ió non sono Jack, sono il sheriffo”) y cuando observa sangre cayendo del techo (“Il strano… Il sangue sulla mano”). Y en el 3° Acto, su interpretación fue magistral. En cuanto al tenor, Marcello Giordani posee una voz sumamente dulce y melodiosa, ideal para las escenas de amor (“Quello che tacete”, “Un bacchio!”) y en los mencionados dúos junto a la protagonista, pero que por momentos le cuesta dar las notas sobreagudas. No obstante, se destacó en el aria del 2° Acto (“Sesun messi fa”) y en la más representativa de la ópera en el 3° Acto (“Che ella mi creda libero e lontano). Y el Coro sonó muy compacto, brindando el marco apropiado para las escenas de conjunto en el 1° y 3° Actos.

            Merece un párrafo aparte la impecable dirección del italiano Nicola Luisotti, quien brindó a la orquesta el brillo, vuelo y romanticismo típicos de la música de Puccini. Se destacó por su excelente manejo de los tempi y por contagiar su énfasis a los músicos.

            Una vez más el amor triunfa y prevalece sobre el odio, pero con una salvedad: en la mayoría de las óperas, la muerte pone fin a las penurias que sufren los enamorados, o el héroe aparece justo a tiempo para salvar a su amada. En este caso, es exactamente al revés: quien domina es una mujer fuerte, valiente y corajuda, capaz de hacer frente a todos en un lugar donde impera la ley del más fuerte. Típica actitud de una heroína pucciniana, quien se va junto al hombre que ama para vivir su amor bajo otros cielos y donde todo culmina con un final feliz. Una mujer que lleva los pantalones en un lugar dominado por hombres, tan rudo y salvaje como el Lejano Oeste. Todo es posible en el universo de Puccini.

martes, 22 de septiembre de 2020

 

Estupenda transmisión por streaming de “LA RONDINE” desde el Metropolitan

 

CON AIRES DE OPERETA PARISINA Y TINTE VERISTA

Martha CORA ELISEHT

 

            Los amantes de Puccini van a estar en su salsa durante el transcurso de esta semana, ya que el Metropolitan Opera House de New York ofrecerá una serie de transmisiones por streaming de las óperas más célebres del genio de Lucca. Y en el día de la fecha, la Puccini Week abrió con una de las óperas que menos se representan: LA RONDINE (LA GOLONDRINA) correspondiente a una transmisión por HD ofrecida en 2008 en coproducción con la Opéra du Capitole de Toulouse y la Royal Opera House Covent Garden, que contó con puesta en escena de Nicholas Joel y Stephen Barlow, escenografía de Ezio Frigerio, vestuario de Franca Squarciarino e iluminación de Duane Schuler. La dirección orquestal estuvo a cargo de Marco Armiliato; la coral, de Donald Palumbo y la presentación, de Renée Flemming.

            El elenco estuvo integrado por los siguientes cantantes: Angela Gheorgiu (Magda), Roberto Alagna (Ruggero), Lisette Oropesa (Lisette), Marius Brenciu (Prunier), Samuel Ramey (Rambaldo), Mónica Yunis (Yvette), Allison Cambridge (Bianca), Elisabeth DeShong (Suzy), Tony Stevenson (Gobin), David Crawford (Crebillon), David Won (Périchaud), Marty Singleton (Adolf), Anne Nonnemacher (Georgette), Belinda Oswald (Gabrielle), Alexandra Newland (Lolette), Jason Hendrix (Rabonnier), Ashley Emerson (una Cantante) y Roger Andrews (un Mayordomo).

            A pesar de ser una bellísima obra desde el punto de vista musical, la misma tuvo muchas dificultades desde su concepción. En 1913, los managers de la Ópera de Viena –Otto Eibenschutz y Heinrich Berté- le ofrecieron a Puccini una fabulosa suma para escribir una opereta. El autor se rehusó, ofreciéndoles en cambio una ópera cómica –al estilo de EL CABALLERO DE LA ROSA de Richard Strauss-. No es hasta Marzo de 1914 cuando el músico italiano recibe un libreto en alemán escrito por Alfred Willner y Heinz Reichert denominado LA GOLONDRINA (LA RONDINE), cuya adaptación al italiano fue realizada por Giuseppe Adami. Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, Puccini no terminó la obra hasta 1916, donde incorporó elementos de LA TRAVIATA con DIE FLEDERMAUS (EL MURCIÉLAGO), de Johann Strauss. Al igual que en la ópera de Verdi, la protagonista (Magda) es una joven que lleva una vida ociosa y despreocupada merced a la protección del rico banquero Rambaudo, pero que aún no ha encontrado el amor. Y al igual que Alfredo, Ruggero es un estudiante que proviene de una familia del interior y desea conocer la noche de París. Irá a Bulliers y vivirá un romance con Magda –quien se hace llamar Paulette para ocultar su verdadera identidad y que encuentra en el joven su tan ansiado amor-. Los amantes huyen a Niza, donde viven un apasionado romance, pero las deudas se acumulan. Por lo tanto, Ruggero escribe a su padre solicitando dinero y permiso para casarse y recibe una carta donde su madre le responde que dará su bendición si su amada es pura y honrada. A Magda no le queda otro remedio que revelar su pasado, volver a París a llevar su antigua vida y dejar a Ruggero con el corazón roto. De ahí que se la denominó irónicamente “La Traviata de los pobres”. Y comparte con la opereta de Johann Strauss el rol de la camarera, ya que Lisette es en LA RONDINE lo que Adele en EL MURCIÉLAGO. Ambas utilizan las ropas de sus patronas para asistir al baile y se encuentran disfrazadas para no ser reconocidas. Sin embargo, se puede trazar un paralelismo entre Magda y Mussetta: ambas poseen un rico protector y luego de unos años, Magda es una especie de Mussetta de mediana edad, más aplomada y asentada en la vida, que goza de un buen pasar tras haber vivido su etapa de bohemia parisina.

