lunes, 1 de diciembre de 2025

 Una triunfal Cármina Burana…


                                                              Por Jaime Torres Gómez

Si bien pareciera excesiva la programación local de Cármina Burana, la reciente

presentación de la Sinfónica Nacional junto al Coro Sinfónico de la Universidad

de Chile tuvo plena justificación al ser ofrecida en la flamante Gran Sala Sinfónica

Nacional, actual sede de la decana orquestal del país, como una forma de calibrar

su sonoridad en dicho espacio, aún en etapa de ajuste acústico.

En parte, la asidua presentación en Chile de esta magnífica (y “magnética”) obra,

obedece a la inevitable asociación a la legendaria coreografía de Ernst

Uthoff de 1953 para el Ballet Nacional Chileno, ofreciéndose en el tiempo, quizás,

con excesiva rutina, principalmente en formato de concierto, extrañándose mayores

reposiciones coreográficas de la misma.

Esta cantata dramática (escénica) de Carl Orff (1895-1982), estrenada en 1937,

posee una atractiva adopción de lo rítmico y melódico, más la incorporación de

elementos del canto gregoriano, el lied y danzas populares, plasmando una original

conjunción de elementos en base a la colección de poesías profanas latinas hechas

por los goliardos -clérigos descarriados, como estudiantes vagabundos y trovadores

del Medioevo- que cantaban motivos amorosos, hedonistas y sarcásticos contra el

orden establecido. Y si se agrega lo dancístico, conforme a la concepción de Orff,

hacen de Cármina una obra de arte total y expandida a una fenomenología de

atávicas dimensiones… De allí, tan directa y masiva conexión con el público…

Dirigida por el destacado maestro argentino Carlos Vieu (actual Director Musical del

Teatro Argentino de La Plata) en su segunda visita a la Sinfónica Nacional, obtuvo

un sólido resultado musical, signado por una visión globalmente muy bien resuelta,

de trazos firmes, idiomática expresividad -con genuina fuerza interna sin caer en

destemples de tintes ampulosos y feroces-, más un celebrado trabajo en sonoridad

con estupendas texturas, timbres y colores. Excelente adopción de tempi, logradas

dinámicas y admirable colaboración con las voces.

Ejemplar ajuste de los sinfónicos y coreutas a los autorizados requerimientos de

la batuta visitante, a pesar de desbalances por rectificar en la nueva sala de

conciertos santiaguina…

Estupendo desempeño de los solistas, destacándose Tabita Martínez (soprano) en

una candorosa Amor volat undique, emotiva en In trutina y con admirable alta

tesitura en el Dulcissime. El contratenor Moisés Mendoza destacó con magnífico

falsete en el canto del cisne en el asador (Olim lacus colueram). Y del todo

autorizado el experimentado barítono Patricio Sabaté en todas sus intervenciones,

especialmente en Omnia sol temperat, con exquisitos pianissimi y musicalidad a

borbotones.

En suma, un triunfal estreno de Cármina Burana en la Gran Sala Sinfónica Nacional,

liderada por un director de fuste junto a estupendos solistas, más

una orquesta y coro en plenitud de rendimiento.

domingo, 30 de noviembre de 2025

 


Vista de uno de los momentos del concierto homenaje al Papa Francisco en el Auditorio Nacional. Fotografía de la propia Martha Cora Eliseht.


Estreno mundial de la “Misa Mestiza” en el Auditorio Nacional del Palacio Sarmiento


APROBADA POR ACLAMACIÓN Y UNANIMIDAD


Martha CORA ELISEHT


El Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), quien pasó a la

posteridad como el Papa Francisco I no solamente fue el 266° Papa de la iglesia católica

y el 8° soberano del Estado Vaticano desde 2013 hasta su muerte, sino que también -

entre otras cosas- un amante de la música clásica y un gran melómano. En el año 2015,

los compositores argentinos Hugo Figueras, Bernardo Latini y Oscar Allorio le

presentaron al Sumo Pontífice su Misa Mestiza para orquesta reducida, coro y solistas,

que presenta los números tradicionales de la composición religiosa (Kyrie/ Gloria/

Credo/ Sanctus- Benedictus/ Agnus Dei/ Comunión/ Legado) fusionados con ritmos

latinoamericanos. El proyecto contó con la aprobación total y la bendición papales.

Posteriormente, se compuso la versión para orquesta sinfónica, coro y solistas que,

lamentablemente, el Papa no pudo escuchar debido a su fallecimiento, ocurrido el 21 de

Abril del corriente año luego de haber oficiado la Misa correspondiente al Domingo de

Pascua en el Vaticano.

La Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” (ONMA) y

el Coro Polifónico Nacional decidieron rendir homenaje a Su Santidad c on el estreno

mundial de la versión definitiva de la Misa Mestiza en un concierto denominado

“Homenaje a la Memoria del Papa Francisco”, hecho que tuvo lugar el pasado viernes

28 del corriente en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento bajo la

dirección de Fernando Tomé y la participación de los siguientes artistas: Claudio

Santoro (piano), Clara Pinto (soprano), Elisa Giraldo Gärtner (contralto), Esteban

Garreta (tenor), Felipe Carelli (barítono) y Martín Caltabiano (bajo).

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- “Ubi Caritas”- Georgina PERAZZO (1974)

- “La despedida” (cantata para coro, barítono y piano)- Carlos GUASTAVINO

(1912-2000)

- Misa Mestiza (estreno mundial)- Hugo FIGUERAS- Bernardo LATINI- Oscar

ALLORIO

Durante la primera parte del concierto, se interpretaron las obras para coro y piano y,

posteriormente, los integrantes de la Orquesta Nacional de Música Argentina ingresaron

al escenario para interpretar la mencionada obra en calidad de estreno mundial.

Luego de la entrada del Coro Polifónico Nacional, Fernando Tomé y Claudio

Santoro tomaron sus puestos sobre el escenario para comenzar con el motete Ubi

Caritas (Donde hay caridad) de la compositora argentina Georgina Perazzo, que se

refiere al amor mediante actos de caridad hacia los más necesitados y los pobres -una de

las principales consignas del Papa Francisco durante todo su mandato-. Oriunda de

Berisso, completó sus estudios en el Conservatorio Gilardo Gilardi y la Facultad de


Bellas Artes de La Plata. Su producción abarca obras para piano, orquesta, ópera,

música de cámara y coral. Este motete posee una bella línea melódica de corte

impresionista, donde el coro ofrece un canon a 4 voces que estuvo muy bien balanceado

merced a una adecuada preparación. Como siempre, el acompañamiento al piano de

Claudio Santoro fue magnífico y a su término, Fernando Tomé saludó a la compositora-

quien se encontraba presente en sala- en medio de numerosos aplausos.

Seguidamente, el barítono Felipe Carelli se presentó para interpretar La Despedida,

cantata compuesta por Carlos Guastavino en 1972 para coro mixto, piano y barítono con

texto de León Benarós. La obra se inicia con una extensa introducción a cargo del

piano, donde Guastavino fusiona su tradicional estilo impresionista con ritmos del

folklore argentino previamente a la entrada del coro al unísono. Posteriormente, el

barítono solista entabla una serie de diálogos con el coro: primero, con las voces

femeninas; luego, con las masculinas y finalmente, con todo el coro. El solista tuvo un

gran desempeño, magníficamente acompañado por el coro y el piano. La cantata cierra

con otro solo de piano y la interpretación fue soberbia.

Tras un breve intervalo y la tradicional afinación de instrumentos por parte de la

ONMA, el director y el cuarteto de solistas se ubicaron sobre el escenario para

interpretar la versión orquestal de la Misa Mestiza en calidad de estreno mundial. Se

inicia con el Kyrie -cantado por el coro a cappella junto al bajo- hasta la entrada del

corno, fagot y, posteriormente, el resto de la orquesta. La línea melódica -de carácter

solemne- fusiona la música tradicional religiosa europea con elementos del folklore

latinoamericano introducidos por la marimba, el bongó y las tumbadoras. Por el

contrario, el Gloria es majestuoso y brillante y se caracteriza por ritmos como el

malambo, el taquirari en el aria de la contralto y el joropo en la parte del coro, cuyos

integrantes marcaron el ritmo con palmas y pisadas. El Credo se inicia con ritmos de

marcha y cuatro interpretados en forma conjunta por el cuarteto de solistas, el coro y la

orquesta. Luego de un poderoso tutti, los ritmos cambian a son y gato. Pero el más

impactante de los números que integran esta obra es el Santo/ Bendito, que abre con un

gran solo de clarinete y fagot previamente a la marcación de un intenso candombe por

las maracas, el güiro, claves y otros instrumentos de percusión antes de la entrada del

coro y los solistas. La orquestación de este número fue formidable e incluye un gran

solo de bandoneón y piano previos a su cierre. Las maracas y el güiro marcan también

la entrada del Cordero de Dios (Agnus Dei) a cargo del coro, donde las cuerdas y los

vientos toman la melodía en ritmo de zamba fusionado con música europea, donde el

piccolo imita el sonido de la quena. La música de la Comunión es un vals criollo en ¾

introducido por la soprano, seguida por el bandoneón y el resto de las cuerdas, que

desemboca en una magistral sucesión y fusión de ritmos como la samba, la guaracha y

la salsa cubana que acompaña al coro -cuyo desempeño fue tan magistral como dicha

fusión de ritmos-. Finalmente, el Legado se inicia con el cuarteto de voces solistas y las

cuerdas en ritmo de malambo seguido por el resto de la orquesta y el coro. La

marcación y dirección por parte de Fernando Tomé fueron espléndidas y culmina con un

final brillante. La obra gustó mucho y fue muy bien recibida con numerosos aplausos

por parte del público hasta tal punto, que el director decidió invitar al público a

acompañar con palmas indicando el ritmo de candombe para hacer un bis del cuarto

número de la misa (Santo/ Bendito). El entusiasmo del público no se hizo esperar y se


logró el efecto deseado. De los tres compositores, dos de ellos estuvieron presentes y, al

igual que el público, disfrutaron de su éxito al máximo.

El hecho de estrenar una obra dentro de un concierto es algo maravilloso y mucho

más, si se trata de un estreno mundial. No solamente ha sido un concierto magnífico,

sino, además, un merecido homenaje a un líder espiritual y un auténtico jefe de Estado

cuyo papado se caracterizó por incluir a los pobres, las minorías étnicas y el respeto por

la diversidad de género. De haber escuchado este concierto, Francisco lo hubiera

aprobado.

 

Marcelo Balat en plena interpretación y detrás el Mtro. Pablo Druker al frente de la Sinfónica Nacional. Fotografía del autor del presente comentario.

