Excelente apertura del Ciclo de
conciertos de la Sinfónica Nacional en el CCK
Y
A SUS PLANTAS, RENDIDO UN LEÓN
Martha
CORA ELISEHT
No
es casual que esta cronista haya elegido uno de los versos más hermosos de las
estrofas del Himno Nacional Argentino -que lamentablemente, no se canta en la
actualidad- para titular esta nota, que refleja fielmente lo que sucedió en el
concierto de apertura del ciclo 2023 de la Orquesta Sinfónica Nacional, que
tuvo lugar en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural
Kirchner (CCK) el pasado 15 del corriente, bajo la dirección de Mariano
Chiacchiarini y con la participación de Antonio Formaro como solista, quienes
ofrecieron el siguiente programa:
-
Variaciones para
orquesta- Gerardo GANDINI (1936-2013)
-
Concierto n°2 para
piano y orquesta en Sol menor, Op.22- Camille
SAINT- SAËNS (1835-1921)
-
Variaciones “Enigma”-
Sir Edward ELGAR (1857-1934)
Ante
una sala prácticamente llena, la Sinfónica Nacional fue ampliamente aplaudida
tras ingresar al escenario de la mano de su concertino Gustavo Mulé,
donde se la oyó muy afiatada y con un sonido muy sólido luego de la
tradicional afinación de instrumentos. Acto seguido, Mariano Chiaccharini
anunció las obras provisto de un micrófono, ya que la consabida ausencia de
programas de mano parece haberse instalado definitivamente post pandemia.
Asimismo, rogó al público apagar sus celulares para evitar molestias.
La
primera de las obras comprendidas en el programa fue compuesta por Gerardo
Gandini en 1962 y fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de Buffalo en 1965
durante el Interamerican Music Festival de Washington. Recibió también el
premio Municipal de Música de Buenos Aires en ese mismo año y posee una
orquestación profusa (cuerdas, arpa, piano, percusión, timbales, celesta,
xilofón, glockenspiel y vibrafón). Se considera una de las obras más tempranas
del mencionado compositor -del cual, se cumplen 10 años de su muerte durante el
corriente año- y la versión ofrecida durante el presente concierto fue muy
interesante, con buen equilibrio sonoro en los numerosos contrapuntos ofrecidos
por las diferentes secciones de instrumentos, creando un clima de misterio y
suspenso. Un digno homenaje a quien fuera pianista de la Sinfónica Nacional,
Director Musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y del Teatro Colón,
entre otros cargos.
De
los 5 conciertos para piano y orquesta compuestos por Saint- Saëns, el n°2
en Sol menor, Op.22 es el más conocido. Fue compuesto en 1868 y si bien
consta de los tres movimientos clásicos (Andante sostenuto/ Allegro
scherzando/ Presto), exhibe mucha más libertad en la elección de los tempi.
Es uno de los conciertos más difíciles para dicho instrumento por la
complejidad de su técnica, la diversidad de tempi ya descripta y por las
monumentales cadencias que posee el 1° movimiento, que permiten el lucimiento
del solista. No pareció tener dificultad alguna para un pianista de los
quilates de Antonio Formaro, quien no sólo lo ejecutó de memoria, sino que
demostró su virtuosismo en la cadencia inicial con elegancia e ímpetu. Por su
parte, el acompañamiento de la orquesta fue perfecto desde el tutti luego
de la primera cadencia hasta pasar a la segunda, logrando un poderoso equilibrio
sonoro.
que se mantuvo luego de la recapitulación por parte del solista y la orquesta
hasta el final. En el 2° movimiento (Allegro scherzando), el solista tuvo
una perfecta resolución no sólo de los tempi, sino también de los arpegios
y arabescos in crescendo, al igual que los trinos. Formaro
brindó una versión sublime, que sonó magistralmente hasta desembocar en el
vibrante Presto final, donde el solista debe afrontar pasajes de extrema
dificultad técnica. No sólo salió airoso de tamaño
desafío, sino que logró el aplauso unánime por parte del numeroso público que
se dio cita esa noche en la Sala Sinfónica. En un sinfín de numerosos aplausos
y vítores, el público se puso de pie para ovacionarlo y cayó rendido a los pies
de la dupla Formaro- Chiacchiarini.
Las
Variaciones sobre un tema original para orquesta, Op.36 -conocidas
universalmente como Variaciones Enigma – fueron compuestas como un
ejercicio orquestal en 1898. Al escucharlas, la esposa de Edward Elgar se
sintió atraída por la melodía y le pidió que las repitiera. Entonces, comenzó a
realizar variaciones dedicadas no solamente a su esposa, sino también a sus
amigos a manera de retratos musicales. Fueron estrenadas en Londres en 1899 y
comprende 14 variaciones sobre un tema oculto, que nunca es tocado. Pese a que
el compositor dejó numerosas pistas, nunca fueron resueltas hasta su deceso. De
ahí el nombre de “Enigma”. La versión ofrecida por Mariano Chiacchiarini
al frente de la Sinfónica sonó sumamente armónica y profunda desde su inicio,
con un perfecto lucimiento de los solistas a medida que iban transcurriendo las
melodías de las diferentes variaciones, destacándose el concertino Gustavo
Mulé, el violista Félix Peroni, el timbalista Gilberto Ayala y los solistas de
maderas y metales. La música llegó a su clímax en la celebérrima NIMROD, donde
se destacaron los pizzicatos de los cellos y las cadencias de todos los
instrumentos. El desempeño de Chiacchiarini en el podio fue excelente y la
pieza culminó con un final vibrante y un sonido prístino.
Si
bien no se suelen ofrecer bises al finalizar los conciertos, en este
caso se hizo una excepción con otra pieza célebre de Elgar: Salut d’amour, que
fuera compuesta como regalo de aniversario de casamiento para su esposa. Otra
muy buena versión de la Sinfónica al frente de tan deliciosa pieza y otra nueva
ovación de aplausos.
En
cierta ocasión, el pintor francés Eugène Delacroix manifestó que “la música
es la voluptuosidad del espíritu”. Una frase que sintetiza perfectamente la
excelente apertura de un ciclo de conciertos que promete ser muy auspicioso e
intenso.
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