            Como consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial y la declaración de guerra por parte de Italia a los Imperios Alemán y Austro- Húngaro en 1915, Puccini no concluyó su obra hasta 1916. Tampoco pudo estrenarse en Viena –tal como lo estipulaba el contrato- , de modo tal que no quedó otro remedio que representarla en un escenario neutral: Mónaco. Se estrenó en 1917 en la Ópera de Monte Carlo, con la participación de Gilda dalla Rizza y Tito Schipa en los roles protagónicos. El suceso fue rotundo fuera de Italia y en Buenos Aires (1920), pero fue recibida con frialdad y desprecio en Italia y otros escenarios europeos, ya que no era una típica tragedia pucciniana, sino una “comedia lírica”, tal como la definía su autor. Por eso no gozó de tanta popularidad como otras de sus obras, pero no deja de poseer una música bellísima, rica en leitmotives y lirismo.

            La presente versión está ambientada en la París de 1920, donde la casa de Magda es un elegante salón de estilo art- déco con un piano blanco, mientras que el 2° Acto se desarrolla en un decorado en blanco y negro que representa a Bulliers. En el 3° Acto, el hotel que alberga a los amantes en Niza es una villa mediterránea con mosaicos, vitrales y muebles de esterilla, con detalles de muy buen gusto. El vestuario es típico de la época de “los años locos” y resulta muy apropiado para la ocasión, donde los protagonistas usan trajes oscuros para una velada de gala, más informales para el baile en Bulliers y colores claros acorde al clima mediterráneo. Y al final, la escena se oscurece paulatinamente a medida que ella se aleja, mientras que la iluminación se concentra en Magda y Rambaudo. Un efecto muy apropiado para un final triste.

            La excelente preparación del Coro a cargo de Donald Palumbo fue el marco perfecto para el lucimiento de los protagonistas en el 2° Acto, donde Magda se ve asediada por los estudiantes y  en el cuarteto final entre Magda, Rugero, Lisette y Prunier. También brindó una muy buena performance fuera de escena cuando todos se retiran, mientras Magda y Ruggero quedan a solas. Lo mismo sucedió con todos los roles secundarios, pero la participación más significativa fue la del trío formado por Mónica Yunis, Allison Cambridge y Elisabeth DeShong como Yvette, Bianca y Suzy respectivamente durante el 1° Acto. La conjunción de sus voces fue estupenda y se puede decir lo mismo del trío formado por Tony Stevenson, David Won y David Crawford como Gobin, Périchaud y Crebillon respectivamente. Marco Armiliato es una autoridad en la materia y ofreció una brillante versión de este clásico, imprimiendo a la orquesta brillo, vuelo y el romanticismo necesarios para interpretar los ribetes que requiere la orquestación típica de Puccini.

