Magnífica dirección de Jan Latham
Koenig al frente de la Filarmónica en el Colón
UNA
REIVINDICACIÓN MUY ESPERADA
Martha
CORA ELISEHT
Aunque
parezca mentira, hace exactamente 4 años que las óperas de Wagner se hallan
ausentes de un teatro lírico como el Colón. La puesta de EL ANILLO DEL
NIBELUNGO programada para el 2020 se suspendió por razones de pandemia y
durante el 2021 -con excepción del arreglo para instrumentos de metal
realizado por Enrique Schneebeli al frente de la Orquesta Estable dentro de su
Ciclo de 4 conciertos de Abono-, no pudieron representarse óperas de dicho
repertorio por razones de protocolo. No obstante, tampoco se justifica la no
inclusión de -al menos- un título dentro de la Temporada Lírica.
Afortunadamente, la reivindicación del espíritu wagneriano vino de la mano de
Jan Latham Koenig -futuro Director Musical del Colón, quien debió reemplazar al
holandés Edo De Waart- dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires, que tuvo lugar el pasado viernes 28 del corriente con la
participación de Ingrid Flitter como solista, en un programa integrado por las
siguientes obras:
-
Concierto n°2 para
piano y orquesta en Fa menor, Op.21- Frederic
CHOPIN (1810-1849)
-
Preludio del Acto III
de “LOHENGRIN”
-
Preludio al Acto I y
“Liebestod” (Muerte de Amor) de “TRISTÁN E ISOLDA”
-
Marcha fúnebre de Siegfried
de “EL OCASO DE LOS DIOSES”
-
Obertura de “LOS
MAESTROS CANTORES DE NÜREMBERG”- Richard WAGNER
(1813-1883)
Dentro
del programa original del concierto estaba programada la Sinfonía n°7 en La
mayor Op.92 de Beethoven, pero se reemplazó por las piezas orquestales
anteriormente mencionadas. Fue un auténtico placer poder apreciar nuevamente
sobre el escenario del Colón a la pianista argentina Ingrid Flitter, quien
brindó una versión sumamente exquisita y refinada del mencionado concierto de
Chopin, en una versión que sonó sumamente romántica en los tres movimientos (Maestoso/
Larghetto/ Allegro vivace), donde hizo gala de su virtuosismo. La orquesta
supo acompañarla perfectamente, logrando un diálogo y un equilibrio sonoro
perfecto entre conjunto instrumental y solista. Es una especialista en el tema y ha grabado
ambos conciertos para piano, los Preludios y Nocturnos completos
del compositor polaco. Al finalizar, los aplausos y vítores hicieron que
Flitter brindara una versión bellísima del Nocturno n°8 en Re bemol mayor de
Chopin, donde una vez más demostró su técnica y maestría. El público
volvió a estallar en aplausos, motivo por el cual Ingrid Flitter se despidió
del escenario con una electrizante versión del celebérrimo Vals en Re bemol
mayor, Op.64 n°1 (“del minuto”). La ovación fue total al finalizar tan
conocida pieza.
Para
la segunda parte del concierto, la Filarmónica contó con la presencia de todos
los solistas de diferentes grupos de instrumentos, además de su orgánico
completo. Latham Koenig tuvo una genialidad: colocó a Fernando Chiappero en el
lugar del 2° corno y a Luis Ariel Martino en el lugar del solista. De esta
manera, los solos alternados de este instrumento sonaron perfectamente bien, al
igual que 4 integrantes muy jóvenes de esta sección instrumental, que tuvieron
una destacadísima actuación durante todas las obras del compositor alemán. Los
trombones y la tuba se lucieron en la fanfarria del Preludio al Acto
III de LOHENGRIN, al igual que Mariano Rey en clarinete y la
percusión. Wagner es un compositor que debe sonar fuerte en los tutti orquestales
y, al mismo tiempo, romántico. Estas características fueron perfectamente
encausadas por el director inglés y hacía rato que una no escuchaba a la
Filarmónica brindar una versión tan brillante en este repertorio. Le entrada a
cargo de los cellos antes de las maderas en el Preludio al Acto I de TRISTÁN
E ISOLDA sonó perfecta, al igual que el desempeño de toda la orquesta, con
muy buenas actuaciones de Néstor Garrote (oboe), Gabriel Romero (flauta),
Michelle Wong (corno inglés), William Thomas Genz (fagot), Mariano
Rey (clarinete) y Sebastián Tozzola (clarinete bajo). La versión
ofrecida tanto de dicho preludio como de la célebre Muerte de amor de Isolda
sonó sumamente romántica y majestuosa, respetándose perfectamente los tempi
y los matices sonoros. El solo de arpa a cargo de Alina Traine al final
sonó sumamente romántico hasta el desvanecimiento de la música.
Para
la interpretación de la famosa Marcha fúnebre de Siegfried se contó no
sólo con instrumentistas contratados, sino que se incorporó la sección de tubas
wagnerianas liderada por Martcho Mavrov y Margaret Mengel, doble juego de
timbales, maderas por 4 y fliscornio dentro de la sección de trompetas, además
de abundante percusión y doble juego de arpas. Todos y cada uno de los solistas
de las principales secciones de instrumentos de la Filarmónica tuvieron
oportunidad de lucirse plenamente, destacándose los metales en este caso
-magnífica actuación de Fernando Ciancio en trompeta, Matías Bisulca en trombón
y Pedro Pulzován en tuba, además de la sección de cornos y tubas wagnerianas ya
mencionada-. Una versión brillante, con una formidable enjundia por parte del
organismo sinfónico y un auténtico placer para los oídos -independientemente
del sesgo de predilección por Wagner de parte de quien escribe-. Por último,
Latham Koenig hizo brillar a la Filarmónica una vez más con una exquisita e
impactante versión de la Obertura de LOS MAESTROS CANTORES DE
NÜREMBERG -título que no se representa desde hace 42 años en el Colón-. El
rugido del público se volvió a sentir mediante numerosos aplausos y vítores al
finalizar el concierto.
Después
de mucho tiempo de injustificada ausencia, la música de Wagner volvió a
sentirse sobre su ámbito natural. Ojalá que luego de la recuperación de la
presencialidad, fin de una pandemia que tuvo a todo el mundo a mal traer y con
un nuevo director musical, el Colón recupere su alicaído prestigio en materia
de temporada lírica e incorpore obras del repertorio alemán. Ya quedó
fehacientemente demostrado que se cuenta con cantantes, coro y músicos a nivel
local como para poder hacerlo.
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