domingo, 13 de abril de 2025

 




La Orquesta Sinfónica Nacional y Emmanuel Sieffert en plena interpretación durante el concierto del pasado 11 de Abril en el Auditorio Nacional del Centro Culrural Domingo Faustino Sarmiento. Creditos a la autora del presente comentario.







Homenaje a Lalo Schifrin por la Sinfónica Nacional en el Palacio Domingo Sarmiento

 

DOS ARGENTINOS DE FAMA INTERNACIONAL Y ALTO VUELO UNIDOS POR AMOR AL PAÍS

Martha CORA ELISEHT

 

            Uno de los mejores embajadores que posee la Argentina en materia de música es Lalo Schifrin. Radicado en Estados Unidos desde hace más de 60 años, el autor de Misión Imposible y otros tantos éxitos en materia de música de películas y series se encuentra con una admirable lucidez mental a sus 92 años que le permite seguir trabajando y componiendo. En 2024, el destino quiso que convocara a otro músico argentino de fama mundial para componer una obra: Rod Schejtman, quien, además de pianista, es ingeniero, lo que le permite combinar adelantos tecnológicos con creatividad artística. Ganador del concurso World Vision Composerss Contest en Viena en 2023 sobre compositores provenientes de 32 países, el fundador del programa The Logic behind Music y la compañía The Piano Encyclopedia redefinió los métodos de enseñanza y composición de música en el siglo XXI y ocasionó una auténtica revolución en la materia. Asimismo, fue designado Miembro Correspondiente de Argentina por la Sociedad Bach, siendo el primer argentino que recibe dicha distinción.

            El encuentro entre ambas figuras se produjo en 2024 en casa de Lalo Schifrin en Los Ángeles, donde ambos decidieron componer una sinfonía dedicada a la Argentina y sus valores tradicionales, que combina el talento cinematográfico de Schifrin con la formación clásica de Schejtman. Al escuchar los primeros ocho segundos de música, Schifrin captó perfectamente lo que Schejtman quiso decir y fue el germen que permitió la creación de Viva la libertad, cuyo estreno estaba previsto originalmente para el pasado 5 de Abril en el Teatro Colón, pero que finalmente se estrenó en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento el pasado viernes 11 del corriente por la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Emmanuel Siffert, donde se interpretaron las siguientes obras:

-          “The plot”, de “Misión Imposible”

-          Suite de “Dirty Harry”

-          “Bullit”

-          “Mannix”

-          “Cincinnati Kid”- Lalo SCHIFRIN (1932) 

-          “La magia di vivere”- Rod SCHEJTMAN (1985)

-          Sinfonía “Viva la libertad” (estreno mundial)- Lalo SCHIFRIN/ Rod SCHEJTMAN

Además de la orquesta, durante la primera parte del concierto se presentó un ensamble de jazz formado por los siguientes músicos: Abel Rugantini (piano), Oscar Giunta (batería) y Pablo Motta (bajo eléctrico) para brindar el marco y los matices necesarios de la música de Schifrin. Con un orgánico prácticamente completo, el concertino Daniel Robuschi hizo su aparición sobre el escenario pr la tradicional afinación de instrumentos previa a la llegada del director, quien -fiel a su estilo habitual- encaró con su habitual pasión la interpretación de la música de Schifrin desde los primeros compases de The plot. Con excepción de alguna que otra imperfección en las cornetas, las entradas de los principales grupos de instrumentos fueron muy precisas merced a la impecable marcación de Siffert y ha sido un auténtico regreso a la infancia de esta cronista, quien no se perdía un capítulo de Misión Imposible los sábados por la noche. Lo mismo sucedió con la suite del film Dirty Harry (Harry, el sucio), donde la batería solista marca el ritmo para la entrada de los metales, percusión y cuerdas, que sonaron precisas y brillantes. La labor de Emmanuel Siffert al frente de la Sinfónica fue notable, con gran lucimiento de los percusionistas -especialmente, el solista de claves y marimba- y un excelente solo de batería al cierre de Bullit. Y a pesar de alguna que otra imperfección en los cornos en el desarrollo de Mannix, se vio compensado por el solo de piano final. Por último, las solistas de corno inglés, clarinete y oboe se lucieron en Cincinnati Kid, donde pudo apreciarse el trabajo de Siffert en cuanto a preparación de la orquesta en materia de ensayo y sonido. 

A continuación, la Sinfónica Nacional brindó una bellísima versión de La magia di vivere de Rod Schejtman, obra de carácter romántico que se inicia con un solo de corno inglés hasta que el solista de corno lleva la melodía principal que, posteriormente, es tomada por la orquesta, donde las cuerdas la desarrollan. La labor de ambos músicos fue impecable, logrando un sonido puro y compacto. Fue muy aplaudida y Emmanuel Siffert invitó al compositor -quien se encontraba presente en la sala- a pasar al escenario y explicar la composición de la sinfonía Viva la libertad. Luego de seis meses de ardua labor, se pasó un video durante el intervalo con mensajes de ambos compositores sobre la concepción de la obra.  Por parte de Lalo Schifrin:

“Ha sido una experiencia muy gratificante trabajar junto a Rod a lo largo de estos seis meses. Juntos hemos compuesto una sinfonía dedicada a la Argentina y espero que sea la primera de muchas obras que haremos juntos. ¡Parece que leyó mi mente!”

Por parte de Rod Schejtman: “Nuestro amor por la música y por nuestra patria nos unió en este proyecto histórico. Junto a Lalo Schifrin, hemos vivido seis meses apasionantes, trabajando día y noche desde Los Ángeles, compartiendo ideas y visiones para crear una sinfonía que refleja nuestra profunda conexión con la Argentina. Esta obra no solo es un homenaje a nuestra tierra, sino también una celebración de nuestra visión compartida del futuro de la música clásica”.

 “Esta sinfonía no es solo una obra musical. Es un mensaje. Es una promesa. Es la voz de nuestra Argentina, la voz de un pueblo que, no importa el obstáculo, siempre se levanta y sigue adelante. Junto al Maestro Lalo Schifrin, dedicamos meses de nuestras vidas trabajando día y noche en esta obra. Cada armonía, cada melodía, está impregnada con el amor y la admiración que sentimos por nuestra tierra. Hemos querido rendir homenaje a nuestra Argentina, a su historia, a su gente. Y, sobre todo, hemos querido dejar un legado de esperanza: que la música nos recuerde siempre que lo mejor está por venir.”

El resultado es una sinfonía de alrededor de 35 minutos de duración dividida en tres movimientos, con un orgánico de alrededor de 100 músicos. Se inicia con un glissando a cargo del arpa y prosigue con una melodía en tono menor en cuerdas seguida por la percusión y los metales, de carácter épico y solemne, que alterna con un segundo tema a cargo de las maderas, mucho más dulce y nostálgico. Ambos temas se alternan durante todo el movimiento, donde los compositores demuestran su maestría en materia de orquestación. La coordinación y enjundia de Siffert fueron notables y su temperamento apasionado se puso de manifiesto en el segundo movimiento, mucho más dramático que el primero y cuyo inicio también está a cargo del arpa, seguida por las cuerdas y los metales. Posteriormente, las cuerdas introducen un segundo tema de carácter triste, reforzado por los golpes de timbal -impecable actuación de Marcos Serrano-. Al igual que en el primer movimiento, ambos temas también se alternan con desarrollo in crescendo, que permite el lucimiento de los solistas de los principales instrumentos. El movimiento final abre con un solo de oboe y flauta seguidos por la trompeta y la percusión, de carácter brillante en tono mayor, seguido por los metales y las cuerdas en una variación del tema inicial del primer movimiento. Precisamente, la misma secuencia de 8 notas correspondientes al segundo tema del 1° movimiento es introducida por el corno inglés y desarrolladas por las cuerdas de manera netamente romántica, dando esa señal de esperanza narrada por los compositores. Un solo de arpa y flauta introduce el segundo tema que, posteriormente, es desarrollado por violoncellos, violas, contrabajos y el resto de la orquesta para cerrarlo de manera brillante. Seguidamente, una passacaglia en cuerdas y una fanfarria en metales retoma el tema principal, desarrollado de manera vibrante y majestuosa por la orquesta antes de la recapitulación del segundo tema mediante una serie de variaciones para culminar con un final brillante en acorde fff. La sinfonía no sólo tuvo una buena recepción por parte del público, sino que los intérpretes y el autor se retiraron sumamente aplaudidos. Tal así fue, que Emmanuel Siffert y el ensamble de jazz previamente mencionado tomaron sus puestos sobre el escenario para ofrecer un bis: en un concierto dedicado a Lalo Schifrin, no podía faltar el clásico Misión Imposible, que sonó magistralmente en manos de semejantes intérpretes. Una nueva ovación para poner punto final al concierto.

La única objeción que una tiene para hacer con respecto de este estreno mundial es el nombre de la sinfonía. Según opinión de quien escribe, no parece lo más correcto usar un slogan político para asignarle un nombre a una obra de arte y mucho menos, en un país donde las políticas culturales se hallan en déficit en la mayoría de las jurisdicciones o parecieran brillar por su ausencia

Emmanuel Siffert y la Orquesta Sinfónica Nacional luciendo a pleno en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento. Créditos: a la autora del presente comentario. 




sábado, 12 de abril de 2025

 




La magnífica voz de María Belén Rivarola-Ritchey sumada al impecable acompañamiento de Rozita Zouzulia engalanando al Salón de Honor del Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento. Créditos a la autora del comentario.





Muy buen recital a cargo de María Belén Rivarola en el Palacio Domingo F. Sarmiento


ELEGANCIA Y DISTINCIÓN EN MATERIA VOCAL

Martha CORA ELISEHT


María Belén Rivarola es una de las mejores sopranos argentinas de la actualidad.

Egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón en 2017, se perfeccionó en

Estados Unidos mediante una beca otorgada por el Mozarteum Argentino y se presenta

con regularidad en los escenarios más importantes del país. El año pasado tuvo a su

cargo los roles protagónicos de AÍDA y LA BOHÈME (Teatro Argentino de La Plata),

SUOR ANGELICA (Teatro SODRE de Montevideo) y UN BALLO IN MASCHERA

(Teatro Colón). Asimismo, durante el transcurso del corriente año abrió la Temporada

lírica en el Teatro Colón como Aída y retornará en Mayo sobre dicho escenario como

SUOR ANGELICA en IL TRITTICO de Puccini. Se perfecciona actualmente con la

maestra Rosita Zozoulia, con quien se presentó en un recital de cámara denominado

ENTRE SUEÑOS Y RECUERDOS: SUSURROS DEL CORAZÓN, que tuvo lugar en el

Salón de Honor del Palacio Domingo F. Sarmiento el pasado sábado 5 del corriente

dentro del Ciclo CLÁSICA Y CERCANA organizado por dicha entidad.

