Excelente transmisión por streaming de “FRANCESCA DA
RIMINI” en el Metropolitan
UNA JOYA RARAMENTE
REPRESENTADA
Martha CORA ELISEHT
Una de las principales ventajas que
tienen las transmisiones por streaming desde
los principales teatros líricos del mundo es poder apreciar óperas que
raramente se representan en estas latitudes. En este caso, en el día de la
fecha el Metropolitan Opera House de New York repuso “FRANCESCA DA RIMINI” de Riccardo Zandonai (1883-1944) con puesta
en escena de Piero Faggioni, escenografía de Ezio Frigerio, vestuario de Franca
Squarciapino, iluminación de Gil Wechsler y coreografía de Donald Mahler. La
dirección orquestal estuvo a cargo de Marco Armiliato; la coral, de Donald
Palumbo y como presentadora, Sondra Rabdanovsky.
El elenco estuvo formado por los
siguientes cantantes: Eva- María Westbroek (Francesca
da Rimini), Marcello Giordani (Paolo
Malatesta), Mark Delavan (Giovanni
Gianciotto Malatesta), Robert Brubaker (Malatestino),
John Moore (Simonetto), Philip
Horst (Ostario), Keith Jameson (Toldo Berardengo), Stephen Gaertner (Berlingerio), Dina Kuznetsova (Samaritana, hermana de Francesca), Caitlin
Lynch (Biancafiore), Renée Tatum (Adonella), Ginger Costa Jackson (Smaragdi), Gisella Larusdotir (Garsenda), Patricia Risley (Attichiara), Hugo Vera (Arquero) y Dustin Lucas (voz del Prisionero).
Esta producción data del 2013 y no
se representaba en el Met desde 1984, interpretada por Renata Scotto y Plácido
Domingo. Es la más célebre de todas las óperas de Zandonai y fue compuesta en
1914 con libreto de Tito Riccordi, basada en la obra homónima de Gabirle
D’Annunzio, inspirada a su vez en el Canto
V de La Divina Comedia de Dante Alighieri. La historia de los amantes
adúlteros Paolo y Francesca ha inspirado a numerosos compositores, pero la de
Zandonai tiene una particularidad: no sólo combina a la perfección el melodrama
y la melodía italiana, sino que posee un poderoso dominio de la orquestación.
No se caracteriza por presentar grandes arias, sino que la protagonista es la
música y las voces, al igual que en PELLÉAS
ET MELISANDE de Débussy. La melodía es bellísima y posee atisbos de
romanticismo, atonalidad e impresionismo.
Consta de 4 Actos cortos, cada uno de los cuales se da en un ámbito
diferente (Palazzo de Ostario, Torre de vigilancia, habitación de Francesca y Mazmorras del Castillo). Sólo la 2° escena del 4°
Acto se desarrolla en la habitación de la protagonista, donde los amantes
encontrarán la muerte a manos de Giovanni
y Malatestino. Es una de las
menos representadas en el mundo y la presente transmisión fue la última vez que
se representó en el Met.
La escenografía ideada por Ezio
Frigerio muestra un típico palazzo italiano
con balcón con balustrada y escaleras hacia ambos lados para representar la
casa donde Francesca vive junto a sus
hermanos Ostario y Samaritana en el 1° Acto. Sus damas de
compañía adornan la habitación con flores mientras el juglar Simonetto canta la leyenda de Tristán. Aquí aparece el 1° paralelismo
de la obra: Paolo Malatesta debe pasar a buscar a la novia (Francesca) para entregarla como esposa
a su hermano Giovanni Gianciotto. Sucede
exactamente lo mismo con Tristán, quien
se enamora de Isolda luego de beber
el filtro de amor pero debe entregarla como esposa a su tío (Rey Mark). En este caso, cuando aparece
el bello y rubio Paolo, él y Francesca se enamoran a primera vista.
