Excelente reposición por streaming de “LA TEMPESTAD”
de Thomas Adés
CON LA MAGIA Y EL
MISTERIO DEL CLÁSICO DE SHAKESPEARE
Martha CORA ELISEHT
Durante el transcurso de la presente
semana, el Metropolitan Opera House de New York ha brindado excelentes
transmisiones por streaming. El
pasado miércoles 13 del corriente le tocó el turno a “THE TEMPEST” (LA TEMPESTAD) del compositor británico Thomas Adés
(1941) con libreto de Meredith Oakes basado en la obra homónima de William
Shakespeare y producción a cargo de Robert Lepage –quien tuvo a su cargo la régie de esta ópera en los principales
escenarios del mundo- , con vestuario de Kim Barrett e iluminación de Michael
Beaulieu. La presente reposición data de 2012 y contó con la presencia del
mismo compositor en el podio.
El elenco estuvo integrado por los
siguientes cantantes: Simon Kennylside (Próspero),
Audrey Luna (Ariel), Isabel
Leonard (Miranda), Alan Oke (Caliban), Alex Shrader (Ferdinand), John Del Carlo (Gonzalo), William Burden (Alonso, Rey de Nápoles), Toby Spence (Antonio,
príncipe de Milán), Christopher Feigum (Sebastián),
Kevin Burdette (Stefano) y Iestyn Davies (Trínculo). El Coro Estable estuvo bajo la dirección de Donald
Palumbo, mientras que Crystal Pite se hizo cargo de la coreografía y Deborah
Voigt actuó como presentadora.
Debido al éxito alcanzado con su
primera ópera (“POWDER HER FACE”), el
Royal Opera House Covent Garden de Londres le encomendó a Adés la composición de una nueva ópera sobre
la masacre de Jonestown, ocurrida en 1978. Si bien el libretista narró una
versión poética sobre dicho suceso, Adés no pudo componer la música. Por lo
tanto, optó por llevar a la ópera en colaboración con Meredith Oakes a este clásico de Shakespeare.
Durante una tormenta, el barco que lleva a Alonso
de Nápoles, su hijo Ferdinand y a
Antonio –que ha usurpado el puesto de
su hermano Próspero como Duque de
Milán- naufraga junto con su séquito. Miranda
–hija de Próspero- mira
horrorizada la escena, pero su padre la tranquiliza y le cuenta cómo su hermano
usurpó su puesto. Mientras la joven duerme, Próspero
le ordena al duende Ariel que
salve a los náufragos. Cuando el mismo le solicita su libertad, Próspero le dice que deberá esperar doce
años. Ambos se esconden cuando aparece el príncipe Ferdinand, quien encuentra dormida a Miranda y se enamora pérdidamente de ella (“I never saw somebody like you before”). Cuando ella se despierta,
se establece una poderosa atracción entre ambos. Sin embargo, Próspero lo aparta y lo inmoviliza,
decidido a ejercer su venganza. Mientras tanto, los náufragos no pueden
explicarse cómo han sobrevivido a la tempestad. Próspero le ordena a Ariel que
los confunda y los embruje (“Taunt them,
haunt them, Goad and lease/ Prick them, trick them/ Give them no peace!”). Aparece
Caliban –una criatura agreste y
salvaje- diciéndoles que no se preocupen, porque la isla está llena de
espíritus y ruido (“This island is full
of noises”). Cuando se prepara para guiarlos y les explica su presencia allí,
es silenciado antes de mencionar el nombre de Próspero. El Rey Alonso y
Gonzalo buscan desesperadamente a Ferdinand, pero Próspero ejerce su magia haciéndolos caminar en círculos (“Search where is no path/ Go in circles!
Drink the salt marsh!”). Mientras tanto, Stefano y Tríncolo quieren
establecer a Caliban como jefe de la
isla y le ofrecen alcohol. En otra escena, Ferdinand
está atado en el bosque y cree que va a morir, pero aparece Miranda y lo libera. Ambos jóvenes se
declaran su amor y parten juntos. Próspero
comprende que ha perdido a su hija en pro de su venganza.
En el tercer Acto de la obra, Caliban, Stefano y Tróincolo están completamente borrachos recorriendo la isla y
cuando el salvaje cree que ha llegado el momento de decretar como rey de la
isla a Stefano para poder recuperar
su libertad, aparece nuevamente el hechizo de Ariel, quien no sólo los confunde, sino que también evita el plan
de Antonio y Sebastián de matar al Rey haciendo que toda la corte se despierte y
les ofrece un banquete, lo que provoca todavía más confusión dentro del grupo.