El programa comprendió las siguientes obras:

- “Ouvre ton cœur”

- “Chant d’amour”- Georges BIZET (1838-1875)

- “L’enamourée”

- “L’heure exquise”- Reynaldo HAHN (1874-1947)

- “Les chemins de l’amour”- Francis POULENC (1899-1963)

- “Les filles de Cadiz”- Leo DELIBES (1836-1891)

- “La rosa y el sauce”

- “Anhelo”

- “Riqueza”

- “En los surcos del amor”

- “Ya me voy a retirar”- Carlos GUASTAVINO (1912-2000)

- “Al pensar en el dueño de mis amores”, de “LAS HIJAS DEL ZEBEDEO”-

Ruperto CHAPÍ (1851-1909)

- “Un bel di vedremo” de “MADAMA BUTTERFLY”- Giacomo PUCCINI (1858-

1924)

- “Mésićku na nebi hlubokém” (Canto de la luna) de “RUSALKA”- Antonin

DVOŘAK (1841-1904)

Independientemente de sus composiciones para orquesta y sus óperas, Bizet fue

un prolífico compositor de música de cámara y de canciones sobre textos de diferentes

poetas franceses. En este caso, los de ambas canciones pertenecen a Alphonse de

Lamartine (1790-1869), cuyos poemas sirvieron como fuente de inspiración a Bizet y

otros compositores como Franz Liszt, Édouard Lalo y Charles Gounod. El repertorio

francés le sienta de perlas a la soprano rosarina y fue abordado de manera elegante y


exquisita. Lo mismo sucedió con las canciones de Reynaldo Hahn, que pertenecen a dos

ciclos distintos del compositor franco- alemán nacido en Venezuela: L’heure exquise

forma parte de las Canciones grises (Chansons grises) compuestas entre 1887 y 1890,

mientras que L’énamourée data de 1892 e integra el ciclo 20 Melodías. Un repertorio

poco frecuente en los recitales líricos, que fue interpretado con dulzura y precisión

merced a su excelente línea de canto, esmalte vocal, matices y legato. En el caso de Les

chemins de l’amour de Poulenc, es un vals cantado (valse chantée) compuesto en 1940

para voz y piano sobre texto de Jean Anouilh, donde Rosita Zozoulia dio rienda suelta a

sus dotes interpretativas. Y, a diferencia de las anteriores, Les filles de Cadiz es mucho

más conocida y forma parte del repertorio de grandes sopranos lírico- ligeras de fama

internacional tales como Fatma Said y Aída Garifullina -de hecho, la cantó en el Colón

durante su recital en 2018 junto a Carlos Vieu-. Además de la calidad interpretativa de

María Belén Rivarola en cuanto a lo estrictamente vocal, no faltaron la gracia y el

salero españoles de esta consabida pieza. El público aplaudió calurosamente tras su

interpretación para poner punto final al repertorio galo.

Las canciones de cámara de Guastavino sonaron magistralmente de la mano del

binomio Rivarola- Zozoulia brindando las características que figuran en el título de esta

crónica, que fueron constantes durante todo el recital. Los textos de Francisco Silva (La

rosa y el sauce), Domingo Zerpa (Anhelo), Gabriela Mistral (Riqueza) y León Benarós

(Ya me voy a retirar) sonaron de manera exquisita en la voz de Rivarola, al igual que En

los surcos del amor. A diferencia de las anteriores, esta última es de autor anónimo y

pertenece al ciclo Cuatro Canciones Argentinas (1941), dictadas en Jujuy por la Sra.

Yolanda Pérez de Careno.

En todo recital lirico que se precie como tal, no podían faltar las arias de ópera y de

zarzuela. Este último género fue el elegido para abrir esta parte con la célebre romanza

Carceleras de “LAS HIJAS DEL ZEBEDEO” del valenciano Ruperto Chapí -más

conocida como “Al pensar en el dueño de mis amores”. Además de sus impecables

legato, vibrato y coloratura para encarar esta famosa aria, María Belén Rivarola aportó

gracia, calidez y salero a su interpretación, motivo por lo cual fue sumamente

aplaudida. El acompañamiento al piano de Rosita Zozoulia fue perfecto y permitió que

la soprano se luciera como Cio- Cio- San en la celebérrima Un bel di vedremo de

Puccini, donde Rivarola hizo gala de sus dotes como cantante y actriz para culminar con

un versión brillante -y vibrante- del bellísimo Canto de la Luna de RUSALKA, donde la

protagonista despliega todos sus recursos actorales y vocales rogándole a la Luna que le

permita transformarse en mujer para reunirse con su amado príncipe. Esta última parte

fue aumentando de intensidad a medida que la función iba avanzando y las intérpretes

fueron ovacionadas al final. Tras un sostenido aplauso, Belén Rivarola ofreció un bis:

“Meine Lippen, sie kússen zu heiβt” de GIUDITTA, de Franz Léhar. Una vez más, se

lució como intérprete de opereta y lo hizo de manera admirable mientras su maestra lo

hizo en calidad de acompañante para dar cierre a un recital tan elegante y distinguido

como el ámbito en el cual se desarrolló.

 

Esta foto es la síntesis de la invalorable e infatigable labor del Maestro Mario Benzecry como Director Fundador y Titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional "Libertador General San Martín", aquí en un pasaje de "Una Vida de Héroe" de Richard Strauss.


Vibrante concierto de la Sinfónica Nacional Juvenil en el Palacio Domingo Sarmiento


UN PEQUEÑO GIGANTE AL TECLADO RODEADO DE HÉROES

Martha Graciela Cora Eliseht CORA ELISEHT


La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador Gral. San Martín” no para

de cosechar éxitos y elogios. El organismo sinfónico integrado por jóvenes músicos de

todo el país inició su temporada de conciertos en la Facultad de Derecho con gran

suceso de público y crítica y el pasado domingo 6 del corriente hizo lo mismo en el

Auditorio Nacional del Palacio Libertad Domingo F. Sarmiento bajo la dirección de su

titular -Mario Benzecry- con la participación del pianista Joaquín Oliva Uberuaga y la

oboísta Agustina Zalba para brindar el siguiente programa:

- “Oblivion” (versión para oboe y orquesta de cuerdas)- Astor PIAZZOLLA

(1921-1992)

- Concierto n°1 en Mi bemol mayor para piano y orquesta- Franz LISZT (1811-

1886)

- Una Vida de Héroe (Ein Heldesleben), Op.40- Richard STRAUSS (1864-1949)

Luego de la presentación de la orquesta, sus últimos logros y novedades y una

breve referencia de las obras comprendidas en el programa a cargo del maestro

Benzecry, se llevó a cabo la tradicional afinación de instrumentos -en este caso, sólo

cuerdas- y, posteriormente, Agustina Zalba -quien se desempeña como oboe solista de la

orquesta- hizo su presentación sobre el escenario en compañía del director para brindar

una muy buena versión del célebre clásico piazzoliano. Precisamente, se eligió la

transcripción para oboe por sus matices y su similitud con el violoncello, logrando un

sonido redondo del instrumento solista en la cadencia y el glissando.

De los dos conciertos para piano y orquesta compuestos por Liszt, el Concierto

para piano y orquesta n.º 1 en mi bemol mayor R 455, S.124 es el más bello y el que

más dificultades presenta para el solista. En la partitura, Liszt lo catalogó

como concerto symphonique, ya que no posee la estructura de un concierto clásico

dividido en 3 movimientos, sino que los mismos (Allegro maestoso/ Quasi adagio/

Allegretto vivace- Allegro animato/ Allegro marziale animato) se ejecutan sin

interrupción – de manera atccca-, donde existe un solo de triángulo que marca la

transición hacia los dos últimos, motivo por el cual también se lo conoce como “el

concierto del triángulo”. Dedicado al compositor y pianista Henry Litolff, fue

compuesto en 1849, pero su estreno recién se produjo seis años más tarde en Febrero de

1855, con el compositor al piano y Héctor Berlioz en el podio. Independientemente de

la maestría de Mario Benzecry al frente de la orquesta, Joaquín Oliva Ubereaga es un

pianista con mayúsculas. Tiene sólo 15 años, pero una digitación, pulsación y precisión

asombrosas, además de una memoria prodigiosa. Se mostró muy seguro y firme desde

los primeros compases del movimiento inicial y supo resolver perfectamente las

cadencias, arpegios, glissandi y los característicos trinos de este concierto. Dentro de

los solistas instrumentales, se destacaron la flautista, el clarinetista y la percusionista


que estuvo a cargo del mencionado solo de triángulo, logrando un maravilloso

contrapunto con el pianista. Luego de las brillantes coda y recapitulación finales, el

público se puso unánimemente de pie para ovacionar a los intérpretes. Que una

recuerde, sólo se vivió algo similar en el Auditorio Nacional en 2023 durante el

concierto inaugural de temporada de la Sinfónica Nacional bajo la dirección de Mariano

Chiacchiarini, con participación del pianista Antonio Formaro tras la interpretación del

Concierto n°2 para piano y orquesta de Saint- Saëns. Esto motivó al solista a ofrecer

una vibrante y precisa versión de La Campanella de Liszt, donde Oliva Ubereaga volvió

a brillar y deleitar al público.

Una vida de héroe (Ein Heldesleben), Op.40 de Richard Strauss representa el

inicio del ciclo de poemas sinfónicos en su etapa de madurez como compositor. Posee

una estructura sinfónica de sonata con rondó dividida en 6 partes con títulos

descriptivos: El Héroe (introducido al unísono por los violoncellos, las violas y los

cornos en Mi bemol mayor, que recuerda a la apertura de la Heroica de Beethoven), Los

adversarios del Héroe, (efecto logrado mediante una serie de chillidos, gruñidos

cromáticos y atonales en madera y metales), La compañera del Héroe (representada por

un solo de violín), El campo de batalla del héroe, (introducido por la percusión y

seguido por la trompeta en ¾, llamando a la batalla hasta que el protagonista vence con

una majestuosa fanfarria en 4/4), Las obras de paz del Héroe (con reminiscencias de

otros poemas sinfónicos del autor, como Till Eulenspiegel y Don Quijote) y La retirada

del mundo y consumación, que se ejecutan sin interrupción. Lleva una poderosa

orquestación (maderas por 4, flautín, corno inglés, contrafagot, 2 clarinetes en Si bemol,

1 en Mi bemol y clarinete bajo), 8 trompas, 5 trompetas, 3 trombones, 1 tuba tenor en Si

bemol, tuba, 2 arpas, cuerdas y abundante percusión), motivo por el cual es muy difícil

de interpretar -incluso, la fanfarria lleva orquesta fuera de escena-. Según comentarios

del maestro Benzecry, la obra constituye una representación del compositor que refleja

su personalidad: él es el Héroe de su poema, la compañera, su esposa y los adversarios,

los críticos – magistralmente representados en contrapunto entre el violín y los cornos-y

Las Obras del Héroe, sus propias composiciones. Se estrenó en 1899 en Frankfurt con

la presencia del propio Strauss en el podio. La presente versión de este difícil y

complejo poema sinfónico sonó de manera brillante y vibrante. Es una pena que se

desconozcan los nombres de los principales solistas instrumentales debido a la ausencia

de programas de mano -o, en su defecto, de un código QR-, porque es injusto no

mencionarlos en la presente crónica.

