COLUMNA DE OPINIÓN
CORONAVIRUS: ¿FIN DE LA
GLOBALIZACIÓN?
Martha CORA ELISEHT
Este artículo podría haberse
titulado “LO QUE EL VIENTO TRAJO”. O
mejor dicho, lo que los transporte trajeron. Indudablemente, el coronavirus se
diseminó por todo el mundo merced a los viajes constantes en avión, pero
también por vía terrestre y marítima, lo que favoreció su dispersión en países
que aún poseen temperaturas estivales.
Ante la rápida y descomunal
dispersión de la pandemia en Europa, los países con mayor cantidad de afectados cerraron
sus fronteras. Los tratados de cooperación
entre los países miembros de la Unión Europea parecen haberse
desmoronado ante las brutales pérdidas económicas ocasionadas por el
aislamiento preventivo y la emergencia
sanitaria, donde los sistemas de salud de las principales naciones del Primer
Mundo –entre otras, Italia, España, Francia, Alemania, Suecia y Dinamarca- se vieron
colapsados ante el avance de la pandemia. Prueba de ello es el descomunal
número de muertos en Italia, seguido por España y Francia. Y lo mismo está
sucediendo en Estados Unidos, donde el aumento del número de casos es alarmante
y no todos los estados del gran país del norte han impuesto una cuarentena
preventiva. Y al no poseer un sistema público organizado de salud, la
diferencia es aún mayor entre aquellos que pueden costear una internación o un
tratamiento y aquellos que no. Si a eso se le suma la actitud de un presidente
ególatra, que se caracteriza por poner en primer lugar las ganancias
empresariales antes que la salud de sus habitantes -probablemente, por su sesgo
de pertenencia-, peor todavía. Al igual que su colega inglés, priorizaron la
economía por sobre la salud pública. Los resultados están a la vista y hablan
por sí solos.
Mientras tanto, en el extremo sur
del continente hay posiciones contrapuestas. Así como Argentina, Paraguay -y
posteriormente, Uruguay- decidieron priorizar la salud pública por sobre la
economía tomando medidas destinadas a prevenir el contagio y la diseminación
viral mediante la imposición de una cuarentena obligatoria, no sucede lo mismo
en países de neta tendencia neoconservadora tales como Ecuador, Chile y Brasil,
que siguiendo el ejemplo de las grandes potencias como Estados Unidos o
Inglaterra, poseen el mayor número de casos, contagios, infectados y muertes
por la pandemia, pese a las recomendaciones de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS o PAHO, según su
sigla en castellano e inglés, respectivamente).
Llama profundamente la atención que,
salvo excepción de algunos funcionarios de la talla de la ex presidente de
Chile y actual Secretaria de Desarrollo Humano de la ONU, Michelle Bachelet-
quien llamó a levantar los bloqueos económicos a países como Venezuela y Cuba
mientras dure la pandemia- , las Naciones Unidas se llamaron a silencio.
Como consecuencia de la misma, y
merced al aislamiento preventivo de la mayoría de gente en sus casas, están
comenzando a aparecer imágenes que circulan por televisión y redes sociales que hasta hace poco tiempo
atrás parecían impensables. Poe ejemplo, la imagen de un ciervo entrando a un
negocio en una ciudad cordillerana del sur argentino, o la proliferación de
cientos de monos en las calles de Bangkok –Thailandia- pelando por comida ante
la ausencia de turistas. Una no puede saber si las imágenes que circulan por
las redes sociales son ciertas o no, tales como la presencia de delfines en los
canales de Venecia –ya que puede tratarse de fotos trucadas-, pero es un clara
señal que la Naturaleza se está tomando una clara revancha ante el retroceso
del hombre en cuarentena.
“Volver a la Naturaleza/
sería mi mejor tristeza…”
Tal como lo menciona el bellísimo poema de Juan Carlos
Baglietto en Carta de un León a Otro
-con música de Chico Novarro- parece ser una profecía que se está cumpliendo.
Sobre todo, si se siguen los últimos versos con los cuales finaliza la canción:
“Cuídate,
hermano/ yo no sé cuándo/
Pero
ese día/ viene llegando!”
Probablemente, esta pandemia será capaz de crear un nuevo
orden mundial cuando la misma ceda. Ha demostrado que no se puede seguir
viviendo en un mundo globalizado, donde sólo el 10% de la población mundial concentrada
en los países más ricos se beneficia del 90% de las riquezas que poseen y
producen los países más pobres, donde hay tremendas desigualdades sociales. Tal
como lo diría quien fuera Ministro de Salud Pública de la Nación, Dr. Ramón
Carrillo:
…”Frente a males tan graves
como la pobreza, la miseria y la exclusión social, los gérmenes como causa de
enfermedad son, meramente, unas pobres causas”.
La frase de Carrillo es de candente actualidad. Sobre
todo, si se tiene en cuenta que fue pronunciada en 1946, cuando todavía no
existía la globalización. Sin darse cuenta y lentamente, la globalización está
matando a la humanidad. Y eso se refleja en las condiciones de salud. La
avanzada de reformas sanitarias en países del Primer Mundo ha producido un
deterioro masivo de los sistemas de salud como consecuencia de los recortes
presupuestarios. Y esta pandemia demostró que no hay diferencias entre ricos y
pobres frente a una enfermedad incurable hasta este momento. Quizás, el COVID-
19 sea una señal para poner las cosas en su lugar y advertir a los seres
humanos que dejen de cometer los mismos errores del pasado y vuelvan a vivir
con los adelantos de hoy, pero en un mundo más justo, más equitativo y más en
contacto con la Naturaleza. De todos depende.
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