Créditos: Prensa Teatro Colón. Fotografía de Máximo Parpagnoli.
DE LA INFLEXIBILIDAD A LA REFLEXION
Teatro
Colón, temporada 2023, Opera de Cámara: “El que Dice Si”, Opera en un acto con
Libreto de Bertold Brecht y Música de Kurt Weil (1930). “El que Dice No” Opera
en un acto basado en el libro de Bertold Brecht (1933) con música de Martín
Matalón. Elenco: En Ambas: Vítor Torres (Maestro), Adriana Mastrángelo (Madre).
“El que Dice Si”: Adam D’Onofrio (Niño), Alvaro García – Ramiro Coni – Jesus Villamizar
(Estudiantes). “El que Dice No”: Guadalupe Fustinoni (Niña), Mora Molinelli
Wells-Avril Figueroa-Sol Sánchez Polverini (Estudiantes). Coro de Niños del Teatro Colón, Director:
César Bustamante, Asistencia: Helena Cánepa. Coreografía: Ignacio González Cano.
Escenografía: Noelia González Svoboda, Vestuario: Endi Ruíz, Iluminación: Ariel
Conde. Dirección Musical: Natalia Salinas (El que Dice Sí), Martín Matalón (El
que Dice No). Dirección escénica: Violeta Zamudio/Nahuel Di Pierro. Teatro Coliseo
(Corresponde al cíclo Colón en la Ciudad”), 27 de Agosto de 2023.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
Un autor, dos
visiones. La primera dura, inflexible, un verdadero masazo. La segunda, a partir de un debate, un llamado
a la reflexión (tradición o disenso). Y dentro de estas dos posturas tanto de
vida como estéticas, dos visiones surgidas a partir de una situación. Estas son
las líneas principales de acción del espectáculo que la Opera de Cámara del
Teatro Colón presentó en el Teatro Coliseo dentro del Ciclo “Colón en la Ciudad”.
Los enfoques que Violeta Zamudio y Nahuel Di
Pierro brindaron de ambas visiones de Brecht se correspondieron con el sentido
que el gran dramaturgo alemán brindó a ambas versiones de su texto. Uno de tipo
rígido para “El que Dice Sí”, Historia de un niño huérfano de padre, cuya madre
también muy enferma necesita imperiosamente medicamentos para salvar su vida.
Su maestro de colegio, interesado por las inasistencias del niño al curso va a
su casa en compañía del resto de sus alumnos para saber que le ocurre y al
mencionar que se despedía para llevar adelante un viaje a pié hacia el otro
lado de las montañas en busca de
sabiduría y de las personas capaces de elaborar medicamentos, atrae con ello la
atención del niño quien de inmediato quiere partir junto a su maestro, aun
cuando éste le advierte de los peligros que deberán afrontar. Junto a ellos,
tres estudiantes se suman a la travesía. El ascenso a pié afecta seriamente al
niño quien le manifiesta a su maestro que no puede continuar. Los estudiantes
le recuerdan al docente que hay una tradición que indica que quién no puede
continuar debe ser arrojado al valle de esas montañas lo que causa en la persona
la muerte instantánea. El maestro se queda perplejo ante esta situación límite
y decide interrogar al niño para saber si puede continuar, anticipándole lo que
la tradición indica. El pequeño con admirable entereza le contesta que sabía
que podía morir, que lo hizo pensando en salvar a su madre y le encomienda al maestro
y a los estudiantes que continúen el viaje y que sean ellos quienes le lleven a
ella los medicamentos salvadores . Así lo hacen, maniatan y preparan al niño y
lo arrojan al valle. Aquí la Música de Weil es sumamente dura y contundente y
el Coro de Niños que hace las veces de compañeros de escuela del pequeño se
transforma por momentos en narradores de la historia, convergiendo luego tanto
música como voces en un final seco y cortante. Es una obra sumamente breve,
concisa, en donde la acción no da tregua. Está muy bien iluminada, el vestuario
mezcla un tipo aldeano para el pequeño protagonista, al que luego en el momento
del fatal desenlace se lo cubrirá con vendajes casi como una verdadera
momificación, prendas de estilo
medioeval para los estudiantes, un aspecto de anciano para el Maestro pero con
un perfil de portador de la sabiduría y en el caso de la madre, vestuario que
caracteriza a la mujer enferma. Unas plataformas sobre el escenario, sobre las
que luego irán ascendiendo el niño, el maestro y los estudiantes más un amplio
espacio de circulación en el escenario completaron la puesta.
En el final del intervalo, el Coro de Niños
ingresó por el lateral de la platea entonando un cántico en latín como
invitando al público a retomar sus lugares y a prepararse para lo que vendría.