El éxito y la excelencia son constantes que parecen acompañar a la Orquesta

Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador Gral. San Martín”. Tras su primera gira

internacional a Japón realizada el año pasado con motivo de su 30° aniversario, el

organismo sinfónico sigue cosechando logros y triunfos. Debido a que la Secretaría de

Cultura de la Nación pasó a depender directamente de Presidencia de la Nación, la

orquesta pasó a depender de la Dirección de Cultura -sita en el Palacio Libertad

Domingo F. Sarmiento- y últimamente, posee su sede dentro de dicho centro cultural.

Una excelente noticia para comenzar el año, que parece ser muy próspero y prometedor

para la orquesta que mejor ha representado al país en el exterior y que continúa en la

senda de la perfección.

 Sinfónica en ecléctico programa


Por Jaime Torres Gómez

El segundo programa de abono de la Sinfónica Nacional, originalmente

confiado al maestro titular, en su reemplazo estuvo a cargo de Víctor Hugo

Toro, director chileno de destacada trayectoria latinoamericana.

Tal como la presentación anterior, se contempló un ecléctico programa,

dando cuenta de un certero ajuste a la histórica línea curatorial de la

Sinfónica.

Como primera obra, del todo interesante el estreno en Chile de

“Populáricos agitadóricos”, de la joven compositora chilena residente en

Suecia Amalia Garay (1997). Estrenada en Växjö, 2024, el título alude a un

verso de la “Mazúrquica modérnica”, de Violeta Parra, e inspirada en

evocaciones de la Nueva Canción Chilena desarrollada entre los años 70 y

80 del siglo pasado, en parte como expresión de resistencia a la dictadura

militar.

Conforme la explicación previa del maestro Toro, hay directas alusiones a

Víctor Jara y a Violeta Parra, aunque no con citas musicales literales, sino

una abstracción al propósito de homenajear a quienes sobrevivieron a la

represión a través de las artes y la misma resistencia en otras

dimensiones…

Con un orgánico de cuerdas, se trata de una pieza de económica (y

celebrada) duración, con méritos de una eficiente síntesis de las ideas

temáticas, servidas con un logrado pizzicato dominante más una inteligente

utilización del leño, evocando a la guitarra popular. Buen trabajo de

ensamble del director invitado, obteniendo nitidez de voces y completo

ajuste.

Luego, adhiriendo a los 25 años de la Camerata Vocal de la Universidad

de Chile, se ofreció la Misa brevis Sancti Joannis de Deo,  Hob.  XXII:7, de

Franz Joseph Haydn. Escrita para soprano, coro mixto a cuatro voces y un

pequeño orgánico instrumental, también es conocida como la Kleine

Orgelmesse (Pequeña Misa de Órgano) debido al solo del órgano

extendido en el Benedictus, dándose la única participación solística de una

soprano.

Con precisas indicaciones del maestro Toro, muy destacable la participación

de la Camerata Vocal, con buen ensamble, esmaltado sonido (hermosura de

timbre) y diáfanas transparencias, asimismo, una atenta respuesta del grupo

orquestal. Excelente participación de Carolina Grammelstorff (integrante de

la Camerata), con hermoso timbre y musicalidad.

Como última obra, una vigorosa versión de la Primera

Sinfonía de Johannes Brahms. Cabe señalar que esta es la tercera vez

que se programa en la Sinfónica desde el 2022, no entendiéndose insistir en

programarla nuevamente, habiendo tantas otras obras pendientes por

ofrecer como la Sinfonía en si bemol de Ernest Chausson, la Sinfonía en

Tres Movimientos de Igor Stravinsky, la Sinfonía en do de Paul Dukas, o las

Primera y Tercera Sinfonías de Rachmaninoff, entre muchas…


La Primera de Brahms, considerada como su “Sinfonía Patética” (no

apodada así por el compositor), discurre en una dialéctica de fuerzas

oponentes entre lo trágico y lo amable. Con inmenso oficio

de armonía y orquestación, gran impacto reviste el comienzo con una

arrebatadora invocación del Destino (decisivo protagonismo del timbal),

como sus desarrollos posteriores, de irreprochable coherencia.

Bien enfocada por Víctor Hugo Toro, se destaca una empática adopción de

tempi, buen manejo del rubato, más una enjundiosa exposición de las líneas

melódicas, asimismo, con calibradas progresiones expresivas. No obstante,

en momentos, faltó una mayor dosificación sonora (especialmente en el

segundo movimiento). Muy bien abordado el solemne coral de la sección

central del último movimiento, bien ligado hacia una amable exposición de la

cantinela posterior, como musical contraste ante la impetuosidad del

movimiento. Y atenta respuesta en todo orden de la decana orquestal del

país.

 

Labor a pleno de Jaquelina Livieri junto al Coro de Cámara de Tres de Febrero, La Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación y el Maestro Sebastiano de Filippi quién aquí conduce el concierto



Gran concierto de apertura de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación


UN DIGNO Y AUSPICIOSO INICIO DE TEMPORADA

Martha CORA ELISEHT


Como todos los últimos lunes de cada mes, la Orquesta de Cámara del Congreso

de la Nación dio inicio a su tradicional ciclo de conciertos correspondiente a la

Temporada 2025, hecho que tuvo lugar en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso

Nacional el pasado 31 de Marzo bajo la dirección de su titular – Sebastiano De Filippi-

y la participación de los siguientes artistas invitados: el Coro de Cámara de Tres de

Febrero, dirigido por Débora Maccarone (órgano); Jaquelina Livieri (soprano);

Verónica Canaves (mezzosoprano); Pablo Pollitzer (tenor) y Leonardo Estévez

(barítono) para interpretar un concierto temático denominado “VÍSPERA SOLEMNE”,

que comprendió las siguientes obras:

- Suite para cuerdas- Léos JANAČEK (1854-1928)

- “Casta Diva”, de “NORMA” (orquestación de Barrie Carson Turner)- Vincenzo

BELLINI (1801-1835)

- Vísperas solemnes de confesor, K.339 para solistas vocales, órgano, coro y

orquesta- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

Una vez realizada la tradicional presentación y los agradecimientos a los Directores

de Cultura del Senado y la Cámara de Diputados de la Nación -Dr. Daniel Abate y Sra.

Andrea Barbieri respectivamente-, los integrantes tomaron sus puestos sobre el

escenario para interpretar una bellísima versión de la Suite para cuerdas JW 6/2 de

Janáćek, compuesta en 1877 y que posee seis movimientos: Moderato/ Adagio/ Andante

con moto/ Presto/ Adagio/ Andante, que fueron ejecutados con suma precisión, vuelo y

musicalidad desde los primeros compases del Moderato inicial, de carácter dramático,

que contrasta con el primer adagio, cuyo tema es romántico. El presto posee una

melodía de neto corte beethoveniano, seguid de un segundo tema más lírico y

romántico, donde los violoncellos y contrabajos realizan un muy buen contrapunto con

el resto de las cuerdas. En el penúltimo adagio, los contrabajos y violoncellos inician la

melodía desde el registro más grave hasta alcanzar su desarrollo de la mano de las

violas y los violines. Quien se lució fue la violoncelista Mariana Levitin, que tuvo a su

cargo el bellísimo solo de su instrumento, acompañada por los contrabajistas Adrián

Speziale y Juan Manuel Burgos. El andante final toma el tema inicial y lo desarrolla con

un gran lucimiento de los primeros y segundos violines, quienes llevan la melodía. Una

versión de fuste, donde el espíritu y el alma checos estuvieron presentes durante todo su

desarrollo.

A continuación, los integrantes del Coro de Cámara de Tres de Febrero tomaron sus

puestos sobre el escenario para acompañar a la soprano Jaquelina Livieri en una versión

adaptada para orquesta de cuerdas de la celebérrima Casta Diva de la ópera NORMA, a

modo de homenaje al Cisne de Catania con motivo de cumplirse el 190°aniversario de

su fallecimiento durante el transcurso del corriente año. El dominio vocal de la cavatina


por parte de la soprano fue abordado con suma precisión y calidad interpretativa,

aunque se notó un matiz más grave en su tono de voz con respecto de la coloratura en

esta tradicional aria del bel canto. No tuvo dificultad alguna en los agudos y se lució en

los matices con un muy buen acompañamiento de la orquesta y del coro. El público

aplaudió calurosamente tras su interpretación.

La obra de cierre que da su nombre al presente concierto es la Vísperas solemnes de

confesor en Do mayor para solistas vocales, coro, órgano y orquesta, K.339 y fue

compuesta en 1780, cuando Mozart se desempeñaba como organista en la Catedral de

Salzburgo. Debe su nombre a que fue escrita para orquesta solemne -que incluye

trompetas, timbales y sacabuches (antecesor del trombón)- en vísperas de la festividad

de un santo confesor. Sus movimientos se basan en 5 salmos del Antiguo Testamento y

el final (Magníficat anima mea) está tomado del Evangelio de San Lucas. Cada sección

finaliza con la doxología Gloria Patri (Alabanza a Dios) y su estructura es la siguiente:

I. Dixit Dominus (Allegro vivace)- Salmo 110

II. Confitebor tibi (Allegro)- Salmo 111

III. Beatus vir (Allegro vivace)- Salmo 112

IV. Laudate pueri (Allegro)- Salmo 113

V. Laudate Dominum (andante)- Salmo 117

VI. Magnificat anima mea (Andante- Allegro)

Desde los primeros compases del movimiento inicial se pudo apreciar un muy buen

equilibrio entre las voces del cuarteto solista, órgano, coro y orquesta, que perduró

durante todo su desarrollo. Por su parte, el coro no sólo estuvo muy bien preparado, sino

que también se apreció un equilibrio sonoro perfecto en los numerosos cánones a 4

voces a su cargo en el Confitebor tibi, Beatus vit y Laudate pueri. En este último

movimiento, el concertino Pablo Pereira se destacó en su solo, al igual que Jaquelina

Livieri en el Laudate Dominum. El repertorio de cámara le sienta de perlas a la soprano,

quien se lució en esta bellísima aria a su cargo acompañad por el coro. El cuarteto de

voces solistas también se lució en los cánones a 4 voces para cerrar con un brillante

Magníficat junto con el conjunto vocal e instrumental. Una versión memorable de esta

bellísima joya de la música sacra, donde se apreció un notable trabajo de coordinación

que fue coronado por el aplauso sostenido del público.