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Orquesta Sinfónica Nacional

.Director: maestro Pablo Drucker

.Solista: Marcelo Balat, piano

.Auditorio Nacional, Buenos Aires, 26 de noviembre, hora 20.

El maestro Pablo Druker dirigió a la Orquesta Sinfónica Nacional en su

último concierto, con la actuación solista de Marcelo Balat en piano.

El Concierto en si bemol mayor, opus 25, para piano y orquesta de

Piotr Ilitch Thaicovsky (1840-1893) fue la primer obra del programa.

Con una impronta que aúna la libertad expresiva más absoluta y un gran

rigor en el uso de los elementos de que se vale el compositor, es una obra

virtuosa. Ya la introducción –tal como lo señala en maestro José Luís Conde en

su análisis- es un pequeño concierto en sí misma: con un tema inicial, su

elaboración y una coda; tras lo cual llega el desarrollo del tema a (basado en

una canción folklórica ucraniana y los temas b 1 y b 2, que serán amplia,

imaginativa y virtuosamente desarrollados en el extenso primer movimiento.

El segundo movimiento, un lied ternario que responde al esquema

ternario ABA, cita casi textualmente en la sección central una canción francesa.

El último movimiento es la alternancia entre un tema a, tomado de una canción

ucraniana que celebra la llegada de la primavera y otro tema b, con una

canción rusa incluida en la colección de 50 canciones rusas recopiladas por el

compositor.

De todo ello podemos inferir que los requerimientos técnicos y

expresivos son muy grandes: en lo cerrado del diálogo, las intensidades y las

inflexiones sonoras en un todo que no da respiro casi en ningún momento, más

que nada en el primer movimiento que ocupa casi las dos terceras partes de la

obra.

Marcelo Balat es uno de los pianistas más notables, de destacada y

extensa actuación y plasmó una muy lograda versión de una obra referencial

del repertorio.

Como bis, abordó, junto con el cellista Lucas Brass, el tercer Andante

movimiento de la Sonata para violín y cello en sol menor, opus 19 de

Rachmaninov. Joven y destacado cellista, Lucas Brass ha asistido al Campus

Musical de Santa María de la Armonía y formado parte de organismos como la

Camerata Bariloche. En esta ocasión le cupo abordar parte de una de las

sonatas más bellas del repertorio para el instrumento. Dos intérpretes muy

destacados en obras referenciales del romanticismo tardío

La Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel (1875-1937)

siguió en el orden del programa. Rica en inflexiones y de una sutil musicalidad,

la Orquesta Sinfónica Nacional lució una gran homogeneidad en el sonido y en

la sucesión de las distintas voces instrumentales.

El Poema del Éxtasis opus 54, de Aleksander Scriabin (1872-1915)

cerró el programa.

Obra que requiere un profuso orgánico orquestal (que incluye celesta,

arpas y variados instrumentos de percusión). Como destinada a representar

una concepción filosófica, los elementos formales persiguen la expresión de


sensaciones e ideas: frases delicadas e inflexiones muy suaves van mutando

sucesivamente en un panorama sonoro muy cambiante. Va de suyo que ello

implica una gran ductilidad en toda la orquesta y homogeneidad en los timbres.

Se trata entonces, de una obra compleja en sus elementos rítmicos y en

sus dinámicas, que abarca desde la delicadeza hasta muy potentes masas

sonoras, todo lo cual debe ser plasmado como un continuum organizado y

flexible al mismo tiempo.

La Orquesta Sinfónica Nacional abordó obras de requerimientos muy

diferentes en un concierto en el que mostró acabadamente el excelente nivel

del organismo.


Eduardo Balestena

 


La Inquietud de Nuestros Jovenes lleva a que se formen agrupaciones como la Camerata Arsis, al que aquí se la aprecia actuando en la Fundación Beethoven. Fotografía de la autora del presente comentario.


Muy buena actuación de la Camerata ARSIS en la Fundación Beethoven


A PURO TALENTO Y PASIÓN JUVENIL


Martha CORA ELISEHT


Fundada en Noviembre de 2024, la Camerata ARSIS es un conjunto de músicos

jóvenes cuyo principal objetivo es difundir el repertorio de cámara a todo nivel. Sus

integrantes pertenecen en su mayoría a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil

“Libertador Gral. San Martín” y la Académica del Instituto superior de Arte del Teatro

Colón (ISATC) y se presentaron el pasado jueves 27 del corriente en un concierto que

tuvo lugar en el auditorio de la Fundación Beethoven, donde se interpretaron las

siguientes obras:

- Divertimento en Fa mayor, K.138 – Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- Intermezzo de CAVALLERÍA RUSTICANA- Pietro MASCAGNI (1863-1945)

- Serenata para cuerdas, Op.48- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

Luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo de la concertino Sofía

Herman, la violoncelista Trinidad Gutiérrez actuó como presentadora y agradeció tanto

al maestro Mario Benzecry por el asesoramiento en materia de repertorio como a la

presidente de la Fundación Beethoven – “Pupi” Sebastiani- por el apoyo brindado para

la realización del concierto.

En 1771, la familia Mozart se traslada a Italia con el objetivo que una corte

respetable le otorgara al joven Wolfgang Amadeus un puesto de Kapellmeister. A pesar

de que el objetivo no se cumplió, el genio de Salzburgo no se amilanó, sino que hizo

exactamente todo lo contrario: compuso sus tres Divertimentos para cuerdas en los

primeros tres meses de 1772. Se trata de una forma musical sin una estructura concreta,

que cumplía la misión de divertir a la sociedad durante la época del clasicismo.

Posteriormente, se dejaron de componer después de 1790 y todos poseen tres

movimientos: Allegro/ Andante/ Presto. En el caso del Divertimento n°3 en Fa mayor,

K.138, el presto final se transforma en un rondó, mientras que el celebérrimo

Divertimento en Re mayor, K.136 conserva la estructura anteriormente mencionada. En

este caso, la agrupación ofreció una versión correcta de la mencionada pieza.

De todas las óperas de Pietro Mascagni, CAVALLERÍA RUSTICANA fue

compuesta en 1890 como parte de un concurso organizado por el editor de música

milanés Edoardo Sonzogno para compositores noveles que jamás habían montado una

ópera en escena. Una de las condiciones era que debía ser un melodrama en un único

acto. Tan sólo dos meses antes de la fecha del concurso, Mascagni le pidió a su amigo

Giovanni Targioni- Tozzetti que le proporcionara un libreto. Éste eligió la novela

homónima de Giovanni Verga y junto con su colega Guido Menasci fueron enviándole

el libreto por partes. Finalmente, sobre un total de 73 óperas participantes resultó electa

entre las tres finalistas y se estrenó en el Teatro Constanzi de Roma en Mayo de ese

mismo año, con un suceso notorio de público y crítica que perdura hasta nuestros días.

Su célebre Intermezzo es un bellísimo interludio orquestal que separa ambas escenas y


que forma parte del repertorio habitual de los programas de conciertos. La orquesta

brindó una muy buena versión, que se caracterizó por tener un sonido compacto y

equilibrado.

Compuesta en 1880, la Serenata para cuerdas en Do mayor, op.48 de

Tchaikovsky consta de 4 movimientos: Pezzo in forma di sonatina: Andante non

troppo-Allegro moderato/ Vals: moderato- Tempo di valse/ Elegía: Larghetto elegíaco/

Finale (tema ruso): Andante- Allegro con spirito. Se estrenó en privado en Diciembre

de ese mismo año y su primera ejecución pública fue al año siguiente en Moscú, bajo la

dirección de Eduard Napravnik. El tema inicial del 1° movimiento actúa como leitmotiv

o hilo conductor, que posteriormente, se repite no sólo al final de dicha parte, sino

también, de la obra, otorgándole un carácter cíclico. La versión ofrecida fue muy

compacta, versátil y con un sonido propio, con un muy buen desempeño de los violines

y violas en las dobles cuerdas de la introducción, mientras que la labor de los

violoncelos y las violas se destacó en el cantábile de la Elegía, de corte netamente rusa.

Lo mismo sucedió con el tema folklórico que el compositor introduce en el 4°

movimiento, donde el pizzicato en violines sonó en bloque, mientras las violas, cellos y

contrabajos ejecutan la melodía hasta volver al tema de la introducción. Si se tiene en

cuenta que es una obra de repertorio de las principales orquestas de cámara del país, la

Camerata ARSIS sorprendió por el buen nivel de la interpretación y la calidad del

sonido. Un cierre perfecto, donde los músicos se retiraron muy satisfechos y

agradecidos ante los aplausos del público.

Es maravilloso ver el grado de profesionalismo que tienen estos jóvenes músicos

y el entusiasmo con el que encaran este proyecto. Sería muy bueno contar con maestros

que los asesoren y los perfeccionen en este tipo de repertorio. Una nueva agrupación de

música de cámara que todavía tiene un largo camino que recorrer y mucho para dar.

 


Una nueva vista del concierto del Ensamble Concentus, en este caso la aportada por la autora del presente comentario.


Gran cierre del ciclo Conciertos del Mediodía en el Palacio Sarmiento


A BUEN ENTENDEDOR, POCAS PALABRAS


Martha CORA ELISEHT


No es casual que el refrán que forma parte del título de esta nota sea

precisamente la dedicatoria que Franz Joseph Haydn escribió al Príncipe Esterházy al

principio de la partitura de su Sinfonía n°45 en Fa sostenido menor (“Los adioses”),

que formó parte del programa del concierto de cierre del Ciclo “Conciertos del

Mediodía” organizado por el Mozarteum Argentino en la Sala Argentina del Centro

Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento. Dicho concierto tuvo lugar el pasado miércoles

26 del corriente, donde participó el Ensamble CONCENTUS bajo la dirección de

Ricardo Sciammarella para interpretar las siguientes obras:

- Sinfonía n°29 en La mayor, K.201- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- Sinfonía n°45 en Fa sostenido menor, Hob.I:45 (“Los adioses”)- Franz

Joseph HAYDN (1732-1809)

Fundado en 2019 por un prestigioso grupo de músicos argentinos bajo la

dirección de Ricardo Sciammarella, el Ensamble CONCENTUS es el primer conjunto

orquestal argentino con carácter historicista dedicado a la interpretación de la música

clásica y romántica europea y sudamericana. Sus integrantes provienen de todo el país y

son especialistas en la ejecución de instrumentos de época, lo que se traduce en

interpretaciones de alta calidad. Durante 2021 se presentó en las salas de conciertos más

importantes del país y tuvo a su cargo el estreno de la obra integral para orquesta del

compositor vasco Juan Crisóstomo de Arriaga en 2023 en el Salón Dorado del Colón.

