Excelente concierto didáctico en el CCK a cargo de
la Sinfónica Nacional y la Compañía Argentina de Danza Contemporánea
LA UNIÓN HACE LA FUERZA
Y RINDE SUS FRUTOS
Martha CORA ELISEHT
El pasado domingo 6 del corriente
tuvo lugar en la Sala Sinfónica (Auditorio Nacional) del Centro Cultural
Kirchner (CCK) un concierto didáctico a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional
y la Compañía Argentina de Danza Contemporánea, dirigida por Margarita
Fernández para recrear un clásico de Igor Stravisnsky (1882-1971): EL PÁJARO DE FUEGO (versión 1919), con
la participación de los siguientes bailarines: Juan González (Pájaro de Fuego), Ernesto Chacón Oribe (Mago Katschei), Bettina Quintá (Princesa Zarevna) y Liber Franco (Príncipe Iván). La dirección orquestal
estuvo a cargo del español Ignacio García Vidal, con la participación de la
narradora Ana Hernández- Sanchis. El
vestuario estuvo a cargo de Francisco Ayala.
Además de la suite de la mencionada
obra de Stravinsky, el programa también comprendió la versión orquestal de
Claude Débussy sobre la Gymnopédie n° 1 de
Erik Satie (1866-1925), que también fue interpretada por dos jóvenes bailarinas
de la mencionada compañía de danza. (Lamentablemente, los nombres de las mismas
no figuraban en la gacetilla de prensa).
Desde hace algunos años atrás, la
dupla formada por el director García Vidal y la locutora/narradora Ana
Hernández- Sanchis lleva a cabo estos conciertos didácticos en España con obras
de compositores donde se narra un cuento o una leyenda, o también, donde se
pueda explicar una historia de tal forma que llegue al público neófito, que se
acerca por primera vez a la sala de conciertos y que a la vez guste. En 2018
hicieron Scheherezade de Nikolai
Rimsky- Korsakov y también tienen en
proyecto representar Pedro y el Lobo de Sergei Prokofiev o Introducción de la Juventud hacia la
Orquesta Op.34 de Benjamin Britten. Y en este caso, montaron un espectáculo
que se caracterizó por poseer un discurso dinámico, entretenido, haciendo
participar al público con movimientos acordes a la música –e ilustrados con los
diferentes leitmotiv de los
personajes, a cargo de la orquesta-. Para ello, Ana Hernández- Sanchis
descompuso la historia en varios fragmentos, para luego concatenarlos y de esa
manera, poder narrarla en forma completa. Mientras tanto, las dos bailarinas
previamente mencionadas danzaron la versión orquestal de la melodía de Satie
utilizando elementos de danza contemporánea (contracción/ relajación, pies
descalzos, giros sobre su eje, vueltas carnero y otro tipo de destrezas
acrobáticas), usando vestidos que les permitían amplitud y libertad en los
movimientos.
Tras una breve pausa, la narradora
explicó el argumento de la obra de Stravinsky, mientras la Sinfónica Nacional
tocaba el prólogo de la célebre suite.
Y, pese a que debía interrumpir la música para poder explicar de qué se trataba
la obra, no cayó mal, sino todo lo contrario. La actuación de los bailarines
fue estupenda, destacándose Ernesto Chacón Oribe como Katschei y el joven Juan González como El Pájaro de Fuego. No sólo poseen una técnica perfecta, sino muy
buena plasticidad y buenas dotes interpretativas. La pareja formada por Bettina
Quintá y Liber Franco – la Princesa Zarevna
y el Príncipe Iván, respectivamente-
también tuvo una muy destacada
actuación, luciendo un vestuario típico de época, muy apropiado para la
ocasión, pese a su sencillez. E Ignacio García Vidal ofreció una gran versión
de la conocida suite al frente de la Sinfónica, usando un menor número de
instrumentistas pero a la vez, logrando un muy buen equilibrio sonoro y una
musicalidad estupenda. Hacia el final, el Auditorio Nacional aplaudió
calurosamente a los protagonistas. Y. al estilo de las comedias musicales,
repitió los últimos compases para que el público pudiera aplaudir aún más a los
bailarines.
Hacía mucho tiempo que no se ofrecía
una interpretación de EL PÁJARO DE FUEGO como ballet. Una recuerda la memorable versión del Ballet del Siglo XX, con
coreografía y dirección de Maurice Béjart que se ofreció en 1980 en el Colón,
con la interpretación del inolvidable Jorge Donn en el rol principal -previo a su participación en el film Los Unos y los Otros, que lo catapultó a
la fama internacional- y aquella ofrecida por el Ballet de Haarlem en 1987 en
el Colón, que se destacó por la excelencia y plasticidad de sus protagonistas.
A partir de esa fecha, nunca más se repuso. Por ende, una ve con muy buenos
ojos estos proyectos donde participan organismos estatales en forma conjunta.
También hay muy buenas narradoras y cuentistas en el país que pueden contar
este tipo de historias para que el público pueda entenderlas mejor y, de esa
manera, poder apreciarlas. Si se continúa en esta tesitura, pueden lograrse
grandes espectáculos de muy buena calidad. En este caso, la unión no sólo hace
la fuerza, sino que además, rinde sus frutos.
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