TOMELO O DEJELO
Opera
Festival Buenos Aires, temporada 2021, Opera: “Don Giovanni”, Música de Wolfang
Amadeus Mozart con libreto de Lorenzo Da Ponte. Intérpretes: Augusto Nureña
(Don Giovanni), Juan Pablo Labourdette (Leoporello), Rocío Giordano (Donna
Anna), Patricio Oliveira (Don Ottavio), María del Valle Almeida (Donna Elvira),
Ximena Farías (Zerlina), Alejo Alvarez Castillo (Masetto), Sebastián Barboza
(Comendador).Coro del Opera Festival de Buenos Aires, Director: Damián Roger,
Orquesta del Opera Festival de Buenos Aires, Cembalísta: Matías Fernández.
Dirección de Luces: Pablo de la Hera, Sobretitulado: Mariana Nigro. Dirección
General y Artística: Graciela de Glyndenfeldt. Dirección de Orquesta: Helge
Dorsch. Dirección de escena, diseño y supervisión de vestuario: Boris. Función
del 02 de Diciembre de 2021.
NUESTRA OPINION: BUENO.
“Tómelo o Déjelo”. Esta expresión
bien que se puede aplicar tanto para los dos productos que ofreció el Opera
Festival de Buenos Aires que de modo general y en la faz artística conduce la
Sra. Graciela de Glyndenfeldt, como para esta nueva aventura escénica de Boris,
a quién justo es reconocerle que en cada trabajo suyo deja una huella que
perdura tanto en quienes lo admiran como en quienes tienen reticencias en su
labor de director escénico. La entidad organizadora, luego de la controvertida “Carmen”
que presentara en el Teatro I.F.T. con la Sra. De Glyndenfeldt en el
protagónico, decidió apostar fuerte en dos ítems. El primero el cambio de sala,
optando por la sala Alejandro Casona del Teatro Asturias del barrio de
Montserrat, la que luego de haber sido tutelada bajo el mecenazgo de una
fundación europea entre los años 2013 y 2014 volvió a cerrar sus puertas prácticamente
hasta este momento y luego apostar fuertemente a un segundo título en al año,
nada menos que Don Giovanni como corolario de su actividad anual. Y si se
quiere, súmese también la convocatoria que la titular de la entidad efectuó al
Maestro Helge Dorsch, quien vino desde Europa a hacerse cargo de la concertación
del espectáculo. Para quienes aún no lo conocen, el Asturias es una sala
construida en estilo español, la que ahora exhibe nuevamente su equipamiento
completo. La apertura de los años 2013/14 no mostraba las butacas de platea las
que momentáneamente fueron reemplazadas por sillas plásticas. Cuenta al igual
que el Colón con Piso regulable, lo cual permite darle el grado de inclinación que hace posible la visión de toda la platea,
máxime en espectáculos como los operísticos. Situado en una ubicación
interesante (Solís entre Av. Belgrano y
Venezuela), está a mano de importantes vías de conexión.
Boris optó por una visión actual de este “pezzo
grosso” mozartiano, y a partir de esa premisa diseño una escena en la que si
bien la ambientación fue dada con unos
pocos trastos escénicos, la iluminación cargó con todo el peso de marcar las
situaciones, sean estas las de drama o de comedia. Aquí se constituyó en aliado
fundamental Pablo de la Hera quien aportó el diseño de esa iluminación dando
espacio tanto a los momentos sórdidos como a los de mayor expresividad. El
enfoque que pudo observarse se centró en la juventud de los personajes con un protagonista
un poco mayor que los demás, tal vez comenzando a ingresar en la plena madurez,
el que está ya de regreso ante tantas vivencias. Si Ud. es amante de lo clásico,
no busque ni a la Sevilla del Siglo de Oro, ni el vestuario característico.
Esto ha sido fundamentalmente acción, adrenalina y los toques característicos que bien le
conocemos a Boris como realizador. Los personajes se presentan con vestuario
actual (salvando la fiesta en la que los protagonistas lo hacen con vestuario
típico, único momento tradicional de la puesta), sus gestos son los
característicos de la juventud de hoy (Observe las conductas de los jóvenes desplazándose
en los medios de locomoción y podrán darse cuenta que Boris se quedó corto, ya
llevan en el colectivo hasta su propio alcohol en heladeras de pic nic ante la
pasividad de los choferes obligados a recaudar boletos para sus empleadores).