Durante 2024 presentó el ciclo “Románticos y revolucionarios” en el Teatro Avenida en

cooperación con Betty Gambartes, donde participaron figuras de la talla de Pablo

Saraví, Lina Tur Bonnet, Alejandra Malvino y Víctor Torres, entre otros. Asimismo, se

presentó durante el transcurso de ese mismo año por primera vez en Uruguay, con gran

éxito de público y crítica.

Durante el presente concierto, el ensamble adoptó la tradicional formación de

cámara -violines y violas de pie y el resto de los integrantes, sentados- guiados por el

concertino Fabricio Zanella hasta que Ricardo Sciammarella se presentó sobre el

escenario para tomar su lugar en el podio y dar inicio al concierto.

La Sinfonía n°29 en La mayor es una obra que cada vez se toca más asiduamente

y marca la madurez de Mozart como compositor de este género -pese a que sólo tenía

18 años cuando la escribió-. Sus cuatro movimientos (Allegro moderato/ Andante/

Menuetto- Allegretto- Trío/ Allegro con spirito) ofrecen una mayor amplitud al

tratamiento de la orquesta, con texturas más complejas en las cuerdas y mayor presencia

de los instrumentos de viento, entrelazando dos temas bien definidos en el 1°

movimiento (Allegro moderato), mientras que el Andante se caracteriza por gran

variedad de articulaciones. El Menuetto se distingue por su énfasis en ritmos y por el

diálogo entre los instrumentos de cuerdas y vientos para desembocar en el poderoso


Allegro con spirito final. La presente versión se caracterizó por estar muy bien

temperada y afinada, con ese sonido cristalino y diáfano típicamente mozartiano. El

hecho de ser interpretada con criterio historicista le aporta un valor agregado mediante

un sonido de época perfectamente equilibrado. El numeroso público que se dio cita en la

Sala Argentina respondió positivamente con un aplauso cálido y sostenido.

En Octubre de 1772 y, debido a la gestión del Príncipe Esterházy para comprar

dos accesorios que permitieron bajar un semitono más a los cornos, Haydn emprendió la

difícil tarea de componer una sinfonía en Fa sostenido menor -una tonalidad

completamente atípica para dicha época-, ya que la afinación de los cornos en Do y Sol

lo permitía mediante el agregado de estos adminículos. Posee 4 movimientos (llegro

assai/ Adagio/ Minuet. Allegretto- Trío y Finale: Presto- Adagio. Precisamente, la otra

particularidad que posee la Sinfonía n°45, Hob. I:45 (“Los adioses”) es la culminación

del movimiento final con un Adagio - que se va desvaneciendo paulatinamente- en vez

de un presto. El nombre “los adioses” no sólo se refiere a un fin cercano, sino a una

situación particular vivida por los músicos de la corte durante el verano. La estadía

estival de la corte de Esterházy en el palacio de Eisenstadt se había prolongado mucho

más de la cuenta y los músicos estaban ansiosos por regresar a sus hogares. Esto inspiró

a Haydn a trasladar el mensaje de sus dirigidos a la música en sí. En el movimiento final

(presto en Fa sostenido menor), Haydn interrumpió la obra e insertó un adagio en modo

mayor, donde los músicos se fueron retirando gradual y paulatinamente tras apagar las

velas de sus atriles. Sólo quedaron el concertino Luigi Tomasini y el propio Haydn. En

la presente versión, la interpretación fue estupenda: no sólo por el profesionalismo de

los integrantes del ensamble, sino por la concepción y el enfoque temático acordes al

título de la sinfonía. Tras un brevísimo 3° movimiento, el presto del movimiento final

tuvo un muy buen ataque seguido por la breve interrupción previa al inicio del adagio,

donde los músicos se fueron retirando hasta que sólo quedaron el concertino y el solista

de viola. El público aplaudió y vitoreó a rabiar, lo que motivó a Sciammarella a realizar

un encore: el Final: presto de la Sinfonía n°49 en Fa menor de Haydn, que sonó muy

melódico y concentrado. Una nueva ovación para los intérpretes y un final de ciclo al

mejor estilo del Mozarteum: interpretación de alta calidad y gran jerarquía por la mejor

agrupación con criterio historicista del país.

viernes, 28 de noviembre de 2025

 

LUCIERON BALAT Y DRUKER JUNTO A LA SINFONICA NACIONAL

 

Dirección Nacional de Elencos Estables, Temporada 2025. Presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Pablo Druker. Solista: Marcelo Balat (Piano). Programa: obras de Tchaikovsky, Ravel Y Scriabin. Auditorio Nacional del Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, 26 de Noviembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Tras la pausa impuesta por el fin de semana largo, retornó la Sinfónica Nacional al escenario del Auditorio Nacional en donde bajo la dirección de Pablo Druker abordó un programa de exigencia en la que nuevamente emergió de manera triunfal.

 

  En el comienzo y con el concurso de Marcelo Balat, quien además es el solista titular de piano del conjunto, se ofreció una muy buena versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 1 de Tchaikovsky en el cual desde el mismo inicio se tuvo la certeza de encontrar una versión de fuste. Balat ofreció ataques seguros y certeros, digitación electrizante y magnífica técnica, secundado por Druker y la Orquesta en un  total entendimiento. El público guardó un magnífico silencio durante toda la obra, prorrumpiendo en una compacta ovación en el final, en el que Balat solicitando el concurso de su compañero de Orquesta, el violonchelista Lucas Brass, ofreció un movimiento de sonata para la combinación Violonchelo y Piano de Serguei Rachmaninoff que gustó de inmediato. Otra merecida ovación premió la labor citada en donde de este modo culminó la primera parte.

 

  Ya entrando de lleno en la segunda parte, Druker y la Orquesta ofrecieron una muy interesante versión de la “Pavana para una Infanta Difunta” de Maurice Ravel, en la que la delicadeza fue la constante. Gran lucimiento tuvieron los vientos del conjunto para este momento, en especial, por parte de la flautista Amalia Pérez quien exhibió un exquisito sonido.

 

    La parte final tuvo en una imponente versión del “Poema del Extasis” de Alexander Scriabin el momento más alto de la noche. Pablo Druker logró un perfecto empaste, con un sonido ajustado y evitando todo tipo de desbordes y excesos. Ese control permitió disfrutar de todos los planos sonoros gracias a la transparencia alcanzada por la Orquesta. Aquí le cupo especial lucimiento al trompetista Jonathan Bisulca en la exposición del motivo principal de la obra.

 

  Impecable de punta a punta en su presentación, La Sinfónica Nacional va culminando el año calendario redondeando una temporada de altísima calidad.

 

Donato Decina

 

El Maestro Ricardo Sciamarella junto al Ensamble Concentus con su Concertino Fabrizio Zanella a la Cabeza, durante el cierre de los "Conciertos del Mediodía" del Mozarteum Argentino en el Palacio Libertad. Fotografía del autor del presente comentario.


Concierto del Ensamble Concentus 

.Director: maestro Ricardo Sciamarella

.Mozarteum Argentino, Conciertos del Mediodía

.Palacio Libertad, Buenos Aires, 26 de noviembre, hora 14.

La interpretación con criterios históricamente informados es una

experiencia doble que abarca tanto a la música en sí misma como a la reflexión

que su estética y las sensaciones que depara su audición nos suscitan.

En el programa de la serie Un viaje al interior de la música dedicado al

tema, el maestro Horacio Lanci señaló, refiriéndose a esta experiencia: “¿No le

parece escuchar cosas que antes no escuchaba?” La afirmación es muy válida

al revelar la interpretación historicista aspectos de las texturas, en este caso de

la segunda mitad del siglo XVIII, que la interpretación convencional no

revelaba.

Con instrumentos y técnicas de interpretación que se ajustan a los

lineamientos de la época y un número reducido de intérpretes que hace que el

sonido producido sea individual, destacado y esencial, la experiencia es

necesariamente una de descubrimiento.

Sinfonía nro. 29 en la mayor; K.201 de Wolfgang Amadeus Mozart

(1756-1791)

Ya el primer minuto de la obra nos la presenta con un delicado motivo

introductorio que sin embargo cambia en cuestión de segundos con la llegada

de un nudo dramático. No es fácil discernir si la forma sonata a la que responde

el movimiento desarrolla solo un primer tema o si hay un segundo que sea la

elaboración del primero. Los cambios dinámicos en la cuerda y la belleza de las

frases son lo central en una trama en que tanto los oboes como las trompas

introducen un color que brinda un especial relieve al desarrollo.

El andante, con las cuerdas con sordina, apenas introducido el tema

inicial se expande en un rico diseño en las voces de las cuerdas. La disposición

de violines primeros y segundos en espacios opuestos del escenario permite

apreciar este rico diseño.

El menueto allegreto-trío está concebido de manera marcadamente

rítmica e incisiva, material en el cual el trio central implica un momento de

distensión.

Muy formalmente elaborado, el allegro con spirito final, en compás de

6/8 retoma elementos formales del allegro inicial.

La faz interpretativa descansa en las dinámicas de las frases más lentas:

las notas en la cuerda “nacen” delicadamente y luego se expanden y los

pasajes más rápidos son acentuadas y cambiantes en una textura sonora

donde si bien el sonido instrumental es, por decirlo así, “individual” se

encuentra sumamente amalgamado.

Sinfonía nro. 45 en fa sostenido menor, Hob I:45 “Los adioses”, de

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Del mismo modo que la sinfonía anterior, el orgánico de esta obra no

incluye a clarinetes ni flautas, en lo demás, son totalmente diferentes entre sí.


Es conocida la versión de que la estadía de los músicos de la corte de

Esterházy en la residencia Eszterháza, cercana a Hungría, se había

prolongado demasiado y que los músicos anhelaban volver a sus casas; al

pedirle a Haydn que intercediera ante el príncipe, el compositor ideó como

recurso escribir una sinfonía en la cual los miembros de la orquesta

abandonaran progresivamente el escenario.

Más allá de ello, la obra resulta inusual para el canon compositivo del

momento: al igual que la sinfonía nro. 40 de Mozart, está escrita en tono menor

y, con una prevalencia de elementos rítmicos sobre la melodía.

La figura inicial es expuesta luego en modo mayor, con lo cual el clima

de inestabilidad y tensión se acentúa. Como obra del llamado clasicismo es un

opus que descansa no en la elegancia y la simetría formal sino en la

indefinición, la dureza melódica y la angustia que esos elementos suscitan en

el ánimo del oyente.

