Apertura del Festival KONEX de Música Clásica 2019
con Bruno Gelber
IN CRESCENDO
Martha CORA ELISEHT
El martes 23 del corriente se inició el Festival KONEX de
Música Clásica 2019, cuyo lema es “CHOPIN
Y EL ROMANTICISMO”, nada más ni nada menos que con un recital de piano a cargo de Bruno Gelber, quien
inauguró la primera de las 6 noches de gala que tendrá este importante
festival, donde participarán figuras de la talla del Cuarteto Petrus y el Trìo
Ginastera- Williams; los pianistas Pavel Kowalski (Polonia), Hyo- Joo Lee
(Corea del Sur) y Horacio Lavandera (Argentina), y una Gala de Ballet con
Karina Olmedo y Nahuel Prozzi para cerrar el mismo.
El programa elegido por Gelber comprendió las siguientes
obras: la Sonata nª 14 en Do sostenido
menor (“Claro de Luna”), Op. 27 de Ludwig Van Beethoven (1770-1827) y la Sonata nª 21 en Do mayor (“Waldstein”), Op.
53 del mismo compositor; Carnaval,
Op.9 de Robert Schumann (1810-1856) y el Andante spianato y Gran Polonesa Brillante, Op.22 de Frederic
Chopin (1810-1849).
Debido a las dimensiones de la Gran Sala del Centro
Cultural KONEX, Gelber ofreció su recital amplificando el sonido del piano con
micrófono, lo que no le restó mérito, sino más bien, todo lo contrario. Es bien
sabido que puede ocasionar reverberación al ejecutar determinados pasajes o
acordes que requieren policromía o forte,
lo que no se notó en la primera de las obras incluidas en el presente recital.
Bruno Gelber demostró ser un gran pianista a la hora de interpretar una muy
correcta y equilibrada versión de la consabida “Claro de Luna”, donde los matices y los tempi sonaron correctamente desde el inicio del 1ª de los tres
movimientos que componen la misma (Adagio
sostenuto). Lo mismo sucedió en el Allegretto,
que fue ejecutado con precisión y maestría, al igual que el Presto agitato que cierra la Sonata (y
que, acorde a la partitura, fue ejecutado attaca;
es decir, sin interrupción). En este último movimiento fue donde Gelber
hizo alarde de su técnica, digitación y pulsación a la hora de tocar los
numerosos crescendi que requiere la
obra. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de la Sonata en Do mayor “Waldstein”, donde si bien ofreció una muy buena
versión del 1ª movimiento (Allegro con
brio), los movimientos restantes de la mencionada obra sonaron un tanto
lentos para esta cronista (Introduzione-
Adagio molto- attaca y el Rondó-
Allegretto moderato final). Por momentos, la ejecución resultó lenta,
pesada y muy martillada en los forti.
Quizás, a una todavía le resuena la excelente versión de esta Sonata ofrecida
por Dubravska Tomsic Sretbonjak el año pasado en el Colón, donde sorprendió al
público argentino con su maestría interpretativa y, por ende, no es fácil dejar
de entablar comparaciones.
A medida que el recital avanzó, Gelber fue superándose a
cada instante, ofreciendo una muy buena versión del Carnaval de Schumann, cuyos números no sólo aluden a dicha fiesta,
sino que también se refieren al Miércoles de Ceniza (Asch, en alemán), representado por las cuatro notas del comienzo de
cada sección (La, Mi bemol, Do y Si). Pero el gran momento de la noche se dio
durante la interpretación del Andante
spianato y Gran Polonesa Brillante de Chopin, donde Bruno Gelber se lució y
demostró ser el eximio pianista que es: una ejecución impecable desde el
principio hasta el final, respetando los tempi,
forti y tutti característicos del
universo chopiniano. Los pasajes sonaron con la luminosidad, brillo, fuerza e
ímpetu típicos del genio romántico polaco. Una versión memorable en todos los
sentidos, donde el público estalló en aplausos al final del concierto.
Esta vez, no hubo bises. Luego de una soberbia
interpretación de Chopin, no hacían falta. Bruno Gelber lo demostró con creces
y prefirió cerrar el concierto inaugural haciendo alusión al espíritu del gran
genio del romanticismo.
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