sábado, 23 de marzo de 2019


LA CALIDAD BIEN ENTENDIDA EMPIEZA POR CASA

Teatro Colón, Temporada 2019, Opera: “Rigoletto”, en Tres actos y cinco escenas, basada en “Le Roi Amuse” de Victor Hugo, con Música de Giuseppe Verdi y Libreto de Francesco María Piave. Interpretes: Leonardo López Linares (Rigoletto), Darío Schmunck (Duque de Mantua), Laura Rizzo (Gilda), María Lujan Mirabelli (Maddalena), Goderdzi Jenelidze (Sparafucile),Leonardo Estevez (Conde Monterone), Juan Font (Marullo), Gabriel Renaud (Borsa), Mario de Salvo (Conde Ceprano), Alicia Cecotti (Giovanna), Mariana Carnovali (Condesa Ceprano), Gustavo Gibert (Ujier), Ana Sampedro (Paje de la Duquesa). Coro Estable del Teatro Colón: Director: Miguel Martínez, Orquesta Estable del Teatro Colón, Escenografía: Nicolás Boni, Vestuario: Jesús Ruíz, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Video: Matías Otalora, Coreografía: Alejandro Cervera. Dirección Musical: Maurizio Benini, Dirección de Escena: Jorge Takla. Función Extraordinaria del 20 de Marzo de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Cinco para el peso. Eso es lo que siempre le falta al Colón (al menos desde el 2010 hasta el presente) para que un espectáculo lírico de envergadura con música de alguno de los mas grandes de todos los tiempos sea redondo y perfecto. Cuando no es por la voces, es por la orquesta, cuando no es por desajustes, lo es por la concepción escénica. Y casualmente es esto último lo que me priva a calificar a esta nueva presentación de “Rigoletto” como excelente. No lo es por el vestuario del Español Jesús Ruíz , de época y absolutamente ajustado, ni por la Iluminación de José Luís Fiorruccio, exacta en todo momento, ni las proyecciones de video diseñadas por Matías Otalora, que graficaron con justeza el espacio y el lugar, ni la realización escenográfica de Nicolás Boni de acuerdo a lo que el Regista solicitó. Es esto último, la Regie, la que desentonó por completo en un espectáculo de una categoría musical que ha hecho honor a Verdi por donde se le mire.  ¿Era necesario exponer al público durante  el preludio al primer acto  el sometimiento sexual de la hija del Conde Monterone, cuándo la música por si sola nos introduce al drama que se va  a visualizar y escuchar?. Y luego, ¿Era necesario exhibirla desnuda dentro de una jaula como a un animal, o peor aun, como una stripper de cabaret colgando imaginariamente del techo, casi como una conquista mas del duque, hasta que su padre aparece a reclamar por semejante afrenta?. Decidamente no. Una vez mas aparecen (Y es la tercera vez en menos de un año), columnas caídas, muros derruidos, a modo de graficar las consecuencias del uso indebido del poder y la degradación social. ¿Habrá otra forma de expresar todo eso? ¿Existirá un modo mas inteligente de expresión? Pues parecería ser que no. O al menos en esta puesta firmada por Jorge Takla ello no ocurre. ¿Por qué no hay muros en torno a la casa del protagonista?. ¿Es creíble que no se visualice al Duque en las semipenumbras mientras delante suyo el Bufón les pide a su hija y a su criada que no salgan ni se expongan?. ¿Por qué el hospedaje sórdido de Sparafucile está caracterizado como un barco encallado y en ruinas, sería capaz un Duque de entrar y albergarse allí en esa época y por mas pasión que Maddalena le provoque?. Son detalles que hacen al meollo de la cuestión y, lamentablemente, van en desmedro de los correctos desplazamientos escénicos, los buenos efectos lumínicos e incluso la gran carga dramática lograda durante el desenlace de la tormenta previo al asesinato de Gilda, por lo que no dudo en señalar que por momentos el Regista  Brasileño conspira contra si mismo.

  La contrapartida estuvo dada desde lo musical. Maurizio Benini demostró con creces porque hoy por hoy es una de las mas grandes figuras de la Dirección de Orquesta de Opera en los principales escenarios del mundo. El fraseo la respiración, la dinámica con un “Tempi” verdaderamente antológico como hace muchísimo tiempo no se escuchaba en la sala del Colón, sin que esa dinámica haya significado resignar un ápice la carga dramática. A sus órdenes la Estable lució a pleno en todos sus sectores. De la misma forma el Coro Estable en su sección Masculina lució magníficamente preparado por Miguel Martínez. No es casualidad entonces, que el Concertador haya convocado a Este último para saludar juntos al Público durante los aplausos del final en un gesto de nobleza del primero pocas veces visto.

  Vocalmente vayamos desde los personajes menores a los de mayor importancia. Simpática la presencia y la breve  intervención de Ana Sampedro como el Paje de la Duquesa (Un rol con brevísima frase pero que encierra un significado que aquí si fue bien expuesto). Correcto Gustavo Gibert como el Ujier. Presencia, Frescura y buena Voz en Mariana Carnovali como la Condesa Ceprano. Innegable Oficio y autoridad escénica en Alicia Cecotti como Giovanna. Mario de Salvo una vez mas con sobradas condiciones encarnando al Conde Ceprano. Gabriel Renaud  haciendo gala de su formidable experiencia para encarnar a Borsa y un imponente Juan Font en el Rol de Marullo, aquí sí engañando hábilmente a Rigoletto y luego poniendo su mejor cara de Poker cuando el bufo revela  que a quien han raptado es a su hija y no a su amante.

  Leonardo Estevez fue  un estupendo Conde Monterone. Atormentado, atribulado, abatido por las circunstancias, pero sin cejar en su deseo de justicia. María Lujan Mirabelli se movió como pez en el agua para encarnar a Maddalena, con gracia y juego de seducción. Goderdzi Janelidze, el bajo Georgiano que conociéramos el año pasado cuando reemplazó a Fernando Radó en el “Requiem” de Verdi, volvió a exhibir sus buenas condiciones vocales. Sín embargo, le falta algo de maduración escénica, por lo que quizás haya sido el punto mas flojo de un sólido elenco.  Podemos preguntarnos ¿Cómo hace Laura Rizzo para mantener inalterables sus condiciones vocales y cantar Gilda  cada vez mejor?. Fue un verdadero deléite escucharla, percibir que su esmalte vocal se halla inalterable y que sus coloraturas no exhiben la mínima fisura. Supo cantar con inteligencia, no forzar los agudos cuando no eran necesarios  (respetando la partitura tal cual está escrita) y se movió en la escena como pez en el agua. Darío Schumnck fue un estupendo Duque de Mantua. Con tímbre acerado, agudos firmes, presencia escénica. Su “Donna e´mobile” fue  bien recibida  y justicieramente aplaudida. Para el Final, Un descomunal Leonardo López Linares dando vida al atribulado protagonista. Se entregó en cuerpo y alma, dejando la vida en cada nota, haciendo de su Bufo una querible criatura, en la que ha sido sin dudas su actuación definitivamente consagratoria en el Colón. Se ganó con creces la ovación que se le tributó y esperemos que derive en una ininterrumpida colaboración suya con el Teatro.

  Observen, saquen conclusiones. Nuestros artistas demostraron que están para cantar bajo las Ordenes de las mejores batutas del mundo (Palumbo, Barennoim, Benini, Auguin, Von Donanyi, Pido). ¿No podía ser también una puesta íntegramente de la casa con alguno de Ntros mejores Directores Escénicos?. Por algo la Calidad bien entendida empieza por casa.

Donato Decina

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