El Dúo Pablo Saraví-José Luís Juri, derrochando talento en el Salón Anasagasti del Jockey Club de Buenos Aires. Fotografía de la autora del presente comentario.
recital de Pablo Saraví y José Luis Juri en el Ciclo del Jockey Club
ÁMBITO DE ALCURNIA, PRESTIGIO Y ALTA CALIDAD
Martha CORA ELISEHT
Los elegantes y distinguidos salones del Jockey Club de Buenos Aires son
sinónimo de prestigio, motivo por el cual se organizan todo tipo de eventos; entre otros,
recitales y conciertos de cámara. El pasado jueves 24 del corriente, la tradicional
institución ofreció el primer concierto del Ciclo de Cámara 2025 en el Salón Anasagasti
con la presencia de dos intérpretes excepcionales: Pablo Saraví (violín) y José Luis Juri
(piano), quienes ofrecieron un recital con las siguientes obras:
- Sonata para violín y piano n°1, Op.12 (dedicada a Antonio Salieri)- Ludwig
van BEETHOVEN (1770-1827)
- Sonata para violín y piano en Re menor, Op.28- Floro UGARTE (1884-
1975)
- Sonata para violín y piano en La mayor, FWV 8- César FRANCK (1822-
1890)
Tras la presentación de los intérpretes por parte del personal de la comisión de
Cultura de la entidad, ambos comenzaron el recital con la mencionada Sonata para
violín y piano n°1, Op.12 de Beethoven. Compuesta en 1798, está dedicada a la
memoria de Antonio Salieri- uno de sus maestros y Kapellmeister en Viena- y consta de
tres movimientos: Allegro con brio (Re mayor) / Tema con variazioni. Andante con
moto (La mayor) y Rondó- Allegro (Re mayor). Su duración aproximada es de 20
minutos y luego de una breve introducción dramática, el violín toma un tema alegre y
festivo. Posteriormente, mientras el piano toma el tema principal, el violín introduce
otro y ambos temas se desarrollan durante todo el movimiento. En el segundo, el piano
toma el tema con variaciones -desarrolladas a posteriori por el violín- para desembocar
en un atractivo y juguetón rondó, que fue interpretado de manera sublime por el
binomio Saraví- Juri. Ante un salón repleto de gente, la respuesta del público no se hizo
esperar tras la interpretación de esta obra de juventud del genio de Bonn. Un aplauso
sostenido coronó la labor de ambos músicos.
La Sonata para violín y piano en Re menor, Op.28 de Floro Ugarte data de 1928
y ganó el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires en ese mismo año. Sus tres
movimientos (Apasionado y expresivo/ Tiernamente melancólico/ Vivaz y bien ritmado)
son reflejo de su formación en el Conservatorio de París en fusión con ritmos
folklóricos locales como la zamacueca. Mientras el primero posee un estilo netamente
romántico con tintes y matices impresionistas en los glissandi por parte de ambos
instrumentos, el segundo -tal como su nombre lo indica- contrasta notoriamente con el
primero hasta desembocar en el vivaz ritmo de zamacueca que caracteriza al tercer
movimiento. La labor de ambos intérpretes fue estupenda, con perfecto dominio de
tempi, cadencias, fraseo por parte del violín y elementos de técnica pianística
perfectamente equilibrados y logrados. Por ser una obra que no se interpreta tan
frecuentemente en los recitales y siendo de un compositor vernáculo, fue sumamente
aplaudida.
Tras un breve intervalo, los músicos brindaron una excepcional versión de la
célebre Sonata para violín y piano en La mayor, FWV 8 de César Franck, compuesta en
1886 y dedicada a su compatriota Eugène Ysaÿe, quien la estrenó en Bruselas durante el
transcurso de ese mismo año y quien fuera su principal divulgador. Es una obra
característica del romanticismo tardío y de la música de cámara francesa que se divide
en 4 movimientos: Allegro ben moderato/ Allegro/ Recitativo. Fantasía. Ben moderato/
Allegretto poco mosso y que gozó de gran popularidad y éxito desde su estreno. El
movimiento inicial -escrito en forma de sonata- presenta el motivo cíclico de la obra y
sirve como introducción a un Allegro intenso y apasionado, con un impresionante
crescendo y una brillante resolución, que sonó muy bien marcado mediante la labor de
estos grandes intérpretes. El desarrollo inusual del 3° movimiento mostro una perfecta
conjunción y marcación de tempi en las tres partes en las que se divide el mismo para
desembocar en un excepcional canon en el allegretto poco mosso final, cuya
interpretación fue luminosa y brillante. El esfuerzo de ambos músicos se vio coronado
por una ovación de aplausos y vítores, que motivaron al binomio a ofrecer un bis: el
scherzo de la Sonata “Primavera” de Beethoven, que sonó fresco, preciso y jovial. Una
nueva ovación para los intérpretes y finalizar un concierto de apertura de alta calidad.
En este caso, de alta calidad en un ámbito de alcurnia.
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