Première de “AKHNATEN” de
Philip Glass en el Metropolitan de New York
CON LA MAGIA Y EL
MISTERIO DEL ANTIGUO EGIPTO
Martha CORA ELISEHT
A partir de la presente crítica, los
lectores del blog van a poder apreciar la opinión de quien escribe sobre los espectáculos
líricos que se realizan en el exterior y que pueden apreciarse en el país
merced a la tecnología. En este caso, las transmisiones en vivo en HD ofrecidas
por el Metropolitan Opera House de New York, donde el sábado 23 del corriente
se representó por primera vez “AKHNATEN” del
compositor estadounidense Philip Glass con el siguiente reparto: Anthony Roth
Constanzo (Akhnaten), J’Nai Bridges (Nefertiti), Dísella Lárusdóttir (Reina Tiy, madre de Akhnaten), Aaron
Blake (Gran Sacerdote de Amón), Will Liverman
(General Horemhab), Richard Bernstein
(Aye, padre de Nerfertiti) y Zachary
James (Narrador y Amenhotep III). La
dirección musical estuvo a cargo de Karen Kamensek; la producción, de Phelim Mc
Dermott, con escenografía de Tom Pye, vestuario de Kevin Pollard, iluminación
de Bruno Poet y coreografía de Sean Gandini. (Estos dos últimos hicieron su
debut en el Metropolitan con esta ópera).
Las transmisiones en vivo desde esta
prestigiosa institución se destacan por
su excelente proyección, la suntuosidad de sus puestas en escena y por tener
una figura importante de la lírica estadounidense que actúa como presentador:
en este caso, le tocó dicho honor a Joyce Di Donato, quien presentó a los
protagonistas y a la directora de orquesta desde el backstage, además de narrar el argumento de la obra. La cuarta
ópera de Philip Glass narra la historia del faraón Akenatón (Akhnaten), hijo de Amenophis III y la
Reina Tiy y esposo de Nefertiti, quien durante su reinado decide eliminar la
religión politeísta y establecer el culto a Atón –rey del sol- en vez de Amón-
Ra, motivo por el cual encabeza una revuelta expulsando a los sacerdotes del
templo y establece la nueva orden de Atón, fundando una nueva ciudad para el
culto monoteísta. Sin embargo, tras 17 años de reinado, se aísla junto a su
esposa y sus seis hijas hasta tal punto que crece el descontento popular
–encabezado por los sacerdotes de Amón y el General Horemhab-. Al forzar las
puertas de palacio para entrar, separan a Akenatón de su familia y es
asesinado. Asume el trono su hijo –Tutankamón-, estableciéndose la antigua
religión politeísta, mientras los fantasmas de Akenatón, Nefertiti y la Reina Tiy
vuelven a oírse desde el mundo antiguo. Es una de las historias de los faraones
del antiguo Egipto menos conocidas, que Glass ejecuta perfectamente mediante
textos vocales escritos de fuentes originales por Sharon Goldman, mediante la
expresión minimalista de su música. A diferencia de las óperas tradicionales,
sólo hay un aria interpretada por el protagonista (Aria a Atón, el Sol) y un dúo entre Akhnatén y Nefertiti durante
el segundo Acto, donde ambos se declaran su amor. Independientemente de los relatos
del Narrador y Amenhotep III, el
resto de los cantantes sólo vocaliza, acompañando perfectamente la música y
siguiendo el precepto wagneriano mediante el cual, la voz es un instrumento
más. La línea musical recapitula constantemente- por momentos, puede resultar
algo monótona para quien no está habituado a escuchar música
contemporánea- pero es perfectamente
audible y agradable al oído. La dirección musical de la estadounidense Kamensek
ha sido soberbia, logrando un sonido perfecto, con ciertas reminiscencias barrocas.
La escenografía y el vestuario han
sido espectaculares, donde un grupo de bailarines y malabaristas lucieron
mallas que remedaban la corteza de un árbol –o la muda de piel de una
serpiente- mientras emplearon elementos
(bolas, alas, palos) para ilustrar los diferentes momentos del desarrollo de la
obra. Unido esto a los efectos de
iluminación y video mediante proyección de símbolos egipcios característicos
más una ventana –que engloba a Akhnaten,
Nefertiti y la Reina Tiy a modo
de la Sagrada Familia, de la cual
salen rayos-, se logró un perfecto clima de época. En el segundo acto, los
protagonistas vistieron túnicas sencillas, con largas colas que permitían
entrelazarse, mientras que en el 3° Acto sólo lucieron túnicas blancas. El efecto
de iluminación empleado sobre una gran bola blanca –que representaba al Sol-
fue perfecto mediante cambios de color en el aria del protagonista. También se
utilizaron numerosos claroscuros para hacer énfasis sobre los principales
personajes.
En cuanto a las voces principales,
el protagonista fue interpretado por el contratenor Anthony Roth Constanzo,
quien ha sido un excelente Akhnaten en
un rol difícil por las notas sobreagudas
que debe vocalizar durante toda la obra. Por otra parte, es un estupendo actor,
además de un gran cantante. Y realizó un soberbio contrapunto en el aria de
amor con la mezzosoprano afroamericana J’Nai Bridges, que dio vida a una
estupenda Nefertiti, mientras que la
soprano islandesa Dísella Lárusdóttir interpretó a la Reina Tiy –madre de Akhnaten-
, quien realizó un contrapunto con notas muy agudas, dada su condición de
soprano ligera. El barítono Zachary James –quien interpretó al Narrador y a Amenhotep III, padre del protagonista- también hizo su debut en el
Metropolitan. Es un cantante de comedia musical, que no viene de la lírica
tradicional, pero que posee una voz excelente y resultó sumamente efectivo en
la interpretación de su rol, al igual que los tenores Will Liverman y Aaron
Blake y el bajo Richard Bernstein, quienes participaron desde la coronación del
protagonista hasta la invasión del Templo de Amón en el 2° Acto y son asimismo
quienes encabezan la rebelión que concluye con el asesinato de Akhnaten en el 3° Acto.
Acorde al tercer principio de la
filosofía egipcia de El Kybalión -escrito
por Hermes Trimegisto- los
extremos se tocan. Por lo
tanto, esta obra representa un excelente ejemplo de un paralelismo entre lo
barroco y lo contemporáneo –al cual adhieren numerosos periodistas
especializados-. Si además se tiene en cuenta el claroscuro empleado para
resaltar a los protagonistas, se puede
decir que AKHNATÉN es una obra
contemporánea con reminiscencias barrocas, que narra la historia de un faraón
olvidado y recrea la grandeza y la suntuosidad del Antiguo Egipto. Una
excelente producción con un magnífico nivel de canto e interpretación, que vale
la pena ver.
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