Orquesta de Cámara al día…
Por Jaime Torres Gómez
Nutrida ha estado la actividad de la Orquesta
de Cámara de Chile en todo el primer
semestre e inicio del segundo, y
enmarcada en su histórico perfil itinerante.
Si
bien fue de las últimas agrupaciones
en insertarse tras la reapertura de las presentaciones con público en pandemia, hoy está en normalidad de
actividades y con una atractiva parrilla programática. Sin embargo, sus
presentaciones se han alterado ante la inutilización de su sede del ex Teatro California, en Ñuñoa, debido a refacciones que han
demorado más tiempo de lo previsto, esperándose un pronto y necesario retorno, conforme
sus excelentes condiciones acústicas.
Mientras tanto, el ciento por ciento de las presentaciones se han realizado en
iglesias y auditorios de diversas comunas de Santiago y regiones.
Cabe
señalar que, felizmente, la línea
editorial de la OCCH no ha sido
sacrificada, no cayendo en errados criterios de “captación de audiencias”, contemplando, en más de la mitad de los
programas, obras de compositores
nacionales, como propuestas de obras
raras veces difundidas localmente (incluyendo estrenos), y no descuidando
el repertorio tradicional muy querido
por transversales públicos.
Ha
sido posible estar presente en la mayoría de las presentaciones de lo que corre
el año -con debida cobertura crítica-, siendo menester ofrecer una “puesta al día” de las últimas
presentaciones del primer semestre, incluyendo
parte de agosto.
El
primero de los programas “pendientes…”,
correspondió al regreso a la OCCH del
excelente y carismático maestro argentino
Carlos
Vieu. Presenciado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en
Ñuñoa,
incluyó un repertorio clásico-romántico
y muy ad-hoc a la sensibilidad de la batuta trasandina.
Comenzó
con una idiomática versión de la Obertura
de la ópera La Italiana en Argel de G. Rossini, constituyendo cierta
novedad que la OCCH abordara una
pieza rossiniana… Con reposados tempi (quizás para acomodar el sonido y brindar
debida transparencia ante la fuerte reverberancia), el espíritu rossiniano (crescendos
y vivaces diálogos instrumentales)
tuvo cabal omnipresencia.
Posteriormente,
una notable versión de la Serenata
para Cuerdas de E. Elgar. Con elocuencia discursiva,
hubo enjundiosa exposición de las líneas melódicas más excelentes contrastes,
balances y transparencias.
Como
colofón, una importante entrega de la Cuarta Sinfonía de L.V.
Beethoven, encontrando al maestro
Vieu a sus anchas. Empáticos tempi,
completa claridad (y cantabilidad) de voces, calibradas matizaciones
más notables progresiones expresivas a
lo largo de esta contrastada sinfonía
beethoveniana. Otro triunfo a las reconocidas contribuciones de Carlos Vieu en Chile…
A
las dos semanas siguientes, otro destacado
director argentino fungió de invitado con la OCCH, tratándose del joven maestro Christian Baldini.
Después de algunos años, Baldini (1978),
residente en Estados Unidos y titular de dos orquestas allí, retornó a
esta agrupación. Con una importante trayectoria,
sus credenciales tuvieron pleno correlato con los resultados exhibidos, dando
cuenta de una sólida formación
iniciada con el recordadísimo maestro Guillermo
Scarabino (de importantes aportes en Chile), y perfeccionada en Estados Unidos.
Presenciado
en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario y nuevamente apoyado por la Corporación
Cultural de Las Condes, consultó un contrastado
programa de obras clásicas junto
a una pieza del destacado compositor nacional Miguel Farías (1983). Iniciándose con “Un
Súspiro” de este último, se trata de una obra de notable factura
compuesta en 2007 y estrenada por la misma OCCH,
disponiendo de un escrupuloso tratamiento del color, timbre y ritmo, amén de
una bestial exigencia a todo el orgánico instrumental, de por sí atípico.
Comprometido trabajo de Baldini, obteniendo
una bien ensamblada respuesta de los camaristas.
Seguidamente,
con radical giro estético, una secuencia de arias de óperas mozartianas,
contando con la prestigiosa soprano
nacional Claudia Pereira. Con ajustada vocalidad y consumada musicalidad,
la magnífica cantante deslumbró en las arias “Giunse alfin il momento- Deh vieni, non tardar” (Susanna, en Bodas de Figaro), “Batti, batti, o bel
Masetto” y “Vedrai, cariño”
(ambas de Zerlina, en Don Giovanni), y “Una donna a quindiei anni” (Despina, en Cosí fan tutte). Notable complemento de Baldini, y totalmente consubstanciado con la formidable solista.
Con
una importante versión de la Sinfonía N° 103 “El Redoble del Tambor”
de F.J.
Haydn finalizó el reencuentro de Christian
Baldini con la OCCH. Prolijo
trabajo en texturas, balances y matices. Gran labor del solista en timbal Miguel
Zárate, más descollantes otros rendimientos solísticos y de conjunto. Y
sólo esperar un regreso de Baldini a
la OCCH como a otras agrupaciones nacionales.
Continuando
con la temporada de la OCCH, el
siguiente programa se realizó en el Teatro de la Corporación Cultural de
Carabineros, constituyendo su reapertura al público desde el inicio de
la pandemia. Sólidamente dirigido por
David
Navarro, maestro chileno
radicado en Bélgica y con anteriores
colaboraciones con los camaristas
nacionales, consultó otra vez obras
clásicas junto a una nacional. Cabe
señalar lo oportuno de volver a
contar con el Teatro de Carabineros,
ante la escasez de salas en Santiago, y especialmente ahora, mientras no
concluyan las refacciones del ex Teatro
California, sede la de OCCH.
Iniciando
con una transparente versión de la Obertura de la ópera Don Giovanni de W.A,
Mozart, pudo calibrarse la excelente formación musical de Navarro más su liderazgo de conducción,
obteniendo ajustada respuesta de los músicos.
Luego,
del destacado compositor chileno Aliosha Solovera, se ofreció “Tramas
Discontinuas”, obra de magnífica factura (acabado tratamiento de
colores, rítmica y planos sonoros) e interesante inmanencia discursiva.
Comprometido trabajo de Navarro más una entusiasta respuesta de los camaristas.
Finalizó con
una notable versión de la Séptima Sinfonía de L.V.
Beethoven, obra muy ofrecida localmente, aunque siempre bienvenida...
No obstante su alta recurrencia, siempre es un desafío para cualquier orquesta, amén de una inmejorable
plataforma para calibrar las capacidades de los directores. Con admirable visión unitaria, hubo excelentes
exposiciones de las líneas melódicas más un escrupuloso trabajo en
diferenciaciones de planos sonoros y acentos. Con estos logros, sería
oportuno conocer de otras colaboraciones del maestro Navarro con orquestas nacionales que aún no han contado con
su presencia…
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