            El tenor ligero Marius Brenciu ha sido una revelación como Prunier ya desde su primer aria (Chi bel sogno di Doretta) acompañado por un espléndido solo de piano y violín. Se lució en los dúos de amor junto a la gran Lisette Oropesa como Lisette (“Che silenzio! Che mistero!”), al igual que en el cuarteto de voces del 2° Acto. Y en el 3° Acto, en el diálogo con Magda (“Perche la tua vita non é questa”…). Posee un fraseo y una línea de canto impecables, que le permitieron llegar al falsete sin ninguna dificultad. El rol de Lisette le sentó de perlas a Oropesa, donde hizo gala de su maestría vocal habitual y de sus grandes dotes de soprano ligera. Lo mismo ocurrió con el bajo Samuel Ramey, quien demostró su excelencia vocal dando vida a Rambaudo en los dos primeros actos. Y en cuanto a la pareja protagónica, Angela Gheorgiu demostró con creces sobre el escenario del Met ser una soprano de jerarquía. Poseedora de una voz aterciopelada, con un amplio registro que abarca desde las notas más graves hasta las más agudas y unos matices estupendos, fue una Magda perfecta desde su primera aria, la más representativa y conocida de la ópera (“Chi bel sogno di Doretta”), el rondó donde la protagonista recuerda su juventud (“Puó darsi! Ma che non si dimenticano piú!”), su asombro y desesperación ante la noticia que le da Ruggero (“Che devo fare?”…) hasta alcanzar su mayor dramatismo (“Nella tua casa ió non posso entrare”). Naturalmente, el Met deliró ante cada una de sus intervenciones, al igual que a Roberto Alagna desde su entrada (“Pariggi, citá dei desideri”) y en el diálogo en Bulliers (“Nella dolce caressa della danza”), al igual que en los dúos de amor y en el trágico final, donde su histrionismo fue creciendo hasta el trágico desenlace. Una actuación perfecta desde el punto de vista vocal y actoral, donde sus voces fueron las ideales para una escena de honda intensidad dramática.

            Es una pena que este gran clásico pucciniano esté tanto tiempo ausente de los escenarios porteños. Desde 1990 que no se representa en el escenario del Colón –paradójicamente, el primer escenario donde se estrenó fuera de Europa- y hubo un intento de representarla por parte del Ensamble Lírico Orquestal en 2019, pero fracasó. Y no porque no se cuente con buenas voces como para poder representarla, sino todo lo contrario. En el país hay mucho talento y recurso humano apropiado como para poder brindar un espectáculo de jerarquía. Es una obra maravillosa, con una música exquisita, que vale la pena escuchar detenidamente para no catalogarla tan a la ligera como se hizo en sus orígenes.    

viernes, 18 de septiembre de 2020

 

Cancelación definitiva de la Temporada Oficial 2020 del Teatro Colón

 

LA TEMPORADA QUE NO FUE

Martha CORA ELISEHT

 

            Iba a ser un año dorado. Se cumplirían 250 años del natalicio de Ludwig van Beethoven y el Teatro Colón había preparado una temporada prometedora y abultada en materia de conciertos dedicados a la memoria y la obra del genio de Bonn. Además del Ciclo de Conciertos de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires –donde estaba previsto tocar el ciclo completo de sus sinfonías-, se había organizado un Festival dedicado a la memoria del gran músico alemán para el mes de Noviembre donde iban a participar intérpretes de la talla de Charles Dutoit, Martha Argerich, Annie Dutoit, Arta Arricane, Lars Vogt, Dong Hyek Lim y Homero Francesch y donde se iban a ofrecer sus 5 conciertos para piano y orquesta. Dentro del Abono Sinfónico Coral se iba a ofrecer la Misa Solemnis y se había organizado otro Ciclo de Conciertos denominado Conexión Bach/ Beethoven destinado a demostrar la influencia del gran Johann Sebastian en la obra de este último músico. También iba a contar con la presencia de las violinistas Anna Resniak y Midori, junto con los pianistas Bruno Gelber, Lars Vogt, Homero Francesch, Boris Giltburg y Christian Budu, al igual que el violoncelista Benedict Kloeckner. Asimismo, se iba a organizar en el Salón Dorado un Ciclo Integral de Cuartetos de Beethoven a cargo de prestigiosos intérpretes argentinos de cámara (Cuarteto de la Universidad Nacional de La Plata, Cuarteto de Amigos, Cuartetos Gianneo y Petrus) y otro Integral de Tríos, donde iban a participar –entre otros- los Tríos Williams, Ginastera, Opus y Pishenin- Báez- Blanchard.

            Pero no todo iba a ser Beethoven en materia de conciertos. Entre su  numerosa programación, el Salón Dorado había anunciado la presencia de otros destacadísimos intérpretes como los pianistas  Ralph Votapek, Ana Flavia Frazao, el dúo Carles & Sofía, el Dover String Quartet y el Ensamble Atlante. Este último iba a ofrecer un programa dedicado a tríos sonata del barroco alemán, mientras que el repertorio de los otros intérpretes era variado (Schubert, Schumann, Gershwin, Villa- Lobos, Brahms, Ravel, Granados y Poulenc). Dentro de su Ciclo de Abono, la Filarmónica contaba con directores invitados de prestigio de la talla de Edo de Waart, Charles Dutoit, Paolo Bortolameolli, Ramón Tebar, Isaac Karabtchevsky, Marco Perisotto y Alexander Vedernikov entre otros, mientras que Pablo Boggiano, Mika Eichenholz, Silvio Viegas y Pedro Amaral harían lo mismo en los conciertos extraordinarios que tanto el organismo como la Orquesta Estable ofrecen habitualmente en la Usina del Arte y en el Auditorium de Belgrano.