El arpegio descendente del principio se reitera a lo largo de la estructura,

donde la forma parece inusual para el lenguaje sinfónico

Surge claramente el ideal experimentador de Haydn, que abrió el camino

a los futuros lenguajes. En efecto, la sinfonía responde a una cuidada

construcción global y a un esquema armónico muy minuciosamente planeado.

El tema inicial requiere una resolución en el modo mayor que solo

llegará en la modulación del adagio final. Hay elementos que cimentan la

inestabilidad de la obra: modulaciones frecuentes, violentos usos del modo

menor, debilidad melódica.

La organización tonal va del fa sostenido menor del primer movimiento al

la mayor del segundo, el fa sostenido mayor del tercero, el fa sostenido menor

en el presto y finalmente el fa sostenido mayor en la modulación final del “tema

del regreso”, que concluye con los 15 compases del violín primero y del primer

violín segundo

Una de las mayores muestras de la originalidad de la obra es el referido

cuarto movimiento, Finale, Presto- Adagio: al final de la recapitulación hay una

coda trunca, ya que no es resuelta completamente: la sinfonía parece acabar

pero la elaboración final se detiene abruptamente para dar lugar a un tema en

compás de 3/8 que modula, como ya dijimos, al fa sostenido mayor.

En lugar del clímax final de cualquier sinfonía, la música simplemente se

disgrega. Breves intervenciones de los instrumentos van jalonando su salida

del escenario: primer oboe y segunda trompa; fagot; segundo oboe y primera

trompa; contrabajo; cellos; viola y quedan el violín primero y el primero de los

segundos, que, elegantemente, concluyen el tema, entre distendido y

melancólico.

La música, literalmente, se reduce hasta disgregarse y desaparecer

luego de los desarrollos tensionales en los cuales discurre en casi toda su

extensión.

El maestro Sciamarella señaló, en el concierto, que se sabe cuándo la

música comienza pero se ignora cómo habrá de seguir y de qué modo habrá

de terminar. Podemos tomarlo como una poderosa metáfora de la vida, de su

sentido y de la propia existencia.

Pensemos simplemente en el final de la Sinfonía Patética de Thaicovsky,

acerca de cuyo final el maestro Lanci señaló: “la música de disgrega hasta

desaparecer”, para valorar los alcances de esta poderosa metáfora.


La interpretación historicista

Ante una interpretación de esta naturaleza es inevitable pensar que el

desarrollo de las orquestas posterior a la época de estas obras nos ha dejado

la sensación de que tal evolución es un progreso capaz instalar un modo más

perfecto de interpretación, superador de lo anterior.

Sin embargo el sonido que recrea el paradigma sonoro del siglo XVIII y

del temprano siglo XIX nos revela un carácter diferente de esas obras: en lugar

de un sonido brillante y de conjunto en el cual –tal como lo ilustró el maestro

Lanci en el programa de referencia- no son perceptibles determinadas

inflexiones ni determinados matices y hay cosas que –como los ligados de a

dos, a poco de comenzar la novela sinfonía de Beethoven- directamente no se

escuchan.

En un sonido más delgado e íntimo, las inflexiones son más delicadas y

en las variaciones dinámicas el sonido cobra otro relieve. El mensaje de la obra

difiere totalmente y nos revela que las versiones que conocíamos eran

producto de técnicas de interpretación posteriores a tales obras. Literalmente,

las redescubrimos.

En un momento de la bellísima película El arca rusa, el personaje de

Coustine, dice amar el siglo XVIII, una “época de elegancia y maneras”. Vemos

que no es tan así: la música también supo expresar la inestabilidad, la angustia

y la búsqueda y no solamente la elegancia y las bellas maneras.

Ensamble Concentus Buenos Aires

La interpretación históricamente informada de la música implica tanto la

técnica interpretativa así como el estudio y la investigación.

El Ensamble Concentus BA está integrado por músicos de distintos

lugares; va de suyo que cada ocasión en la que se presenta demanda no solo

el contar con los instrumentos y las partituras, sino la reunión de personas que

residen en lugares diferentes. Todo ello está muy lejos de toda interpretación

convencional y demanda un gran esfuerzo de preparación. La calidad

resultante de este esfuerzo está a la vista.

Es dable destacar que Sofía Carmona, concertino de la Orquesta del

Proyecto Creciendo en Armonía y alumna de dicho proyecto, fue una de las

integrantes del ensamble en el concierto del cual estamos ocupándonos.

Le cabe el enorme mérito de ser el primer ensamble historicista de la

Argentina y ha llevado desde su creación una vasta actividad.


Eduardo Balestena

jueves, 27 de noviembre de 2025

 regreso de un director de autorizada cátedra…


                                                                                          Por Jaime Torres Gómez

La temporada de abono de la Sinfónica Nacional en su nueva sede de la Gran

Sala Sinfónica Nacional continúa con resultados de jerarquía, acompañada de una

exitosa demanda de público más un celebrado ecléctico criterio curatorial, como una

convocatoria de excelentes directores invitados.

Cabe señalar las importantes contribuciones en esta temporada de directores como

las del español Josep Caballé-Domenech, el inglés Andrew Gourlay, la

polaca Barbara Dragan, el brasileño Tobías Volkmann, el israelita David

Greilsammer y el norteamericano Ira Levin, como los destacados maestros

chilenos Maximiano Valdés, Rodolfo Fischer, Luis Toro Araya y Helmuth Reichel,

quienes, en la actual coyuntura de búsqueda de un nuevo maestro titular, podrían

ser potenciales candidatos, considerando sus amplios períodos de trabajo con la

orquesta (en promedio, dos semanas).

En este contexto, luego de 13 inexplicables años de ausencia, llega el reconocido

maestro finlandés Ari Rasilainen, una de las batutas internacionales más

destacadas de su generación, lamentándose haya sido convocado sólo para un

programa… considerando los pergaminos de este director y la excelencia de sus

resultados.

Respondiendo al perfil programático normal de la decana orquestal del país, se

contempló una obra chilena, en este caso, al inicio, con el Divertimento para

Orquesta del compositor nacional Gustavo Becerra-Schmidt, figura fundamental

de la composición en Chile y Latinoamérica.

Adscribiendo a los 100 años del nacimiento de Becerra-Schmidt,

la Sinfónica programó previamente -en el marco del Festival de Música

Contemporánea de la Universidad de Chile- el estreno latinoamericano de su

notable Concierto para Arpa (junto a la destacada arpista nacional Sofía Asunción

Claro, a quien le fue dedicado), asimismo, para este programa, una pieza de

transición estética como el Divertimento, largamente ausente.

Compuesto en la década de los 50, se trata de una pieza de amable carácter y

buen oficio de orquestación, con una atractiva exploración de una amplia gama de

recursos tímbricos, colorísticos y rítmicos, amén de una ecléctica escritura que

funde, con entera pericia, lo melódico con atractivos giro disonantes. Con cabal

compresión de la obra, Rasilainen exploto al máximo el carácter de la misma,

obteniendo lo mejor de los sinfónicos en ensamble y calidad de sonido.    

Con un inteligente criterio contrastante, llegó la siempre bienvenida Sinfonía

Concertante para Violín y Viola KV 364 de W. A. Mozart, muy ausente en la

Sinfónica, aunque no mayormente en otras agrupaciones del país. Escrita a los 23

años, es considerada una obra clave del genio de Salzburgo, constituyendo un

punto de inflexión que compendia mucho de lo producido hasta ese momento, y,

sin duda, fundamental para el desarrollo posterior de lo que sería un doble

concierto propiamente tal, siendo, a la sazón, un híbrido entre una sinfonía y un

concierto, pero con una batería de combinaciones estructurales y expresivas

revolucionarias para la época. Cabe señalar que esta obra cuenta con un

interesante arreglo para cello sustituyendo a la viola, brindándole, quizás, mayores


posibilidades expresivas y mejor balance con el violín ante cierta ingratitud en la

proyección sonora de la viola, aunque sin fagocitar la belleza tímbrica de esta

última…

Buen cometido de los solistas convocados, en esta oportunidad Alberto Dourthé,

concertino de la Sinfónica, y la violista invitada Georgina Rossi, ambos con

destacadas trayectorias como solistas y docentes. Bien afiatados, sendos solistas

tuvieron un irreprochable cometido de ejecución, con debido equilibrio sonoro,

certeros acentos y contrastes, más logradas progresiones expresivas, aunque, en

momentos, con cierta lejanía estilística por parte de la violista. Gran colaboración

de la batuta invitada, proveyendo un equilibrado marco sonoro para el buen

lucimiento solístico.

Como broche de oro, una impactante versión de la Sexta Sinfonía “Patética” de

P.I. Tchaikovky, sin duda el testamento musical del gran compositor ruso. Así

apodada por Modesto, hermano de Tchaikovsky, y considerándola el mismo

compositor como su mejor y más sincero trabajo (“la piedra angular de toda mi

obra…”), sin duda se trata de un auto da fe que resume un universo de vivencias

signado de momentos felices hasta la más desgarrada desolación.

Con irredargüible idiomatismo, la versión del maestro finlandés hilvanó un discurso

con celebrado sentido de contexto, donde cada célula temática tuvo pleno correlato

con el todo. Exacta construcción de atmósferas, no rayando en cicatera expresividad

ni en destemplados desgarros, optando por una narrativa de trazos compasivos al

dolor plasmado por el compositor en esta obra, la última poco antes de morir…

 Grandes logros en fraseos, dinámicas, transparencias y empáticos tempi,

obteniendo una respuesta de gran nivel de la decana orquesta nacional.

Y sorpresivamente, fuera de programa luego de una triunfal Patética, con excelente

criterio musical el maestro Rasilainen ofreció una profunda versión del Valse Triste,

de su compatriota Jean Sibelius, obra de honda melancolía servida al más alto nivel

imaginable por una orquesta nacional, constituyendo un momento mágico de la

actual temporada de la Sinfónica.

En suma, el regreso de un director de fuste en un programa que hizo gala de la

mejor tradición de la Sinfónica Nacional de Chile…

 


Llegado desde Estonia, el Maestro Andrés Kaljuste junto a la Tallinn Sinfonietta (Foto) y al Estonian Philarmonic Chamber Choir lució en un programa para nada convencional. Magnífica toma de la Sra.Liliana Morsia suministrada por Prensa del Mozarteum Argentino.