Durante el transcurso del corriente año, la mencionada agrupación de cámara festeja

su 35° aniversario, motivo por el cual no sólo se van a llevar a cabo los tradicionales

conciertos en el Salón de los Pasos Perdidos, sino también, conciertos itinerantes en

diferentes salas del AMBA y el ciclo “NOVENAS MUSICALES” en iglesias del Gran

Buenos Aires. Todos son con entrada libre y gratuita, hecho que se notó por la gran

afluencia de público que se dio cita en el Congreso Nacional. Dicho de otra manera, la

VÍSPERA SOLEMNE contó con lleno total, motivo por el cual el personal del Palacio

Legislativo tuvo que agregar sillas.

A diferencia del año pasado, no se entregaron diplomas a los invitados, pero sí se

incluyó en el videograph final a todos los integrantes de la orquesta. Un merecido y

justo reconocimiento a los músicos en una temporada que suena sumamente

prometedora y de gran jerarquía.

 

Momento de plena concentración en la interpretación del Cuarteto para el fín de los Tiempos de Olivier Messiaen.


 Estupenda versión del “Cuarteto para el fin de los tiempos” en el club de jazz PREZ


SIEMPRE BRILLA LA LUZ HACIA EL FINAL DEL TIEMPO

Martha CORA ELISEHT


En tiempos de guerra, debe ser terrible ser tomado prisionero y verse no

solamente privado de la libertad, sino también, de las garantías constitucionales y de los

derechos humanos básicos, entre los cuales, se encuentra la libertad de expresión. En el

caso particular de un músico, peor aún al no poder volcar sus ideas en un pentagrama

por carecer de papel ni tocar un instrumento. Dicha situación fue la que padeció el

compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992) en 1940 durante la Segunda Guerra

Mundial, cuando fue capturado por el ejército alemán y preso en Stalag VIII-A -un

campamento para prisioneros de guerra en Görlitz (Alemania, hoy perteneciente a

Polonia)-. En aquel entonces, tenía 31 años y había sido reclutado como combatiente.

En el campamento, se encontró con otros tres músicos profesionales: el clarinetista

Henri Aloka, el violinista Jean Le Boulaire y el violonchelista Étienne Pasquier.

Messiaen era profundamente católico y su fe no sólo lo ayudó a resistir, sino también a

inspirarse en un texto del Apocalipsis para componer el Cuarteto para el fin de los

tiempos (Quatuor pour la fin du temps), cuyo estreno tuvo lugar en dicho campo de

prisioneros en 1941 con un auditorio compuesto por aproximadamente 400 personas

entre prisioneros y guardias. Y, pese a que el estado de los instrumentos era calamitoso,

su autor manifestó: “Nunca fui escuchado con tan profunda atención y comprensión”.

Quien escribe tuvo la oportunidad de escuchar una magnífica versión de esta

obra el pasado domingo 16 del corriente en el club de jazz PREZ como parte de un ciclo

de música de cámara que tendrá lugar en dicho recinto durante el transcurso del

corriente año y que contó con los siguientes intérpretes: Elías Gurevich (violín), Haydée

Schvartz (piano), Federico Landaburu (clarinete) y José Araujo (violoncelo). La

presentación y los comentarios estuvieron a cargo de un especialista en la materia:

Marcelo Delgado, que sumó sus valiosos aportes para que el público pudiera

comprender el significado de la obra y por qué se compuso para dicha combinación de

instrumentos. En este caso, era lo que había, aunque tuvo dos precedentes: Walter Rabi

en 1896 y Paul Hindemith, en 1938.

El texto del Apocalipsis en el cual Messiaen se inspiró -y que figura en el

prefacio de la partitura- es el Ap.10: 1-2, 5-7: “Vi otro ángel poderoso, que descendía

del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era como

el sol, y sus pies, como columnas de fuego… Y poniendo su pie derecho sobre el mar y

el izquierdo sobre la tierra… El ángel que yo había visto estar sobre el mar y sobre la

tierra levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los

siglos… que no habrá más tiempo, sino que, en los días de la voz del séptimo ángel,

cuando él suene la trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, como Él anunció a sus

siervos los profetas”. Para que la obra pudiera concretarse, había que conseguir papel y

lápiz. Y hubo un ángel que se los proveyó: el guardia Carl- Albert Brüll (1902-1989),

quien también ayudó a conseguir los instrumentos y a liberar a los artistas al poco


tiempo después de la presentación, falsificando papeles con un sello hecho con una

papa.

El cuarteto tiene una duración aproximada de 50 minutos y está compuesto por 8

movimientos: Liturgia de cristal (todo el cuarteto); Vocalización, para el ángel que

anuncia el fin del tiempo (todo el cuarteto); Abismo de pájaros (clarinete solo);

Interludio (violín, cello y clarinete); Alabanza a la Eternidad de Jesús (violonchelo y

piano); Danza de la ira para las siete trompetas (todo el cuarteto); Enredo de arco iris,

para el ángel que anuncia el fin del tiempo (todo el cuarteto) y Alabanza a la

inmortalidad de Jesús (violín y piano). La fe católica y el canto de los pájaros son los

dos motivos fundamentales que se aprecian durante todo el desarrollo de la obra y que

actúan como motor desde los primeros compases del 1° movimiento (Liturgia de

cristal), donde se aprecia el canto de las aves en el solo del clarinete (que imita al mirlo)

y del violín (al ruiseñor), mientras el violoncelo y el piano llevan el ritmo subyacente

con una melodía de 5 notas. El 2° movimiento (Vocalización para el ángel…) se

caracteriza por frases muy cortas y cambios de ritmo – una constante que también se

repite durante todo el desarrollo de la obra-. Mientras el piano da cascadas de acordes

envolventes, el violín y el cello entonan un canto gregoriano. El clarinete solista se luce

en el Abismo de pájaros, con un tiempo extremadamente lento, donde el canto de las

aves es alegre y vivaz -precisamente, lo opuesto a la tristeza y la fatiga del Tiempo-. Es

un desafío para grandes solistas del instrumento y Federico Landaburu cumplió

sobradamente con su misión, logrando una interpretación de vanguardia. Lo mismo

sucedió en el Interludio junto a Gurevich y Araujo, donde los tres interpretaron un

vibrante scherzo. Pero uno de los puntos más fuertes de la interpretación fue la

Alabanza a la Eternidad de Jesús, donde José Araujo demostró sus excelentes dotes en

una frase cuyo tempo es “infinitamente lento”, que representa la palabra reconfortante y

poderosa de Dios como Verbo, según el Evangelio de Juan (1:1). Por su parte, Haydée

Schvartz supo acompañarlo de manera dulce y exquisita en el piano. A su vez, la Danza

de la ira es el movimiento más poderoso desde el punto de vista rítmico, donde los 4

instrumentos al unísono deben imitar el sonido de las 6 trompetas que anuncian

catástrofes mediante ritmos aumentados o disminuidos hasta llegar a la séptima, que

anuncia la consumación del misterio de Dios. El efecto de golpes de acero y los acordes

en fortisssimo fueron ejecutados de manera impecable para luego seguir con el 6°

movimiento (Enredo de arco iris), lleno de paz y colorido, donde se retoman pasajes del

2° movimiento. El final posee un solo de violín que equivale al solo de violoncello del

5° movimiento que representa a Jesús resucitado y elevado a los Cielos como fuente de

amor y de esperanza para la humanidad. Messiaen se basa en su “Diptyque” (Díptico)

para órgano y lo desarrolla en tempo infinitamente lento. Aquí, Elías Gurevich demostró

su maestría en el dominio del instrumento logrando un sonido celestial, que desembocó

en un profundo silencio. El público aplaudió a rabiar tras tan brillante interpretación de

esta pieza, que se representa en muy escasas ocasiones y que contó con localidades

agotadas, debido a que es un espacio muy reducido.

Previamente al inicio del Cuarteto, Haydée Schvartz y Elías Gurevich ofrecieron

un bis: Im Spiegel (En el espejo) de Ärvo Paart, que sonó magistral y, que, de cierta

forma, preparó al espectador para la obra de fondo. Los músicos no sólo se retiraron

sumamente aplaudidos y ovacionados, sino que agradecieron el comportamiento del

público de la siguiente manera:


“Gracias por respetar no solamente los sonidos, sino también, los silencios. Es

muy importante para nosotros y por eso, este concierto ha sido de todos ustedes”. Las

palabras de Elías Gurevich representan la síntesis más perfecta de lo sucedido y un

broche de oro para dar cierre a esta nota.

 Triunfal inicio sinfónico


Por Jaime Torres Gómez

Luego de una activa temporada 2024, con importantes estrenos, incluyendo

buenos directores y solistas, amén del hito de ofrecer la Novena

Sinfonía de Beethoven en el Estadio Nacional (Premio del Círculo de Críticos de

Arte de Chile), recientemente la Sinfónica Nacional de Chile inició su

actual temporada de abono.

Sin la presencia del titular de la agrupación, maestro Rodolfo Saglimbeni,

producto de un problema de salud, en su reemplazo se convocó a otro “Rodolfo”,

el destacado director chileno Rodolfo Fischer, actual titular de la

prestigiosa Orquesta de Cámara de Valdivia.

Con un programa inteligentemente concebido, teniendo como “gancho” la

presencia del virtuoso violinista ruso-norteamericano Alexander Markov, se ajustó

a un ecléctico perfil, congregando una esperada alta demanda de público.

De todo encomiable el estreno en Chile de “D'un matin de printemps” (“De una

mañana de primavera”), de la talentosa compositora francesa Lili Boulanger

(1893-1918), pieza que abrió el programa. De una estética post impresionista,

Boulanger despliega una batería de recursos orquestales que imprimen un

atractivo colorido sin perder sustancia discursiva, mérito mayor al ser de las

primeras obras que esta compositora realizara sin la ayuda de su hermana mayor,

la connotada profesora, pianista e intelectual Nadia Boulanger. Formidable trabajo

del maestro Fischer, auscultando un sinfín de detalles en colores, texturas y

claridad expositiva, obteniendo pleno ajuste de los sinfónicos.

Seguidamente, el esperado retorno de Alexander Markov en su cuarta visita a la

Sinfónica, ahora con el archi popular Concierto para Violín de P.I. Tchaikovksy.

