Muy buen concierto de la Sinfónica
de Tres de Febrero en la Usina del Arte
EL
ORGULLO BONAERENSE NO TIENE FRONTERAS
Martha
CORA ELISEHT
En
una nota anterior realizada a fines de 2021, quien escribe se refirió a la Orquesta
Sinfónica Municipal de Tres de Febrero como una orquesta que sonaba “a la
europea, pero orgullosamente bonaerense”. El mencionado organismo sinfónico
se presentó dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte el pasado domingo
21 del corriente en la Sala Sinfónica de dicho centro cultural, bajo la
dirección de Ezequiel Fautario y con la participación de Pablo Sangiorgio -concertino
de dicha agrupación- en calidad de solista, en un programa integrado por
las siguientes obras:
-
Concierto en Re mayor
para violín y orquesta, Op.35- Piotr I.
TCHAIKOVSKY (1840-1893)
-
Sinfonía n°8 en Fa
mayor, Op.93 (“Pequeña”)- Ludwig van
BEETHOVEN (1770-1827)
Fundada
en 1986, fue el primer elenco estable de dicho municipio del conurbano
bonaerense y se ha presentado en los principales escenarios y salas de
conciertos del Área Metropolitana de Buenos Aires (Teatro Colón, Bolsa de
Comercio de Buenos Aires, Basílica de Lourdes, Teatro Paramount de Caseros, Centro
Cultural Kirchner y Facultad de Derecho de la UBA, entre otros). Tras la
tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino suplente
Edison Russo, Ezequiel Fautario hizo su presentación provisto de un micrófono
para presentar al solista, anunciar las obras comprendidas en el programa y
hacer una breve reseña sobre las mismas, ya que la ausencia de programas de
mano parece haberse convertido en un clásico tras la pandemia. Se refirió al mencionado
Concierto para violín y orquesta en Re mayor como el único que
Tchaikovsky compuso para dicho instrumento en 1878 durante su estadía en
Clarens (Suiza), donde estaba trabajando en la composición de una sonata para
piano tras la depresión sufrida por su fallido matrimonio con Antonina Miliukova.
Al carecer de suficiente inspiración, recibe la visita de uno de sus alumnos de
composición: el violinista Iósif Kotec, quien le propone tocar una
transcripción para violín y piano de la Sinfonía Española de Édouard
Lalo (1823-1892). Tchaikovsky queda tan fascinado con la obra, que decide
suspender la composición de su sonata y comienza a componer su concierto para
violín bajo asesoramiento de Kotec. Estuvo listo en tan sólo un mes y quería
que el mismo Kotec lo estrenara, pero no se sintió lo suficientemente seguro
como para hacerlo. Por dicho motivo, se lo ofreció al talentoso Leopold Auer,
pero lo rechazó considerándolo “intocable”, razón por la cual hubo que
buscar otro solista. La elección recayó finalmente en Adolf Brodsky, quien lo
estrenó en 1881en Viena. No obstante, la crítica fue adversa por falta de
ensayo y por su extrema complejidad. Recién en 1888, la obra gana popularidad
merced a la memorable interpretación de Karel Haliř.
Alumno
de Rolando Prusak, Pablo Sangiorgio se desempeña como concertino titular
de la Sinfónica Municipal de Tres de Febrero y ofreció una muy buena versión de
este famoso concierto merced a su impecable fraseo, con muy buena musicalidad
en las cadencias y pasajes en cascada en las notas agudas de
extrema dificultad técnica en el Allegro moderato inicial. El
acompañamiento y el diálogo por parte de la orquesta fue soberbio, mientras que
el solista se destacó por brindar un sonido netamente romántico en el 2°
movimiento (Canzonetta: Andante), muy preciso y con numerosas sutilezas,
para pasar de manera attaca súbito (sin interrupción, de golpe) al
impetuoso Allegro vivacísimo final, donde Tchaikovsky inserta una drushba
como tema principal hasta la introducción del 2° tema (Poco meno mosso),
que luego crece en intensidad a medida que el solista acelera el tiempo (Poco
a poco stringendo) hasta la monumental coda final, donde hubo un más que
perfecto y sutil diálogo entre solista y orquesta. El público lo ovacionó de
pie al finalizar su interpretación.
Para
distinguirla de su Sinfonía n°6 en Fa mayor (“Pastoral”), Beethoven
denominó a su 8° Sinfonía en Fa mayor, Op.93 como “Pequeña” tras
su composición en 1812. Para ese entonces, Johann Mäzel -el inventor del
metrónomo- le organiza una cena de despedida a Beethoven antes de salir de
viaje en 1812, donde presenta su invento para marcar los tempi a los
compositores. A Beethoven le gustó y decidió componer una canción en homenaje a
dicho invento, pero que después transformó en un rondó que se incluye en
el 2° movimiento de esta sinfonía (Allegro scherzando). Por eso, muchos
musicólogos consideran que la Pequeña sinfonía en Fa mayor posee numerosos
pasajes donde Beethoven se ríe de sí mismo, intercalando notas humorísticas en
sus 4 movimientos (Allegro vivace con brio/ Allegro scherzando/ Tempo di
minuetto/ Allegretto vivace). Es la única de sus sinfonías que no contiene
un movimiento lento, sino este Allegro scherzando de carácter vivaz,
alegre y despreocupado, al cual, le sigue un Minuetto. Y en el
movimiento final, Beethoven se aparta del sistema tonal para intercalar escalas
en crescendi y diminuendi entre diferentes grupos de instrumentos
-particularmente, las cuerdas-, a modo de la antigua polifonía -característica
que tomará a posteriori Carl Nielsen para desarrollar su tonalidad
expansiva-. Esto representa un desafío enorme tanto para el director como
los músicos. No obstante, nunca tuvo la popularidad de sus Sinfonías n°7 y 9
(“Coral”). En la presente versión, hubo numerosos contrapuntos entre
maderas, metales y cuerdas, logrando un sonido marcial y, al mismo tiempo,
netamente romántico, poniendo énfasis en las notas de humor anteriormente
mencionadas. Tanto en el 2° como en el 3° movimiento, Fautario logró un sonido
puro, cristalino, con una gran labor contrapuntística, para lograr sacar lo
mejor de la orquesta en el difícil Allegretto vivace con el cual se
cierra la obra, saliendo airoso de dicho desafío. La labor se vio coronada por
múltiples aplausos y vítores.
Independientemente
del agradecimiento al público, Ezequiel Fautario también agradeció a las
autoridades presentes en nombre del Gobierno de la Ciudad, quienes permitieron
la inclusión de la orquesta dentro del ciclo y recomendó seguir la actividad de
la orquesta en las redes sociales. A menos que se las incluya dentro de ciclos
de grandes conciertos, no siempre el público tiene la oportunidad de escuchar
las agrupaciones provenientes del conurbano. En este caso, el orgullo
bonaerense va in crescendo y no tiene fronteras.
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