 

BRILLANTE CIERRE DE TEMPORADA

 

Mozarteum Argentino, temporada 2025. Concierto de cierre. Presentación del  Estonian Philarmonic Chamber Choir  junto a la Tallinn Sinfonietta. Director: Andrés Kaljuste. Programa: Obras de Mozart y Part. Teatro Colón, 24 de Noviembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  En lo que finalmente significó un brillante cierre de temporada, el Mozarteum Argentino presentó en el retorno de la octava fecha a sus abonos al Estonian Philarmonic Chamber Choir, agrupación fundada en 1981 por quien hoy es su actual titular el Maestro Andrés Kaljuste, acompañado por la Tallinn Sinfonietta, una agrupación de gestión privada surgida en el año 2009.

 

  Al leer el programa de mano, nos enteramos que tanto los conjuntos como el director cuentan con una muy nutrida foja de servicios,  ya sea actuando en su país de origen como en festivales y salas del hemisferio norte, lo que de por sí no ha hecho más que incentivar el interés por la audición. El repertorio elegido abarcó a dos creadores ubicados a siglos de distancia uno del otro: Mozart y Arvo Part, este último en el año del nonagésimo aniversario de su nacimiento.

 

  El concierto se inició con el poco frecuentado “Adagio y fuga en Do menor” de Mozart, el que se basa en la Fuga para dos pianos en Do menor K.426. El gran compositor austriaco tomó como punto de partida dicha composición para transformarla de dos pianos a una orquestación para violines, viola y bajo, anexándole para su inicio un Adagio y, finalmente, llega a nosotros orquestada para las cuerdas usuales. Más allá de un inicio un tanto impreciso, la interpretación fue acomodándose hasta llegar a un final muy sentido y elocuente. La cuerda tiene el magnífico sonido “mate” típico de las agrupaciones europeas y notable tersura.

 

Ya con la participación de una gran parte del coro, pudo apreciarse el “Stabat Mater” de Part, en donde quedó expuesto el fortísimo contraste entre ambos creadores. Siguiendo el rito litúrgico tradicional en latín, Part se expresa de forma directa, vehemente y sin concesiones. La tensión dramática fluye a torrentes y expone en carne viva el dolor de una madre viendo morir a su hijo. La amalgama sonora lograda por el Mtro. Kaljuste entre voces y cuerdas ha sido magnífica, a punto tal que mantuvo en tenso silencio al público que lo quebró cuando el director hizo el gesto inequívoco de que se llegó al final de la obra. Surgieron desde la masa coral voces de soprano, tenor y contralto, siendo la primera de ellas de una finísima técnica, con un expresividad tan cristalina que no hacía más que enfatizar el fresco dramático.

 

 Tras este primer triunfo, y con la formación coral completa, surgió sereno, expresivo y por momentos muy introspectivo el “Ave Verum Corpus” K. 618 de Mozart, como para que la concurrencia tuviera un remanso  tras la anterior vehemencia. Las agrupaciones lucieron magníficas ante los requerimientos del director.

 

 Luego del intervalo, se apreció una segunda parte íntegramente Part, iniciada por el Coro que entonó a Capella “Which was the son of..” (Quién era hijo de), basado en evangelio según San Lucas. El Estonian Philarmonic Chamber Choir lució en estupenda forma, con impecable ajuste y respuestas superlativas de todos sus integrantes.

 

  Otro de los altos momentos del concierto lo dio el “Cantus In Memoriam de Benjamin Britten” para cuerdas y campana.  El tañido marca el inicio, el desarrollo y el final para una composición en la que las cuerdas sostienen el discurso graficando tristeza y melancolía.

 

  El cierre  se dio con una notable versión de Adam’s Lament (Lamento de Adan tras su desobediencia) sobre textos de Silohuan de Athos, Monje Ruso. Nuevamente una perfecta amalgama lograda por Kaljuste  hizo que la concurrencia se mantuviera en completo silencio y que en el final, nuevamente de manera espontánea, bajara una cerrada ovación, que marcó además el interés que el público mantuvo para conocer obras que tal vez hayan llegado por vez primera a la Argentina. Fue así como que el maestro Kaljuste decidió ofrecer un”bis”, que no fue brillante pero que tuvo toda la belleza: del propio Part una Canción de Cuna Estoniana, digno broche de oro para un concierto formidable. Otro hito del Mozarteum. Su público, agradecido.

 

Donato Decina   

jueves, 20 de noviembre de 2025

 


Zuzana Markova y Klodjan Kaçani, la muy correcta pareja protagónica que encabeza el segundo elenco de "La Traviata" en el dúo "Un di felice eterea" correspondiente al primer acto, retratados estupendamente por Juanjo Bruzza para Prensa del Teatro Colón. Sobresale la muy buena realización de vestuario de Renata Schussehim



La impactante escena de conjunto del segundo cuadro en el segundo acto de "La Traviata" de Giuseppe Verdi, captada de modo magistral por Juanjo Bruzza para Prensa del Teatro Colón.


Una buena versión


“TRAVIATA” EN EL COLÓN

Teatro Colón


Miércoles, 19 de noviembre de 2025 

Escribe Graciela Morgenstern


 


“La Traviata”, de Giuseppe Verdi.

Libreto: Francesco Maria Piave,

Elenco: Zuzana Marková, Klodjan Kaçani, Omar Carrión, Daniela Ratti,

Tahyana Perret, Ramiro Pérez, Leonardo Estévez, Sebastián Sorarrain,

Juan Barrile, Cristian Taleb, Esteban Hildenbrand, Gabriel Vacas

Coro y Orquesta Estables del Teatro Colón

Director del Coro: Miguel Martínez.

Escenografía: Daniel Bianco 

Vestuario: Renata Schussheim

Iluminación: Eduardo Bravo

Dirección de escena: Emilio Sagi 

Dirección musical: Beatrice Venezi

Sala: Teatro Colón


 


Poner en escena una ópera es una ardua tarea desde todo punto de vista. Es una

empresa riesgosa, ya que es este un arte tan completo y complejo como fascinante.

Pero si el montaje de una ópera es difícil, más lo es el de una obra tradicional italiana

tan conocida. Las partituras muy populares son aquellas a las que el público exige

más. Esta versión de “La Traviata”, no fue perfecta pero logró un buen nivel.


No es en absoluto sencillo encontrar una Violetta adecuada. La protagonista requiere

nada menos que una cantante con coloratura para el primer acto, una Iírica para el

segundo y una dramática para el último. Zuzana Marková, de agradable color vocal y

buena musicalidad, se adaptó a las demandas del primer acto y sorteó las dificultades

de Sempre libera. Sustituyó la carencia de peso vocal en los siguientes actos, con

inteligencia en el uso de sus recursos técnicos y actorales, por lo que logró hondura

dramática y fue convincente.


El tenor Klodjan Kaçani en el rol de Alfredo, sonó comprometido con el personaje.

Su caudal sonoro fue escaso para el Colón en algunas ocasiones y evidenció algunos

problemas en la emisión de notas agudas. Sin embargo, cantó con sentimiento y fue

emotivo desde lo actoral.


El Germont de Omar Carrión evidenció material vocal sano y parejo. Cantó y actuó

con elegancia y compuso un Giorgio Germont de muy buena calidad artística. Fue

muy aplaudido por su aria Di Provenza, cantada de manera impecable, con

auténtico estilo verdiano y excelente legato. Su rendimiento fue óptimo, a pesar de

que debió superar los tiempos cambiantes impuestos desde la dirección musical. Es

un cantante de gran mérito que conquistó cálidos aplausos.


Los personajes coprimarios estuvieron bien representados por el resto del elenco.

El Coro Estable, bajo la dirección de Miguel Martínez, se desempeñó con su

excelencia habitual e interpretó los personajes mundanos en la obra con soltura.


En tanto, Beatrice Venezi a cargo de la Orquesta Estable, utilizó tiempos

caprichosos, rallentando algunos momentos y acelerando otros, lo que causó algunas

inseguridades con los cantantes. Captó el lirismo de la partitura pero en otros

momentos, la orquesta sonó demasiado fuerte, ahogando la voz de los intérpretes. l


Ya en el plano visual, la puesta de Emilio Sagi, trasladó la obra a la década del 60,

innecesariamente, pero la marcación fue consistente con el desarrollo de la historia.

Sin embargo, en algunas escenas, los cantantes fueron ubicados en la parte posterior

del escenario que, con la escena completamente abierta arriba, fue en detrimento de

su sonoridad. Pero la producción fue de notable belleza, a lo que contribuyó la

escenografía de Daniel Bianco, de líneas elegantes y armoniosas, sobre fondo blanco

que se complementaba con elementos en rojo y negro para las diferentes escenas. La

iluminación de Eduardo Bravo ayudó al efecto general y el vestuario diseñado por

Renata Schussheim fue de una atractiva extravagancia


La belleza de la música verdiana y las buenas interpretaciones arrancaron aplausos

entusiastas de la concurrencia al concluir la función.


CALIFICACION: MUY BUENA

 Impactante “Resurrección de Mahler…


                                                                                                       Por Jaime Torres Gómez

Una esperada presentación de la Segunda Sinfonía “Resurrección” de Gustav Mahler

ofreció la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile en su nueva sede de la Gran Sala

Sinfónica Nacional, hito relevante tanto por la convocatoria de la obra más la

expectativa sonora en tal flamante y anhelado espacio de conciertos de Santiago.

Con llenos totales en ambos días de presentaciones, nuevamente dio cuenta de la gran

popularidad que tienen las obras mahlerianas, sumado a la alta demanda promedio que

han tenido los programas de la Sinfónica en su nueva sala desde su inauguración en julio

pasado.

El gran interés por las obras de este compositor postromántico -casi al umbral de lo

devocional…- obedece al amplio arco de temáticas insertas en toda su producción, al

estar imbuidas de ideas filosóficas provenientes

desde Schopenhauer, Nietsche, Dostoyevski y otros, más una adhesión a

una espiritualidad directamente influida por la tradición judeo-cristiana, y sin duda

trasuntándola...

En el caso de la Resurrección, siguiendo la constante de todas sus obras, Mahler plasma

un genuino anhelo de Redención en base al valor de la compasión ante el sufrimiento

humano, desarrollando, a lo largo de sus cinco movimientos, una quasi hegeliana

dialéctica ante las tormentosas fuerzas en pugna en cuanto superar todas las

sinuosidades propias de las fragilidades humanas hasta alcanzar la Luz Eterna.

De hecho, ya el decidor primer movimiento -en clave de una interpelante marcha fúnebre-

plantea, con arrebatador desgarro, el misterio de la muerte, aunque matizado con

pasajes de gran dulzura al evocar momentos de felicidad terrenal. En los siguientes,

quizás algo desperdigados en lo formal, se hilvanan desarrollos que transitan desde los

recuerdos más amables (el Ländler del segundo movimiento), pasando por un Scherzo

algo contenido y de cierto sarcasmo (San Antonio de Padua predicando a los peces),

siguiendo con un etéreo Urlicht (Luz Prístina, cantado por una mezzo o contralto), para

engarzar con la última sección, de un desgarrado frenesí de las interpelantes oposiciones

temáticas de fuerzas en pugna hasta culminar con una sección coral de completo éxtasis

religioso con versos del poeta alemán Friedrich Gottlieb Klopstock, modificados por el

mismo Mahler.