Si bien la figura de Markov era la apropiada para esta obra de su ruso compatriota,

no era del todo conveniente ofrecer la misma pieza hecha en menos de un año por

la misma Sinfónica, siendo más oportuno haber aprovechado a Markov en otros

repertorios como en los conciertos de Beethoven, Brahms, Sibelius, Kachaturian o

alguno de los de Vieuxtemps.

No obstante lo anterior, igualmente, ex-post, se celebra haber tenido a Markov en

el Tchaikovky ante su notable entrega, mostrando completa autoridad de cátedra

escaseada en esta obra desde hacía muchos años (de gran recuerdo las notables

versiones en Chile con Gil Shaham, Cho Liang Lin, Sergei Krilov y Shunske Sato).

Con sentidas y analíticas exposiciones, sin dejar de coquetear con lo lúdico,

Markov brindó irreprochable unidad de discurso servido de una gran técnica de

ejecución. Notable calidad de sonido –cálido y aterciopelado-, más afinación

perfecta y expansiva proyección sonora. Y del todo consubstanciada la alada

batuta de Fischer, obteniendo lo mejor de los sinfónicos.


Y apelando a una extraordinaria capacidad de abstracción, Markov, famoso por su

veta “rockera” (usando su violín electrónico especialmente diseñado), nuevamente

ofreció de encore la misma pieza que ha cautivado en sus anteriores visitas, esta

vez con una mayor orgánica de músicos, dando cuenta de total genialidad

artística. Sin duda, y tratándose de otro ámbito, a la postre, cuando la música tiene

méritos propios, las fronteras virtuosamente se cruzan, refrescándola

genuinamente…

Como colofón, una notable versión de la Tercera Sinfonía “Con Órgano”, de

Camille Saint- Saëns. Obra gravitante del género sinfonía en Francia y de

atractivo vuelo inspirativo, inusualmente contempla un piano a cuatro manos más

un gran protagonismo del órgano, este último proveyendo ora una envolvente

atmósfera en pedal (principalmente en el segundo movimiento), ora una grandiosa

exposición de un coral hacia el final, con visos de catártica espectacularidad.

Gran versión de Rodolfo Fischer, de una asimilación raras veces presenciada,

distanciándose de cierta tentadora frivolidad interpretativa. Con irreprochable

coherencia, Fischer hizo un exhaustivo trabajo en balances, fraseos y matices.

Con abismante serenidad y profundidad expositiva -analítica y serena-, obtuvo una

respuesta con importantes resultados en texturas y transparencias. Sin duda, una

versión triunfal de una obra extraña y de misteriosa exégesis.

En suma, una importante presentación de inicio de temporada en manos de

solventes artistas más una comprometida respuesta de la decana orquestal del

país…

viernes, 21 de marzo de 2025

 


María Belén Rivarola, protagonista de Aída en el segundo elenco para la apertura de Temporada del Teatro Colón. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía de Lucía Rivero.


Con "Aída", el Colón inició su Temporada 2025


Teatro Colón

Miércoles 12 de marzo de 2025

Escribe: Graciela Morgenstern


"Aida“, de Giuseppe Verdi

Libreto: Antonio Ghislanzoni

Elenco: María Belén Rivarola, Mairín Rodríguez, Marcelo Puente, Leonardo Lòpez

Linares, Christian Peregrino, Emiliano Bulacios, Monserrat Maldonado y Sergio Spina

. Orquesta Estable del Teatro Colón

Coro Estable del Teatro Colón - Director del Coro: Miguel Martínez

Ballet Estable del Teatro Colón – Director: Julio Bocca

Concepción escénica y diseño de escenografía: Roberto Oswald

Repositor de escenografía: Christian Prego

Coreografía: Lidia Segni

Iluminación: Rubén Conde

Dirección de escena y diseño de vestuario: Aníbal Lápiz

Dirección musical: Marcelo Ayub

 


En una sala desbordante de público y en carácter de celebración por los 100 años de los

Cuerpos Estables del Teatro Colón, subió a escena Aída, de Giuseppe Verdi, una de sus

creaciones más espectaculares y una de las que más veces se ha representado en

nuestro primer coliseo. El Colón ha programado varias funciones con tres elencos

alternativos. Este comentario se refiere al segundo de ellos.

Fue esta una muy buena versión. La concepción escénica original es de autoría de

Roberto Oswald quien junto con Aníbal Lápiz, conformó durante muchos años una dupla

invencible. Esta puesta es una muestra cabal de esto y habla una vez más, de la gran

capacidad creativa del dúo. Repuesta por Christian Prego, la escenografía centra la


escena en torno de una gran esfinge, símbolo de Egipto y todo lo que su cultura

representa, el efecto creado es de una imponente magnificencia. Se suma el suntuoso

vestuario ideado cuidadosamente por Aníbal Lápiz, en el que trajes y tocados lucen tan

grandilocuentes como impecables. El diseño de iluminación de Rubén Conde contribuye

eficazmente a la ambientación y la marcación escénica, también de Lápiz, se ve eficiente

y esmerada, especialmente en el tratamiento de la masa coral y figurantes. Las

coreografías de Lidia Segni son adecuadas también. Los elementos se amalgaman en un

todo de alto impacto que refleja todo lo que se espera del gran equipo de profesionales

que son.

En el plano musical, sobresalió sin duda la Aída de María Belén Rivarola, por su voz de

buen caudal y el refinamiento en el canto. Sus dos arias "Ritorna vincitor" y "O patria mia"

fueron muy aplaudidas y recibió una gran ovación en el saludo final.

Marcelo Puente, debutando el rol de Radamés, actuó con total compromiso y salió airoso

de las dificultades que "Celeste Aida" plantea;. Realizó una muy buena actuación con muy buena

labor en dúos y escenas de conjunto.

Mairín Rodríguez fue una Amneris muy correcta, aunque en algunos momentos las

exigencias de la parte parecieron superar sus medios vocales.

En tanto, fue óptimo el desempeño de Leonardo López Linares encarnando a Amonasro,

en el que una vez más, exhibió todas sus bondades vocales e histrionismo.

De la misma manera, Christian Peregrino en el papel de Ramfis, mostró solvencia vocal y

actoral, así como Emiliano Bulacios, como el Rey de Egipto. En el rol de la Sacerdotisa,

Monserrat Maldonado resultó muy agradable al oído y Sergio Spina fue eficaz en el rol

breve pero ingrato del Mensajero, que requiere resonancia en el extremo grave.

El Coro Estable, bajo las órdenes de Miguel Martínez, respondió con excelencia a los

requerimientos de la obra, que no son pocos, reiterando su alta calidad vocal.

Marcelo Ayub al frente de la Orquesta Estable, fue fiel al estilo verdiano y dirigió con

tiempos precisos, logrando eficaz equilibrio sonoro y temperamento adecuado.

Los cálidos aplausos de un público entusiasta al final de la función, fueron muy

merecidos.

CALIFICACION: MUY BUENO


 Filarmónica con refrescantes aires…


Por Jaime Torres Gómez

Gran expectativa generó la apertura de la temporada de abono de la Filarmónica

de Santiago tras el anuncio de Paolo Bortolameolli como Director Titular

Designado, cargo que asumirá en propiedad a partir del 2026.

Próxima a cumplir 70 años, la Filarmónica ha sido la agrupación eje de las

temporadas de conciertos, ópera y ballet del Teatro Municipal de Santiago,

siendo el perfil de sus titulares, idealmente, experimentados directores de

conciertos y óperas. En el caso de Bortolameolli, conocido básicamente como

exitoso director de conciertos, queda la expectativa de ver sus próximas

contribuciones en ópera, considerando que se le ha visto poco en este género.  

La llegada a la Filarmónica de este prestigioso director nacional (muy bien

formado por David del Pino Klinge, más estudios complementarios en Estados

Unidos) viene precedida de una importante circulación internacional, como a la vez

por sus innovadoras (y a veces riesgosas…) propuestas comunicacionales que no

han dejado indiferentes al público tradicional y nuevas audiencias. Un botón de

muestra ha sido su reciente paso como jurado en el Festival de la Canción de Viña

del Mar, con una exposición que cruzó el umbral esperable de un director del

ámbito docto…

Por otro lado, el actual nivel de la Filarmónica se aprecia muy superior respecto a

los últimos dieciocho años de rendimientos variables, en parte al no haber contado

con titulares de jerarquía, más una dotación aún limitada de músicos estables,

requiriéndose de permanentes refuerzos. De hecho, las últimas temporadas han

sido acotadas en cuanto a cantidad de conciertos (urge retomar el abono de diez

programas, como antaño), como un poco impulso a la difusión de la música de

compositores nacionales. Felizmente, conforme la trayectoria de Bortolameolli, se

avizora una mayor diversificación programática, como bien se reflejó en el criterio

de las obras ofrecidas en la reciente apertura de temporada.

Haciendo gala a la misma historia filarmónica, con décadas aportando a la música

chilena, se reestrenó “Manará, homenaje a Jorge Peña Hen”, de la

joven compositora chilena Florencia Novoa, obra estrenada y presenciada hace

dos años junto a la Sinfónica Nacional Juvenil. Sobre esta inclusión, no se tiene

recuerdo que la Filarmónica haya hecho alguna obra de una mujer compositora

nacional, recibiéndose con total beneplácito, y, subsecuentemente, refrescando el

interés por conocer más del panorama creativo actual de la música de tradición

escrita local. 

Respondiendo a un potente relato a raíz del asesinato a Jorge Peña Hen, y sin

pretensiones efectistas, la obra responde eficientemente a su cometido, servida de

una ecléctica escritura, explotando una amplia gama de texturas y colores, más

una certera empatía evocativa. Quizás, en momentos, hay cierto hermetismo y


pocos contrastes (salvo el tratamiento rítmico al evocar la oscura Caravana de la

Muerte). La entrega de los filarmónicos (primera función) no se percibió con

debida aquilatación, quizás por falta de ensayo.

Como segunda obra, el Primer Concierto para Piano de P.I. Tchaikovsky, un

infaltable de las programaciones de orquestas, y casi diez años ausente en la

Filarmónica. De completo encomio haber contemplado esta magnífica obra e ideal

para atraer a nuevos públicos. Notable el desempeño del pianista macedonio

Simon Trpčeski, debutante en Chile. Con un enfoque de total frescura e

inteligentemente enfatizado en lo lúdico y lejos de toda prosopopeya, Trpčeski

derrochó musicalidad a borbotones servida de una consumada técnica, sacando

máximo partido posible al nuevo Steinway del Municipal, aún con camino por

recorrer (inexplicable su desuso desde julio pasado tras su estreno con el

mismísimo Danill Trofonov…), percibiéndose sin mayor brillo y con algunas

durezas. Gran manejo de las dinámicas y matices más una notable administración

del rubato. La alada batuta de Bortolameolli en total consubstanciación,

obteniendo estupenda respuesta en todo orden de los filarmónicos.

