Jeanine Jansen y la "Amsterdam Sinfonietta" durante su presentación en el Teatro Colón. Fotografía de la Sra.Liliana Morsia para el Mozarteum Argentino.
FORMIDABLES INTERPRETES
PARA ACOMPAÑAR A UNA SOLISTA EXTRAORDINARIA.
Mozarteum
Argentino, temporada 2024. Presentación de la “Amsterdam Sinfonietta”,
Directora Artística y Concertino: Cándida Thompson. Solista: Janine Jansen
(Violín). Programa: Obras de Ades, Walton y Vivaldi. Teatro Colón, 23 de
Setiembre de 2024.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE.
En la quinta fecha del abono correspondiente al año 2024, el
Mozarteum Argentino sumó un nuevo jalón a su dilatadísima trayectoria al presentar
en la sala del Teatro Colón de Buenos Aires a la reconocida violinista
holandesa Janine Jansen, quien actuó acompañada por la muy buena agrupación “Amsterdam
Sinfonietta” liderada desde la posición de concertino por la violinista inglesa
cándida Thompson, quien además es su Directora Artística.
Del programa presentado bien podría decirse
que se trató de una travesía musical en el sentido inverso de las agujas del
reloj, ya que se inició con el estreno sudamericano de “Shanty-Over The Sea” de Thomas Ades compuesta en plena pandemia durante el año
2020. Ades, de quien tuvimos la inmensa oportunidad de ver y escuchar “Written
on Skin” gracias a la Opera de Cámara del Teatro Colón entre otras
composiciones suyas, toma canciones populares que entonaban los marineros
durante sus tareas como forma de darse fuerza y ánimo ante las duras (y rudas) labores diarias que
llevaban a cabo embarcados. “Shanty” en ingles significa “saloma”, un tipo de canción
con varios versos que puede ser interpretada
por varias voces a la vez y no siempre siguiendo el mismo orden. Aquí Ades
inicia su obra con las cuerdas graves partiendo desde los sonidos más bajos y a
partir de ese comienzo se integran las cuerdas más agudas con una melodía que
va ganando en homogeneidad. Es durante esos pasajes que los instrumentistas
cumplen roles solistas ya que tienen ante sí la responsabilidad de atacar hasta
en quince maneras diferentes ese tema logrando un efecto verdaderamente
sobrecogedor. Hay mucha intensidad. Es evidente que la pandemia actuó de manera
tal como disparadora de esta idea (que en lo personal me recordó situaciones vividas hace cuatro años atrás cuando
muchos salían a los balcones ante la imposibilidad de los encuentros personales
y la música actuaba como forma de acercamiento), que Ades encontró aquí una
forma de plasmar en el pentagrama la justa forma de expresión. Quince ideas. Quince
voces. Irrumpe luego una ligera nueva melodía que enlazará (extinguiéndose
paulatinamente) con los acordes iniciales, los que también se desvanecen en el aire. La pulcritud,
el perfecto acople, el trabajo de sonoridad logrado por la Maestra Thompson,
hicieron que como corolario a la estupenda versión ofrecida se lucieran de
manera individual cada uno de los miembros del conjunto. Ha sido sin dudas uno
de los mejores estrenos del año.
Continuando este viaje musical en el sentido
inverso, nos vamos a 1971 para encontrarnos con la célebre “Sonata para Cuerdas”
de William Walton, surgida de un encargo que Sir Neville Marriner le efectuase
para ser interpretada por su máxima creación “The Academy of Saint Martin in
the Fields”. A partir de uno de sus cuartetos de cuerdas creados durante la
post Segunda Guerra Mundial, Walton desarrolla una idea musical en la que
siempre está presente la arrolladora energía
tan característica en él y que de manera notoria se expresa en los
movimientos “de Punta” (1 y 4, este último con la asistencia de otro grande de
la música inglesa, Sir Malcom Arnold). También hay un muy buen manejo de la
tensión en el segundo movimiento y resulta sorprendente el manejo melódico en
el tercero, en este caso un lento que es un remanso poco habitual en las
creaciones de Walton. Un final pleno de vivacidad arrancó una justiciera
ovación por parte de la concurrencia, la que mayoritariamente y por desgracia
no se privó de aplaudir a la finalización de los dos primeros movimientos. De todas
formas lo expuesto de modo brillante por todo el conjunto quedó a la vista y la versión fue a todas luces insuperable.
Ahora sí, el reloj
gira al revés de modo enloquecido para ir al encuentro de Antonio Vivaldi y “Las
Cuatro Estaciones” con Janine Jansen como solista. Todos sabemos de sobra la
historia y el contenido de estos cuatro conciertos. Aquí el interés radicó en
ver a esta notable interprete en los mismos y como se desempeñaría en una
versión con instrumentos de orquesta moderna aunque ella lo haga en un Stradivarius
de 1715. No defraudó en absoluto. En primer lugar cabe agradecerle su enfoque
personal. Una versión en donde encontramos a una solista visceral, capaz de
pasar de los “tutti” más enérgicos a los “pianissimos” más increíbles. Un
manejo del “tempi” verdaderamente encomiable, sonido pleno y limpio y una total
entrega interpretativa, interactuando con Thompson y todos los sectores del
conjunto. En el final del concierto correspondiente al verano fue tal su
expresividad, contagiada a su vez a la “Amsterdam” que no extraño aquí sí que
sea toda la sala la que estallara en
aplausos y que la solista y el conjunto los recibieran de buena gana como para
poder tomar respiro y un nuevo impulso para continuar, de la misma forma que
ante la nueva ovación al final de todo el trabajo, Jansen optara por repetir
esa conclusión del “Verano”, tan visceral como la primera vez, coronando de
esta forma una memorable actuación tanto para Ella como para todo el conjunto.
Donato Decina
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