Autorizada dirección del experimentado maestro norteamericano Ira Levin, debutante en

Chile, firmando una versión de acendrado dominio de la obra. Con meticuloso análisis,

Levin fue soberano en el manejo de los contrastes y del devenir de las fluctuaciones

melódicas y armónicas, como una inteligente administración de la tensión-contención-

expansión sonora. Irreprochable coherencia global, con empáticos desarrollos temáticos

y buen manejo de las transiciones. De completo arrebato -sin caer en destemple- el

enfoque del primer movimiento, amén de un notable dominio de los pianissimi en

contraste, como una debida amabilidad del segundo y una celebrada linealidad expositiva

del Sermón de San Antonio de Padua; asimismo, un entrañable enfoque del Urlicht, más

una impresionante construcción de atmósferas en todo el desarrollo del último

movimiento. Sin duda, una concepción irredargüiblemente idiomática…

Felizmente fue posible ver las dos funciones, aunque con disimiles resultados por parte

de la orquesta y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile. Así, al umbral de lo

desconcertante, en la primera función no pudo aquilatarse las bondades de la versión,


evidenciando, a priori, falta de ensayos. Empero, por Gracia Divina…, fue posible asistir

al día siguiente, dándose un asombroso giro en el rendimiento de los sinfónicos y

coreutas, siendo posible captar en plenitud las certeras indicaciones de la magnífica

batuta invitada, lográndose un debido ensamble, estupendos balances, buen esmalte

sonoro y excelentes cometidos de los solistas instrumentales, como una mejora en la

afinación de ciertas secciones del coro.

De las solistas vocales, con esmerada musicalidad, la joven mezzo Javiera Barrios, de

hermoso timbre, homogénea línea de canto y calibrada proyección, dio con el carácter

del Urlicht, mientras que la soprano Camila Romero, de buenas condiciones vocales,

acusó un canto errático y falencias en el “decir” de los textos, seguramente al estar aún

en etapa formativa.

En suma, una versión de gran impacto de la Resurrección de Mahler, liderada por un

director de autorizada cátedra y con un resultado que confirmó las grandes capacidades

de la Sinfónica Nacional.

domingo, 16 de noviembre de 2025

 


Carla Filipcic Holm y Ligia Amadio durante la interpretación de los "Wesendonck Lieder" de Wagner junto a la Sinfónica Nacional en el Auditorio Nacional. Agradecemos a la Dirección Nacional de Elencos Estables el envío de la presente para graficar este comentario.


LIGIA AMADIO EN PLENITUD DE MEDIOS

 

Dirección Nacional de Elencos estables, temporada 2025. Concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, Directora: Ligia Amadio. Solista: Carla Filipcic Holm (Soprano). Programa. Obras de Beethoven, Wagner y Tchaikovsky. Auditorio Nacional del Palacio Libertad, 14 de Noviembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

 Desde hace más de dos décadas, la Maestra Ligia Amadio ha ido insertándose paulatinamente en el ambiente musical argentino. Desde su titularidad en Mendoza, pasando por las invitaciones a conducir la Filarmónica de Buenos Aires (acompañando nada menos que a Bruno Gelber en los cinco conciertos para Piano y Orquesta de Beethoven), su relación con los intérpretes argentinos a lo largo de sus períodos de titularidad en Montevideo, hasta la actualidad en la que ha construido una relación de respeto y confianza mutuos con la Orquesta Sinfónica Nacional, con la que acaba de desarrollar cursos de perfeccionamiento en Dirección Orquestal y este concierto que debió haber tenido lugar en Julio pasado, el que por otros factores no pudo realizarse en esa fecha, pero que finalmente, aprovechando esta nueva venida, se reprogramó y se llevó a cabo.

 

  Con una precisa y elocuente explicación, la Directora Brasileña se refirió a que el programa elegido rondaba en temas de amor y muerte y que, lejos de todo convencionalismo, estaba compuesto  por obras cuyos finales eran todos en “pianissimo”, lejos de todo efectismo y brillantez. En efecto, el concierto se inició con una  muy buena interpretación de la Obertura “Coriolano” Op. 62 de Beethoven, la ue fue objeto de una versión precisa, enfatizando los pasajes de bravura, contrastándolos con instantes de gran introspección en los que el conjunto respondió con creces a las indicaciones de la Conductora.

 

  Con sostenidos y cerrados aplausos, el público recibió a una de las voces más impactantes de la actualidad como lo es Carla Filipcic Holm. Junto a Amadio y a los Sinfónicos, construyeron una magnífica versión de los “Wesendonck Lieder” de Richard Wagner. Sabido es que ambos (Escritora y Compositor), llevaban una relación que iba más allá del mecenazgo que el esposo de la primera le brindaba al gran genio de la música. Esos poemas que hablan del amor, la nostalgia y de lo que no todo podrá ser, fueron cumplimentados por música excelsa, la que abrió las puertas a que por un cierto tiempo la composición del ciclo “El Anillo del Nibelungo” quedase suspendida para dar paso al final de esta historia de amor prohibido: ”Tristán e Isolda” y justamente, la música de dos de los poemas que se trasladaron a ese gigantesco presente de amor “En el Invernadero” y “Sueños” marcaron el punto más alto de la interpretación, con una Carla Filipcic Holm  que con oficio, técnica y saber decir, sacó adelante un compromiso muy grande para páginas que requieren voces de gran centro y notas bajas. El acompañamiento fue impecable, con gran lucimiento de los vientos y una Maestra Amadio que logró una vez más dar en el punto justo de la interpretación, alcanzando instantes verdaderamente inspirados que culminaron por darle brillo al final de la primera parte del concierto.

 

  La segunda parte  nos deparó una estupenda versión de la Sinfonía Nº 6  en Fa menor, Op. 74 “Patética” de Tchaikovsky. No fue una versión más, gracias a que la intérprete brasileña, impuso su personal enfoque (¡Bravo!) en donde la justeza fue la norma a lo largo de toda la versión.  Pudimos apreciar todos los estados de ánimo que Tchaikovsky plasmó en la partitura: dolor, drama, romanticismo, fuerza y la desgarradora despedida. La Orquesta respondió en estupenda forma a los requerimientos de Amadio, sin desbordes ni excesos hasta llegar a un final en el que por muchos segundos un profuso silencio se impuso, hasta que la propia Maestra hizo un gesto tal que ahí sí, la gigantesca ovación surgió de manera genuina para saludar a este magnífico trabajo.

 

  No cabe dudas de que, afortunadamente, la Maestra Amadio  retornará al podio de la Sinfónica Nacional. Para las conductoras del este lado del continente es una referente indiscutida, y para nuestro ambiente musical, ha llegado la hora de que se la tenga en cuenta para realizaciones mayores.

 

Donato Decina

       


 

Xavier Inchausti, la Maestra Patricia Pouchulu y la Orquesta de la Asociación "La Bella Musica" durante el concierto que dicha entidad llevó a cabo en el Teatro Avenida de Buenos Aires.


Muy buen concierto de la Asociación LA BELLA MÚSICA en el Teatro Avenida


SOLEMNIDAD ROMÁNTICA ALEMANA CON PASIÓN LOCAL

Martha CORA ELISEHT


Con motivo de cumplirse 200 años de presencia alemana en Argentina y de

amistad entre los dos países durante el transcurso del corriente año, la Asociación

Cultural LA BELLA MÚSICA decidió conmemorar este evento mediante un concierto

denominado “LA GRAN TRILOGÍA ROMÁNTICA ALEMANA”, que tuvo lugar el

pasado miércoles 12 del corriente en el Teatro Avenida, donde participó la orquesta

sinfónica de la entidad bajo la dirección de Patricia Pouchulu y el violinista Xavier

Inchausti en calidad de solista. Asimismo, contó con el auspicio institucional de la

Embajada de Alemania en Argentina y la Cámara de Industria y Comercio argentino-

alemana.

Integrada por prestigiosos músicos pertenecientes a las orquestas más

importantes del país (Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica Nacional, Orquesta de

Cámara del Congreso de la Nación, Estable del Teatro Colón, Sinfónica Juvenil

“Libertador Gral. San Martín” y Nacional de Música Argentina “Juan de Dios

Filiberto”) y, con la presencia de Demir Lulja como concertino, la orquesta de la

Asociación interpretó el siguiente programa:

- Obertura de “TANNHÄUSER”, WWV 70- Richard WAGNER (1813-1883)

- Concierto en Mi menor para violín y orquesta, Op.64- Félix MENDELSOHN

BARTHOLDY (1809-1847)

- Sinfonía n°1 en Do menor, Op.68- Johannes BRAHMS (1833-1897)

Inspirada en la leyenda homónima del caballero Tannhäuser, su encuentro con Venus

y en hechos verídicos -el concurso de canto del Wartburg organizado por el Landgrave

Herman I de Turingia y su nuera Santa Isabel de Hungría, quien será el personaje de

Elizabeth en el drama-, la quinta de las óperas de Wagner narra la lucha entre lo sagrado

y lo profano y la redención mediante el amor, motivo recurrente en toda su obra. Su

estreno tuvo lugar en Dresde en 1845, pero no tuvo una buena recepción por su extensa

duración -más de 3 horas y media-, su complejidad dramática y porque no se contaba

con un heldentenor adecuado para interpretar el rol protagónico. Por dicho motivo,

Wagner realizó una revisión de su ópera en 1860 para ser representada en París al año

siguiente (versión de París) en contraposición a la versión de Dresde. Posteriormente, la

obertura se engarzó con la primera escena del 1° acto en 1875 (versión de Viena). En

este caso, se representó la versión de Dresde, que reúne los dos temas descriptos

anteriormente: el sagrado – un Andante maestoso introducido por el clarinete y seguido

por los cornos y fagotes, que representa a los peregrinos y el perdón, introducido por las

violas y violoncellos, de fuerte cromatismo- y el profano, que representa la bacanal

llevada a cabo en el Venusberg y que culmina con el himno que el protagonista entona y

dedica a la diosa del amor durante el 1° acto. Posteriormente, el tema de Venus se va

desvaneciendo para dar lugar y volver a exponer con gran solemnidad el tema de los


peregrinos (ritornello). Pese a algunas imprecisiones en las entradas del tema de

Venusberg, se logró una buena versión de esta célebre obertura, que- como en este caso-

se representa como pieza habitual en los programas de conciertos.