Y como broche de oro, una de las mejores versiones hechas en Chile de la

atrapante Quinta Sinfonía de Dimitri Schostakovitch, largamente ausente en la

Filarmónica, e ideal para motivar la presencia de público tradicional como nuevo.

Bortolameolli conoce a fondo los vericuetos de la obra, logrando un resultado

triunfal de este verdadero auto da fe schostakovitchiano, y no exento de

ambigüedades discursivas (difícil hallar los códigos ocultos plasmados por el gran

Dimitri…). Los filarmónicos, en estado de gracia, adhirieron “con tutti” a las

certeras indicaciones de carácter, dinámicas y tempi. Sin duda, una versión de

antología y de alto impacto en la gran audiencia congregada.

En suma, un inicio de la temporada filarmónica con refrescantes aires de calidad

interpretativa y de certero criterio programático, elementos esenciales para

proyectar una venturosa etapa de Paolo Bortolameolli

 


La Gran Escena del Templo en la imponente presentación visual de Aida, original de Roberto Oswald  en reposición de Anibal Lápiz. Foto: Prensa Teatro Colón, Carlos Villamayor.



AIDA – Función Abono Vespertino 09 de marzo 2025


En función de Abono Vespertino, el Teatro Colon abrió su temporada 2025 con Aida de

Giuseppe Verdi, interpretada por el primero de los tres elencos dispuestos para esta reposición

y que contó con la presencia de cantantes extranjeros en los roles principales.

En el rol de Aida, se presentó la soprano Carmen Giannattasio, ya conocida en el Colon cuando

cantó Desdémona, en Otello, junto a José Cura en 2013. Pese a estar pasando por un doloroso

momento familiar, Giannatassio intervino en esta función en forma muy profesional y sacando

adelante su rol de manera correcta dentro de las circunstancias que atraviesa. Seguramente,

en otras condiciones su lucimiento hubiera sido mejor.

Daniela Barcellona, retornó al Colon para ser Amneris en esta Aida. Buen desempeño vocal y

escénico, matizando sus frases, dando sentido a la palabra y los requerimientos vocales y

actorales de su personaje.

El tenor Martin Mühle fue Radames. Si bien su voz es importante y su registro agudo es de

gran calidad, carece totalmente de sutileza en su canto por lo que resulta inexpresivo y hasta

monótono; sobre todo en la II escena del acto IV, donde las circunstancias del momento

argumental requieren (y Verdi o pide), menos volumen y más expresión.

El barítono Youngjun Park como Amnoasro, hizo un muy buen debut en nuestro teatro. Una

voz importante, contundente y expresiva.

Otra muy buena interpretación fue la del bajo Simon Lim. Una voz importante y rica en

matices, que pudo mostrarla en un rol que no es de gran lucimiento para los cantantes de su

cuerda y que sin embargo, lo hizo sobresalir entre el elenco.

Diego Bento como El Mensajero y Marina Silva como Sacerdotisa cumplieron con sobrada

calidad sus pequeños roles.

No todo fue muy feliz con la Orquesta Estable y el Maestro Stefano Ranzani al frente. Hubo

desajustes en algunos momentos con los cantantes, y las trompetas, en La Marcha Triunfal

tuvieron alguna imprecisión. Seguramente eso se irá corrigiendo en el devenir de las

funciones.

La vieja puesta de Roberto Oswald lució una vez más demostrándonos que el argumento de

Aida transcurre en Egipto en la época de los faraones. Eso solo, es desde ya una novedad y

gracias a la dirección escénica de Aníbal Lápiz, quien vio esta ópera por primera vez, puede irse

del Teatro Colon con la tranquilidad de haber entendido la trama argumental de la opera Aida,

de Giuseppe Verdi.


                                                                                            Roberto Falcone

jueves, 6 de marzo de 2025

 Estupendo concierto de apertura de la Sinfónica Nacional en el Palacio Sarmiento


LOS MEJORES, CON MAESTRÍA Y CRITERIO


Martha CORA ELISEHT


Ha comenzado un nuevo año y, por ende, un nuevo ciclo de conciertos de la

Orquesta Sinfónica Nacional. La distinguida agrupación inauguró su temporada 2025 el

pasado viernes 28 de Febrero de la mano de su principal director invitado -Emmanuel

Siffert- en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo Faustino Sarmiento, donde

participó en calidad de solista el cuarteto de trombones VIENTO SUR integrado por

Carlos Ovejero, Pablo Fenoglio, Enrique Schneebelli y Jorge Urani para interpretar el

siguiente programa:

- Concierto par cuarteto de trombones y orquesta- Gerardo GARDELIN (1965)

- Sinfonía n°2 en Mi bemol mayor, Op.63 (en memoria de HM Eduardo VII)- Sir

Edward ELGAR (1857-1934)

Con un orgánico prácticamente completo, la orquesta realizó su presentación sobre

el escenario para la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino

Gustavo Mulé tras lo cual, los solistas y el director hicieron su presentación sobre el

escenario. El mencionado cuarteto de trombones se formó en 2002 y sus integrantes se

desempeñan como solistas de dicho instrumento en las principales orquestas del país:

Carlos Ovejero y Pablo Fenoglio, como trombones tenor en la Sinfónica Nacional y

Estable del Teatro Colón y, en el caso de Enrique Schneebelli y Jorge Urani, como

trombones bajo en la Estable del Colón y Sinfónica de Córdoba respectivamente. Se

caracteriza por presentar un estilo innovador y un sonido versátil, compacto,

contundente y muy bien equilibrado. Realiza numerosas giras internacionales y ha

participado en los principales festivales para dicho instrumento en Estados Unidos (Salt

Lake City en Utah, Fort Myer en Virginia y Austin y Lubbock en Texas, entre otras

ciudades), en Brasil (Segundo Festival “Carlos Gomes”, Campinas) desde 2008 hasta la

fecha y en Argentina, en el Festival Trombonanza, que se organiza todos los años en la

ciudad de Santa Fe. También han realizado numerosas giras por el interior del país,

donde actuaron junto a las Orquestas Sinfónicas de Córdoba, de Santa Fe, de Rosario y

Orquesta de la Universidad Nacional de Tucumán. Asimismo, han ofrecido numerosas

clases magistrales en las universidades más importantes de Estados Unidos desde ese

mismo año y grabaron dos discos: Del sur y otros aires (2008) y Tango (2010) con

obras para cuarteto de trombones de diversos compositores argentinos (Gerardo

Gardelin y Gerardo Schiavon) y otros autores como Jan Koetsier, Irvin Wagner y

Duvensky.

Precisamente, el Concierto para cuarteto de trombones y orquesta de Gardelín fue

estrenado por VIENTO SUR junto a la Orquesta Sinfónica de Oklahoma en Stillwater

(Minnesota, Estados Unidos) en 2017 e interpretado por primera vez en el país junto a

la Orquesta Sinfónica de Santa Fe en 2019. Posee tres movimientos y se inicia con un

Allegro in tempo di malambo a cargo del cuarteto solista en diálogo con la orquesta,


caracterizado por muy buenos contrapuntos entre el cuarteto de trombones con los

metales, percusión y maderas. Asimismo, el diálogo entre los trombones tenores y bajos

fue de una perfección absoluta, donde Pablo Fenoglio llevó la voz cantante seguido por

Enrique Schneebelli, seguido de un muy buen solo de Carlos Ovejero en contrapunto

con Schneebelli y Urani. A continuación, un cantábile en cuerdas anuncia el segundo

tema antes del solo de trombón bajo -magnífico desempeño de Jorge Urani- seguido por

el resto del cuarteto hasta recapitular en el malambo inicial, que cierra con un poderoso

tutti orquestal. El segundo movimiento (Andante cantábile) abre con una balada a cargo

del trombón tenor seguido por el resto y, posteriormente, por la orquesta con una

melodía de fuerte impronta romántica -de hecho, remeda al 3° movimiento de la

Sinfonía n°2 de Rachmaninov- cuyo desarrollo va in crescendo con el cuarteto y la

orquesta. Cada uno de los trombonistas se lució en sus respectivos solos y en la fuga

final, para dar fin con otro tutti orquestal de manera abrupta. En cambio, en el

movimiento final (Allegro enérgico) abre la orquesta y luego, el cuarteto de trombones

se acopla desarrollando una serie de variaciones sobre el tema principal, de carácter

dramático, que alterna con un segundo tema (Lento) que brinda cierto clima de misterio,

tomado con gran brillo por el cuarteto solista. Una magnífica interpretación donde el

sonido y la maestría fueron lo primordial hasta tal punto, que el Auditorio Nacional

estalló en aplausos y vítores luego de la misma, hecho que motivó a los solistas a

ofrecer un bis: un inusual arreglo para cuarteto de trombones de la tradicional zamba

Paisaje de Catamarca, de Rodolfo “Polo” Giménez, que sonó brillante (hasta tal punto,

que daban ganas de cantarla). Los músicos se retiraron sumamente aplaudidos tras este

nuevo logro.

La obra de fondo elegida para esta ocasión fue la Sinfonía n°2 en Mi bemol mayor,

Op.63 de Elgar, compuesta entre 1909 y 1911 y dedicada al rey Eduardo VII de

Inglaterra. Su estreno se produjo en el Festival Musical de Londres en 1911 con el

compositor al podio, quien la definió como “el apasionado peregrinaje del alma”.

Prueba de ello es su poderosa orquestación -requiere de un orgánico prácticamente

completo que lleva cuerdas, maderas por 3, metales por 3, tuba, clarinete en Mi bemol,

2 clarinetes en si bemol y clarinete bajo, corno inglés, contrafagot, 2 arpas y abundante

percusión- y los diferentes motivos que aparecen en los 4 movimientos en los cuales se

divide la obra (Allegro vivace e nobilmente/ Larghetto/ Rondo/ Moderato e maestoso).

