Cómo pasar la cuarentena en el hogar estando solo y
no morir en el intento
LA CUARENTENA TIENE SUS
VENTAJAS
Martha CORA ELISEHT
La palabra cuarentena es un término
muy utilizado en epidemiología –rama de la medicina que se dedica al estudio y
evolución de las epidemias- y significa lapso de 40 días. Antiguamente, cuando
las enfermedades infectocontagiosas no tenían cura, se debía aislar a los
enfermos de manera profiláctica durante dicho intervalo de tiempo.
Si bien no equivale al significado
de la palabra desde un punto de vista etimológico, el aislamiento social
preventivo y obligatorio implementado por el Gobierno para disminuir la tasa e incidencia de
contagios provocados por el coronavirus COVID- 19 ya lleva prácticamente un mes
desde el inicio de la pandemia. Quizás por eso a la gente le resulte más
práctico utilizar dicho término que tan largo y engorroso nombre.
De todos modos, cuando la gente
permanece aislada en casa y sólo debe salir para abastecerse de alimentos,
medicamentos u otros bienes indispensables para la subsistencia diaria, a
menudo resulta aburrido y tedioso disponer de tanto tiempo libre. El que
utiliza la computadora para trabajar no tiene problemas, porque realiza su
trabajo on line, mientras que para
los trabajadores de prensa y comunicadores sociales, la tecnología resulta una
herramienta muy útil para no perder continuidad
con la audiencia y poder transmitir sus programas –ya sea tanto grabados
como en vivo-.
Las amas de casa o las mujeres
profesionales que tienen niños en edad escolar son quizás las que más se
benefician: ya sea porque están habituadas a hacerlo, o porque también poseen
más tiempo destinado a la crianza de los hijos o la supervisión de sus tareas
escolares –dadas también on line, debido
a la suspensión de clases presenciales-.
Quizás, el mayor problema lo tienen
aquellas personas que viven solas. Al no tener alguien con quien compartir
tanto tiempo, el aislamiento social puede volverse insoportable y en algunos
casos, una verdadera tortura. No obstante, al poseer mucho más tiempo libre,
una va descubriendo que hay muchas tareas para hacer en casa. Y no
precisamente, acomodar u ordenar placards o papeles, sino descubrir cosas que
una tenía guardadas tan bien, que no sólo no las podía encontrar, sino que
tampoco sabía que las tenía, porque hacía mucho tiempo que no las usaba. Por
ejemplo, una fuente para horno, un juego de compoteras o un caquelon para fondue. Al ser una comida que no se
realiza habitualmente, quizás, una lo compró y como nunca más lo usó, lo guardó
en el fondo del aparador y ni se dio cuenta que lo tenía hasta que volvió a
poner las cosas en orden.
Otra cosa que suele suceder es desarrollar
tareas que una no realiza habitualmente, así como también, agudizar el ingenio
para resolver problemas. Por ejemplo: se rompe un mueble y hay que repararlo, o
hay una fuga de agua y el plomero no puede venir a domicilio. En este último
caso, quien escribe posee cierta experiencia, ya que descubrió una fuga de agua
y se dio cuenta que la junta del caño de la pileta estaba fuera de lugar. Una
vez cortada la llave de paso del agua, reparó la junta, volvió a hacer la
prueba…. ¡y listo! Ha descubierto que tiene dotes de plomera (y no
precisamente, por saber manejar incontinencia urinaria en la mujer como
ginecóloga). La cocina también es una excelente terapia para matar el tiempo y
sorprender gratamente a los suyos con los ingredientes que hay en casa. A
veces, una comida tan sencilla como un bife con papas fritas o un filet de
merluza con puré puede representar la mayor de las exquisiteces.