Para un habitué de la lírica acepto el hecho de que muchos gestos marcados
resulten chocantes y hasta escatológicos y es absolutamente comprensible tanto
como que hay un público más joven que comprende el enfoque y lo acepta. Y ambas
posturas son válidas. También hay que decir que solo con una muy buena
combinación de cantantes que sepan actuar puede entenderse mucho más una
propuesta como la ofrecida y en este punto el elenco de la función que
presencié lo logró con creces.
Tal cual me ocurriera con el caso de “Carmen”,
hubieron cantantes que sobrellevaron perfectamente bien el peso de la obra,
tienen sólida preparación y otorgan un plus de jerarquía con el que logran sostener el espectáculo Y es
el caso de Augusto Nureña en el protagónico quien desde el vamos aporta buena
figura, correctísima actuación, muy buen decir y una muy correcta línea de
canto, sabe desplazarse muy bien en escena convenciendo al espectador. Y los
otros dos soportes fundamentales lo aportaron los integrantes de la dupla Donna
Anna – Don Ottavio , asumidos por Rocío Giordano y Patricio Oliveira con
antecedentes más que suficientes en ambos para lograr dicho cometido. Ambos
convencen desde la actuación, la expresividad y la línea de canto. Giordano
pasa de la seducción al drama en cuestión de segundos haciendo gala de su
ductilidad interpretativa. Oliveira con una fantástica “mezzavoce” entregó un “Dalla
sua pace” inolvidable y compuso a un Ottavio enamorado perdidamente de su mujer
a la que sostiene aun asumiendo los deslices de esta. Juan Pablo Labourdette
encarnó a un “Leoporello” muy jugado y consustanciado con su patrón, disfrutando
al máximo de las “migas” que Este le otorga. María del Valle Almeida compuso a la sufrida “Donna
Anna”, perdidamente enamorada de “Don Giovanni”, pero que sorprende en el final
con algún guiño cómplice a Leoporello tras la escena de sustitución de rol al
que Don Giovanni lo somete a Este para sacarse de encima a la incondicional
mujer. Ese “retiro” que anuncia al final no ha de ser el del convento y todo
preanuncia que “Leoporello” encontrará trabajo muy pronto.
Grata sorpresa provocó la Soprano Ximena
Farías como Zerlina con voz de timbre muy dulce y sumamente melodiosa y eficaz
gracia al actuar. Muy correcto también el desempeño de Alejo Alvarez Castillo
como el torturado Massetto, con gesticulación sin desborde alguno. Sebastián Barboza aportó una voz sumamente
interesante para el rol del Comendador y actoralmente cumplió de sobra con su
desempeño en la impactante escena del desenlace. Lució muy ajustado el coro de
la entidad preparado por Damian Roger, reiterando la buena labor que ya había
cumplido en “Carmen”. Otro sostén fundamental fue Matías Galindez desde el Cémbalo
acompañando los parlatos en la misma línea de agilidad escénica. En cuanto a la
Dirección Musical, me pareció muy interesante el trabajo del Mtro. Helge Dorsch
en una concertación prácticamente sin baches, sobre todo en el difícil segundo
acto. Llamó mi atención el hecho de ceder la exclusividad al cémbalo en los
parlatos con la actitud de descender del podio en esos momentos para retornar y
retomar luego la conducción. Muy buena dinámica en la que algunas veces tropezó
con desparejas respuestas por parte de los músicos, los que en algunos casos
deberían tener claro sentido de la responsabilidad. Algunos de ellos llegaron recién
ates del inicio del segundo acto.
Así entonces
fue “servido” “Don Giovanni”. Para la entidad organizadora, entiendo que las
dos propuestas de este año tuvieron logros importantes tanto desde el punto de
vista de los concertadores musicales elegidos como de muchas voces seleccionadas.
Para Boris, una vez más impuso su enfoque personal muchas veces lográndolo.
Rescato en ambos mucho de lo positivo. Y
por supuesto amigo lector que si fue, tiene la palabra definitiva: Tómelo o Déjelo.
Donato Decina
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