            Dentro del Ciclo de Grandes Intérpretes Internacionales se iba a contar con la presencia de Mariella Devia, Pretty Yandé, Viktoria Mulkova con la Moscow Virtuosi Orchestra; Gustavo Dudamel dirigiendo la Mahler Chamber Orchestra ; la Tokio Geddai Philharmonia Orchestra y el debut del contratenor Philippe Jaroussky previsto para Octubre del corriente año. Y dentro de las orquestas extranjeras invitadas, la Orquesta de Cámara de Chile con Nicolás Rauss, la California Youth Orchestra y la Sinfónica de Porto Alegre habían confirmado su presencia.

            Si bien la Temporada Lírica no abundó en títulos ni incluyó Fidelio dentro de su repertorio en un año consagrado a Beethoven, la presencia de clásicos como NABUCCO, LUCIA DI LAMERMOOR  y TOSCA o la reposición de LOS PESCADORES DE PERLAS y XERXES hubieran hecho las delicias de loa operómanos. En cambio, la Temporada de Ballet sonaba mucho más prometedora. Se hubieran hecho presentes étoiles de primera categoría como Roberto Bolle y Polina Semionova en MANON, Marianela Núñez y Herman Cornejo/ Vadim Muntagirov en LA BAYADERA y el mismo Cornejo hubiera participado de clásicos como GISELLE y LA FILLE MAL GARDÉE haciendo vibrar al público con sus acrobacias. Y la Ópera de Cámara también sonaba muy prometedora al convocar a tres jóvenes directores argentinos para hacer su presentación en el Colón: Ezequiel Fautario, Natalia Salinas y Mariano Moruja para EL SEGUNDO VIOLINISTA, LA HIJA DE RAPPACCINI y OFICINA 470  respectivamente. Todos son muy talentosos y excelentes y merecían dicha oportunidad.

            Por su parte, el Mozarteum Argentino había convocado a figuras que iban a hacer su debut en el Colón: entre otros, el pianista Damil Trifonov y el tenor Piotr Beczala, que hubiera sido un placer no sólo por su excelencia artística, sino también para el periodista especializado de haber sido testigo de tan importante evento.

            Lamentablemente, la pandemia mundial de coronavirus COVID 19 echó por tierra  los planes previstos para el transcurso del corriente año y todo se tuvo que cancelar.

            Lo que llama poderosamente la atención ha sido la actitud de las autoridades del Teatro. Acorde al curso de los acontecimientos en materia sanitaria, se sabía de antemano que lo más probable era que la Temporada se cancelara definitivamente. Entonces, ¿por qué no se hizo desde el primer momento en vez de cancelar por tramos?....

            Así como una tuvo la suerte de que le devolvieran parte del monto de las localidades de sus correspondientes Abonos, lamentablemente todavía hay gente que –pese a haber solicitado el reintegro- aún no ha recibido ni un centavo. El servicio de boletería se encuentra tercerizado –mediante la empresa TuEntrada.com- y por ende, son ellos los que se encargan de realizar la devolución pertinente. No obstante, los mails donde se realizan consultas o devoluciones llevan el nombre del Teatro –aunque no en el dominio-.

Está muy bien que ofrezca transmisiones por streaming los domingos a las 20 horas, pero no son suficientes acorde a un teatro lírico de su jerarquía. Está perfectamente bien que se apele a su archivo histórico para quienes no hayan podido apreciar su época gloriosa –entre otros, esta cronista- puedan hacerlo, pero no basta. Los grandes teatros líricos del mundo ofrecen transmisiones por streaming prácticamente a diario de sus grandes funciones. Y el Colón tiene material de sobra, además de un excelente equipo de digitalización.

 

            En este último tiempo, hay instituciones que están organizando espectáculos por streaming –tomando todas las medidas pertinentes de distanciamiento, acorde al protocolo sanitario vigente- como el Centro Cultural Kirchner o el grupo de Cantantes Líricos Autoconvocados, con buena respuesta por parte del público. ¿No hubiera sido bueno que el Colón organizase algo similar con intérpretes argentinos ya invitados a participar de la presente Temporada, o dando prioridad a los músicos y artistas pertenecientes a sus Cuerpos Estables?.... Se hubiera podido rendir –aunque sea, en una ínfima parte- el merecido homenaje a Beethoven en su año y haber quedado bien con su público. 

            Tal vez sea una mala impresión, pero una ve poca imaginación o falta de ideas por parte de las actuales autoridades. Parecen más preocupados por permanecer en sus cargos que por brindar soluciones. Ojalá que una se equivoque, aunque tema que lo primero prevalezca –infelizmente- sobre lo segundo.