¿Qué pasa si se despega la suela de
un zapato o una zapatilla y la compostura de calzados está cerrada?... Afortunadamente,
existen adhesivos plásticos que se venden en comercios y pueden ayudar a
subsanar este problema. Y también se puede dar color a un mueble viejo con
pomada para zapatos –a falta de la tinta de lustre- , al igual que reparar
marcas en la madera como consecuencia de los arañazos del gato. Se deja secar
bien durante 24 horas antes de lustrar con un paño seco. ¿Se dan cuenta que no
hay que ser un ebanista experto para hacer este tipo de cosas?.... ¡Hay que
usar la imaginación y los elementos que hay en casa!
¿Y qué pasa si uno desea realizar
actividad física?... Si se está habituado a ir a un gimnasio, hay que realizar
la rutina que le indicaron los profesores antes de la cuarentena. ¡Pero no hay
aparatos ni colchoneta! A falta de pan, buenas son tortas. Use la imaginación y
busque una esterilla (de ésas que se usan para ir a la playa) para utilizarla
como colchoneta. Si tiene botellas vacías de 1y ½ litros, llénelas con agua,
tápelas bien y utilícelas como pesas. Las mancuernas se pueden reemplazar con 2
botellitas de agua mineral de ½ litro cada una. Y si tiene una bicicleta fija o
algún aparato de los que se venden por televisión, es el momento ideal para
usarlo. De esta manera, uno arma el gimnasio en casa con lo que tiene y
practica actividad física con la música que a uno le gusta. También hay muchos
profesores de gimnasia que dictan sus clases on line por Internet o mediante las redes sociales. Y si no
hay aparatos, ¡baile! Es un excelente ejercicio aeróbico y le va a ayudar a
perder peso.
Para los amantes de la música
clásica, nada mejor que volver a escuchar las trasmisiones de las grandes
funciones de los mayores teatros del mundo por streaming. Es un placer poder volver a vivir esos momentos
inolvidables brindados por intérpretes de gran jerarquía. O tomarse el tiempo
para disfrutar de las grabaciones que uno posee en su casa –cosa que,
habitualmente, no se puede hacer mientras se está trabajando por falta de
tiempo-, de manera relajada y tranquila.
El que no está muy familiarizado con
la tecnología ahora posee tiempo necesario como para aprender a amigarse con la
misma. En el caso personal de quien escribe, tuvo que aprender de golpe muchas
cosas: descubrir plataformas digitales para poder dar clases on line, participar de foros de discusión
por las redes sociales, descubrir el programa de la computadora para hacer
videos y editarlos, enviar archivos mediante programas especiales, etc. Cuesta
un poco al principio, pero una vez que uno se pone canchero aprende a tomarle
el gusto y a descubrir las ventajas.
Otro de los placeres del aislamiento
social obligatorio es salir al balcón y sorprenderse con algo tan simple como
el vuelo de una mariposa o de ciertas especies de aves que uno no acostumbraba
ver. Y si se debe trasladar por su profesión, ¿no es maravilloso viajar
cómodamente sentado en un medio de transporte público desde el inicio hasta el
final del recorrido?.... Es un hábito tan mecanizado, que uno no se da cuenta
hasta que lo descubre.
Lo mismo sucede a la hora de hacer
las compras. Si uno se levanta temprano, los mayores de 60 años poseen trato
diferencial en el supermercado. Los dejan pasar primero, pueden estar más
tiempo eligiendo y no hay que hacer cola para abonar. O yendo a la verdulería,
el empleado le elige qué bandeja de ensalada o de verdura para sopa debe
comprar –cuando no se lo regala-. ¿Alguna vez lo han tratado con tanta
amabilidad en condiciones habituales?...
Por último: ¡llame a sus amigos,
parientes, compañeros de trabajo, vecinos o a todos aquellos que uno ama y
aprecia! Ofrézcase para hacer un mandado a aquellos que están en situación de
riesgo y hágales saber que no están solos. En estos tiempos que corren, la solidaridad es
uno de los valores más preciados. Y póngale la mejor buena onda para que la
cuarentena pase mucho más rápido, aprovechando al máximo las ventajas que le da
la misma.
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