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domingo, 23 de septiembre de 2018
Espectacular versión de “ROMEO Y JULIETA” por Iñaki Urlezaga en el Colón
NI SHAKESPERARE LO HUBIERA HECHO MEJOR
Martha CORA ELISEHT
Durante el transcurso del corriente año han sido varias las grandes figuras de la danza nacional que se han despedido del escenario del Colón: en Agosto pasado, Karina Olmedo y Alejandro Parente lo hicieron con La Viuda Alegre, y en esta ocasión, Septiembre trae aparejada la despedida de Iñaki Urlezaga con otro clásico: Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev (1891- 1953), con coreografía de Sir Kenneth Macmillan (1929- 1991), en reposición de Susan Jones y Clinton Lukett, con escenografía y vestuario de Nicholas Georgiadis. En la función correspondiente al pasado miércoles 19 del corriente, actuaron los siguientes bailarines: Iñaki Urlezaga (Romeo), Lauren Cuthbertson (Julieta), Nahuel Prozzi (Teobaldo), Emanuel Abruzzo (Mercucio), Facundo Luqui (Bervolio), Paula Cassano (Rosalinda), Norma Molina (Nodriza), Gerardo Wyss (Paris), Julián Galván (Fray Lorenzo), Igor Gopkalo y Natalia Saraceno (Lord y Lady Capuleto), Martín Foronda y Laura Pereyra (Lord y Lady Montesco) y Adrián López (Escalus, príncipe de Verona). La dirección orquestal estuvo a cargo de Enrique Arturo Diemecke frente a la Orquesta Estable del Colón, mientras que el Ballet Estable estuvo a cargo de su directora titular, Paloma Herrera.
La maravillosa música de Prokofiev ofrece el marco ideal que porta al espectador hacia la antigua Verona, donde los Capuletos y los Montescos mostraban su rivalidad ancestral en la Plaza del Mercado mediante numerosas escaramuzas entre espadachines- donde, por lo general, siempre había muertos por parte de ambas familias-. Esto estuvo muy bien logrado desde el inicio a cargo del Ballet Estable, con una muy buena coordinación en todas las escenas de conjunto. Merecen una mención especial Ayelén Sánchez, Georgina Giovanonni y Camila Bocca, quienes encarnaron a las tres prostitutas que tratan de seducir a Romeo, Mercucio y Bervolio. En cuanto al protagonista principal, se lo vio un tanto deslucido al principio- en comparación con Emanuel Abruzzo, quien realizó unas piruetas de gran dificultad técnica y dio unos saltos increíbles sobre el escenario, interpretando un Mercucio de antología (que, por momentos, remedaba a Hernán Cornejo)-. Posteriormente, Iñaki Urlezaga se fue afianzando y demostró ser quién es arriba del escenario que lo lanzó a la fama internacional. Facundo Luqui también es otra joven promesa del ballet: interpretó su personaje con gran técnica, soltura en el escenario e histrionismo, al igual que Nahuel Prozzi, quien también tuvo un muy buen desempeño en el rol de Teobaldo. Por último, dentro de los roles masculinos, Gerardo Wyss hizo una correcta interpretación del conde Paris, cuyo mayor lucimiento se vio en la escena del baile de máscaras en casa de Capuleto, acompañando a la primera bailarina en el rol de Julieta.
Lauren Cuthbertson no sólo posee belleza y juventud, sino también todas las condiciones que debe tener una bailarina que ejerza este rol: técnica, plasticidad, soltura, dominio de la escena, dotes histriónicas, pero por sobre todas las cosas, sensualidad. Y lo demostró desde el primer momento, aunque se hizo mucho más evidente en la escena del balcón, donde luego de encontrarse con Romeo, se acarició sus partes íntimas delicadamente, como queriendo decir: “Ya no soy una niña. Soy una mujer. Te deseo y quisiera que me poseyeras”. En efecto, cumplió exactamente con la concepción escenográfica de Macmillan, donde los protagonistas no sólo son dos adolescentes que viven una historia de amor prohibido por el odio ancestral entre ambas familias, sino que además, deciden rebelarse contra una voluntad paterna arbitraria y despótica. (¿Acaso la adolescencia no es una etapa de crisis vital en los seres humanos, donde una de sus principales características es, precisamente, la rebeldía?...) Si bien ella se lució desde su aparición en el escenario, demostró todo su arte y su esplendor en el pas de deux de la escena del balcón, donde los protagonistas desarrollan un solage y un developée que requieren de una técnica perfecta y de una excelente coordinación. Ambos demostraron por qué son las primeras figuras del Royal Ballet de Londres con creces sobre el escenario. Además, ella es etérea, con un physique du rôle que es fundamental para su interpretación.
Lo mismo sucedió en la escena de amor del 3° Acto, donde Romeo debe partir hacia el exilio. La versión ofrecida por los protagonistas fue de una delicadeza sublime y de un souplée excelente, donde ambos demostraron una versatilidad suprema en el escenario. En la escena siguiente, las dotes histriónicas de Lauren Cuthbertson quedaron más que demostradas al manifestar su rebeldía en contra de la voluntad paterna, negándose rotundamente a casarse con Paris. Y lo mismo sucedió al ingerir el narcótico que le suministra Fray Lorenzo a fines de aparecer como si estuviese muerta. Por último, en la escena de la cripta, cuando Romeo la toma entre sus brazos, actuaba como si realmente se tratara de un cuerpo muerto. Naturalmente, al terminar la obra, el público estalló en aplausos y se retiraron ovacionados.
En cuanto al resto de los roles femeninos, Paula Cassano interpretó una exquisita Rosalinda, mientras que Norma Molina desplegó muy buenas dotes histriónicas en su rol de Nodriza. Lo mismo sucedió con Natalia Saraceno, quien lloró amargamente la muerte de su sobrino Teobaldo como Lady Capuleto en el 2° Acto. El trío formado por Ayelén Sánchez, Georgina Giovannoni y Camila Bocca volvió a lucirse en la escena del Mercado del 2° Acto, previo a la escaramuza que disputarán Teobaldo y Mercucio.
En cuanto a la escenografía y vestuario, los diseños fueron excelentes. Si bien la Estable acompañó muy bien a los bailarines- considerando que no es una orquesta habituada a interpretar ballet, ya que dicho rol lo desempeña la Filarmónica-, no obstante, hubo unas cuantas pifias y, por momentos, sonaba discordante. Debido a que la música de Prokofiev es muy conocida entre los amantes del ballet, esto opacó ligeramente la actuación, pero no fue impedimento para que el público lanzara numerosos vítores y ovaciones. Naturalmente, faltó la lluvia de papelitos y pétalos de flores para Iñaki Urlezaga, ya que todavía resta una función para su despedida definitiva de los escenarios como bailarín. Y lo va a hacer como una de las grandes figuras de la danza mundial, que tanto suceso ha tenido y que tantas alegrías le ha dado al público con sus magníficas interpretaciones.
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