 

Espléndida transmisión por streaming de “LA FILLE DU RÉGIMENT” desde el Met

 

CON ACENTO FRANCÉS Y ENCANTO ITALIANO

Martha CORA ELISEHT

 

            Durante el transcurso de esta semana, los operómanos amantes del bel canto están de parabienes merced a las transmisiones por streaming dedicadas a dicho género y ofrecidas por el Metropolitan Opera House de New York. Precisamente, el jueves 17 del corriente se brindó “LA FILLE DU RÉGIMENT” (LA HIJA DEL REGIMIENTO) de Gaetano Donizetti (1797-1848) en producción conjunta entre el gran teatro lírico neoyorquino, la Ópera de Viena (Wien Staatsoper) y la Royal Opera House Covent Garden de Londres, cuyo reparto fue una constelación de estrellas encabezada por Nathalie Déssay (Marie), Juan Diego Flórez (Tonio), Alessandro Corbelli (Sargento Sulpice), Felicity Palmer (Marquesa de Birkenfeld), Marian Seldes (Duquesa de Krankenthorp), Donald Maxwell (Hortensius), Roger Andrews (un Caporal) y Jack Wetherall (Notario). La dirección orquestal estuvo a cargo de Marco Armiliato, la coral, de Donald Palumbo y la presentación, por Renée Flemming.

            La presente producción data de 2008 y contó con puesta en escena y vestuario de Laurent Pelly, escenografía de Chantal Thomas, iluminación de Joel Adam y coreografía de Laura Scozzi. La versión en DVD con los mismos intérpretes en los roles principales es una retransmisión ofrecida por la Royal Opera House Covent Garden de Enero de 2007, bajo la dirección orquestal de Bruno Campanella y con la participación de la Orquesta y Coro Estables de la institución londinense.

            Esta gran ópera bufa en dos actos fue compuesta cuando Donizetti vivía en París, con libreto de Jean François Bayard y J.H. Verzoy de Saint Georges (basado en la obra original de Carl Gollmick) y se estrenó en Febrero de 1840 en la Opéra Comique de la capital francesa. De ahí pasó a los principales escenarios europeos con gran éxito de público y crítica. Se convirtió en la favorita de grandes sopranos de la talla de Jenny Lind o Adelina Patti y representa un auténtico tour de force para el tenor en el aria más célebre de la misma (“À mes amis”), ya que el mismo debe dar 9 Do de pecho prácticamente al inicio de su intervención. Esta aria fue el trampolín que catapultó a la fama a Luciano Pavarotti en 1973 y también marcó el debut de Juan Diego Flórez. En Marzo de 2019, quien escribe tuvo la oportunidad de escucharla en vivo por las transmisiones HD del Met, donde el mexicano Javier Camarena debió bisarla ante el entusiasmo del público.

            Acorde al argumento de la obra, la escena se desarrolla en el Tirol en 1805, en el marco de las guerras napoleónicas. La puesta en escena es sencilla y posee una gran cantidad de figurantes que contribuyen a realizar los cambios mediante traslado de elementos, lo que permite una mayor dinámica. El vestuario es sencillo (aldeanos, militares e invitados a la boda de Marie con el hijo de la Duquesa de Krankenthorp) y los nobles tampoco lucen ropas muy ostentosas. En el 2° Acto, el castillo de la Marquesa de Birkenfeld se representa sobre una tarima, que será invadida por el Regimiento n° 21 para impedir la boda de Marie mediante el uso de un tanque conducido por Tonio para rescatar a su amada.

            La caracterización de los personajes es soberbia, con una excelente coordinación de los movimientos de Marie, Sulpice y los soldados franceses al compás de la música. Lo mismo sucede con la coreografía empleada a principio del 2° Acto, donde las mucamas limpian el castillo para la boda. Y el Coro se destacó en todas las arias (“Avance! Avance!”, el aria del tambor: “Rataplan! Rataplan!” y la final “Salut à la France”, cantada conjuntamente con los protagonistas), magníficamente preparado por Donald Palumbo. El italiano Marco Armiliato brindó una perfecta actuación en el podio, caracterizada por su énfasis y la correcta marcación hacia la orquesta. Y dentro de los roles secundarios, tanto el bajo Donald Maxwell como la contralto Marian Seldes tuvieron una destacadísima actuación como el mayordomo Hortensius y la insoportable Duquesa de Krankenthorp respectivamente. Y quien se llevó los laureles fue Felicity Palmer, quien dio vida a una estupenda Marquesa de Birkenfeld desde su primer aria, donde se refiere a la brutalidad de los soldados franceses (“Pour une dame de mon nom”) al igual que en el trío del 2° Acto junto a Marie y el Sargento Sulpice (“Le jour nassait dans la bocage”), donde debe cantar en falsete tratando de educar a quien cree que es su sobrina, pero que en realidad, es su hija. El barítono italiano Alessandro Corbelli también demostró sus dotes histriónicas con creces al encarnar al simpático Sulpice desde su presentación introduciendo a Marie (“La voilà!”) y en los dos tríos del 2° Acto – el ya mencionado y “Cammarades! Salut à la France!”, junto a Marie y Tonio- con una soberbia línea de canto y gran fraseo. No sólo Juan Diego Flórez se destacó en la anteriormente mencionada “À mes amis”- donde el Met estalló en aplausos y ovaciones tras finalizar la misma- , sino también en el dúo de amor con Marie (“Je vous aime…. Dans le pays de mon infance”) y en el aria del 2° Acto, rogándole a la Marquesa que lo deje casarse con su hija (“Je voudrais d’être proche de Marie”), donde hizo gala de sus magistral fraseo, entonación y línea de canto. El Met lo aplaudió a rabiar al finalizar cada una de sus intervenciones, al igual que a Nathalie Déssay en el rol protagónico. Su actuación fue impecable desde el comienzo al cantar la Canción del Regimiento (“Chacun le sait”), donde la coordinación de movimientos debe ir al compás de la música. No sólo lo logró, sino que fue perfecta. También demostró un gran estado atlético al cantar el ya mencionado dúo de amor junto a Tonio, al igual que su tristeza y su agobio cuando debe obedecer a la Marquesa (“Il faut partir”), arrastrando la soga donde tendió la ropa de los soldados. Demostró su excelencia vocal en el pianissimo y en el fraseo de dicha aria, al igual que en la del 2° Acto (“Par le rang et l’opulence”), tras la cual el Met estalló en aplausos. Al final de la obra (“Salut à la France”), su agudo fue espléndido.

