Concierto en homenaje al 250° aniversario del
nacimiento de Beethoven en el CCK
HOMENAJE A UN GRANDE A
LO GRANDE
(y por
los grandes)
Martha CORA ELISEHT
No se sorprenda el lector al contemplar el
título de esta nota ya que no se trata de un juego de apalabras, sino del
merecido homenaje al gran Ludwig van Beethoven en vísperas del aniversario de
su 250° natalicio (16 de Diciembre de 1770) ofrecido en la Sala Sinfónica
(Auditorio Nacional) del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado domingo 13
del corriente mediante un concierto compuesto por las siguientes obras: Cuarteto para cuerdas n° 11 en Fa menor,
Op.75 “Serioso” y el Septiminio en Mi
bemol mayor, Op.20. El ensamble instrumental estuvo integrado por los
siguientes músicos: Freddy Varela Montero y Miguel Chacón (violines), Adrián Felizia (viola),
Gloria Pankaieva (cello), Julián
Medina (contrabajo), Fernando
Chiappero (corno), Gabriel La Rocca (fagot) y Mariano Rey (clarinete). Todos se desempeñan como
solistas de sus respectivos instrumentos en las orquestas Estable del Colón y
Filarmónica de Buenos Aires.
Al ingresar al escenario, los
músicos lo hicieron munidos de sus respectivos instrumentos, respetando las
normas de distanciamiento social y usando barbijos –que se quitaron
posteriormente antes de empezar a tocar-. El encargado de anunciar las obras
fue Freddy Varela Montero, quien – munido de un micrófono- brindó unas breves
ilustraciones musicales y reseña histórica de ambas obras. Y comenzó por el
mencionado Cuarteto para cuerdas
“Serioso” en Fa menor n° 11, Op. 20, una de las más emblemáticas obras del
genio de Bonn, compuesto entre 1809 y 1811, cuando comenzó con una incipiente
sordera y que fue estrenado en 1812. Consta de 4 movimientos (Allegro con brio/ Allegretto ma non tropo-
attacca súbito/ Allegro assai- Vivace ma serioso- Piú allegro/ Larghetto
espresivo- Allegretto agitato- Allegro) que poseen una particularidad:
culminan de forma súbita y abrupta, alternando melodías románticas con
fragmentos trágicos –que muestran la creciente preocupación de Beethoven por su
estado de salud-y que nunca terminan con un desarrollo completo. La
interpretación fue estupenda, donde los instrumentistas hicieron gala de su
fraseo, trémolo y contrapunto, destacándose la melodía en cascada y las
cadencias por parte de Freddy Varela Montero. La introducción del cello al
inicio del 2° movimiento fue magistralmente ejecutada por Gloria Pankaieva,
quien asimismo brindó un excelente sonido en la cadencia. Unido a la exquisita
interpretación de Adrián Felizia en viola, dio el pie necesario para que Varela
Montero se luciera en el ostinato. A
diferencia del 1° movimiento, el 2° se caracteriza por una neta línea melódica
más continua, que empalma abruptamente con el scherzo del 3° movimiento. El ensamble instrumental mostró un
perfecto dominio de los tempi y
concluyó con un perfecto trémolo en viola y cello en el 4° movimiento –donde se
produce un cambio de tonalidad a Fa mayor- para luego desembocar en el típico crescendo característico de Beethoven
con un piú agitato en dicho tono. La
profesionalidad de los músicos se vio plasmada en un cálido y prolongado
aplauso por parte del público.
Luego de un breve intervalo, el
septeto integrado por Freddy Varela Montero, Adrían Felizia, Gloria Pankaieva,
Julián Medina, Fernando Chiappero, Mariano Rey y Gabriel La Rocca se hizo
presente en el escenario para ejecutar el Septiminio
en Mi bemol mayor, Op.20. Fue compuesto en 1799 y consta de 6 movimientos: Adagio- Allegro con brio/ Adagio cantábile/
Tempo de minueto/ Tema con variazioni- Andante/ Scherzo- Allegro molto e
vivace/ Andante con motto alla marcia- Presto. Gozó de una inmensa
popularidad desde su estreno –dedicado a la Emperatriz María Teresa de Austria-
y fue cortina musical de la serie francesa Érase
una vez… el hombre (estrenada en 1978 y que fue muy popular en el país en
la década del ‘80). Su estructura es la
de un divertimento donde las cuerdas
inician la melodía, que posteriormente toman los vientos a manera de canon para
su desarrollo. Hay movimientos donde la estructura se invierte –primero, los
vientos y luego, las cuerdas y viceversa- y donde cada uno de los intérpretes
demostró por qué se desempeñan como solistas en las mencionadas orquestas. La
calidad de sonido, los solos de cada uno de los instrumentos y las
interpretaciones fueron soberbias, destacándose el excelente contrapunto por
parte de Julián Medina en contrabajo y la introducción del clarinete solista en
el 2° movimiento –gran desempeño de Mariano Rey- , al igual que el solo de
violín –a cargo de Varela Montero- en el 5° movimiento. También tuvo una muy
destacada labor el fagotista Gabriel La Rocca tanto en el contrapunto como en
los solos correspondientes a su instrumento. El público estalló en aplausos y
vítores hacia el final del concierto.
Esta vez no hubo bises,
pero tampoco hicieron falta. No obstante, el público quería disfrutar un
poco más de estos grandes intérpretes para rendir el homenaje que Beethoven
merece a pocos días de cumplirse el 250° aniversario de su nacimiento, en un
año caracterizado por la suspensión de actividades artísticas en tiempos de
pandemia. Al menos, el Centro Cultural Kirchner ha permitido que –al menos por
un instante- el público disfrutase de la inmortal música del genio de Bonn.
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