Monumental actuación de la Orquesta Sinfónica de RTV
Eslovena en el Coliseo
LA SEGUNDA GRAN
SORPRESA DEL AÑO
Martha CORA ELISEHT
De todos los países integrantes de
la ex Yogoslavia, Eslovenia ha sido quizás el que más haya estado bajo la
órbita de Alemania en cuanto a su cultura, caracterizada por su disciplina y la
excelencia de sus manifestaciones artísticas, pero sin dejar de lado sus raíces
eslavas. Y dio consabida prueba de ello en la presentación de la Orquesta
Sinfónica de la Radio y Televisión (RTV) de dicho país el pasado viernes 8 del
corriente dentro del abono de Nuova Harmonía en el Teatro Coliseo, bajo la
dirección de Raoul Grüneis y con la participación del excelso cellista Mischa
Maisky, quienes ofrecieron el siguiente programa: Obertura de “La Novia Vendida” de Bedrich Smetana (1824-1884), el Concierto para violoncelllo y orquesta en La
menor, Op.129 de Robert Schumann (1810-1856) y la Sinfonía n° 4 en Mi menor, Op. 98 de Johannes Brahms (1833-1897).
La mencionada agrupación sinfónica
es fundó en 1955, luego de la fusión de la Orquesta de Radio Ljubliana con la
Filarmónica de Eslovenia. No sólo ofrece conciertos, sino que ha realizado
grabaciones de estudio y concierto para el Archivo Nacional de Música,
disponible para programas de radio y televisión. No sólo ha grabado todo el
repertorio sinfónico de su país, sino también la de numerosos autores clásicos,
motivo por el cual ha sido distinguida con numerosos premios por la excelente
calidad de su sonido. Asimismo, se presenta en conciertos dentro de su país e
internacionalmente. Ha sido dirigida por directores de gran prestigio, tales
como Samo Hubad, Stanislav Macura, Anton Nanut, David de Villiers y En Shao.
Desde 2019, su director estable es el prestigioso músico búlgaro Rossen Milanov.
En este caso, se presentó con Raoul Grüneis, quien resultó no sólo ser un
director de carácter, sino también una soberbia batuta. Nacido en Alemania, es
desde 2010 Director General de Música de la Ópera de Estambul y ha ocupado
previamente dicho cargo en los teatros más importantes de Alemania (Freiburg,
Mannheim, Darmstadt) y en la Ópera de Ratisbona. Ni bien se subió al podio, ofreció una versión
vibrante y colorida de la mencionada obra de Smetana, caracterizada por su
perfecta marcación de los tempi (Fugato, molto prestissimo, staccato) en
el Furiant –danza popular checa-
central. La orquesta demostró una férrea disciplina de trabajo y ensayo y una
pureza de sonido pocas veces escuchadas en el ámbito del Coliseo, totalmente
acoplado y ensamblado. Sin lugar a dudas, fue una muy grata sorpresa haber
podido apreciar a un organismo sinfónico de excelente nivel. Y cuando apareció Mischa Maisky sobre el
escenario, el delirio fue total. Independientemente de demostrar su habitual
maestría, Maisky estaba profundamente compenetrado con la interpretación del
mencionado Concierto en La menor de
Schumann. La orquesta ejecutó los tres movimientos que lo integran (Allegro: nicht zu schnell (no muy rápido)/
Adagio: langsam (lento)/ Vivace: nicht bewegt (no apasionado)) de manera attaca (sin interrupción), logrando una
perfecta armonización y diálogo con el solista. Prueba de ello fue el magnífico
dúo entre el primer cello de la orquesta y el solista en el Adagio, seguido por el insuperable matiz
del solista en el Allegro scherzando del
3° movimiento, ofreciendo una versión versátil y vibrante, caracterizada por su
excelencia sonora y jerarquía interpretativa. La ovación fue tal, que Mischa
Maisky brindó 4 bises: los dos
primeros, con la orquesta (fragmento final de las Variaciones sobre un Tema Rococó para cello y orquesta en La mayor,
Op.33 de Tchaikowsky) y los dos últimos, solo (último número de la Suite en Sol menor para violoncello solista y
primer número de la Suite en Sol mayor para
dicho instrumento de Johann Sebastian Bach). Tanto con la orquesta como
solista, Mischa Maisky hizo gala de su poderosa técnica brindando sus
excelentes matices sonoros, con la humildad de los grandes intérpretes. Un
eximio artista compenetrado con su música y generoso con su público, motivo
por el cual se retiró ovacionado.
Quien escribe ha escuchado versiones
brillantes de la celebérrima Sinfonía n°
4 en Mi menor de Brahms y pensó que la estupenda versión de Daniel
Barenboim al frente de la Staatskapelle Berlin en 2018 iba a ser muy difícil de
superar; o al menos, de igualar. Sin embargo, la versión ofrecida por la
orquesta con Raoul Grüneis fue excelsa, donde se respetaron los tempi a rajatabla de los 4 movimientos
que integran la misma (Allegro non troppo/ Andante moderato/ Allegro giocoso/ Allegro enérgico e appasionato)
y las características de la música de Brahms: romántico, solemne y marcial. Al
igual que el resto de las obras, fue una versión brillante desde todo punto de
vista. Y la passacaglia con
variaciones del 4° movimiento sonó con majestuosidad. Al final del concierto, y
luego del aplauso sostenido del público, Raoul Grüneis se dirigió al auditorio
en un perfecto castellano para anunciar el primero de los bises: una pieza típica eslovena (Pita) del compositor Aldo Zmab, de gran belleza melódica. Y se
despidió con una versión sublime de Poeta
y Paisano de Friedrich von Suppé, donde el cellista Igor Mitrovic brindó un
espléndido solo de su instrumento dentro de la mencionada obra.
A veces, los países europeos menos
conocidos deparan este tipo de sorpresas. Ya sucedió con la excelente
presentación de la Filarmónica de Luxemburgo en el Colón y se repite con esta
estupenda orquesta eslovena, que demostró poseer una disciplina férrea, gran
tradición musical y alto nivel de interpretación. Todos los ingredientes para
brindar un concierto de gran jerarquía, que será recordado como uno de los
mejores del corriente año.
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