            Gracias a las transmisiones por streaming, una pudo volver a apreciar las dos versiones ofrecidas por el Metropolitan de este gran clásico de Donizetti: la presente y la de Marzo de 2019 con Pretty Yandé y Javier Camarena en los roles principales. Un monumento al bel canto, con acento francés y el encanto de la ópera cómica italiana.

jueves, 17 de septiembre de 2020

 Primera representación por streaming de “LE COMPTE ORY” en el Metropolitan

 

LA GEMA OCULTA DEL BEL CANTO EN FRANCÉS

Martha CORA ELISEHT

 

            Durante este último tiempo, el Metropolitan Opera House de New York ha estado realizando ciclos de transmisiones de ópera por streaming. Hace dos semanas se brindó el de ópera del siglo XX y moderna; la semana pasada, el de ópera francesa y esta semana le tocó el turno al bel canto. Y dentro de los títulos comprendidos para esta semana, el Met apostó una carta alta con una de las óperas menos representadas de Gioacchino Rossini: “LE COMPTE ORY” (EL CONDE ORY) que se brindó en el día de la fecha con puesta en escena de Bartlett Sher, escenografía de Michael Yeargan, vestuario de Catherine Zuber e iluminación de Brian Mc Devitt. La dirección orquestal estuvo a cargo de Maurizio Benini y la del Coro, de Donald Palumbo.

            La presente producción data de 2011 y contó con un elenco estelar, encabezado por los siguientes cantantes: Juan Diego Flórez (El Conde Ory), Diana Damrau (Condesa Adéle), Joyce Di Donato (Isolier, paje del Conde), Michele Pertusi (El Tutor), Stéphane Dégout (Raimbaud), Susanne Resmark (Ragonde), Monica Yunis (Alice), Tony Stevenson y Tyler Simpson (Dos cortesanos). Contó asimismo con la presentación de Renée Flemming.

            Esta auténtica joya del bel canto es una de las pocas óperas que el genio de Pésaro compuso en francés y también una de las menos representadas. Basada en el vaudevil homónimo, contó con libreto de Eugéne Scribe y es una ópera cómica en dos actos, donde el mujeriego Conde se disfraza de profeta y de monja con tal de seducir y conquistar a la Condesa Adéle. Cuando está a punto de lograrlo, ella se burla de él y se enamora de su paje – Isolier- . Todo termina con un final feliz y el pícaro Conde se retira acompañado de sus caballeros cuando los cruzados regresan tras su victoria en Tierra Santa.  Se compuso en 1828 y se estrenó en París ese mismo año. Sin embargo, cayó en decadencia, ya que posteriormente se cambió la línea de canto y no hubo un tenor capaz de asumir el rol protagónico. Pese a su solidez musical y a lo divertido de su argumento, se representa muy poco. Quien escribe tuvo la oportunidad de verla en la ópera de Marsella en 2012, con producción general de Marc Vento. La presente función fue su estreno en el Met y ha sido llevada al DVD.

            Para recrearla, el régisseur Bartlett Sher empleó recursos del siglo XIX. No sólo cuenta con un magnífico vestuario de época, sino además, con un maestro de ceremonias vestido a la antigua usanza que da la entrada a la orquesta en cada uno de los dos actos golpeando el piso con un bastón y que también se encarga de los efectos especiales sobre el escenario (recreación de truenos y relámpagos golpeando chapas delgadas de metal en escena, presencia de eolífono para el efecto del viento y numerosos figurantes que portan los elementos para los cambios de escena). Toda la obra se desarrolla sobre una tarima central, donde los cambios de escena se logran mediante empleo de telones y elementos de iluminación. El vestuario es de colores vivaces –predominando los tonos de rosa, rojo y violeta para los personajes principales femeninos y el marrón, rojo y bordó para los masculinos- y todas las damas llevan tocados y peinados de época. El Coro y los protagonistas masculinos usan trajes de monjas en el 2° Acto.

            ¿Qué se puede decir de un director de la jerarquía de Maurizio Benini a cargo de la orquesta?.... Una autoridad en la materia y un profundo conocedor de la obra, dando el brillo y la precisión que requiere la partitura rossiniana. En la breve y colorida obertura, en vez de poseer la fuerza y la chispa características de este gran compositor, el susurro de las cuerdas en pizzicato marca un ribete más contenido y hace que suene un poco distinto de lo que el público está acostumbrado. El Coro sonó muy sólido, compacto y estuvo muy bien el efecto logrado al cantar fuera de escena pidiendo refugio en el castillo de la Condesa Adéle, al igual que en la escena final (“Écoute la gloire de la victoire”). Y si a esto se le suma el potente y excelente tándem de voces formado por tres monstruos de la lírica actual de los quilates de Juan Diego Flórez, Joyce Di Donato y Diana Damrau, está todo dicho. Todos se han destacado por su línea de canto, fraseo y los impecables agudos. El trío del 2° Acto fue sublime y desde el punto de vista actoral, estuvieron perfectos y se lucieron en sus roles como grandes comediantes. Y Stépahn Dégout fue una revelación por el bello timbre de su voz y su fraseo dando vida a Raimbaud. También tuvieron una destacadísima actuación el bajo Michele Pertusi como El tutor y la contralto Susanne Resmark como Ragonde. Posee una voz ideal para cantar este tipo de personajes y lo hizo con gran soltura sobre el escenario.

            Ha sido un auténtico placer poder volver a apreciar una obra única en su género,  escasamente representada y con un elenco de notables. Una gema perdida del bel canto en francés, que vale la pena escuchar y admirar

martes, 1 de septiembre de 2020

 

Excelente transmisión por strreaming desde el Metropolitan de “FALSTAFF”

 

LAS ALEGRES COMADRES ATACAN DE NUEVO

Martha CORA ELISEHT

 

            FALSTAFF no sólo es la obra póstuma de Giuseppe Verdi (1813-1901), sino también una deliciosa comedia de enredos basada en la obra homónima de William Shakespeare (Las alegres comadres de Windsor), donde el protagonista –un sibarita o bon vivant- se jacta de ser un gran seductor, pese a su voluminosa barriga. Naturalmente, las comadres planifican su múltiple venganza haciendo caer a John Falstaff en numerosas trampas hasta que todo termina con un final feliz. El Metropolitan Opera House de New York brindó el pasado lunes 31 de Agosto una maravillosa recreación de este clásico verdiano mediante una transmisión por streaming correspondiente al año 2013, con un elenco compuesto por los siguientes artistas: Ambroggio Maestri (Sir John Falstaff), Franco Vasallo (John Ford), Paolo Fanale (Fenton), Angela Meade (Alice Ford), Stephanie Blythe (Mrs. Quickly), Jennifer Johnson Cano (Meg), Lisette Oropesa (Nanetta), Carlo Bosi (Doctor Cajus), Keith Jameson (Bardolfo) y Christian Van Horn (Pistola).

            La dirección musical estuvo a cargo de James Levine, y la coral, de Donald Palumbo. Renée Flemming actuó como presentadora y contó con la siguiente ficha técnica: puesta en escena de Robert Carsen, escenografía de Paul Syeimberg, vestuario de Brigitte Reifenstuel e iluminación de Robert Carsen y Peter Van Praet.

