Estupenda transmisión por streaming de “LA
CENERENTOLA” desde el Metropolitan
GRACIA, TALENTO Y
BELLEZA EN ESCENA
Martha CORA ELISEHT
Dentro de las innumerables transmisiones de ópera
por streaming, el Metropolitan Opera
House de New York brindó una inolvidable producción de “LA CENERENTOLA” de Gioacchino Rossini (1792-1868) emitida y producida
en 2009 por Cesare Lievi, con escenografía y vestuario de Maurizio Baió,
iluminación de Gigí Saccomani y la presencia del famoso barítono Thomas Hampson
como presentador de un elenco integrado por los siguientes cantantes: Elina
Garanca (Angelina, Cenerentola), Lawrence
Brownlee (Príncipe Ramiro), Alessandro
Corbelli (Don Magnífico), Simeone
Alberghini (Dandini), John Reylea (Alídoro), Rachelle Durkin (Clorinda) y Patricia Risley (Tisbe). La
dirección musical estuvo a cargo de Maurizio Benini, y la del Coro, por Donald
Palumbo. El clavecinista Robert Myers tuvo a su cargo los solos para dicho
instrumento en los recitativos.
La presente versión obtuvo tal suceso que fue
llevada al disco por Celestial Audio y también editada en DVD. Si bien está
basada en el cuento original de Charles Perrault, el libreto de Jacopo Ferretti
no incluye el zapatito de cristal, sino el triunfo de la bondad. Para ganar el
amor del príncipe y antes de retirarse de palacio, le dice que la verdadera
riqueza radica en el espíritu y deberá buscarla si realmente la ama, motivo por
el cual le entrega un brazalete. Por eso también se denomina La bonta in triunfo (La bondad triunfante) y
fue estrenada en 1817 en Roma. Y al igual que en el ballet homónimo de
Prokofiev, aparece un mendigo (Alídoro) del
cual, Cenerentola se apiada y le
ofrece una taza de café junto a un mendrugo de pan. Posteriormente, sufrirá una
metamorfosis y se transformará en su ángel guardián -reemplazando al Hada
Madrina- quien la ayudará a concurrir al baile en palacio.
La enérgica obertura rossiniana fue tomada de LA GAZZETTA y fue ejecutada a la
perfección por el gran director italiano, brindándole frescura y precisión a la
vez. Al levantarse el telón, mientras las hermanastras Clotilde y Tisbe se
preparan para asistir al baile, Cenerentola
aparece con un sencillo vestido color bordó con cuello redondo, puños y
delantal en color crema. No sólo ayudó a estilizar la grácil figura de Elina
Garanca, sino que además resaltó su rubia cabellera. Si se tiene en cuenta que el
Príncipe Ramiro se casará con la biondissima –según el libreto original-,
el recurso le sentó de maravilla. Mientras la protagonista entona si canción (“Una volta c’era un re”) lustra
numerosos pares de zapatos hasta la entrada de Alídoro, ante la burla socarrona de Clorinda y Tisbe (“No no no,
no v’é”) y la posterior aparición de
Don Magnífico con su célebre cavatina (“Miei rampolii femminii”). El
Coro ofrece un perfecto marco para el
lucimiento del bel canto y el fraseo (“Scegli la sposa”), que continúa con el
encuentro entre Ramiro y Angelina
(Dúo: “Un soave non so che”) y el
aria de Dandini haciéndose pasar por
el Príncipe (“Comme un’ ape nei giorni
d’Aprile”). Tanto el barítono bufo Alessandro Corbelli como el bajo bufo Simone Alberghini estuvieron
magistrales en cuanto a sus interpretaciones, derrochando gracia y maestría en bel canto sobre el escenario merced a
sus impecables fraseos. Esto también se hizo presente en el aria del 2° Acto de
Don Magnífico (“Sia qualunque delle
figlie”) y el dúo con las sillas
junto a Dandini (“Un segreto d’importanza”). Y el bajo John Reylea brindó
un Alídoro de antología, que no sólo
se lució en el célebre quinteto del 1° Acto (“Signor,
una parola”), sino también en su recitativo y aria (“Vasto teatro é il mondo… Là dal ciel ciel nell’arcano profondo”),
donde revela su identidad a Angelina. En
esta parte, desciende un ropero desde lo alto del escenario, dentro del cual
está el vestido que Cenerentola usará
en palacio. Ella se introduce dentro del mismo mientras baja el telón, logrando
un excelente efecto.
Elina Garanca brindó una excelente Angelina (Cenerentola), haciendo gala de
una coloratura y un fraseo magistrales, que no sólo se vieron en la denominada
canción de la protagonista (“Una volta
c’era un re”) –que también se repite en el 2° Acto- sino también en el concertante final (“Mi par d’essere sognando”) y en el rondó final (“Nacqui all’afanno…
Non piú mesta”), que canta junto a Don
Magnífico, Ramiro y el Coro. Lució un bellísimo vestido celeste con velo
blanco al presentarse en palacio y para el final, un vestido de novia clásico,
que resaltó aún más su natural belleza. Por su parte, el temor afroamericano
Lawrence Brownlee demostró que es el intérprete rossianiano del momento por
excelencia. No sólo se destacó en el
dúo inicial del 1° Acto, sino también en el recitativo y aria (“E allor… se non ti spiaccio”) y cunado
decide asumir su identidad como Príncipe y buscar a su adorada desconocida (“Si, ritrovarla io giuro”). Aunque las
dos joyas máximas de esta obra son los sextetos “Siete voi?” y “Questo é un
nodo avvilupato” –ambos en el 2° Acto-,
magistralmente cantados por todas las voces intervinientes. Como no podía
ser de otra manera, el Met deliró en aplausos luego de la impecable ejecución
de los mismos. También se lució la soprano Rachelle Durkin como la graciosa Clorinda en su aria (“Sventurata! Mi credea”), al igual que Patricia Risley como Tisbe. Y el Coro se lució merced a la
preparación brindada por Donald Palumbo para dar el marco perfecto a esta gran
creación del genio de Pésaro.
Esta versión de LA CENERENTOLA tuvo todos los ingredientes para una combinación
perfecta: excelentes voces, una magistral dirección orquestal y un Coro muy
bien preparado, en el marco de una puesta en escena clásica, sencilla y de gran
calidad. Un perfecto derroche de gracia, talento y belleza sobre el escenario
del gran teatro lírico
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