DIEMECKE EN
UNA DE SUS NOCHES MAS FELICES
CCK-Sala
Sinfónica: Concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Matías Hernán Sagreras (Organo).
Programa: Obras de Respighi y Saint Saëns. Viernes 18 de Mayo de 2018.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE.
Con un programa muy inteligentemente formulado, la
Filarmónica se presentó por tercera vez en la sala sinfónica del CCK, bajo la
guía de su Titular y Director Artístico del Colón, Enrique Arturo Diemecke. Podemos
decir que al fin Director y agrupación retomaron la programación de fuerte
compromiso (luego del programa Norteamericano muy liviano presentado el año
anterior), aprovechando todas las posibilidades técnicas de la sala, entre las
que se destaca sobremanera el Organo Klais Op. 1912 que engalana a la misma. De
ahí una programación para la Dupla Organo-Orquesta, o lo que sería mucho mas
justo, el Organo “dentro” de la Orquesta, para lo cuál se ubicó en los atriles
una obra absolutamente relegada (casi es lo mismo decir “Injústamente Olvidada”)
de Ottorino Respighi: “Vetrate di Chiesa” (Vitrales de Iglesia). Recurriendo a
mi memoria, recuerdo que la única vez que ví su inclusión en un programa de
conciertos, me remonta hasta el año 1985 en el que la Sinfónica Nacional, en
uno de sus tantos vaivenes con las Hermanas de la Misericordia que llevaron a
que ese año no se arrendara el Auditorio de Belgrano, la incluyó en uno de sus
Conciertos de esa temporada en la sala María Guerrero del Teatro Nacional
Cervantes. Debo disculparme ante Ustedes en el sentido que la duda que tengo es
si el Director de esa velada fue Juan Emlio Martini (por entonces ya veterano,
pero que venía de ser consejero y programador de la Orquesta durante la segunda
titularidad de Juán Carlos Zorzi), como también lo pudo haber sido Mario
Perusso (Quién sí digo con total
seguridad que abordó “Deitá Silvane” del mismo compositor en esa misma
temporada en la que la muy buena soprano Mariana Altamira [de la que
lamentablemente carecemos de noticias] fue la solista [a posteriori la volvería
a interpretar con una jovencísima Paula
Almerares]). Seguramente alguno de los maestros “veteranos” de la Nacional me
aclararán esta duda, pero luego de escuchar esta versión, lo que puedo
manifestar es que no la imagino sonando en el Cervantes, como tampoco en el
Colón, ya que por la magnificencia en si de la partitura, su Orquestación y los
pasajes en los que el Organo interviene en la composición, hacen que solo en
una sala de las características de la Sinfónica del CCK con su Organo Tubular o
en alguna Iglesia que lo posea (Y que además tenga una muy buena acústica,
combinación sumamente difícil), sean el ámbito adecuado para la presentación.
“Vetrate di
Chiesa” se conforma en cuatro episodios que describen las imágenes que
engalanan los vitrales de diferentes templos visitados por el compositor, hay
reminiscencias del barroco, también del canto gregoriano. Y aquí me detengo para
señalar brevemente, que la familia Respighi proviene de la región cercana a Buseto.
El Abuelo de Ottorino, tuvo una fuerte amistad con Giuseppe Verdi. Por esos
tiempos la educación musical inicial se desarrollaba en las Parroquias de la
zona, para luego recién pasar a los maestros de música y las instituciones
musicales de primera formación. Es indudable que Respighi vuelca en el
pentagrama, mucho de lo aprendido en esa etapa. Y su música es descriptiva, con
momentos de intensa intimidad, e inicio
y remate de suprema magnificencia en ambos casos. Los momentos descriptos son:
“La Huida a Egipto”, “San Miguel Arcángel”, “Los Maitines de Santa Clara” y
“San Gregorio Magno”. Aun cuando en algunos instantes la versión sufrió las
consecuencias de la aun hoy imperfecta acústica de la sala (en los pasajes de
bravura el sonido del bronce en conjunción con el órgano casi devoran por
completo a la cuerda), la misma debe considerarse como de extraordinaria
calidad, ya que todos los sectores respondieron a la perfección y el Organo en
las manos de Matías Hernán Sagreras fue el complemento ideal.
Y si hablamos
de Organo dentro de la Orquesta, ¿Cómo no sucumbir ante la tentación de
realizar la Tercera Sinfonía “Con Organo” de Camille Saint-Saëns?. Fue el
corolario perfecto de la noche. Una versión sólida, ajustada, con una
exposición de cuerdas junto al Organo en la sección final de la primera parte sencillamente antológica, para luego acometer
la Segunda parte con toda la bravura y la enjundia que la obra reclama. Y aquí
sí, luego del imponente acorde con el que ingresa, el Organo se llevó todas las
palmas con una estupenda exposición del tema principal por parte de Sagreras y
una coda final estupendamente acometida
por Diemecke, redondeando una noche perfecta.
Donato Decina
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