Primera representación por streaming de “LE COMPTE ORY” en el Metropolitan
LA GEMA OCULTA DEL BEL CANTO EN FRANCÉS
Martha CORA ELISEHT
Durante este último tiempo, el
Metropolitan Opera House de New York ha estado realizando ciclos de
transmisiones de ópera por streaming. Hace
dos semanas se brindó el de ópera del siglo XX y moderna; la semana pasada, el de ópera francesa y esta semana le tocó el
turno al bel canto. Y dentro de los
títulos comprendidos para esta semana, el Met apostó una carta alta con una de
las óperas menos representadas de Gioacchino Rossini: “LE COMPTE ORY” (EL CONDE
ORY) que se brindó en el día de la fecha con puesta en escena de Bartlett
Sher, escenografía de Michael Yeargan, vestuario de Catherine Zuber e
iluminación de Brian Mc Devitt. La dirección orquestal estuvo a cargo de
Maurizio Benini y la del Coro, de Donald Palumbo.
La presente producción data de 2011
y contó con un elenco estelar, encabezado por los siguientes cantantes: Juan
Diego Flórez (El Conde Ory), Diana
Damrau (Condesa Adéle), Joyce Di
Donato (Isolier, paje del Conde), Michele
Pertusi (El Tutor), Stéphane Dégout (Raimbaud), Susanne Resmark (Ragonde), Monica Yunis (Alice), Tony Stevenson y Tyler Simpson (Dos cortesanos). Contó asimismo con la
presentación de Renée Flemming.
Esta auténtica joya del bel canto es una de las pocas óperas que
el genio de Pésaro compuso en francés y también una de las menos representadas.
Basada en el vaudevil homónimo, contó con libreto de Eugéne Scribe y es una
ópera cómica en dos actos, donde el mujeriego Conde se disfraza de profeta y de monja con tal de seducir y
conquistar a la Condesa Adéle. Cuando
está a punto de lograrlo, ella se burla de él y se enamora de su paje – Isolier- . Todo termina con un final
feliz y el pícaro Conde se retira acompañado de sus caballeros cuando los cruzados
regresan tras su victoria en Tierra Santa. Se compuso en 1828 y se estrenó en París
ese mismo año. Sin embargo, cayó en decadencia, ya que posteriormente se cambió
la línea de canto y no hubo un tenor capaz de asumir el rol protagónico. Pese a
su solidez musical y a lo divertido de su argumento, se representa muy poco.
Quien escribe tuvo la oportunidad de verla en la ópera de Marsella en 2012, con
producción general de Marc Vento. La presente función fue su estreno en el Met
y ha sido llevada al DVD.
Para recrearla, el régisseur Bartlett Sher empleó recursos
del siglo XIX. No sólo cuenta con un magnífico vestuario de época, sino además,
con un maestro de ceremonias vestido a la antigua usanza que da la entrada a la
orquesta en cada uno de los dos actos golpeando el piso con un bastón y que
también se encarga de los efectos especiales sobre el escenario (recreación de
truenos y relámpagos golpeando chapas delgadas de metal en escena, presencia de
eolífono para el efecto del viento y numerosos figurantes que portan los
elementos para los cambios de escena). Toda la obra se desarrolla sobre una
tarima central, donde los cambios de escena se logran mediante empleo de
telones y elementos de iluminación. El vestuario es de colores vivaces
–predominando los tonos de rosa, rojo y violeta para los personajes principales
femeninos y el marrón, rojo y bordó para los masculinos- y todas las damas
llevan tocados y peinados de época. El Coro y los protagonistas masculinos usan
trajes de monjas en el 2° Acto.
¿Qué se puede decir de un director
de la jerarquía de Maurizio Benini a cargo de la orquesta?.... Una autoridad en
la materia y un profundo conocedor de la obra, dando el brillo y la precisión
que requiere la partitura rossiniana. En la breve y colorida obertura, en vez
de poseer la fuerza y la chispa características de este gran compositor, el
susurro de las cuerdas en pizzicato marca
un ribete más contenido y hace que suene un poco distinto de lo que el público
está acostumbrado. El Coro sonó muy sólido, compacto y estuvo muy bien el
efecto logrado al cantar fuera de escena pidiendo refugio en el castillo de la Condesa Adéle, al igual que en la escena
final (“Écoute la gloire de la
victoire”). Y si a esto se le suma el potente y excelente tándem de voces
formado por tres monstruos de la lírica actual de los quilates de Juan Diego
Flórez, Joyce Di Donato y Diana Damrau, está todo dicho. Todos se han destacado
por su línea de canto, fraseo y los impecables agudos. El trío del 2° Acto fue
sublime y desde el punto de vista actoral, estuvieron perfectos y se lucieron
en sus roles como grandes comediantes. Y Stépahn Dégout fue una revelación por
el bello timbre de su voz y su fraseo dando vida a Raimbaud. También tuvieron una destacadísima actuación el bajo
Michele Pertusi como El tutor y la
contralto Susanne Resmark como Ragonde. Posee
una voz ideal para cantar este tipo de personajes y lo hizo con gran soltura
sobre el escenario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario