jueves, 23 de marzo de 2023

 

Sinfónica Nacional en “provocador” inicio…

                                                                                    Por Jaime Torres Gómez

Con máximo interés se asistió al concierto inaugural de la temporada internacional de la decana Sinfónica Nacional de Chile, dirigida -como es esperable en estas ocasiones- por su maestro titular.

En rigor, desde enero la Sinfónica ha estado muy activa, y con muy buenos resultados junto a Rodolfo Saglimbeni, titular de la agrupación, recordándose muy buenas versiones de la Séptima Sinfonía de Beethoven, las Suites del “Lago de los Cisnes” (Tchaikovsky) y de la ópera “Carmen” (Bizet), la “Titán” de Mahler y las “Tramas Discontinuas” de Aliosha Solovera, aunque por pulir “Mi Madre la Oca (Ravel)” en su versión completa, ameritando pudiera reponerse a futuro...     

Cabe señalar que aún no se ha anunciado oficialmente la temporada internacional del año, conociéndose sólo los dos primeros programas de marzo, y quedando naturalmente expectantes al anuncio respectivo. Sin perjuicio de ello, se celebra el carácter internacional de esta jornada inaugural, al contarse con una figura solista de importantes credenciales.

Llevado a cabo en el Teatro de la Universidad de Chile, sede de la Sinfónica, felizmente se retomó la tradición de realizarse en día viernes con repetición en sábado, esperando así se continúe ante las mejores condiciones post estallido social del 2019, que imposibilitó programar actividades los días viernes en las cercanías del teatro universitario.   

Con conocidas piezas del romanticismo musical, contempló un binomio de obras de Hector Berlioz y el siempre bienvenido Concierto para Violín de Johannes Brahms, dando cuenta de un programa conservador, y convocante para capturar mayores audiencias.

Con una notable versión de la Obertura “Carnaval Romano” de Berliozcomo inicio, evidenció el magnífico estado de la Sinfónica y la autoridad de su titular. De gran virtuosismo orquestal (como la mayoría de las obras berliozianas), las respuestas de conjunto y solísticas tuvieron alto rendimiento, amén de una celebrada frescura de lectura de Saglimbeni. Notable ensamble desde los primeros acordes, más un extraordinario solo del corno inglés en la melodía de la escena de amor de Cellini y Teresa (extraído de la ópera Benvenuto Cellini, del mismo Berlioz), amén de una formidable repetición de la misma por las violas, extendida por una sólida fila de flautas. Transparentes exposiciones de las melodías en contrapunto y temas sincopados. Sin duda, un inapelable triunfo cabal…

Luego, un sólido debut en Chile de Virginie Robilliard con el Concierto para Violín de Brahms. Obra asidua en la Sinfónica, es destacable que en los últimos 10 años este concierto haya contado con excelentes figuras internacionales, no decayendo ahora el nivel junto a la violinista francesa. De autorizada musicalidad y acabado dominio técnico (notable paso del arco), Robilliard brindó completa claridad de conceptos interpretativos, con soberbias exposiciones contrastantes de los caracteres insertos, entre lo angustioso, melancólico y jubiloso, hilvanando un discurso sin tropiezos, a pesar de una provocadora (casi desvariada) cadenza de su propia autoría, de poliestilístico carácter y no del todo correlacionada al conjunto de la obra... Esmaltada y amplia proyección de sonido más perfecta afinación. Notable complemento en todo orden de Saglimbeni y los sinfónicos.

Como encore una original pieza de raíz vernácula, y original para un dúo de violín y percusión nativa integrado por la misma Robilliard, ofreciéndose la parte del violín respectiva. Entrañable el pasaje central (al parecer improvisado) citando el Gracias a la Vida de Violeta Parra, y cantado por la misma violinista, exhibiendo pleno dominio estilístico más un alto vuelo global.

Finalmente, una provocadora (casi polémica) versión de la Sinfonía Fantástica de Berlioz… Referirse a esta gravitante obra del romanticismo amerita mucha tinta (o caracteres informáticos, en clave actual). Sólo destacar lo revolucionario, en su momento, la concepción de una música programática con inimaginables proyecciones estéticas, y sin duda clave para el desarrollo orquestal.

La versión de la Fantástica propuesta por Saglimbeni, conforme lo presenciado en la obertura, discurrió por un insospechado carril, con una densidad sonora no habitual y con una adopción de tempi en general lentos, no obstante una irrefutable coherencia de discurso. Distanciándose de cierto canonicismo, en momentos se creyó estar escuchando Wagner e incluso Bruckner. Ciertamente existen relaciones entre estos compositores -cada uno con sus debidas improntas-, sólo que la propuesta saglimbeniana, para el suscrito, momentáneamente queda relegada a un estado de “procesamiento”… En todo caso, se celebra vivamente la llegada de nuevos enfoques enriquecedores de las percepciones, máxime al ofrecerse con excelencia de resultados de la orquesta.

En suma, un excelente y provocador inicio de temporada de la decana orquestal del país, y con un vuelo imposible de indiferencia…

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