Extraordinario concierto de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación
CON EL SABOR DE LA NONNA PATRIA
Martha CORA ELISEHT
Se considera a España como la Madre Patria de la República Argentina por lazos
históricos, culturales, lingüísticos y religiosos. Sin embargo, para un considerable
porcentaje de la población del país, Italia también entra dentro de dicha categoría. Más
de la mitad de los argentinos posee raíces italianas -tanto propias como producto de los
vínculos conyugales y/o familiares- y, por lo tanto, se puede considerar a Italia como la
Nonna Patria de la Argentina. Precisamente, fue el país elegido para participar del
concierto temático organizado por la Orquesta de Cámara del congreso de la Nación
dentro de su Ciclo 2023, denominado “AIRES ITALIANOS” que tuvo lugar en el Salón
de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional el pasado viernes 28 del corriente bajo la
batuta de su director titular -Sebastiano De Filippi- con la participación de la
mezzosoprano Guadalupe Barrientos como solista.
El programa estuvo comprendido por las siguientes obras:
- “De mi Patria” (serie argentina)- Luis SANMARTINO (1888-1973) (edición
de Lucio Bruno VIDELA)
- Allegro para cuerdas en Do mayor- Gaetano DONIZETTI (1797-1848)
- “El Ocaso”, poema lírico, P.101- Ottorino RESPIGHI (1879-1936)
- Sinfonía para cuerdas en Mi menor (transcripción orquestal del Cuarteto para
cuerdas por Arturo TOSCANINI)- Giuseppe VERDI (1813-1901)
En todos los conciertos de la mencionada agrupación de cámara se incluye una obra
argentina. En este caso, se interpretó la serie De mi Patria de Luis Sanmartino con
motivo de cumplirse el 50° aniversario de su fallecimiento. Fue compuesta en 1946 y
consta de tres números: Triste/ Milonga/ Gato, que fueron muy bien interpretados por la
orquesta. Lo mismo sucedió con el mencionado Allegro en Do mayor de Donizetti,
donde De Filippi demostró su profundo conocimiento de una de las escasamente
interpretadas obras de cámara del gran músico bergamasco. Es un allegro enérgico e
con brio con reminiscencias mozartianas, que posee pasajes sumamente complejos y
difíciles de interpretar. La orquesta salió airosa del compromiso y fue ovacionada al
final de esta exquisita versión.
Así como Gaetano Donizetti es un compositor principalmente operístico, Ottorino
Respighi lo es en el ámbito sinfónico. Sin embargo, ambos han compuesto numerosas
obras de cámara de gran belleza, la mayoría de las cuales son escasamente difundidas o
se representan en muy pocas ocasiones. No es el caso del poema lírico Il Tramonto (El
Ocaso), compuesto por Respighi en 1914 sobre el poema homónimo de Percy Bysshe
Shelley (1792-1822) escrito en 1816. Originalmente fue escrita para mezzosoprano y
cuarteto de cuerdas y, posteriormente, para orquesta de cuerdas. Es una obra muy
hermosa, con numerosos pasajes escritos de manera ondulante y múltiples matices
sonoros para el lucimiento de la orquesta de cuerdas y la mezzosoprano. En el caso
particular de Guadalupe Barrientos, el repertorio de cámara le sienta de maravilla. Su
caudalosa voz – muy rica en matices dramáticos y románticos- permitió no sólo su
lucimiento personal, sino, además, un magnífico acompañamiento del conjunto. Unido
esto a la magistral dirección de Sebastiano De Filippi, el resultado fue una combinación
perfecta, que se vio coronada por numerosos aplausos y vítores tras su interpretación.
La única obra de cámara de Giuseppe Verdi que se ha conservado es su Cuarteto
para cuerdas en Mi menor, compuesto durante una producción de su ópera AÍDA en
Nápoles en 1875. Escrito originalmente para dos violines, viola y violoncello, consta de
4 movimientos: Allegro/ andantino/ Prestissimo/ Scherzo- Fuga. Allegro assai mosso y
la versión interpretada en este concierto corresponde a la transcripción para orquesta
realizada por Arturo Toscanini. La presente versión fue magnífica, con gran maestría,
fuste y enjundia en su interpretación; sobre todo, del Prestissimo, que posee
reminiscencias de la música eslava -muy similar al Furiant de algunas obras de Dvořak-
que se alternan con un segundo tema más lírico, ricamente elaborado para desembocar
en la monumental Fuga del último movimiento. Ante una sala colmada de público, el
final fue un aluvión de aplausos y vítores.
Lo único que opacó este concierto fue la ausencia de programas de mano, ya que los
mismos no alcanzaron para satisfacer las demandas del numeroso público que se dio
cita en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional esa tarde. Sin embargo, se
compensó no sólo con la magnífica actuación de los músicos, director y solista invitada,
sino también con la proyección en simultáneo, que permitía seguir el programa
mediante el canal de Senado TV. La iniciativa de organizar conciertos temáticos es
excelente, ya que atrae al público y permite su renovación. Y tanto mejor cuando se
interpretan obras bellísimas como las comprendidas en este concierto, que se ejecutan
en raras ocasiones para que el público tenga oportunidad de conocerlas y disfrutarlas.
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