Soberbio concierto a cargo de la
Sinfónica de Montreal en el Colón
APASIONADO,
TEMPERAMENTAL Y PROFUNDO
Martha CORA ELISEHT
El título de esta nota es quizás la
mejor definición de los quilates que posee un director de orquesta de la talla
de Kent Nagano, quien tuvo a su cargo los conciertos que ofreció la Orquesta
Sinfónica de Montreal dentro del Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino en el
Teatro Colón los días 7 y 8 del
corriente. Quien escribe asistió al concierto del martes 8, donde se ofreció el
siguiente programa: el Concierto para
violín y orquesta n° 3 en Sol mayor, K. 216 de Wolfgang Amadeus Mozart
(1756- 1791), con la presencia de la violinista Alexandra Soumm –quien tuvo que
reemplazar a último momento a la alemana Verónika Eberle- y la Sinfonía n° 5 en Do sostenido menor de
Gustav Mahler (1860-1911).
El mencionado y prestigioso organismo
sinfónico se presentó dentro de una gira por países americanos (Tournée des Amériques), que cuenta con
el auspicio de la Embajada de Canadá y que se extenderá hasta el 15 del
corriente visitando las siguientes ciudades: San Pablo, Río de Janeiro,
Santiago de Chile, Buenos Aires, Guanajuato, Ciudad de México, Guadalajara y
Chicago. Y que marcará la despedida de Kent Nagano como director musical de la
misma, ya que ha sido nombrado Director Principal de la Filarmónica de Hamburgo
y de la Ópera del Estado (Staatsoper) de
la mencionada ciudad. Por otra parte, la orquesta ya ha visitado la Argentina
en numerosas oportunidades – la última, en 2016 con Kent Nagano- y continúa con
una rica tradición melódica y discográfica desde 1962 hasta la fecha, siendo
dirigida por maestros de gran jerarquía, como Zubin Mehta y Charles Dutoit.
La exquisita violinista francesa
Alexandra Soumm ha sido una de las revelaciones de este año. Nacida en
Moscú, comenzó a estudiar violín a los 5
años y ofreció su primer concierto a los 7 años en Montpellier. A partir de
ahí, se radica definitivamente en Francia y se traslada a Viena para
perfeccionarse con Boris Kuschnir. A los 15 años gana el concurso de Eurovisión y a partir de allí
desarrolla una carrera meteórica, que la ha llevado a tocar en los escenarios
más importantes del mundo. Independientemente de poseer una técnica perfecta y
un fraseo impecable, sorprendió a todos por la compenetración que tenía con la
melodía. Una pudo apreciar desde su ubicación en platea que tanto ella como
Kent Nagano intercambiaban miradas cómplices, que se decían todo con sólo
mirarse a los ojos. Esta entrega permitió un diálogo perfecto entre solista y
orquesta, brindando una versión monumental del mencionado concierto de Mozart
que, como la mayoría de las obras del genio de Salzburgo, deben ser ejecutadas
con un sonido puro y cristalino. Escrito en 1775, marca un punto de inflexión
en la madurez con que Mozart escribía sus obras. Consta de tres movimientos (Allegro, Adagio y Rondó), donde se emplea un ritornello
del aria de Amina de su ópera “Il
Re Pastore”, caracterizado por su
gracia y elegancia, que es introducido por la orquesta y retomado por el
instrumento solista. Naturalmente, Alexandra Soumm no sólo ofreció una versión caracterizada por
estas cualidades, sino que además, le dio muy buenos matices, al igual que
soberbios trinos y cadencias. Esto se notó aún más en el último movimiento (Rondó vivace), donde se ofrecen una
serie de variaciones –tipo pasacaglia- que
la solista supo ejecutar a la perfección, acompañada por un sutil pizzicato en las cuerdas, similar al
sonido de una mandolina, a modo de serenata. Al finalizar el concierto, el
público estalló en una ovación prolongada, que obligó a que Soumm saliera a
anunciar- leyendo un papel en perfecto
castellano y agradeciendo la oportunidad de presentarse en el Colón, luego de
una risueña alusión al fútbol argentino- el 3° movimiento de la Sonata n° 2 para violín del compositor
belga Eugène Ysaÿe (1858-1931), dedicada al violinista francés Jacques Thibaud (hay
que recordar que Ysaÿe dedicaba sus Sonatas
para sus prestigiosos colegas). No es un bis frecuente de escuchar, y Soummm se entregó a la ejecución del
mismo con pasión, garra y temperamento, haciendo gala de su impecable fraseo.
El movimiento termina con una cascada en pianissimo,
que se desvanece a medida que finaliza la melodía, hecho que le valió el
reconocimiento y la ovación por parte del público.
La Sinfonía n° 5 en Do sostenido menor de Gustav Mahler ostenta el
récord de ser la más tocada por orquestas extranjeras de gran prestigio en el
Colón (Filarmónica de Israel con Daniel Barenboim (1980), Concertgebouw de
Amsterdam con Bernard Haitink (1984), Staatskapelle Berlin con Daniel Barenboim
(2008) y la última, con la excelentísima versión ofrecida por Simon Rattle al
frente de la London Symphony durante el transcurso del corriente año). Por
ende, la Sinfónica de Montreal no podía dejar de ejecutar esta obra monumental,
compuesta por 5 movimientos de compleja y harto difícil ejecución (Trauermarsh in gmemssenem Schritt/ Stürmisch
bewegt mit grössler Vehemenz/ Scherzo/ Adagietto/ Rondo finale. Allegro-
Allegro giocoso- Frisch). Para esta versión, Nagano cambió al concertino y formó la orquesta a la alemana (segundos violines y violas
hacia la derecha del escenario, violoncellos al medio y contrabajos detrás de
los primeros violines), para lograr una mayor profundidad sonora y resaltar los
diferentes grupos de instrumentos. A pesar de que ofreció una muy buena
versión, caracterizada por innumerables sutilezas y por ser quizás muy emotiva,
no logró igualar a la monumental versión ofrecida por Simon Rattle, que se
destacó por ser brillante desde todo punto de vista. Nagano no logró el vuelo
que debe tener el 2° movimiento (Stürmisch
bewegt), que –acorde a su título- debe ser ejecutado con vehemencia. Y hubo
un desacople muy notorio en la entrada de los cornos al inicio del 3°
movimiento. A partir de allí, se marcó un punto de inflexión donde la orquesta
comenzó a remontar un sonido espléndido, que prevaleció hasta el final. Tras
ser largamente aplaudida y ovacionado, Kent Nagano decidió no hacer bises, ya que no se puede tocar otra
cosa después de una obra tan monumental y compleja como esta particular
sinfonía.
Según
opinión personal, una prefiere escuchar una muy buena versión de la mencionada
obra de Mahler de tanto en cuando que comparar dos versiones de la 5° Sinfonía
durante el mismo año. Una cree que los programadores de conciertos debieran
ponerse de acuerdo previamente para no repetir dos veces el mismo repertorio. De esa manera, el periodista especializado pueda relajarse y
disfrutar de la música antes que entrar en comparaciones odiosas, que no le
resta para nada mérito al tremendo esfuerzo y a la pasión por parte de Kent
Nagano al frente de una excelente orquesta, que pese a estos pequeños
tropiezos, brilló sobre el escenario del Colón
No hay comentarios:
Publicar un comentario