Transmisión por streaming de “NIXON IN CHINA” desde
el Metropolitan
RECUERDOS DE UNA CUMBRE
EN PLENA GUERRA FRÍA
Martha CORA ELISEHT
Siguiendo con la semana “Política e historia en la Ópera”, el
Metropolitan Opera House de New York ofreció una obra poco representada: “NIXON IN CHINA” del compositor estadounidense John Adams
(1947), representada en 2011 con puesta en escena de Peter Sellars, coreografía
de Mark Morris, escenografía de Adrianne Lubel, vestuario de Dunja Ramikova e
iluminación de James Ingalls, dirigida por el propio compositor al podio, con
la dirección coral de Donald Palumbo y presentación de Thomas Hampson.
El elenco estuvo integrado por los
siguientes cantantes: James Maddalena (Richard
Nixon), Janis Kelly (Patricia Nixon,
su esposa), Russell Braun (Chou en
Lai), Robert Brubaker (Mao Tsé Tung),
Katheleen Kim (Chiang Ch’ing, esposa
de Mao), Richard Paul Fink (Henry
Kissinger) y el trío de Secretarias/
asistentes de Mao integrado por Ginger Costa Jackson, Teresa Herold y
Tamara Munford. Participó también el Ballet Estable de la institución, con la
presencia de Harung Yamazaki y Kangi Segawa como pareja protagónica.
La primera ópera de Adams se basa en
un hecho histórico: la visita a China del presidente de Estados Unidos Richard
Nixon en 1972 durante la Guerra Fría y su encuentro con el líder chino Mao Tsé-
Tung (1893-1976). En aquella época, las relaciones diplomáticas entre ambos
países estaban resquebrajadas como consecuencia del acendrado anticomunismo del
presidente estadounidense. No obstante, dicha cumbre fue un suceso desde el
punto de vista político y diplomático, lo que motivó a Alice Goodman a escribir
el libreto basándose en una exhaustiva investigación periodística. Se estrenó
en la ópera de Houston (Texas) en 1987 en coproducción con el director teatral
Peter Sellars y coreografía de Mark Morris –que son las empleadas durante la
presente versión-. La obra despertó muchas críticas, pero tuvo suceso y se
representó en numerosos escenarios de Estados Unidos, Canadá y Europa. La presente versión constituyó su debut en el
Metropolitan.
Si bien la música compuesta por
Adams es de estilo minimalista, incluye también ritmos como el jazz y ribetes
que recuerdan la música de los grandes compositores europeos como Ravel,
Wagner, Stravinsky y Carl Nielsen, al igual que reminiscencias de compositores
estadounidenses como Gershwin y Copland. La combinación de estos elementos
fluctúa constantemente a medida que se va desarrollando la obra. Asimismo,
intercala melodías chinas típicas cuando los Nixon son invitados a la función
de teatro en la ópera de Pekín. La magistral coreografía ideada por Mark Morris
toma elementos de la danza clásica, contemporánea y acrobacia, lo que permite
que los bailarines se destaquen en el escenario por su plasticidad.
La obra se divide en tres actos y
numerosas escenas, donde se pasa de una a la otra mediante telones o efectos de
iluminación. Puede decirse que el 1° Acto es netamente masculino –con excepción
de las asistentes de Mao y una breve
intervención de Patricia “Pat” Nixon casi
al final del mismo, mientras que el 2° Acto es netamente femenino y narra las
obligaciones de la Primera Dama estadounidense como representante de Estado y
su presencia en actos oficiales. También aparece la esposa de Mao (Chiang Ch’ing) como contrapartida y
propagadora de la Revolución China – defendiendo a ultranza sus convicciones e
ideales- y la presencia masculina está dada por el presidente norteamericano y
un actor –similar a Kissinger- en la
obra teatral. Por último, en el desenlace de la obra aparecen todos los
protagonistas acostados sobre 6 camas intercambiando una serie de diálogos
entrelazados. Si bien la cumbre ha sido un suceso desde el punto de vista
político, ninguno de los dos líderes pudo cumplir sus ideales de juventud. Mao Tsé- Tung quería ser el gran líder
revolucionario panasiático y en el caso de Nixon,
tener su propio negocio de hamburguesas. La obra culmina con el aria del
premier chino Chou en Lai preguntándose
si lo que se hizo fue bueno. A medida que se desvanece la música, la escena se
oscurece para dar un perfecto efecto final de iluminación.
Con respecto de la escenografía y
vestuario, la misma es sencilla y está perfectamente logrado el aterrizaje del
avión presidencial estadounidense luego de un cambio de escena previo mediante
un telón rojo y la colocación de una escalera para facilitar el descenso del
presidente Nixon y su esposa. La caracterización de los personajes es perfecta
y el vestuario, sencillo. El presidente luce traje a saco azul, camisa blanca y
corbata roja, mientras Henry Kissinger lo hace en negro. La
primera dama luce un vestido rojo con tapado al tono en el 1° y 2° actos; uno
violeta, para la escena de la representación teatral y en el último acto, blanco con cinturón al
tono. Mao Tsé- Tung lo hace con el
característico traje del estilo que lleva su nombre en verde, y Chou en Lai, en negro. Chiang Ch’ing luce un traje a saco negro
con camisa blanca para la función de teatro, mientras que en la última escena,
el tradicional vestido chino de seda negra. Las asistentes usan traje a saco
celeste. Para la primera escena –que comienza con la presentación del coro- se
hace alusión a las dos grandes potencias comunistas de aquel entonces: la URSS
y China. Los rusos, con la vestimenta típica de los revolucionarios (sobretodo
verde y negro con charreteras rojas y el clásico gorro de piel con la estrella
roja), y los chinos, con traje Mao.
