Gran inicio del ciclo de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación
APERTURA
A SALA COLMADA
Martha
CORA ELISEHT
Durante
el transcurso del corriente año, la Orquesta de Cámara del Congreso de la
Nación tiene varios motivos para festejar: se cumplen 33 años desde su creación
en 1990 y su director titular - Sebastiano De Filippi- también cumple 10 años
al frente de dicha agrupación, ganadora en dos oportunidades del Premio “Mejor
Orquesta de Cámara Argentina” otorgado por la Asociación de Críticos Musicales
de la Argentina (ACMA). Precisamente, el pasado viernes 31 de Marzo tuvo lugar
en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional el concierto de
apertura del conjunto, denominado “MEMORIA MOZARTIANA” en presencia de
su titular y que contó con la participación de Mariano Rey como solista
invitado, en un programa integrado por las siguientes obras:
-
Erks, la ciudad
metafísica- Mario GARCÍA ACEVEDO (1926-2013)
-
Concierto en La mayor
para clarinete y orquesta, K.622- Wolfgang A.
MOZART (1756-1791)
-
Divertimento para
cuerdas n°1 en Re mayor, K.136- Wolfgang A.
MOZART (1756-1791)
Ante
una sala absolutamente colmada y atiborrada de público -hubo que colocar sillas
adicionales y, pese a todo, muchos se quedaron de pie-, el locutor a cargo de
la presentación del conjunto mencionó que durante el transcurso del corriente
año, siempre se va a interpretar una obra de compositores argentinos en la
apertura de cada concierto. Acto
seguido, el concertino Pablo Pereira tuvo a su cargo la tradicional
afinación de instrumentos antes de la entrada del maestro De Filippi, quien
demostró sus cualidades interpretativas con una versión muy buena de la obra de
García Acevedo -cuyo deceso se produjo hace exactamente 10 años atrás-,
compuesta en 1987 y orquestada por Lucio Bruno Videla. El conjunto se lució en
los trémolos y contrapuntos a cargo de los diferentes instrumentos de
cuerda, brindando un sonido muy compacto y profundo, que se vio coronado por el
aplauso del numeroso público presente.
De
todos los conciertos para clarinete y orquesta, el K.622 de Mozart es el
más famoso y ampliamente difundido en todo el mundo. Forma parte del repertorio
habitual de cualquier clarinetista y fue compuesto en Viena en 1791 -el mismo
año de la muerte del compositor-. Dedicado a Anton Stadler, consta de tres
movimientos: Allegro (en La mayor), Adagio (en Re mayor) y Rondó
(en La mayor). Originalmente, estaba escrito para clarinete di bassetto -que
llega al Do en vez de los clarinetes comunes, que llegan al Mi-, pero
Stadler hizo un arreglo para poder ejecutarlo con un clarinete en La. Otra de
sus particularidades es que la cadenza se ejecuta en el Adagio central
-a diferencia de los demás conciertos de Mozart, que se ejecuta en el 1°
movimiento-. Por desgracia, el manuscrito original de Mozart no se conserva y
lo que se escucha hasta la actualidad es la transcripción realizada por
Stadler. A diferencia de otras orquestaciones -donde participan dos flautas,
dos fagots y dos cornos-, sólo lo hicieron las cuerdas, logrando una perfecta
amalgama entre orquesta y solista. Mariano Rey es un virtuoso del instrumento y
ofreció una versión sublime, llena de sutilezas y exquisitez en su
interpretación. Una ha escuchado infinitas versiones de este clásico por
intérpretes de la talla de Martín Tow, Mariano Frogioni o Rolando D’Hellemes,
pero la interpretación de Mariano Rey fue de calidad superior. El público
estalló en aplausos y vítores hacia el final y la ovación fue total.
En
1771, la familia Mozart se traslada a Italia con el objetivo que una corte
respetable le otorgara al joven Wolfgang Amadeus un puesto de Kapellmeister.
Pese a que el objetivo no se cumplió, no por ello el genio de Salzburgo se amilanó,
sino todo lo contrario: compuso sus tres Divertimentos para cuerdas en
los primeros tres meses de 1772. Se trata de una forma musical sin una
estructura concreta, que cumplía la misión de divertir a la sociedad durante la
época del clasicismo. Posteriormente, se dejaron de componer después de 1790 y
el más famoso es el Divertimento en Re mayor, K.136, que consta de tres
movimientos: Allegro/ Andante/ Presto, que fueron ejecutados de manera
impecable. De Filippi impuso una correctísima y rigurosa marcación de los tempi
– sobre todo, en el Presto final-, al mismo tiempo que contagiaba su
entusiasmo a los músicos. El público volvió a estallar en aplausos ni bien
culminó la obra y quería más. Entonces, el director se dirigió al público para
anunciar un bis: “Ave verum corpus” de Mozart para orquesta de cuerdas,
órgano y 4 voces (soprano, mezzosoprano, tenor y bajo). Ahí se produjo la gran
sorpresa de la noche: las violinistas Eleonora Votti y Paula García Presas
actuaron como soprano y mezzosoprano respectivamente; el concertino Pablo
Pereira, como tenor y el propio Sebastiano De Filippi como bajo, mientras que
Pedro Sotelo ejecutó el órgano. Todos bajo la dirección de otro violinista:
Sergio Catelani, quien logró una digna versión de la mencionada pieza
mozartiana. Una nueva lluvia de aplausos se derramó sobre los intérpretes,
quienes hicieron gala de sus dotes vocales.
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