A continuación, Xavier Inchausti hizo su presentación sobre el escenario junto a

Patricia Pouchulu para brindar una brillante, colorida y romántica versión del

celebérrimo concierto de Mendelssohn, cuyos tres movimientos (Allegro molto

appassionato/ Andante/ Allegretto non troppo- allegro molto vivace) fueron ejecutados

en forma attaca (sin interrupción), acorde a la partitura original. Bien es conocida la

maestría del violinista bahiense en el dominio de su instrumento merced a su prodigiosa

digitación, matices y fraseo, pero la versión que logró fue sublime. Si se tiene en cuenta

que una escuchó una muy buena versión de esta misma pieza hace menos de 15 días

atrás por la Filarmónica de Buenos Aires, la interpretación ofrecida por Inchausti fue

netamente superior y, por lo tanto, adquirió un carácter superlativo. Por su parte, la

directora sorprendió por el dominio de tempi y el vuelo que logró la orquesta en la

interpretación de esta obra cumbre del romanticismo alemán, compuesta en 1838 en

honor a su amigo Ferdinand David, quien era un encumbrado violinista. No obstante, se

tardó mucho en componer y, por lo tanto, su estreno se produjo recién en 1845 por la

Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig bajo la dirección de Niels Gade y el propio

David como solista. Su éxito fue inmediato y pasó a ser parte del repertorio de un

virtuoso del instrumento. A su término, el público estalló en una ovación de aplausos y

vítores.

Como obra de fondo, se eligió un clásico sempiterno: la Sinfonía n°1 en Do menor,

Op.68, cuya composición demoró nada más ni nada menos que 15 años, debido a que

Brahms era sumamente autocrítico e inseguro. Por dicho motivo, destruyó muchos de

sus escritos y composiciones de juventud. Además, la impronta de Beethoven todavía

estaba muy fresca tanto en el ambiente musical de la época como en los amigos del

compositor, quienes se preguntaban si iba a ser o no capaz de continuar con su obra.

Quizás por este motivo, en 1877 Hans von Bülow la denominó “la Décima de

Beethoven” por las similitudes que presenta con la oda a la alegría de la Novena

Sinfonía y el tema del Destino de la Quinta Sinfonía del genio de Bonn, pese a que

Brahms era muy sarcástico a la hora de enfrentar este tipo de comentarios. El estreno de

esta obra monumental tuvo lugar en 1876 en Karlsruhe y consta de 4 movimientos: Un

poco sostenuto- Allegro- meno Allegro/ Andante sostenuto/ Un poco allegretto e

grazioso/ Adagio- Piú andante- Allegro non troppo, ma con brío- Piú allegro. Forma

parte del repertorio de las principales orquestas sinfónicas del todo el mundo y goza de

una inmensa popularidad. Si bien posee numerosas influencias beethovenianas, el estilo

de composición es propio del genio de Hamburgo, cuyas tres principales características

son: romántico, solemne y marcial. En este caso, se logró una muy buena versión de

esta consabida obra de repertorio, ccon estupendas intervenciones de los solistas de las

diferentes secciones de instrumentos, destacándose el gran solo de violín a cargo de

Demir Lulja al final del segundo movimiento y el de Matías Tchicourel (clarinete) a

principio del tercero, al igual que el de oboe. También tuvo una destacada actuación el

solista de contrafagot durante el 1° y 2° movimientos, al igual que la cadencia a cargo

de los trombones en el último movimiento. Por su parte, Patricia Pouchulu tuvo una

muy buena marcación de tempi y logró una gran versión de esta magnánima y célebre

sinfonía merced a su labor y al grado de profesionalismo de los músicos a su cargo. La


audiencia coronó su labor con un aplauso firme y sostenido, seguido de numerosos

vítores. La directora aprovechó la oportunidad no sólo para convocar al orgánico de la

orquesta para ofrecer como bis una muy buena versión de la célebre Marcha nupcial del

Sueño de una Noche de Verano de Mendelssohn, sino también de convocar a sus

alumnas para repartir rosas a todos los músicos en un gesto de confraternidad y en

mérito a su labor.

“En estos tiempos de intolerancia y falta de empatía, es maravilloso poder

compartir este momento con ustedes y hacer que prevalezcan valores fundamentales

como el respeto y la amistad”, dijo Pouchulu al finalizar el concierto luego de haber

repartido las flores y despedirse del público hasta el año próximo. También mencionó

que era la primera vez que dirigía este tipo de obras y no solamente lo hizo muy bien,

sino que supo fusionar la trilogía romántica alemana con acento local y pasión

argentina.

sábado, 15 de noviembre de 2025

 Logrado tributo mistraliano…


                                                                                             Por Jaime Torres Gómez

 El tercer Programa Familiar de la actual temporada de la Sinfónica Nacional de

Chile (segundo en la Gran Sala Sinfónica Nacional) estuvo confiado a un tributo por

los 80 años de conferido el Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral, la primera

mujer latinoamericana en recibirlo.

Cabe destacarse los exitosos programas familiares previos -en contenido y cobertura

de público-, el primero llevado a cabo en la antigua sede del Teatro de Universidad de

Chile y los siguientes en la actual sala de la decana sinfónica nacional.

Titulado “Gabriela. Tierra, Palabra, Silencio”, se trató de una orgánica propuesta

temática que evoca la vida y legado de la gran poetisa chilena, basada en una

narración y actuación de la actriz Claudia Cabezas, quien además trabajó en la idea

original de la misma, asimismo colaborando en el guion junto a Mariana Muñoz.

Sobre la curatoría musical, acertada la inclusión de variopintas piezas conforme el

requerimiento temático, hilvanándose un relato del todo conectado desde las

vivencias de infancia de Gabriela en el Valle del Elqui, su experiencia docente inicial,

sus ideales doctrinarios más su consagración como escritora universal.

Con inteligente criterio, se destaca haber contemplado, como inicio, la “Pavana de la

Bella Durmiente”, de “Mi Madre la Oca”, de Maurice Ravel (etapa de infancia),

continuando con la “Conga”, de la Suite Latinoamericana, de Luis Advis (etapa de

los viajes por Latinoamérica), luego un extracto de El Moldava, de Smetana

(recordando el Rio Elqui), buena parte de “La Bruja del Medio Día (Polednice)”, de

Dvorak (aludiendo a cierto esoterismo en la vida de la Mistral), la Marcha Fúnebre del

segundo movimiento de la “Sinfonía Eroica”, de Beethoven (aludiendo a la muerte

de Yin Yin), un estupendo arreglo de Guillermo Riffo de la canción “Si somos

Americanos”, de Rolando Alarcón (evocando el americanismo de Gabriela), el

segundo movimiento de la Sinfonía Pastoral, de Beethoven (recordando, en clave

retrospectiva, los bucólicos paisajes de su tierra natal) y El jardín de las hadas, de “Mi

Madre la Oca” (como inmortalización de la gran poetisa al estadio de las grandes

figuras de la intelectualidad mundial), esto último bien engarzado previamente con la

voz en off de la misma Gabriela.

Magnífico trabajo de actuación de Claudia Cabezas, logrando recrear con entera

naturalidad las distintas facetas de la historia y aporte de Gabriela Mistral, proveyendo

una narrativa de celebrada organicidad con la música, asimismo, un continuum de

permanente atención.

En cuanto a la preparación musical, del todo grato el debut en Chile del maestro

colombiano Jorge Mario Uribe González (actual titular de la prestigiosa Sinfónica de

Salta, Argentina), con un trabajo que denotó completo dominio de las obras, y

obteniendo un buen rendimiento de los sinfónicos nacionales.

Formidables versiones en las piezas de Ravel y especialmente en La Bruja del

Mediodía, al parecer debut en la Sinfónica (se recuerda sólo haberla presenciado con

la Filarmónica años atrás). Sin duda, una obra fabulosa con no menores exigencias


musicales, y que debiera ser ofrecida con más frecuencia. Asimismo, del todo

apreciable contar con más colaboraciones del maestro Uribe González, ante sus

buenas capacidades musicales y calidad de resultados.

Por último, sólo lamentar la poca llegada de público para una presentación a todas

luces consistente y transversal a una amplia diversidad generacional, en esta

oportunidad seguramente por la víspera del fin de semana largo, esperándose en lo

pronto una reposición de esta lograda propuesta temática no sólo en Santiago, sino

extendida a otras regiones.

 “Wagnerfest…


Por Jaime Torres Gómez

Programáticamente potente ha sido la actual temporada de la Orquesta

Filarmónica de Santiago, contemplando estrenos y reposiciones de obras

largamente ausentes, tanto en la Filarmónica como en otras agrupaciones.

El último programa de abono, realizado en el Teatro Municipal de Santiago, el

decano coliseo artístico nacional y sede de la Filarmónica, contó con la dirección

de Paolo Bortolameolli, actual Director Titular Designado de este organismo,

contemplándose el estreno en Chile del denominado “Anillo sin Palabras”, una

suerte de suite orquestal del Anillo de los Nibelungos de Richard Wagner en

una compaginación y arreglo del afamado director norteamericano Lorin Maazel.

El formato de suite orquestal de óperas es opinable según los puntos de vista,

aunque eficaz para efectos de una temporada de conciertos, por mucho que

pudiera incomodar a cierto segmento de operáticos ortodoxos… Así, del todo

interesante el aporte musical de estupendas suites (hechas por los mismos

compositores originales o bien arreglos de otros) como la del Caballero de la Rosa

(R. Strauss), Lulú Suite (Alban Berg), los extractos orquestales del Wozzeck

(Alban Berg), los Interludios Marinos de Peter Grimes (Benjamin Britten), la Suite

de La Muerte en Venecia (Britten), la Suite de La Mujer sin Sombra (R. Strauss) el

Cuadro Sinfónico de Porgy and Bess (George Gershwin), la compaginación

orquestal del Pelléas y Mellisande (C. Debussy), la Suite de El Gallo de Oro

(Rimsky Korsakov), la notable suite orquestal (de 44 minutos) de arias de diversas

óperas puccinianas, disponible en una aclamada grabación de los años 60 del

sello London (al parecer poco o nada hecha en conciertos) y la recientemente

difundida Suite de Parsifal (Wagner) compaginada y grabada por Andrew Gourlay.

