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sábado, 8 de septiembre de 2018
Estupenda dirección de Theodor Kuchar al frente de la Sinfónica Nacional en el CCK
UN GRAN DIRECTOR CON UN PIANISTA AUSENTE
Martha CORA ELISEHT
Dentro del Ciclo de Conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner (CCK), el pasado miércoles 29 de Agosto se presentó dicha agrupación en la Sala Sinfónica del mencionado organismo bajo la dirección de Theodor Kuchar, con la participación del Coro Polifónico Nacional, dirigido por José María Sciutto y los siguientes solistas: Mario De Salvo (bajo) y Sebastián Forster (piano).
El programa comprendió las siguientes obras: la Polonesa de la Suite para Orquesta n° 3, Op. 56 de Tchaikowsky; el Concierto n° 2 para piano y orquesta en Do menor, Op. 18 de Sergei Rachmaninov; dos fragmentos del ballet La Noche antes de Navidad, del compositor Yevhen Stankovych y el poema sinfónico- vocal La Ejecución de Stephan Razin para bajo, coro y orquesta, de Dimitri Shostakovich.
Es la primera vez que este gran director ucraniano visita la Argentina y es reconocido mundialmente por sus numerosas grabaciones de compositores rusos- estupenda su versión de las sinfonías de Kalinnikov al frente de la Orquesta Nacional de Ucrania, de la cual fue Director Musical y Artístico durante muchísimos años- . También se ha formado en Estados Unidos y ha dirigido no sólo a la Orquesta de Cleveland y otras agrupaciones sinfónicas de dicho país, sino también de numerosas partes del mundo. Para esta ocasión, eligió un programa formado exclusivamente por compositores rusos y ucranianos, con obras muy célebres y otras, inéditas en nuestro medio (La Noche antes de Navidad, del ucraniano Yevhen Stankovych, considerado en 2009 Héroe Nacional y Ciudadano Ilustre por el Parlamento de dicho país). Pese a su enorme carisma y a la pasión que transmite al dirigir, lamentablemente, no puede decirse lo mismo del pianista Sebastián Forster, cuya interpretación del celebérrimo Concierto n° 2 para piano y orquesta en Do menor, Op. 18 de Sergei Rachmaninov sonó completamente deslucida, tímida y carente de emoción. Una rescata el mérito de haberlo tocado de memoria, pero hubo momentos donde la orquesta sobrepasaba el diálogo con el piano. Y no se trató de un problema de desequilibrio, ya que Kuchar respetó los tempi, tutti y cantábile tal como figuran en la partitura durante todo el concierto. Por momentos, se notó que el pianista estaba enfrascado en su problemática personal hasta tal punto, que no intercambiaba miradas ni acataba los gestos del director.
Otro punto débil del concierto fue haber interpretado solamente la Polonesa de la Suite para Orquesta n° 3 de Tchaikowsky. Se trata de la pieza final de la mencionada suite, que es una obra maestra en materia de orquestación. Quizás, hubiera sido mejor haberla interpretado dentro de un contexto general que sólo como una parte, lo que hubiera dado una mayor jerarquía a la orquesta. No obstante, la Sinfónica Nacional respondió magistralmente, con un sonido puro, brillante y majestuoso. Se destacaron los instrumentos solistas en metales y percusión, con un muy buen acompañamiento de las cuerdas.
Como ya se mencionó anteriormente, el ballet La Noche antes de Navidad de Stankovych es una obra inédita en nuestro medio. Por tratarse de una obra contemporánea, posee ciertos elementos de atonalidad, pero con una armonía interesante, que suena de manera agradable para aquel que la escucha por primera vez. Los dos fragmentos elegidos para esta ocasión fueron muy bien interpretados y, naturalmente, el público respondió positivamente. Pero lo mejor de la noche fue, sin lugar a dudas, la cantata La ejecución de Stepan Razin para coro, bajo y orquesta. Compuesta por Shostakovich en 1964, se basa en la obra homónima del escritor ucraniano Evgeni Yevtushenko y se ejecuta con escasa frecuencia; quizás, debido a su complejidad y al rol principal- interpretado por un bajo- , ya que posee arias de hondo dramatismo, donde se requiere un gran caudal y color de voz. En la presente versión, Mario De Salvo realizó una magnífica interpretación como solista, apoyado no sólo por la orquesta, sino también por el coro- magistralmente dirigido y preparado por José María Sciutto- , que supieron recrear la atmósfera dramática en el marco de la inmortal música de Shostakovich. Al finalizar, el público estalló en aplausos.
Probablemente, si se hubiera elegido otro pianista u otro repertorio- meramente orquestal, sin necesidad de acudir a un instrumento solista- , el resultado hubiera sido otro. De todos modos, no quita mérito a un excelente director que supo sacarle brillo a la Sinfónica Nacional- una orquesta que ha ido incorporando nuevos músicos a sus filas, y que está sonando muy bien y de forma muy compacta- en el marco de La Ballena Azul. Lamentablemente, el pianista brilló por su ausen
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