LA POTENCIA
DEL MENSAJE TERMINO IMPONIENDOSE
Orquesta
Filarmónica de Buenos Aires, Décimo Concierto de Abono, Director: Enrique
Arturo Diemecke. Programa. Gustav Mahler: Sinfonía Nº 9. Teatro Colón, 20 de
Julio de 2017.
La novena de Mahler es un bocado inmenso para
los Directores y las Orquestas. Obra capital en la historia de la Sinfonía. Tal
vez el retrato personal mas fuerte de un hombre sumido en el dolor, sea este
espiritual o físico. Espiritual: la perdida de una hija víctima de Escarlatina
en 1907. La física, el diagnóstico de una Endocarditis bacteriana que por
entonces no tenía remedio, lo que comenzó por alejarlo de actividades físicas
como la natación de la que era cultor para luego ir minando su salud y sumirlo
en una carrera desesperada por superar la marca de nueve sinfonías que los
grandes de la música (salvo Haydn y Mozart) no habían podido lograr, y el
tampoco, ya que la décima fue solo completada en su primer movimiento y
(autorización de su viuda mediante) sus manuscritos restantes fueron revisados
y orquestados por un equipo encabezado por Deryck Cooke en 1960, centenario del
nacimiento del compositor, pero solo estrenados en 1964 poco antes del
fallecimiento de Alma Mahler. Es una despedida en un comienzo desesperada, la que
luego se transfigura y se torna en una
estoica resignación ante el hecho inevitable de la muerte, culminando en un
Adagio que en su parte final se extingue lentamente como quien se va alejando
hasta que su figura deja de ser visible. Para ese momento habrá transcurrido
alrededor de una hora y veinte minutos de
pura tensión, desde el comienzo del drama, el recuerdo por el terruño de uno (expresado
a través del Ländler, el legendario vals campesino austríaco al que tanto su
admirado Anton Bruckner como El mismo rindieran culto en sus páginas sinfónicas)
y luego un alborotado “Burleske” en forma de rondó, dedicado a sus críticos,
acaso como una última burla. Semejante desafío hoy por hoy solo puede ser
abordado por sí solo, es decir, solo la Sinfonía como única obra del Concierto
y, por fín, la decisión de Enrique Artudo Diemecke de hacerla sola, sín otras
obras como ocurriera en sus dos versiones anteriores, por lo que el público
tuvo la concentración puesta en la partitura. Un comienzo en principio llamativamente
hosco por la falta de sutilezas en algunos solistas y algunos ligeros
desacoples. Algún cambio de ritmo algo violento, dieron la impresión que no
todo estaba en su lugar. Un sonido “mate” algo extinguido,. No fue un inicio convincente
, lo que se extendió al Segundo movimiento. Todo cambió a partir del tercero donde
evidentemente Diemecke puso ahí el foco y desde ese punto hasta el final fue el
Diemecke que todos conocemos, con un conmovedor “Adagio” de cierre, en donde
parecía que todo estaba asociado al lograr del público un profundo silencio luego de la extinción del
sonido de la orquesta, el que para Ntra. Desgracia fue quebrado por un
asistente que comenzó a aplaudir, tal vez para irse a festejar el día del
amigo, desconcentrando al Director, quien no tuvo mas remedio que “capitular”
frente a la incontenible salva de aplausos. Mas allá de este lamentable
episodio, esta fue sin dudas la mejor de las versiones que el Conductor
Mexicano ofreció entre Nosotros y la Filarmónica en la parte final fue la que
todos queremos.
Donato
Decina
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