Nikolai Lugansky, Srba Dinic y la Filarmónica de Buenos Aires. La conjunción perfecta para una gran noche en el colón, captada impecablemente para Prensa del Teatro Colón por Juanjo Bruzza.
VOLVIO LA FILARMONICA DE LAS GRANDES NOCHES
Teatro
Colón, temporada 2025: Concierto de abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires, Director: Srba Dinic. Solista: Nikolai Lugansky (Piano). Programa: Obras de Beethoven y
Rachmaninoff. 09 de Agosto de 2025.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE
Con un marco
espectacular de público “del bueno”, ese que sabe cuándo se debe aplaudir,
cuando hacer silencio y cuando se debe insistir en los pedidos de salida a
escena como forma de pedir un “bis”, la Filarmónica de Buenos Aires volvió a
lucir en una gran noche, acompañando a un solista de excepción como Nikolai
Lugansky bajo la guía de uno de los Directores probados y de mayor preferencia
de público y músicos en los últimos tiempos, el serbio Srba Dinic. Programa
Beethoven y Rachmaninoff, dos creadores que forman parte del gusto del gran
público.
En una decisión opinable (al menos en mi caso
esa disposición de programa no me convence), la primera parte estuvo íntegramente
a cargo de la Orquesta, dejando la actuación junto al solista para el tramo
final. Si tomamos en cuenta que el concierto correspondió a una fecha oficial
de abono, que el público adquiere el
mismo para escuchar fundamentalmente a la Orquesta, y junto a ella a los
solistas que la misma presenta, interpreto que se la desplaza del eje de
atención. Si tenemos en cuenta la riquísima historia que la Filarmónica de
Buenos Aires tiene en su haber, ya sea por sus giras internacionales, Directores invitados, solistas y , como
recientemente, hasta bailarines de fama mundial quienes se presentaron junto a
ella, programar para la primera parte las obras que deberían ser de fondo (en
las que la agrupación demuestra su valía) terminan por disminuir la
consideración a este conjunto de probada categoría dados los muy buenos
Maestros que la integran. Entiendo que debe revisarse este criterio de
inmediato.
Entrando de lleno a la velada, la primera
parte estuvo íntegramente dedicada a Beethoven. Se inició con una muy buena
interpretación de la Obertura “Coriolano”, Op. 62 en donde desde el primer
ataque se pudo apreciar el acertado enfoque del Mtro. Dinic al abordar la
partitura, dejando fluir ese drama puesto en música al que Beethoven tan bien
plasmó. El desarrollo de esta página fue traducido con elegancia, refinamiento
e impecable ajuste sonoro.
Una de las páginas sinfónicas de mayor
luminosidad y chispeante desarrollo en
la producción Beethoveniana la constituye la Sinfonía Nº 8 en Fa mayor, Op. 93. Aquí el gran genio de
Bonn regresa a las fuentes para ofrecernos una obra de neto cuño clasicista, a
la que agrega su experiencia adquirida y su madurez como compositor. Tras una
página tan intensa y vibrante como lo es su antecesora, la Nº 7, aquí Beethoven
se permite desde el primer compas exaltar la belleza y la alegría, los dos
tópicos fundamentales que dominan toda la obra. Dinic hizo una presentación
impecable del “Allegro Vivace” inicial, le dio vida al “Scherzando” siguiente,
para luego descollar tanto en el “Menuetto” como en el gran “Allegro Vivace” final (Como se vé, Beethoven
eligió esta forma tanto para la apertura como en el cierre). Párrafo aparte
para la muy buena exposición de la coda con la que la obra concluye. Ya aquí el público respondió con la primera gran
ovación de la noche.
El pianista ruso Nikolai Lugansky se ha
erigido como uno de los más grandes intérpretes
de estos últimos años y en el Colón junto a la Filarmónica lo demostró con
creces. Abordó el célebre concierto para
piano y orquesta Nº 2, op. 18 de Serguei Rachmaninoff, con lo cual era altísima
la expectativa que ya se fue percibiendo en la sala durante el intervalo, por
no decir la ansiedad que para muchos genera una interpretación de esta gran
obra. Lugansky se plantó frente al teclado y ya desde el primer compás derrochó
firmeza y suma elegancia. Su técnica impecable, su precisión en cada ataque, su
entrega en los momentos de mayor tensión, son atributos con los cuales fue
construyendo una versión que quedará registrada como una de las mejores de los
últimos tiempos. La Filarmónica con la sabia guía de Dinic (Quienes ya habían
lucido en esta obra en la memorable integral de conciertos de Nelson Goerner en
el Coliseo) volvió a demostrar ser el vehículo ideal para el acompañamiento de
este repertorio, desde la homogeneidad y el buen empaste con los que el
conductor la dotó, hasta el total lucimiento de los solistas del conjunto en
todas sus intervenciones. Por eso no extrañó que el Colón “rugiera” en el final
como en las grandes noches para saludar este trabajo de suma excelencia. Así
fue también como luego de tres llamadas al escenario a saludar, Lugansky
acometiera con otra página del gran creador ruso, nuevamente con su acreditada
solvencia para ponerse definitivamente al público en el bolsillo. Esta es la
Filarmónica que pretendemos.
Donato Decina
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