El Allegro vivace e nobilmente inicial se inicia con intervalos amplios en las cuerdas y

maderas altas, sujeto a fluctuaciones métricas asombrosas, que le dan mucha

expresividad y pasión (“tremendous in energy”), según palabras de su propio autor. Le

sigue un bellísimo tema lírico a cargo de las arpas seguido de un largo episodio

espectral a cargo de los trombones y la tuba, que Elgar definió como “una especie de

influencia maligna deambulando por el jardín en la noche de verano” dado por el

“motivo fantasma” en los violines. Mediante una serie de capitulaciones y

elaboraciones complejas, el movimiento más largo de la obra -dura alrededor de 17

minutos- culmina con una coda con final virtuoso. El 2° movimiento (Larghetto) es una

marcha fúnebre de carácter elegíaco de gran belleza tonal debido a la muerte del

monarca en 1910. El Rondó del 3° movimiento hace las veces de scherzo y estuvo muy

bien logrado por los integrantes de la orquesta merced a la magistral dirección de

Emmanuel Siffert, quien se lució por su marcación, empaste y dominio de tempi para

culmina con un final brillante. El movimiento final (Moderato e maestoso) es tan o más


elaborado que el inicial, escrito en forma de sonata donde se intercalan tres melodías, de

las cuales, una alude a Hans Richter, quien fuera promotor de la música de Elgar. A

pesar de poseer un desarrollo brillante, el final culmina en pianissimo, que se va

esfumando lentamente hasta que la melodía desaparece. La versión ofrecida por la

Sinfónica Nacional fue estupenda, con un gran logro de todos los matices desplegados

en esta sinfonía de modo solemne, brillante y, al mismo tiempo, dramático. Los grupos

de instrumentos principales se destacaron en su conjunto, a modo de solistas. No es una

obra que se interprete muy a menudo – de hecho, se interpretó en el Colón el año pasado

por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires bajo la dirección de Wolfgang Wengeroth-

y la orquesta brindó una excelente versión merced al profesionalismo de sus integrantes.

El Auditorio Nacional se puso de pie al finalizar el concierto, donde tanto el director

como los músicos fueron intensamente aplaudidos.

Cada vez que Emmanuel Siffert dirige a la Sinfónica Nacional se establece un

romance que se traduce en versiones caracterizadas por su brillo, fuste y enjundia.

Prueba de ello fueron las magistrales interpretaciones de Vida de Héroe de Richard

Strauss y el War Requiem de Benjamin Britten ofrecidas el año pasado y el concierto

inaugural de la presente temporada continúa en la misma línea. Sería ideal su

designación como director estable de la mejor orquesta sinfónica del país, ya que ha

dado pruebas de sobra para merecerlo.

jueves, 27 de febrero de 2025

 



Muy buen concierto con obras de Nicolás Sorin en el Auditorio Nacional


TRAS LAS HUELLAS DE NANSEN Y AMUNDSEN


Martha CORA ELISEHT


Nacido en Buenos Aires en 1979, Nicolás Sorin es un talentoso pianista,

arreglador y compositor argentino radicado en Estados Unidos. Se perfeccionó en el

Berklee College of Music con Bob Brookmeyer, María Schneider y Vuk Kulenovic. Sus

arreglos y composiciones han sido interpretados por orquestas sinfónicas de gran

prestigio tales como la London Session Orchestra, la Sinfónica de México y la

Sinfónica Nacional de Argentina. Ha ganado el premio Clarín y tres Premios Cóndor

por bandas de sonido y música de películas, así como también recibió 4 nominaciones al

Grammy Latino como productor. También tuvo a su cargo la dirección orquestal de su

suite ARGENTUM – compuesta junto con Gustavo Mozzi y Nicolás Guerschberg-

durante la cumbre del G20 en 2018 en el Teatro Colón y dirigió a la Orquesta Sinfónica

Nacional en el estreno de su Sinfonía Antártica en el Auditorio Nacional del Centro

Cultural Kirchner – actual Palacio Libertad- en 2019. Precisamente, el pasado sábado 22

del corriente en ese mismo escenario tuvo lugar un concierto con obras de su autoría

denominado “SINFONÍA BIPOLAR”, donde dirigió una orquesta integrada por

instrumentos de cuerdas, percusión y piano para interpretar el siguiente programa:

- Sinfonía Ártica (estreno)

- Sinfonía Antártica

Para componer sus obras, Sorin viajó en 2013 a la Antártida y en 2024, a Laponia.

Si bien no llegó al Polo Norte, el hecho de haber estado en las regiones más

septentrional y meridional del planeta no sólo sirvió como fuente de inspiración, sino

también, de creación artística. Así lo manifiesta el autor:

“No hay lugar donde puedas estar más solo y te puedas conocer más a vos mismo

que en los polos geográficos. La Naturaleza es la mejor fuente de inspiración, pero

también es súper sanadora y terapéutica para uno mismo.”

El espectáculo contó con proyección de video de los viajes hacia ambas regiones del

propio compositor y material fotográfico de Marcelo Gurruchaga. Asimismo, coincidió

con la inauguración de la exhibición fotográfica Antártida: belleza que se derrite.

Aurora, que puede apreciarse en el 6° piso del Centro Cultural Palacio Domingo

Faustino Sarmiento. Contó con una orquesta formada por prestigiosos músicos

pertenecientes a las orquestas Sinfónica Nacional, Nacional de Música Argentina “Juan

de Dios Filiberto” y Libertador Gral. San Martín e integrada por instrumentos de

cuerda, percusión y piano con presencia del compositor en el podio.

Ambas obras poseen la estructura de una sinfonía, pero están escritas como poemas

sinfónicos en estilo minimalista/ simplista, de línea melódica tonal. En el caso de la

Sinfonía Ártica, posee tres movimientos cuyos nombres están escritos en finlandés:

Auringonnousu (Amanecer), Talvi (Invierno) y Auringonlasku (Atardecer). La apertura


del 1° movimiento (Adagio) está a cargo de las violas, seguida posteriormente por

cellos, contrabajos, primeros y segundos violines y va paulatinamente in crescendo

hasta lograr un clímax. Posee reminiscencias del Adagietto de la 5° sinfonía de Mahler,

mientras que el 2° movimiento abre con una melodía netamente romántica interpretada

por un solo de piano, que describe la soledad del paisaje lapón en invierno.

Posteriormente, las cuerdas desarrollan el tema, que termina con un anota en suspenso.

El último movimiento (Adagio. Lento) describe la belleza de la aurora boreal mediante

la introducción de las violas en ostinato y un solo de violoncello tomado posteriormente

por el resto de las cuerdas en una melodía de gran belleza, sostenida por golpes suaves

de timbal. Culmina con una coda brillante, con expansión del tema principal hasta la

interjección de una pequeña disonancia que contrasta con la melodía principal,

introducid por las cuerdas y sostenida por el piano. Ante un Auditorio Nacional

atiborrado de público, la obra fue sumamente aplaudida tras su interpretación.

A diferencia de su homónima de Vaughan Williams, la Sinfonía Antártica de Sorin

es un poema sinfónico de dos movimientos: Base Carlini y Base Esperanza. Se inicia

con una melodía lenta, romántica, interpretada por el piano y, posteriormente, seguida

por violas, cellos y contrabajos en pizzicato, que narra la magnitud y el paisaje del

continente blanco. A medida que se desarrolla in crescendo, el segundo tema es un

canon a 4 voces en cuerdas, mientras el piano marca la melodía, apoyado sobre golpes

de triángulo, platillos y percusión. La melodía simula el vuelo de petreles y albatros

mediante un trémolo en cuerdas para cerrar con el tema inicial en diminuendo luego de

un poderoso tutti orquestal. En cambio, Base Esperanza es un allegretto que abre con

un stacatto en tono menor en cuerdas, con pizzicato en violines y violoncellos mientras

las violas y los contrabajos lo desarrollan en continuo. Posteriormente, los cellos y

contrabajos interpretan un cantabile en contrapunto con los violines mientras las violas

ejecutan el tema principal. Luego de un canon a 4 voces en cuerdas, la melodía prosigue

con un tutti para cerrar el movimiento con una fuga interpretada por las cuerdas en

cascada. El público volvió a dar su aprobación y buena parte del Auditorio Nacional se

puso de pie luego de su interpretación.

No sólo es muy bueno incluir obras inéditas de compositores argentinos en un

concierto- en este caso, un estreno mundial-, sino también, convocar a un músico

vernáculo de fama internacional para apreciar sus obras. Si bien no ha logrado la hazaña

del FRAM – el barco que navegó por ambos polos-, un compositor argentino fue capaz

de seguir las huellas del alférez Sobral, Frithof Nansen, Roald Amundsen y todos

aquellos exploradores de las regiones polares a través de la música. Un arte que no

reconoce fronteras y que llega hasta las regiones más inhóspitas del planeta.

domingo, 23 de febrero de 2025

 


El imponente marco de público que presentó anoche, 22/02/25 el Teatro Colón de Mar del Plata para el concierto del cierre del ciclo de verano 2025 de la Orquesta Sinfónica Municipal de General Pueyrredón (Mar del Plata). Fotografía enviada por el autor del artículo.


Último Concierto del Ciclo de Verano de la Orquesta Sinfónica

Municipal de Mar del Plata

.Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata

.Director: Maestro Guillermo Becerra

.Teatro Municipal Colón, Mar del Plata, 22 de febrero, hora 21.

En su último concierto del ciclo de verano la Orquesta Sinfónica

Municipal concluyó un interesante ciclo musical.

El programa comenzó con la Fantasía opus 6 de Nikolái Rimsky

Korsakov (1844-1908) rica obra compuesta sobre temas serbios. En el

lenguaje del color orquestal –motivos que pasan de un instrumento a otro-

encontramos cambios rítmicos, que predominan sobre el elemento melódico.

Opus por demás interesante, es muy poco frecuente en las salas de concierto.

En segundo término, fueron interpretados los valses Voces de

Primavera, El bello Danubio Azul y la Marcha Radetzky, de Johann Strauss

(1825-1899) muy a tono con un programa de verano. Son muchas las

inflexiones, los ralentandos y las gradaciones dinámicas que este género

demanda y que pueden pasar inadvertidos ante la belleza de las melodías.

Como fue posible apreciar, no todas esas demandas son sencillas de plasmar.

El bello Danubio… fue el más logrado, así como la vibrante marcha que cerró

la sección.

En la parte final del programa fue interpretada la Sinfonía nro. 9, opus

95, “Del Nuevo Mundo” de Antonin Dvorak (1841-1904).

Son conocidas las circunstancias en que fue gestada en 1893: la

invitación a Dvorak por parte de Jeannete Thurber, una mujer acaudalada,

amante de las artes, que había fundado en 1883 el Conservatorio de Nueva

York, para llevar a cabo una actividad musical en Estados Unidos.

El marco de fascinación y descubrimiento de un ámbito rico y

estimulante musicalmente, el desahogo económico y una intensa actividad

como director de conciertos fue la atmósfera en la que escribió una obra donde

se alternan la nostalgia así como el anhelo de utilizar nuevos ritmos en algo

diferente que es, en su esencia, una sinfonía eslava en la cual utiliza, a su vez,

materiales preexistentes.