Si bien el Anillo sin Palabras ya se ha ofrecido en Latinoamérica, y no obstante sus

propias limitaciones, su aporte musical es gravitante, recibiéndose con beneplácito

su estreno (algo tardío) en Chile, y constituyendo así una buena alternativa

principalmente para introducir a nuevos públicos hacia una obra capital de Richard

Wagner como es la Tetralogía del Anillo de los Nibelungos, felizmente traducido en

una alta convocatoria de público en los dos días de presentaciones.

Este trabajo de Maazel, concebido para ser grabado en no más de 75 minutos,

que es la duración máxima que permite un compact disk, inevitablemente posee

limitaciones no menores al quedar excluidos una serie de fragmentos

fundamentales para una debida organicidad de la pieza. Y si bien no es el único

arreglo disponible del Anillo, como la compaginación hecha por Henk de Vlieger,

que incluso dura menos pero contemplando otras partes estratégicas que Maazel

omite, empero, para efectos de una presentación en vivo, a futuro sería oportuno

contemplar alguna propuesta que combine ambos arreglos, incluyendo, por

ejemplo, el final del Oro del Rhin (entrada de los dioses al Walhalla) y muy

especialmente la Música del Fuego (completa) del final de La Walkiria, lo que no

sumaría más de 15 minutos de muy buena música…

Minucioso trabajo del maestro Bortolameolli junto a los filarmónicos, denotando

absoluto dominio del lenguaje wagneriano y obteniendo máximo rendimiento

posible de sus músicos, teniendo en cuenta el importante recambio generacional


de estos últimos luego de transcurrir casi 30 años que la Filarmónica abordó la

Tetralogía completa bajo una antológica dirección de Gabor Ötvös.

Grandes momentos en la Despedida de Wotan a Brunhilde (La Walkiria), como el

Viaje de Sigfrido por el Rhin, la Marcha Fúnebre de Sigfrido y la Inmolación de

Brunhilde (El Ocaso de los Dioses), dando cuenta de una celebrada maduración

musical de la Filarmónica actual, y estando preparada para relevantes desafíos.

En suma, una presentación que validó el gran interés que sigue concitando la

música de RIchard Wagner, ameritando disponer de una mayor periodicidad local

de futuras producciones de óperas de este gran compositor. Inapelablemente: un

verdadero Wagnerfest…

 


La Soprano So Young Park, el Maestro Emmanuel Siffert y la Sinfónica Nacional durante la interpretación de "Las Cuantro Ultimas Canciones" de Richard Strauss en el Auditorio Nacional del Palacio Libertad.Fotografía de la autora del Presente Comentario.



Gran desempeño de Emmanuel Siffert al frente de la Sinfónica en el Palacio Sarmiento


CONJUNCIÓN PERFECTA ENTRE SENSIBILIDAD ARTÍSTICA Y


CALIDAD INTERPRETATIVA


Martha CORA ELISEHT


Nacida en Pusan (Corea del Sur), So Young Park es una de las sopranos ligeras

del momento que ha tenido actuaciones de gran relevancia en diferentes escenarios de

su país y del mundo. Debutó como la Reina de la Noche en LA FLAUTA MÁGICA nada

más ni nada menos que en el Metropolitan Opera House de New York y realizó

numerosas giras por Estados Unidos cantando los principales roles de su cuerda: Julieta

(ROMEO Y JULIETA), Zerbinetta (ARIADNA EN NAXOS), Gilda (RIGOLETTO) y

Blondchen (EL RAPTO EN EL SERALLO). También participó en conciertos sinfónico-

corales bajo la dirección de Gustavo Dudamel y Esa- Pekka Salonen en Estados Unidos

y fue condecorada en su país de origen en 2024 con el Korea New Artist Award.

Con motivo de cumplirse 60 años de inmigración coreana en el país, la Asociación

Civil de Coreanos en Argentina decidió actuar como sponsor para que la soprano

pudiera presentarse y actuar junto a la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de

Emmanuel Siffert, hecho que sucedió el pasado viernes 7 del corriente en el Auditorio

Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento dentro del ciclo de conciertos del

organismo, donde se interpretó el siguiente programa:

- “ESTAMPAS”- Pía SEBASTIANI (1925- 2015)

- Cuatro últimas canciones- Richard STRAUSS (1864-1949)

- “Macbeth”, Op.23- Richard STRAUSS (1864-1949)

Asimismo, el concierto contó con el auspicio de la Fundación Beethoven con

motivo de rendir un homenaje a la pianista, pedagoga y compositora argentina Pía

Sebastiani en el centenario de su nacimiento. Para ello, se decidió interpretar

ESTAMPAS, cuyo estreno se produjo en el Teatro Colón en 1946 por la Orquesta Estable

bajo la batuta de Erich Kleiber. Se trata de tres bocetos sinfónicos compuestos para gran

orquesta (Fiesta- Nocturno- Carnaval), donde se fusionan elementos de la música

académica europea con ritmos folklóricos argentinos. En el caso de Fiesta, predominan

el gato y la huella en un primer tema de carácter dinámico que alude al título, donde los

violoncellos desarrollan una muy buena cadencia en contrapunto con los metales. Luego

del solo de arpa, el tema principal adquiere un tempo más lento -en coincidencia con el

tutti orquestal- para que, posteriormente, las cuerdas y las maderas introduzcan un

segundo tema de carácter lírico. Seguidamente, se retoma el primer tema con un

desarrollo contrapuntístico brillante, donde Emmanuel Siffert demostró su maestría

mediante una perfecta marcación y dominio de tempi. En cambio, el Nocturno es un

triste en tono menor introducido por clarinetes y arpas seguido de los violines y violas

hasta la entrada del corno, que lleva la melodía. Los matices en cuerdas le dan esa

sensación de misterio en la oscuridad, acentuada por el oboe y un magnífico solo de

violoncello con ribetes de vidalita – magistral interpretación de Esdras Campos-. La


melodía se desvanece hacia el final. El último (Carnaval) se inicia con un glissando en

maderas y contrapunto en cuerdas de carácter festivo, impetuoso, con ribetes de ritmos

del norte argentino como el carnavalito o el taquirari hasta la introducción de un

segundo tema por el corno inglés, mucho más lento y romántico. Finalmente, se

recapitula sobre el primer tema in crescendo, impetuoso y dinámico seguido de una fuga

antes de un tutti orquestal brillante que cierra la obra. Permitió el completo lucimiento

de los músicos y fue intensamente aplaudida al final. Un placer poder apreciar esta

pieza y la labor de Pía Sebastiani como compositora, ya que quien escribe siempre la

escuchó y admiró como la eximia pianista que fue.

Seguidamente, So Young Park hizo su presentación sobre el escenario para

interpretar una muy buena versión de las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss,

compuestas en 1948 cuando el músico alemán decide establecerse en Suiza luego de

finalizar la Segunda Guerra Mundial, con textos de Hermann Hesse en las tres primeras

(Frühling (Primavera), September (Septiembre), Beim Schlafhengen (Al irme a dormir)

y de Joseph von Eichendorff en la última (Im Abendrot /Al atardecer). Posee un

hermoso timbre y color vocales al igual que una buena línea de canto, pero costó mucho

poder apreciarla en las notas graves. Si bien Emmanuel Siffert acompañó perfectamente

a la soprano en cuanto al balance sonoro y los ajustes necesarios para permitir el

lucimiento de la voz -esta cronista observó que cantaba las letras junto con la solista-,

hubo momentos donde apenas se la escuchó, mientras que en otros se apreció mucho

vibrato. Sí se destacó por los matices y el buen gusto en materia de interpretación para

lograr ese carácter íntimo e introspectivo de la obra. La orquesta sonó magnífica, con

lucimiento de los principales solistas de las diferentes secciones de instrumentos, donde

se destacaron el concertino Daniel Robuschi y el flautista Guillermo Irusta, cuyos trinos

en la última (Im Abendrot) sonaron estupendos. El público coronó la labor de la

intérprete, el director y los músicos con numerosos aplausos.

MACBETH fue el primer poema sinfónico compuesto por Richard Strauss entre

1886 y 1888, luego de que el músico asistiera a una representación teatral de la obra de

William Shakespeare. Sin embargo, no tuvo la contundencia temática de otras obras de

este género de su autoría compuestas durante esa misma etapa tales como Don Juan,

Op.20 y Tod und Verklärung (Muerte y Transfiguración), Op.24. Por dicho motivo, lleva

el Op.23 de su producción y fue sometido a numerosas revisiones en cuanto a su

orquestación a fines de resaltar los temas principales y restringir las voces internas antes

de su estreno, sucedido en 1890 en Weimar. Escrito en forma de sonata, su duración

aproximada es de 21 minutos y la orquestación lleva cuerdas, 3 flautas (la 3° alterna con

piccolo), 2 oboes, corno inglés, 2 clarinete, clarinete bajo, 2 fagotes, contrafagot, 4

corno, 2 trompetas, trompeta baja, 3 trombones, tuba, bombo, timbales, caja, platillos y

gong. La apertura está a cargo de la trompeta baja, que introduce el tema de Macbeth

(Allegro un poco maestoso), de carácter fogoso y trágico, donde Siffert puso alma y

vida en la interpretación desde los primeros compases para continuar con el tema de

Lady Macbeth en La mayor, introducido por las maderas y seguido por las cuerdas. Un

sempre piú furioso describe el diálogo entre los cónyuges y su proyecto de matar al rey

Duncan seguido de un presto que anuncia el asesinato del rey en alternancia con el

leitmotiv del protagonista y su ambición de poder. Las fanfarrias a cargo de los metales

y los tutti orquestales sonaron perfectos, al igual que el tema de las alucinaciones

(moderato maestoso), muy bien desarrollado y atemperado, al igual que el furioso que


narra la locura del protagonista. Los matices sonoros fueron estupendos, al igual que la

impecable marcación por parte del director, logrando una versión de gran calidad. Los

solos de corno inglés y clarinete bajo anuncian el desenlace, donde la reexposición

deformada del tema de la locura aparece antes de la muerte del protagonista (un poco

allargando e molto tranquilo). Una obra que se representa en escasísimas ocasiones y

que una pudo disfrutar merced a la soberbia labor del director y los músicos, quienes se

retiraron sumamente aplaudidos y vitoreados tras finalizar el concierto.

Entre las múltiples virtudes que tienen los conciertos de la Sinfónica Nacional, la

versatilidad, el rescate y la incorporación de este tipo de obras al repertorio son las que

más se destacan. Fue un auténtico acierto incorporar Macbeth de Strauss y despertarla

de un largo letargo, al igual que rendir un justo y merecido homenaje a Pía Sebastiani

como compositora al cumplirse el centenario de su nacimiento. El sentido de

sensibilidad artística y la calidad interpretativa al frente del organismo por parte de

Emmanuel Siffert lo hicieron posible.