domingo, 28 de junio de 2020


Otra histórica transmisión por streaming del Metropolitan de “L’ELISIR D’AMORE”

MAESTRÍA EN GRACIA Y BEL CANTO
Martha CORA ELISEHT

            Lo bueno que tienen los programas de  transmisiones por streaming es que alternan versiones históricas con producciones más recientes. Y dentro de la amplísima gama de posibilidades que ofrece el Metropolitan Opera House de New York, en el día de ayer le tocó el turno a una versión histórica de “L’ELISIR D’AMORE” de Gaetano Donizetti (1797-1848) que se representó en dicho escenario en 1991, con puesta en escena de John Copley, escenografía y vestuario de Beni Montresor e iluminación de Gil Wechsler. La dirección de orquesta estuvo a cargo de James Levine y la del Coro, de Raymond Hughes, con un elenco formado por los siguientes intérpretes: Katheleen Battle (Adina), Luciano Pavarotti (Nemorino), Enzo Dara (Dulcamara), Juan Pons (Sargento Belcore) y Korliss Uecker (Gianetta).
            Siempre es un placer volver a escuchar los clásicos italianos y en este caso, una transmisión histórica del Met, cuyo material fílmico se conserva en perfecto estado. Pero a diferencia de otras versiones, esta transmisión careció de un buen volumen de sonido. Probablemente se deba a que la grabación del videotape se hizo a muy bajo volumen en su momento y, por lo tanto, haya costado un poco más poder escucharlo bien. No obstante, la puesta en escena a tres niveles –que permite no sólo cambios rápidos de una escena a la otra, sino también el traslado del coro y los cantantes-  fue muy linda, al igual que el magnífico vestuario diseñado por Beni Montresor para esta ocasión, donde los aldeanos lucieron vestimentas típicas y coloridas, mientras que los soldados, pantalón blanco con listón rojo y chaquetas del mismo color. Todo ello dentro del marco que anuncia la llegada de la primavera y el amor, donde el campesino Nemorino no se ve correspondido por el amor que siente por la bella y culta Adina. Por lo tanto, es el motivo principal por el cual el astuto Doctor Dulcamara aparece ofreciendo su mágico elixir, capaz de hacer auténticos milagros, pero que en realidad, sólo es un licor (Lo que en Medicina se denomina “efecto placebo” y cura por sugestión o convencimiento por parte de quien lo ingiere, sin efecto terapéutico alguno). Así es como Nemorino se alista en el Ejército con tal de conseguirlo, mientras Adina anuncia su compromiso con el Sargento Belcore para causarle celos. Sin embargo, la bella protagonista se da cuenta que ha ido demasiado lejos y, cuando pretende recuperar el amor del campesino, éste la rechaza. Finalmente, el amor triunfa, Dulcamara se retira convencido de que su elixir es el mejor –aunque sólo se trate de un placebo- y Belcore se compromete con Gianetta.  Una obra maestra, donde los enredos se resuelven con un final feliz.
            El mítico director estadounidense demostró ser un profundo conocedor de la partitura de esta ópera, brindando frescura y espontaneidad a la orquesta, pero con mucha precisión en los tempi y en los fragmentos más líricos. Y llegó al summum en el solo de fagot que abre la celebérrima Una furtiva lacrima – el aria más conocida de esta ópera y una de las más mentadas de toda la lírica-, donde el gran Luciano Pavarotti se lució vocal y actoralmente en cuanto a su interpretación. Y como no podía ser de otra manera, el Met cayó rendido tras su intervención y estalló en aplausos. El gran tenor italiano hizo gala de los insuperables matices de su voz desde la primer aria (“Questo é bella, questa é cara”), siguiendo con “O fatale! O caro!” a fines del 1° Acto y prosiguió con la mencionada aria, además de lucirse de cabo a rabo en todos los dúos con Adina, Belcore y Dulcamara. Con respecto de este último personaje, bien puede decirse que Enzo Dara representa quizás el último exponente de una generación de bajos buffos que –hoy en día- es un registro muy difícil de encontrar. Quien escribe tuvo la oportunidad de verlo encarnar roles de este tipo en el Colón, junto a otros grandes exponentes de esta categoría como Sesto Bruscantini, Wladimiro Ganzarolli y Enzo Sordello. Su impecable técnica, sus matices vocales y sus dotes histriónicas le permitieron dar vida a este pícaro y simpático personaje, destacándose en las cavatinas y arias de coloratura, al igual que en la célebre “Audite! Audite!”, donde presenta su mágico elixir a los campesinos, abriendo una capa multicolor llena de botellas . Lo mismo sucedió en el dúo con Adina y el trío final del 1° Acto junto a Belcore, al igual que el célebre dúo junto a Adina en el 2° Acto, o cuando se ve rodeado por el Coro femenino (“O elisire mágico”) creyendo que su producto es el mejor. Por su parte, Katheleen Battle encarnó una espléndida Adina, que sobresalió por su maravillosa e inconfundible voz, su gran coloratura y por la gracia con la cual dio vida al rol protagónico femenino. La musicalidad de su melodiosa voz hizo que el Met estallara en aplausos al final de las arias y dúos principales. La más sobresaliente fue “O grand’amore” en el 2° Acto, antes de iniciar el diálogo con Dulcamara. Y luego de implorar el amor de Nemorino suplicándole que no se aliste en el Ejército,  el Metropolitan se vino abajo al finalizar tan excelsa interpretación. Juan Pons se lució vocal y actoralmente como el Sargento Belcore desde la primer aria (“Non a bella que resista alla gala del’uniforme”). Sus cavatinas fueron excelentes, al igual que su desempeño en los dúos y tríos.
            Una ha visto infinidad de veces esta obra y con muy buenos cantantes, pero siempre vale la pena volver a ver las versiones históricas de este gran clásico de Donizetti. En este caso particular, se trató de una auténtica maestría en gracia, buen gusto y bel canto ofrecida por intérpretes de excelsa jerarquía.

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