lunes, 29 de noviembre de 2021

 

Magistral cierre del ciclo MÚSICA EN PLURAL en la Fundación Rómulo Raggio

 

FINAL DE CICLO A PURO BRILLO

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del vastísimo repertorio de la música de cámara, la combinación clarinete/ piano/ violoncello es una de las menos frecuentadas: no sólo por la dificultad técnica de las obras, sino que también se debe contar con intérpretes de altísima jerarquía para ejecutarlas. Precisamente, el Museo de la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López brindó el marco perfecto para el cierre del Ciclo MÚSICA EN PLURAL, que tuvo lugar el pasado sábado 27 del corriente con la participación del trío conformado por los siguientes intérpretes: Stanimir Todorov (violoncello), Carlos Céspedes (clarinete) y Paula Peluso (piano), con un programa formado por las siguientes obras.

-          Trío en Si bemol mayor para clarinete, piano y violoncello, Op.11- Ludwig Van BEETHOVEN (1770-1827)  

-          Trío en La menor para clarinete, violoncello y piano, Op.114- Johannes BRAHMS (1833-1897)

El prestigioso ciclo que llevan a cabo Haydée Seibert y Gustavo Mulé en diferentes residencias y palacios de Buenos Aires llegó a su final, tras cuatro conciertos ofrecidos durante el transcurso del corriente año en dicho lugar, con la participación de intérpretes de gran jerarquía y un suceso de público y crítica, con entrada libre y gratuita.

Tras la presentación de Alejandra Raggio, los músicos hicieron su aparición para ejecutar la mencionada obra de Beethoven, que fue compuesta entre los años 1797 y 1798 y dedicada a la condesa María Wilhemina von Thun. Originalmente fue compuesto para violín, clarinete y piano, pero posteriormente, Beethoven realizó una adaptación para violoncello, que es la que se conoce en la actualidad. Consta de tres movimientos: Allegro con brío/ Adagio/ Tema con variaciones (“Pría ch’io l’impegno”)- Allegretto, que poseen ciertas reminiscencias del Septiminio -obra que lleva el Opus 20- en la parte del clarinete. La labor de los músicos fue magistral merced al perfecto ensamble entre los tres instrumentos (una pudo apreciar los gestos que se hacían entre ellos, indicando entradas y guiños cómplices), logrando un sonido compacto, puro, solemne y a la vez, fresco y juvenil. Esto se notó principalmente en el Tema con variaciones, que desemboca en un jovial Allegretto representativo del primer período del compositor. El auditorio ovacionó al conjunto a sala llena.

El Trío en La menor Op.114 fue compuesto en 1891 y es una de las cuatro composiciones de cámara que Brahms creó para dicho instrumento. A diferencia de su homónimo de Beethoven, corresponde al último período del compositor y muestra el gusto de Brahms por las combinaciones poco habituales. También existe una adaptación para viola en lugar del clarinete y consta de 4 movimientos: Allegro/Adagio/andantino grazioso/Allegro. El cello abre la obra con un arpeggio en La menor, que marca las tres tonalidades de la obra (La menor, Do mayor y Mi menor). Tras el ensamble y la fusión del clarinete y el piano, el cello toca la inversión de la misma composición de notas y anticipa el motivo de la capitulación final, a cargo del cello y el clarinete. Tras un Adagio de gran expresividad donde el piano marca la melodía, el 3º movimiento (Andantino grazioso) incluye un Ländern -danza típica de las montañas de Austria y Alemania- en vez de un scherzo, donde el clarinete brinda ese clima jocoso mediante una serie de matices -excelente labor de Carlos Céspedes, quien ejecutó su parte con maestría e inusual elegancia-. Por último, el impetuoso Allegro final toma el tema en La menor del 1º movimiento, pero con una subdivisión de compases que oscila entre el 2/4 al 9/8. La prodigalidad de Paula Peloso se combinó con la jerarquía de Stanimir Todorov y el fuste de Céspedes en una conjunción perfecta en materia de sonido respetando las tres características básicas de la música de Brahms: solemne, marcial y romántica. El resultado fue una versión memorable de la mencionada obra y el público estalló en aplausos al final de tan sublime interpretación.

Tras los numerosos aplausos y vítores, el trío decidió hacer un bis: una bellísima transcripción del consabido Oblivion de Astor Piazzolla, donde todos y cada uno de los integrantes volvieron a sobresalir con un sonido prístino, coronado por otra intervención magistral de Céspedes en el registro más agudo del clarinete. Un brillante final para un prestigioso ciclo dentro de un marco sumamente propicio para el desarrollo de la música de cámara -recientemente coronado con el Premio al Estímulo otorgado por la Asociación de Críticos Musicales-. Vale la pena aunar esfuerzos para obtener excelentes resultados.

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