Excelente cierre de la Temporada de Verano en el
CCK a cargo del Trío Alberto Williams
DE ALTA GAMA Y GRAN JERARQUÍA
Martha CORA ELISEHT
El pasado viernes 28 del corriente
tuvo lugar el cierre de la Temporada de Conciertos de Verano en la Sala
Sinfónica (Auditorio Nacional) del Centro Cultural Kirchner (CCK) a cargo del
Trío Alberto Williams, en un programa compuesto por las siguientes obras: Trío n° 3, Op.1 de Ludwig van Beethoven
(1770-1827), el Poema en Zamba de Elsa
Calcagno (1910-1938), Elegía, Op.23 de
Josef Suk (1874-1935) y el Trío en Mi
menor n° 4 (“Dumky”), Op. 90 de
Antonin Dvorak (1841-1904).
La prestigiosa agrupación integrada por
Nicolás Favero (violín), Antonio Fornaro (piano) y Siro Bellisomi (violoncello) se formó en La Plata en 2011,
debutando nada más ni nada menos que con el Triple
Concierto para violín, cello y piano de Ludwig van Beethoven bajo la
dirección de Alejo Pérez al frente de la Orquesta Estable del Teatro Argentino
de La Plata. A partir de allí,
desarrolló una intensísima actividad presentándose en las principales salas de
conciertos del país y su repertorio no sólo comprende las numerosas obras de
cámara para trío instrumental de la música universal, sino que también hace
hincapié en la difusión de compositores argentinos y latinoamericanos. Y lleva
el nombre del ilustre músico y compositor argentino Alberto Williams
(1862-1952) por ser el primer autor nacional que compuso un Trío en La menor para violín, cello y piano
Op. 54 en 1904. Su vasta obra –que comprende numerosa música de cámara, 9
sinfonías y poemas sinfónicos como El
rancho abandonado, Eterno Reposo y Poema del Iguazú- se divide en 3
períodos: hasta 1890, donde sus obras poseen influencia netamente europea, y
desde 1890 a 1910, donde toma elementos del folklore local y los incorpora a la
tradicional formación europea. Posteriormente a 1910, Williams ya se afianza
como un compositor internacional a partir de su Sinfonía n° 2, transformándose en una figura clave para la difusión
del nacionalismo musical argentino.
Debido a la ausencia de programas de
mano, Antonio Fornaro tomó la voz cantante para anunciar las obras comprendidas
en el programa, comenzando con el mencionado Trío n° 3 de Beethoven. Compuesto cuando el genio de Bonn contaba
sólo con 25 años y estudiaba con Joseph Haydn en Viena en 1798, consta de los 4
movimientos tradicionales (Allegro/
Andante/ Scherzo- Rondó/ Finale), donde ya pueden apreciarse sus
características de compositor romántico. El Trío Williams ofreció una versión
muy sólida de dicha pieza de cámara, con un sonido envolvente y de gran
jerarquía. Posteriormente, se ejecutó la fantasía de la compositora argentina
Elsa Calcagno Poema en zamba –obra
inédita para muchos de los que se dieron cita en la Sala Sinfónica- con su
partitura original. Se trata de una obra clásica que toma elementos de la
tradicional danza folklórica, perfectamente hilvanados para lograr una gran
musicalidad y un bello sonido que los intérpretes supieron ejecutar a la
perfección. Y es un gran mérito no sólo haber rescatado esta obra del olvido,
sino también tener intención de grabarla a la brevedad para rendir homenaje a
esta ilustre compositora.
Tras un breve intervalo, el Trío
Williams ofreció una versión memorable de la Elegía Op. 23 de Josef Suk. Este gran compositor checo no sólo fue
discípulo de Antonin Dvorak, sino que además contrajo matrimonio con una de sus
hijas. Esta obra data de 1902 y fue compuesta originalmente para violín
solista, cello solista, armonio, arpa y cuarteto de cuerdas. Posteriormente, se
realizó una versión más acotada para violín, cello y piano cuya melodía –por
momentos- hizo acordar a Noche
Transfigurada de Arnold Schönberg y al misterio que encierra la melodía del
Nocturno n° 3 para piano de la Suite Lyrica Op.54 de Grieg. Es una obra
de breve duración, pero que posee una bellísima armonía y un estupendo color
tonal, características que los integrantes del trío supieron capitalizar muy
bien en cuanto a su interpretación. Y cerraron el concierto con una soberbia
versión del más famoso de los tríos compuestos por Dvorak: el n° 4 en Mi Menor, Op. 90 (“Dumky”), cuyos 6
movimientos (Lento maestoso- Allegro
quasi doppo momento Poco adagio- Vivace non troppo- vivace/ Andante- Vivaca non
troppo- Allegretto/ Andante moderato- Allegretto scherzando- Quasi temoo di
marcia/ Allegro/ Lento maestoso) fueron ejecutados de forma sublime, con
una perfección y profundidad sonoras dignas de estos tres grandes músicos. Las
melodías tristes alternan con momentos de gran frenesí –típico de la música
checa y de la Mittel Europa- y
sonaron estupendamente bien. Tal es así, que el público estalló en aplausos y
ovacionó de pie al conjunto, que se vio obligado a hacer un bis: la Huella de Luis Gianneo, donde el violín y el cello desarrollan la
melodía mediante un soberbio contrapunto, mientras que el piano sostiene la
melodía principal. Luego, se invierten las cosas: mientras el piano desarrolla
el tema, los instrumentos de cuerda sostienen la melodía principal mediante un
contrapunto con punteo. Sonó a la perfección y los músicos se retiraron
ovacionados ante una sala prácticamente llena.
Afortunadamente, el público pudo
disfrutar de una serie de excelentes conciertos durante el mes de Febrero en el
CCK, que ofreció una Temporada de Verano a la usanza tradicional y totalmente
gratuitos. Y el Trío Williams fue el broche de oro para el cierre de un ciclo
caracterizado por intérpretes nacionales de gran jerarquía. Es una pena que el
Colón haya dejado de ofrecer sus tradicionales Temporadas de Verano para reemplazarlas por eventos de alta
rentabilidad comercial, pero indignos de su trayectoria. Por suerte, el CCK
decidió reeditar este tipo de ciclos y tomar el lugar que el Colón dejó vacante para que el público pueda
deleitar sus oídos y descubrir a los grandes talentos de la música clásica
vernácula.