Antes de comenzar la obra, el
compositor recibió una ovación de aplausos, que se repitieron al finalizar y
comenzar cada uno de los siguientes actos. El Coro estuvo muy bien preparado
desde la primera escena, donde se hace alusión a las reglas de la disciplina y
los 8 puntos de atención –preceptos del comunismo- y en el banquete ofrecido en
el Gran Salón del Pueblo (“Gam bei”). En
el 2° Acto acompaña a Chiang Ch’ing en
su encendida defensa de la Revolución, levantando libros rojos. Y dentro de los
protagonistas principales, James Maddalena encaró con creces a Nixon desde su primer aria (“News have a type of mistery”),
mostrando su anticomunismo al tenderse sobre la cama del hotel (“The rats began to shrew the sheets”)
hasta poner fin a la discusión entre él y Mao
(“Fathers and sons, let shake our hands and make peace at once”) para luego
intervenir con dos arias hacia el final del 1° Acto, donde demuestra que estaba
equivocado respecto de China (“I have
atended many feasts” y “I opposed
China… I was wrong”). Su dúo
inicial con Russell Braun fue magistral. Este último barítono dio vida a un
estupendo Chou en Lai, quien fue el
encargado de las negociaciones. Se destacó en el cuarteto junto a Mao, Kissinger y Nixon en el 1° Acto y al abrir el brindis (“Ladies and gentlemen… We have begun to celebrate thr different ways”)
para luego retornar recién en el 3° Acto (“And to what end?...”), hasta que se da cuenta que ya no tiene nada
que perder (“I’m too old and have not the
same energy when I was younger”) para desembocar en el aria final que
cierra la obra (“How much of what we did
was good?”…. “Just before dawn, the birds begin to sing”). Por su parte,
Richard Paul Fink brindó un muy buen Henry Kissinger, pero se destacó como el
explotador en la representación teatral. Robert Brubaker es un tenor de
carácter, que ha interpretado numerosos roles de personalidades históricas (Mahatma Gandhi, Albert Eisntein) y se
lució al encarnar un personaje tan emblemático como Mao Tsé- Tung. Apoyado en sus asistentes y caminando con
dificultad, brindó una magnífica actuación. Merced a sus insuperables agudos,
su interpretación fue excelente desde su primera aria (“The extreme followers of Marx”), que fue creciendo paulatinamente
en intensidad dramática (“Our armies do
not go abroad”) para reaparecer en el 3° Acto junto a su esposa, haciendo
alusión cuando eran jóvenes (“It was the
time when this Little starlet came to me”) para terminar en el dúo “The revolution must not end”. Se retiró ovacionado al finalizar la ópera.
En
cuanto a las voces femeninas, el trío de asistentes formado por Ginger
Costa Jackson, Tamara Munford y Teresa Herold sonó como una sola voz, muy bien
ensamblado, realizando un canon junto a Mao,
repitiendo sus palabras. Katheleen Kim es una de las mejores sopranos
ligeras de la actualidad y una asidua concurrente del Met. E hizo gala de sus
monumentales agudos en el 2° Acto, cuando Pat
Nixon malinterpreta el mensaje de la bailarina que se ve agredida y
explotada (“I´m the wife of Mao Tsé-
Tung”), al igual que en el diálogo y el dúo con su marido en el 3° Acto,
donde canta en escala cromática ascendente y descendente. Por su parte, la
mezzosoprano Janis Kelly se lució vocal y actoralmente como Pat Nixon, cuya mayor intervención se da
durante el 2° Acto (“This elephant brings
me so many memories”, haciendo alusión al símbolo del Partido Republicano, que llevó a su marido a
la presidencia), cuando visita la escuela (“I
used to be a teacher”) y va hacia el Palacio de Verano, donde sueña con un
mundo mejor (“This is a prophecy”) y
en el diálogo del 3° Acto (“Oh,
California! Hold me close”). Su poderosa técnica vocal y los matices de su
voz hicieron el resto.
La pareja de baile integrada por Harung Yamazaki y Kangi Segawa no sólo se
lució en el ballet correspondiente al 2° Acto, sino que en el 3° interpretaron
una alegoría sobre la juventud del matrimonio de Mao y Chiang Ch’ing. Una
técnica perfecta, plasticidad en los movimientos y una muy buena conexión entre
los integrantes fueron la combinación ideal que permitió un pleno lucimiento.
Ha sido un placer repasar la
historia con excelentes cantantes y música agradable, retrotraer el tiempo hacia la década del ’70
y revivir los hechos. En este caso, una cumbre que cambió el mundo y acercó
posiciones en medio de la Guerra Fría.
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