El ejemplo más conocido es el solo de corno inglés –interpretado de

manera excelente- que, luego de una introducción, desarrolla una bellísima

melodía evocativa del spiritual Swing Low, Swing Charriot (Ven amado carro).

Inicialmente pensado por el compositor para clarinete, consideró a la voz del

corno inglés más apropiada para esta melodía en escala pentatónica. El

Maestro Lanci se refirió a dicho spiritual en su programa dedicado al género en

la invalorable serie de programa de Un viaje al Interior de la Música. El uso de

elementos de materiales autóctonos sigue a lo largo del movimiento y se vale

también de un material que había pensado para una ópera que no llegó a

escribir y que utilizó para concebir el largo e inspirar el Scherzo posterior.

No es fácil determinar la forma musical, que pareciera responder a una

sucesión de motivos antes que a una forma sonata. Lo señalo para ubicar el

pasaje, luego de la segunda intervención del corno inglés, que comienza con

un pasaje de flauta cual la orquesta hizo un accelerando en el tempo diferente

al de otras interpretaciones que contribuyó a disipar el tono melancólico del

movimiento.


Como también sucede con el último movimiento de la octava sinfonía de

Dvorak, es difícil decir si el movimiento final es un tema con variaciones, que

alterna, como elemento de referencia, el motivo inicial del primer movimiento

–que le da unidad a la obra- o si se afilia a otra forma musical.

En síntesis, tuvimos una versión lograda de uno de los opus más

entrañables del género sinfónico, con una orquesta muy homogénea y con la

intensidad en los metales que la obra demanda, así como la ductilidad en la

cuerda y la dulzura de los pasajes en las maderas.

En su actual conformación, la orquesta demostró que no se limita a

cumplir con un cronograma y llevar adelante un ciclo sino que las obras son

abordadas muy seriamente y con un gran trabajo.

Es de esperar que en el próximo ciclo invernal pueda contarse con

solistas cuya convocatoria sea factible concretar en un medio donde se

destacan tanto valores jóvenes (como Emiliano Rivarola, Martín Schuster o

Leonardo Chacón Oribe, Ciro Rolón, por nombrar algunos) como otros músicos

experimentados.

Coda

No puedo cerrar el comentario sin citar las palabras del último posteo de

la orquesta en las redes: “Logramos sostener una programación digna y de

calidad a pesar de tener presupuesto CERO para alquiler de partituras o

contratación de solistas invitados. Y logramos HACER MÚSICA a pesar de que

aún nos falta el 30% de los músicos mínimos necesarios para poder sonar.

Y cuando hablo en primera persona del plural, hablo de nosotros, los músicos y

de ustedes, nuestro amadísimo público. Porque cada butaca ocupada y cada

aplauso propinado fue un aliciente para seguir adelante y darles lo mejor de

nosotros.

Quizás el milagro de esta orquesta resida ahí, en sus músicos y en su

público y en el AMOR POR LA MÚSICA que nos tenemos”.


Eduardo Balestena


El Maestro Jordi Mora, Factotum del Campus Musical Santa María de la Armonía desde hace 34 años. Fotografía del autor del presente artículo.


Conversaciones con Jordi Mora

Entre el 5 y el 11 de febrero de 2025 tuvo lugar la 34 ta. Edición del

Campus Musical de Santa María de La Armonía.

Director de orquesta, educador, director de organismos como la Müncher

Camerata, la Orquesta Sinfónica del Valles, la de Grecia, la Bruckner Akademie de

Munich, entre otras experiencias, como la de la Orquesta del Líbano, Jordi Mora

viene desde 1991 a dirigir en Campus de la Armonía. Es dice, una experiencia

diferente a las que vive otros países.

Este año hubo numerosos participantes, de la Argentina, de Brasil, de los

alumnos del Proyecto Creciendo en Armonía.

Es el trabajo de las servidoras de la Fundaciüon Cultural Argentina la que

hace posible que tanto el Campos como el Proyecto Creciendo en Armonía sean

posibles.


Un proceso de ida y vuelta

En la pausa del extenso concierto final el maestro se hace un tiempo para

que hagamos una entrevista en la casa que ocupa en La Armonía cuando viene a

dar los campus.

Una vez más tenemos la oportunidad de dialogar y en un momento le

pregunto por aquel Jordi que en 1991 hizo su primera experiencia en el campus y

el de 34 años más tarde, cuando los alumnos de hoy lo son a su vez de una

anteror generación de músicos que también fueron sus alumnos.

Se siente enriquecido por la experiencia: él brinda la suya pero se nutre de

la de los demás y recuerda a aquel que, nervioso ante la primera conferencia

sobre la fenomenología musical que debía pronunciar hace 34 anos se aventuró al

desafío.

No le he confesado que en el último comentario que hice sobre nuestra

sinfónica le robé una frase: “si no nos lanzamos a hacer aquello que parece

imposible nunca sabremos que somos capaces”. La charla es tan intensa que lo

que tengo para decirle no es importante y sí lo es todo lo que tengo por escuchar.

El músico experimentado se nutre de los alumnos: ellos traen su talento, su

amor a la música, el hambre de aprender y eso nutre a alguien que aunque haya

hecho mucho siempre sentirá que tine mucho más por hacer.


Todo menos lo esencial

Hay al menos tres momentos del campus: el trabajo sobre las obras que

traen los alumnos; las conferencias diarias y el concierto final donde todo ese

proceso luce y se ven los frutos. La sensación que sobreviene cuando termina es

única y lo sintetiza todo.

En esos días, confluyen tanto alumnos avanzados como profesionales muy

formados en la música, que integran distintos organismos. Es soprendente, dice,

el giro que pueden hacer luego de solo unos días de trabajo.

La música hace que un momento sea único, que la obra vaya revelando

todo aquello que contiene y nosotros podamos descubrirlo. Así, partitura en mano,

el maestro sigue la interpretación de los participantes y hace notar aquellos

aspectos referentes a lo musical: la función de cada elemento, que conduce a un

clímax o a otro elemento y la importancia de conocer formalmente la obra para

luego aportarle esa luz que es la del propio intérprete. Descubrimos las

particularidades de cada lenguaje, sus exigencias y al mismo tiempo que todos

tienen la misma esencia. La música es como el habla oral: tiene su sentido e

inflexiones, sus frases y cadencias y también contiene un mensaje.

Es recurrente la famosa frase de Gustav Mahler: “En la partitura está todo

menos lo esencial”: el respeto a la intención del compositor es acaso lo más

importante, pero se revela a partir de aquello que quien lo interpeta es capaz de

descifrar y sentír.

Cuenta algunas de sus experiencias en El Sistema venezolano, cuando el

maestro Abreu, que lo fundó, encomendaba tareas que parecían imposibles pero

que él sabía que no lo eran. De pronto, recuerda, faltaba un director y Abreu le dijo

a Dudamel, ubicado en el cuarto atril de los primeros violines que dirigiera. El

famoso director tenía entonces 14 años. Cuenta que en 1992 fue invitado a dirigir

allí y que había preparado prolijamente la Cuarta Sinfonía de Brahms pero que al

llegar la orquesta le dijo que debía hacer una gira próximamente y que las obras

que les deba para elegir eran: La quinta sinfonía de Tchaicovsky; la quinta de

Shostacovich o la Consagación de la Pirmavera, ninguna de las cuales había

dirigido previamente. Luego de la primra gran impresión, eligio la quinta de

Thaicovsky, que le pareció la más afín a lo que venía haciendo. La orquesta

accedió pero le dijeron que los músicos querían conocerlo y que ensayara un

movimiento de la 5ta. de Shostacovich. “Tengo que ir al baño”, dijo él para ganar

tiempo y poder leer allí al menos los primeros 30 compases del tercer movimiento.

La orquesta quedó encantada: literalmente según el método Abreu, lo habían


arrojado a la pileta y el había podido nadar por la parte más profunda hasta llegar

al otro lado y descubrir su propia habilidad para encarar una obra tan compleja

como esa.

Las anécdotas son muchas y alternan con las frases que cita de Sergiu

Celibidache, su maestro.

Al principio uno se siente intimidado ante su experiencia, su dominio

absoluto de las partituras y su formación filosófica, solo para descubrir, al cabo del

tiempo a alguien tan ocurrente como amable, capaz de matizar sus exposiciones

con salidas inesperadas y abrirse a la experiencia de lo que pueden aportarle los

demás.


Instantes únicos

Todo confluye: los alumnos cada uno con su obra; el lugar; la escucha; el

descubrimiento. La música no es un proceso en el cual dada la acción a sucede el

efecto b, sino una experiencia indefinible y siempre renovada.

Alguna vez conversamos con el maestro Lanci acerca de la idea de

Stravinsky de que la música es incapaz, por sí misma, de representar nada. La

música no es un arte de representación sino una finalidad en sí misma, parece tan

innegable como el hecho de que produce en nosotros sensaciones y si no vienen

de la música ¿entonces de donde vienen? Parece un enigma tan imposible de

resolver sobre aquel otro que plantea el maestro Mora: hay una esencia en las

cosas que permanece invariable: la forma músical se reduce a un proceso de

presentar elementos que cambian, que son expresados en momentos de tensión y

distensión, de clímax y de calma y esto es presentado de distintas maneras por

todos los lenguajes, pero al mismo tiempo, todo cambia, como en la metáfora de

Heráclito: "ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el

hombre ni el agua serán los mismos";. No parece haber una respuesta definitiva

En una sala de conciertos, en la casa grande de La Armonía luego de cada

clase o de cada concierto es posible sentir que la música es algo profundo,

indefinible, que nos produce sensaciones sin las cuales la vida no sería la misma y

que eso sucede en un instante donde algo brilla, tanto en ese momento como en

el recuerdo de ese momento.


Una puerta de acceso


Las musas, hijas de Zeus, nos dice Susana María García en su libro Qué

hay en el lenguaje, son de naturaleza divina y poseían el don de la profecía, la

inspiración y la omnisciencia. De allí derivan museo y música. La imagen que nos

da el mito, dice García, no es la imagen de la cosa sino la cosa misma. El mensaje

de la música, entonces, es la misma música: ese orden mágico al cual podemos

acceder, siempre parcialmente porque es inagotable.

De este modo, la música es relativa al don de la omnisciencia y de la

imspiración, por eso es capaz de ir a través del dolor y producir felicidad o

atravesar la oscuridad y producir luz.

Cada año tenemos eso en la mágica confluencia en que las cosas se

organizan y dan por resultado una experiencia tan llena de felicidad como de

inetrrogantes, porque la música es un proceso inacabable y eso es lo que

decubrimos al asomarnos, por vía de alguien que la conoce profundamente.


Eduardo Balestena