            Para favorecer los numerosos cambios de escena, el régisseur decidió que la puesta en escena tuviera lugar en un hotel durante el 1° Acto, donde la primera escena se desarrolla en la habitación del protagonista, mientras que la segunda, en un restaurant, en cuyas mesas se reúnen por una parte, los hombre y por otra, las mujeres para brindar el marco propicio para los respectivos cuartetos. De paso, Fenton está caracterizado como un maître tratando de enamorar a Nanetta luego de ofrecerle bombones y una copa de champagne. El 2° Acto se desarrolla en una amplia cocina –ambientada en la década del’50- de la casa de John y Alice Ford, en cuyo ropero se va a esconder el protagonista tras haber sido pescado in fraganti tratando de seducir a Alice. Cuenta con una mesa con un largo mantel, debajo del cual se esconderán  Nanetta y Fenton para vivir su romance. El último acto se desarrolla en un establo al cual va a parar el protagonista tras haber sido arrojado al río dentro del cesto de ropa sucia, mientras que para la escena final se montan dos paneles separados por una abertura central, por la cual pasará el protagonista disfrazado como El Cazador Negro al ser citado a la medianoche. Mientras el Coro hace su aparición engañándolo con leyendas de hadas y duendes, cada uno de los principales protagonistas canta sobre una mesa con mantel. Posteriormente, las mismas actúan como pasarela en la escena final. El escenario se ilumina, Ford celebra la boda de las dos parejas –creyendo haber casado a su hija Nanetta con el Doctor Cajus, siendo también engañado- y todos se reúnen para cenar en una larga mesa. El vestuario ideado por Brigitte Reifenstuel es moderno, donde se resalta la barriga del protagonista, quien luce traje a saco con chaleco, pantalones cortos con medias escocesas al tono y polainas. En el 3° Acto, Falstaff luce terrible con un enterizo gris, sucio tras haber caído al agua y luego de haberse recostado sobre el heno. Y usa un sombrero con una larga cornamenta de ciervo para su cita a la medianoche. Posteriormente, se coloca un saco rojo –igual que en el 2° Acto- y aparece vestido como un caballero inglés para la cacería del zorro. Mientras que los hombres lucen trajes a saco y corbata de diferentes colores, las damas usan vestidos ceñidos a la cintura con pollera de campana plato- muy a la década del ’50- para resaltar la misma y peinados de dicha época. En el 2° Acto, Nanetta usa pantalones tipo pescador y remera – al mejor estilo Doris Day-, mientras que en el 3° aparece ataviada como para montar caballos en la escena del establo junto a Fenton, y en la escena final, vestida de blanco con velo acorde al disfraz del Hada y posterior vestido de novia. Todos usan capas de color negro a la medianoche, mientras que los integrantes del Coro lo hacen con sombreros de astas de ciervo. En la escena final, las damas lucen vestidos en diferentes tonos de rojo, al igual que Ford, mientras que Bardolfo y Pistola lo hacen vestidos de escoceses con faldas al tono. Un efecto magistral de iluminación hizo el resto y permitió pasar de una escena a la otra.

            El nivel vocal de los protagonistas fue excepcional, al igual que los roles secundarios. El Coro tuvo una destacadísima actuación en cada una de sus intervenciones durante toda la obra, al igual que los tenores Carlo Bosi como el Doctor Cajus y Keith Jameson como Bardolfo y el bajo Christian Van Horn como Pïstola. Independientemente de ser buenos cantantes, son soberbios actores y lograron darle a sus voces las inflexiones necesarias para interpretar sus respectivos fragmentos. Stephanie Blythe se lució brindando sus insuperables matices como contralto como Mrs. Quickly, en su aria más mentada (“Reverenza”), al igual que en el cuarteto de damas del 1° Acto, que sonó descomunal. Por su parte, la mezzosoprano Jennifer Johnson Cano hizo lo mismo como la simpática Meg. Y Ángela Meade descolló como la astuta  Alice Ford, brindando fidelidad a su marido y también, tratando de seducir a Falstaff. Naturalmente, no podía esperarse nada menos de esa impresionante soprano ligera que es Lisette Oropesa, cuya aria sonó de forma magistral en el 3°Acto. Y en cuanto a los roles masculinos, tanto el tenor Paolo Fanale como el barítono Franco Vasallo tuvieron una actuación muy destacada como Fenton y John Ford respectivamente. El tenor se lució al cantar su Serenata de amor en el 3° Acto, mientras que el barítono hizo lo suyo en el aria y dúo con el protagonista en el 1°.

            Merece un párrafo aparte la excelente actuación del italiano Ambroggio Maestri como Sir John Falstaff. Al igual que el legendario Gabriel Bacquier, es un barítono/ actor de raza, caracterizado no sólo por el caudal, la potencia y la maestría de su voz, sino también por la perfecta caracterización del personaje. Independientemente de poseer el physique du rôle indispensable para encarnarlo, sus magníficas dotes histriónicas le permitieron componer este simpático y pícaro personaje a la perfección. Bien podría decirse que hizo honor a su apellido, ya que fue un maestro en su interpretación. Todo perfectamente logrado gracias a la impecable dirección de James Levine en el podio, que supo dar brillo e intensidad sonora a la orquesta.

            La semana dedicada a Verdi (Metropolitan Verdi Week) culminó con una brillante representación de la obra póstuma del genio de Roncole. Es una lástima que hayan repetido numerosas transmisiones por streaming ofrecidas durante el transcurso del corriente año de las óperas más conocidas del repertorio verdiano. Sería bueno que de vez en cuando repusieran los títulos menos representados (OTELLO, STIFFELIO, I LOMBARDI ALLA PRIMA CROCCIATA, DON CARLO) en lugar de los más conocidos. O al menos, ofrecer versiones históricas para poder apreciar los clásicos en todo su esplendor.