Mientras tanto, Miranda y Ferdinand han contraído matrimonio y
reciben la bendición de Próspero, quien
le dice al príncipe que su padre está vivo. Ariel
los protege y Próspero le ordena
desaparecer. Aparece el trío de borrachos y cuando Caliban pretende a Miranda,
Próspero los hace desaparecer y le promete a Ariel que recuperará su libertad cuando termine su plan. Cuando
aparece el Rey, Próspero se
manifiesta y les muestra a Ferdinand y
Miranda. El Rey Alonso imparte su bendición a la pareja y Próspero hace las paces con el Rey, perdona a su hermano Antonio y libera a Ariel. En la última escena aparece Caliban, que no puede comprender los cambios que han ocurrido en la
isla (“Who was there? Have they
dissapeared?”). La obra culmina con la voz de Ariel desvaneciéndose a medida que cae el telón.
El estreno tuvo lugar en el Covent
Garden de Londres en 2004, con el compositor al podio y Simon Kennylside en el
rol de Próspero. En 2005 se
representó en Estrasburgo y Copenhague, mientras que su estreno en Estados
Unidos se produjo en la Ópera de Santa Fe en 2006, con Alain Gilbert a cargo de
la dirección orquestal.
Al Prólogo de la obra, aparece una
araña de luces sobre fondo oscuro con un acróbata –símbolo del duende Ariel, que conduce a los náufragos a la
isla-, que representa un faro en medio
de la tormenta. El efecto de la tempestad se crea mediante telas azules
simulando olas, entre las cuales se hallan los náufragos. Los efectos de
iluminación hacen el resto. En el resto de las escenas, se representa al
palacio de Próspero como un teatro de
ópera alla italiana, mientras que las
escenas del bosque y de la isla poseen una escenografía sencilla. El vestuario
de época realizado por Kim Barrett es simple pero muy efectivo, al igual que la
coreografía de Crystal Pite para la escena del banquete y las posturas
acrobáticas de Ariel. La exigencia
vocal y actoral de este personaje es sumamente dificultosa, porque la soprano
de coloratura debe cantar en falsete y
además, dar notas agudas e hiperagudas. Además, debe tener la agilidad
suficiente para trepar por las paredes y desaparecer al cambio de escena. Este
personaje encontró en Audrey Luna a su intérprete ideal. Asombró con sus
matices vocales, sus dotes actorales y sus acrobacias sobre el escenario,
motivos por los cuales fue ovacionada al final de la ópera. Por su parte, Simon
Kennylside dio vida a un excelente Próspero,
caracterizado por su caudalosa voz, sus dotes actorales y sus matices
tonales. Isabel Leonard interpretó una muy buena Miranda y se lució junto al tenor Alex Shader como Ferdinand en los diálogos y las escenas
de amor. Este último posee una bella voz, potente, con muy buenos matices y
coloratura, al igual que Toby Spence –quien interpretó el rol de Ferdinand
en el estreno mundial de la obra y que esta vez se puso en la piel del
ambicioso Antonio-, de destacada
actuación. Por su parte, el tenor William Burden interpretó un dolido Alonso, secundado por el bajo- barítono
John Del Carlo como un soberbio Gonzalo. Los
bajos Christopher Feigum y Kevin Burdette también interpretaron muy bien a sus
respectivos personajes –Sebastián y Stefano-, mientras que fue una muy
agradable sorpresa la participación del contratenor Iestyn Davies como Trínculo, tanto desde el punto de vista
vocal como actoral. Y el tenor ligero Alan Oke supo ponerse en la piel de una
criatura agreste como Caliban, dando
vida a un personaje contradictorio y
simpático a la vez merced a sus grandes dotes histriónicas y a su potente voz.
En lo personal, era la primera vez
que esta cronista escuchaba esta ópera, cuya música presenta ritmo, atonalidad,
reminiscencias de estilo minimalista y de ciertas composiciones de otros
autores del siglo XX –tales como Carl Nielsen e Igor Stravinsky-, pero con un
sello propio y una poderosa orquestación. El binomio Thomas Adés/ Meredith
Oakes ha hecho un muy buen trabajo de llevar esta comedia del genio de
Stratford- on-Avon al mundo de la ópera y representarla con toda la magia y el
encanto que se merece.
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