Ella le ofrece una rosa roja –símbolo de pasión- hasta que éste finalmente se
inclina para besar su mano. En el 2° Acto –que transcurre en una Torree de
Vigilancia- , el clima y la iluminación son totalmente sombríos y oscuros. Francesca se debate entre su amor por Paolo y su deber como esposa de su
hermano Giovanni. El vestuario de
época diseñado por Franca Squarciapino engalana esta representación, ambientada
en la Italia del siglo XIII. Sucede lo contrario en el 3° Acto, donde Francesca y sus damas aguardan
ansiosamente la llegada de la primavera hasta que aparece Paolo, quien se alejó ante la angustia de no poder olvidarla. Hasta
que al leer la leyenda de Camelot, ambos
confiesan su mutuo amor (“E la Regina
vede al cava.liere”) mientras la música llega a su clímax. Por último, ante
las amenazas de su cuñado Malatestino –quien
se da cuenta de la situación y termina confesando la verdad ante Giovanni- , tiene lugar el desenlace
fatal de la muerte de los amantes a manos de su esposo y de su mencionado
cuñado. Mientras que la 1° escena se lleva a cabo en las mazmorras, la 2°
tendrá lugar en la habitación de Francesca.
Naturalmente, un director de
orquesta de la talla de Marco Armiliato tuvo a su cargo la difícil tarea de
dirigir esta auténtica joya musical. Supo poner énfasis en los momentos de
mayor intensidad dramática y romántica y dejar que fluya la música como
protagonista absoluta para acompañar el lenguaje gestual de los cantantes. El
cellista Jerry Grossman ejecutó el bellísimo solo de su instrumento en la
mencionada escena de la primavera. Asimismo, hubo un pequeño número de ballet
en la misma, donde jóvenes bailarinas vestidas de rosa se movieron con
gracilidad sujetando guirnaldas de flores blancas. Por su parte, el Coro
también tuvo una destacada actuación en las escenas del cortejo nupcial en el
1| Acto y de los guerreros en el 2°.
El rol protagónico estuvo a cargo de
la soprano holandesa Eva- María Westbroek, quien encarnó una perfecta Francesca. Sus prodigiosas dotes vocales
de soprano dramática supieron interpretar muy bien no sólo las escenas de amor,
sino también el conmovedor dúo con su hermana Samaritana en el 1° Acto y con su dama de compañía Biancafiore en el 4° Acto. Y en cuanto a
sus dotes histriónicas, cuando llega Paolo,
ambos entrelazan sus manos a través de la reja del palazzo, para posteriormente, seguirse con las miradas frente a
frente hasta desembocar en el momento cuando ella le entrega la rosa roja. Una
actuación magistral tanto de su parte como del tenor Marcello Giordani, quien
también repitió junto a ella el lenguaje gestual en el 3° Acto hasta desembocar
en el tan ansiado beso que sella su pacto de amor. Desde el punto de vista
vocal, se lo escucho mucho mejor y no tan exigido como en ERNANI. Y el barítono Mark Delavan dio el batacazo al encarnar un
espléndido Giovanni Malatesta. No
sólo estuvo muy bien caracterizado, sino que posee un bellísimo color de voz,
caudalosa y con soberbios matices. Su fraseo y su línea de canto fueron
impecables, al igual que los del tenor Robert Brubaker como el malvado y
sanguinario Malatestino. Ambos han sido excelentes actores y encarnaron
un lenguaje gestual tan rico como el de la pareja protagónica. Con respecto de
los roles secundarios, las cantantes que tuvieron a su cargo interpretar al
grupo de damas que acompaña a Francesca
(Biancafiore, Adonella, Smaragdi, Garsenda y Attachiara) estuvieron estupendamente bien, pero hubo dos que se
destacaron: la soprano Caitlin Lynch como Biancafiore
y la contralto Ginger Costa Jackson como la oriental Smaragdi (la única en quien la protagonista deposita su confianza y
que a diferencia de las demás, viste un traje de odalisca rojo). Pero la voz
que más impactó fue la de la mezzosoprano Dina Kuznetsova como Samaritana, quien se destacó en el dúo
del 1° Acto junto a su hermana Francesca.
El bajo Philip Horst dio vida a un muy buen Ostario, mientras que el tenor Keith Jameson interpretó un prudente
y sabio Toldo Berardengo. El resto de
los personajes secundarios masculinos también tuvo actuaciones destacadas.
Es una pena que esta joya de la
lírica se represente tan poco. Si se tiene en cuenta que faltó del repertorio
del Metropolitan durante tanto tiempo, una no quiere ni imaginar hace cuánto
tiempo falta de los escenarios porteños. El Colón tuvo el privilegio de ser el
escenario de su estreno latinoamericano en 1915, con Rosa Raisa e Hipólito
Lázaro en los roles protagónicos. Ojalá que algún día alguien se anime a
reponerla en estos pagos, ya que se cuenta con los recursos necesarios y muy
buenos intérpretes a nivel local como para poder hacerlo.
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