Orfeo ed Euridice – Teatro Colon 08/11/2019
Por onceava vez, desde su estreno, en 1924,
sube a escena en el Colon Orfeo ed Euridice, de Gluck.
En las diez presentaciones anteriores, el
rol de Orfeo fue cubierto de la
siguiente manera; 8 veces por mezzosopranos,
Gabriela Besanzoni ( 1924 – 19298- 1930); Maria Ranzow (1931); Rïse Stevens
(1939); Fedora Barbieri (1951) – Ebe Sitnani (1953); y Margarita Zimmermann
(1977). En 1966, Orfeo fue cantado por el barítono Gabriel Bacquier, y en la
última reposición, de 2009, por el contratenor Franco Faggioli.
La primera soprano que cantó el rol de
Euridice en el Colon, fue Maria Zamboni, quien fuera también la Liu, del
estreno mundial de Turandot en la Scala. Entre el 28 y el 39, la gran soprano
argentina Isabel Marengo. En los años 1951 y 1953, nuestra querida y recordada
Elena Arizmendi. En 1966, la soprano francesa Andrea Guiot. Mirta Garbarini y
Virginia Tola, fueron Euridice en los años 1977 y 2009, respectivamente.
Los directores de orquesta que dirigieron
esta obra en el Colon fueron: Emil Cooper (1924); Tulio Serafin (1928): Hector
Panizza (1930 y 1951): Juan José Castro (1931); Erich Kleiber (1939). Ferruccio
Calussio (1953); Jean Fournet (1966); Julio Malaval (1977) y Arnold Östman
(2009).
La versión ahora ofrecida por el Colon fue muy
deslucida.
El contratenor canadiense Daniel Taylor,
fue un intérprete insuficiente del rol de Orfeo. Voz muy pequeña, de escaso
volumen, registro grave inexistente, canto monótono e inexpresivo compatible
con su apatía actoral.
Actuación correcta de la soprano Marisu Pavón
como Euridice, que al menos puso expresividad a su canto. También correcta la
soprano canadiense Ellen Mc Ateer de buena desenvoltura escénica.
Con algunas desprolijidades de la orquesta
en el comienzo, el director Manuel Coves hizo una lectura rutinaria y carente
de expresividad; punto de partida de esta tediosa versión.
El bailarín y coreógrafo Carlos Trunsky,
tuvo a su cargo la puesta en escena. Trunsky convirtió una ópera en tres actos,
en un ballet moderno en tres actos. Quitó al coro de la escena para hacerlo
cantar en el foso y reemplazó su actuación por bailarines donde Gluck no lo
pide (y menos de la manera en la que lo presenta). Hasta se dio el lujo de
cambiar el final de la historia. Mientras Orfeo y Euridice cantan “Estamos alegres, siempre te agradeceremos,
dios del amor”, Euridice se va con otro!
La escenografía a cargo de Carmen Auzmendi,
la iluminación de Ruben Conde y el
vestuario de Jorge Lopez, fueron funcionales a la dirección escénica.
En resumen; musicalmente deficiente y en la
escena no se vio la opera del Gluck. Para el olvido.
Roberto Falcone
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