Tras una charla en la Universidad Marx en
1933 en donde se enfocó “El que Dice Sí”
y ante el giro que tomó la misma, Brecht sintió la necesidad de darle una
vuelta de tuerca a la historia, y allí surge “El que Dice No”, la situación es
la misma, solo que al momento en que el Maestro le advierte a su pequeña alumna
la sentencia a la que se expone, la respuesta es No, negándose a morir,
admitiendo que se puede fracasar en el intento, que quería llevarle a su madre
los medicamentos, pero que por más que se trate de una tradición, no se puede
matar a la persona por no poder salir airosa de dicho intento. Aquí la visión de los Directores de Escena da
un giro radical, la escena es luminosa, el vestuario es colorido, hay
reflejadas situaciones de la vida cotidiana como el bulling, la madre se desentiende de la suerte que
correrá su hija en el viaje y hasta las estudiantes se conducen de otra forma.
Todo en mecánico, casi psicodélico. Los personajes se conducen como protagonistas
de una historieta. El texto está traducido al francés y en dicha lengua se
canta y el vestuario está acorde con los
detalles mencionados anteriormente. Un maestro “robotizado”, la madre como una
muñeca de ampulosos movimientos, los compañeros de colegio con caracterizaciones
variopintas de corte satírico y hasta las estudiantes con un toque de “villanas”
de este comic. La marcación escénica fue sumamente efectiva, la escenografía
aquí fue más elaborada, la coreografía para todos los intérpretes fue mucho más
dinámica y el final entrelaza las dos
versiones de la historia en donde el niño que muere en la primera retorna, es
despojado de su “momificación” y se une a su contrapartida sobreviviente.
La música de Martín Matalón para este
episodio es libre, atonal, con momentos hasta de efectos electroacusticos de
alta complejidad, los sonidos son el soporte y el canto brinda la línea
melódica completando todo esto una visión sumamente elaborada e interesante.
No cabe duda alguna de la creatividad de
Violeta Zamudio y Nahuel Di Pierro, tanto por el enfoque y su interrelación con
los diferentes estilos musicales. Hay un final con expresivas pancartas llevadas
por los integrantes del Coro de donde se rescata el llamado a la tolerancia y
el respeto al disenso, algo que en estos difíciles tiempos que vivimos es una
luz que guía. El trabajo de equipo se completó con una estupenda iluminación de
Ariel Conde, una muy cuidada ambientación de Noelia Gonzalez Svoboda, el
creativo vestuario de Endi Ruíz y muy buenas coreografías aportadas por Ignacio
González Prieto exigiendo hasta del Coro de Niños una activa participación que
el conjunto cumplió con creces.
Descollante fue el desempeño del Coro de
Niños preparado por César Bustamante con la asistencia de Helena Cánepa. Sumamente
ajustado, impecable en las dicciones Germana y Francesa y con una libertad de
movimientos encomiables.
Muy correctos quienes cumplieron los roles de
estudiantes de ambos episodios. Vaya entonces Ntro. reconocimiento tanto para Alvaro
García,Ramiro Cony y Jesús Villamizar (El que Dice Si), como para Mora
Molinellli Wells, Avril Figueroa y Sol Sánchez Polverini (El que Dice NO).
Víctor Torres fue un estupendo Maestro en
ambos episodios. Autoridad, oficio, señorío escénico y una voz magníficamente
trabajada. Valen iguaes consideraciones para Adriana Mastrángelo quien en la
presente temporada ha asumido gran parte del repertorio contemporáneo con total
suficiencia y que demuesra estar mara mucho más que un solo repertorio.
La Orquesta armada para ésta ocasión con el
experto Elías Gurevich como Concertino e integrada por maestros importantes del
medio brindo una labor excepcional con una magnífica concertación de Natalia
Salinas en “El que Dice Si”. Atenta a
cada detalle, cada frase con ataques de suma justeza y magnífica conexión con
el palco escénico. Y por supuesto una formidable guía de Martín Matalón
concertando su obra para entregarle al público un trabajo de noble calidad.
En el final, mi saludo y reconocimiento a los
dos niños protagonistas. Tanto Guadalupe Fustinoni (El que Dice No) como Adam D’Onofrio
(El que Dice Sí) demostraron no sentir peso alguno, tienen grato timbre y
soltura escénica. Ojalá con el paso del tiempo los veamos encarando roles de
importancia y cumpliendo interesantes carreras.
El nivel alcanzado en este espectáculo como
en la reciente “Il Campanello” nos hace pensar que estos trabajos merecen con
creces la sala mayor del Colón.
Donato Decina
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