miércoles, 2 de agosto de 2017

LA POTENCIA DEL MENSAJE TERMINO IMPONIENDOSE

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Décimo Concierto de Abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Programa. Gustav Mahler: Sinfonía Nº 9. Teatro Colón, 20 de Julio de 2017.

  La novena de Mahler es un bocado inmenso para los Directores y las Orquestas. Obra capital en la historia de la Sinfonía. Tal vez el retrato personal mas fuerte de un hombre sumido en el dolor, sea este espiritual o físico. Espiritual: la perdida de una hija víctima de Escarlatina en 1907. La física, el diagnóstico de una Endocarditis bacteriana que por entonces no tenía remedio, lo que comenzó por alejarlo de actividades físicas como la natación de la que era cultor para luego ir minando su salud y sumirlo en una carrera desesperada por superar la marca de nueve sinfonías que los grandes de la música (salvo Haydn y Mozart) no habían podido lograr, y el tampoco, ya que la décima fue solo completada en su primer movimiento y (autorización de su viuda mediante) sus manuscritos restantes fueron revisados y orquestados por un equipo encabezado por Deryck Cooke en 1960, centenario del nacimiento del compositor, pero solo estrenados en 1964 poco antes del fallecimiento de Alma Mahler. Es una despedida en un comienzo desesperada, la que luego se transfigura y se torna en   una estoica resignación ante el hecho inevitable de la muerte, culminando en un Adagio que en su parte final se extingue lentamente como quien se va alejando hasta que su figura deja de ser visible. Para ese momento habrá transcurrido alrededor de una hora  y veinte minutos de pura tensión, desde el comienzo del drama, el recuerdo por el terruño de uno (expresado a través del Ländler, el legendario vals campesino austríaco al que tanto su admirado Anton Bruckner como El mismo rindieran culto en sus páginas sinfónicas) y luego un alborotado “Burleske” en forma de rondó, dedicado a sus críticos, acaso como una última burla. Semejante desafío hoy por hoy solo puede ser abordado por sí solo, es decir, solo la Sinfonía como única obra del Concierto y, por fín, la decisión de Enrique Artudo Diemecke de hacerla sola, sín otras obras como ocurriera en sus dos versiones anteriores, por lo que el público tuvo la concentración puesta en la partitura. Un comienzo en principio llamativamente hosco por la falta de sutilezas en algunos solistas y algunos ligeros desacoples. Algún cambio de ritmo algo violento, dieron la impresión que no todo estaba en su lugar. Un sonido “mate” algo extinguido,. No fue un inicio convincente , lo que se extendió al Segundo movimiento. Todo cambió a partir del tercero donde evidentemente Diemecke puso ahí el foco y desde ese punto hasta el final fue el Diemecke que todos conocemos, con un conmovedor “Adagio” de cierre, en donde parecía que todo estaba asociado al lograr del público un  profundo silencio luego de la extinción del sonido de la orquesta, el que para Ntra. Desgracia fue quebrado por un asistente que comenzó a aplaudir, tal vez para irse a festejar el día del amigo, desconcentrando al Director, quien no tuvo mas remedio que “capitular” frente a la incontenible salva de aplausos. Mas allá de este lamentable episodio, esta fue sin dudas la mejor de las versiones que el Conductor Mexicano ofreció entre Nosotros y la Filarmónica en la parte final fue la que todos queremos.



Donato Decina

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