Muy buen desempeño
de la Filarmónica en el Teatro Colón
VIENTOS QUE SOPLAN Y MELODÍAS QUE BRILLAN
Martha CORA ELISEHT
Dentro de su Ciclo de Conciertos 2021 y de la Temporada
de su 75º Aniversario, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires ofreció el pasado
sábado 18 del corriente en el Teatro Colón un concierto bajo la dirección de su
titular -Enrique Arturo Diemecke- con la participación de la pianista Lilia
Salsano y la mezzosoprano Cecilia Díaz, donde se interpretaron las siguientes
obras:
-
Sinfonía para
instrumentos de viento- Igor
STRAVINSKY (1882-1971)
-
Concierto para
piano e instrumentos de viento-
Igor STRAVINSKY
-
“El Amor
Brujo”- Manuel DE FALLA (1876-1946)
Debido
a que en este año se cumplen 50 años del fallecimiento de Stravinsky y 75 años
de la muerte de Manuel de Falla, este concierto se destacó no sólo como
homenaje a ambos compositores, sino también porque se presentaron obras que
raramente se ejecutan. Tal es el caso de la mencionada Sinfonía para
instrumentos de viento, que fuera compuesta en 1920 y estrenada hace un
siglo. Consta de un solo movimiento de no más de 10 minutos de duración, donde
participan 15 maderas y 9 metales. Es una de las obras más tempranas del
compositor, donde se conjugan melodías tradicionales rusas en un estilo más
vanguardista -con matices impresionistas y pasajes con reminiscencias de La
consagración de la primavera-. La versión ofrecida por la Filarmónica fue
muy buena, donde los principales solistas de instrumentos de viento de la
agrupación se lucieron en una armonía perfecta.
De
la misma época es el Concierto para piano e instrumentos de viento, compuesto
en 1923. Está escrito para 28 instrumentos: 11 maderas, 12 metales, timbales,
piano solista y dos contrabajos. Escrito a la usanza clásica, consta de tres
movimientos: Largo- Allegro- Piú mosso- Maestoso/ Largo- Piú mosso- Tempo
primo/ Allegro- agitato- Lento- Stringendo, donde el piano toma la melodía
inicial en cada uno de los mismos antes de la entrada de los metales en el 1º y
2º movimientos. Fue estrenado en París en 1924 con el compositor al piano y
dirigido por Sergei Koussevitsky. Es una obra que se interpreta muy raramente
por su dificultad técnica para el instrumento solista, que fue abordado de
manera magistral por Lilia Salsano merced a su prodigiosa digitación y técnica
impecable. También se lucieron los principales solistas de instrumentos de
viento bajo una muy buena dirección de Diemecke. No sólo el público estalló en
vítores y aplausos al final del concierto, sino que obligó a Lilia Salsano a
hacer un bis. En este caso, la pianista santafesina eligió Fermina de
Carlos Guastavino, que fue ejecutada con suma precisión y dulzura. El público
volvió a aplaudirla.
En
1915 se estrenó en Madrid el ballet El Amor Brujo, compuesto por Manuel de
Falla según el libreto de Gregorio Martínez Sierra por encargo de la bailarina
flamenca Pastora Imperio. La historia se desarrolla en Andalucía y cuenta el
amor que la gitana Candela siente por Carmelo, pero debió casarse
con otro hombre por imposición paterna. Su esposo es asesinado a raíz de un
amorío que tuvo con Lucía -la esposa del hombre que lo asesinó- y su
fantasma atormenta a Candela por las noches, haciendo que la gitana
baile para él. Para alejar el espíritu del muerto, Candela y Carmelo deben
bailar una danza ritual sobre el fuego. Al no tener éxito, se organiza una
segunda ceremonia de danza, donde también participa Lucía. Al salir el
sol, se rompe el hechizo y los gitanos pueden disfrutar de su amor, ya
liberados de toda amenaza. La música es de corte netamente andaluz y
posteriormente, de Falla toma 8 números para elaborar la suite orquestal
con participación de una mezzosoprano/ contralto que es la que forma parte
habitual de los programas de conciertos. La versión ofrecida por la Filarmónica
fue muy buena, con una gran calidad sonora -pese a algunos desacoples en
pasajes muy conocidos, como El aparecido y la Danza del terror- y
donde los principales solistas se lucieron en cada uno de sus instrumentos
-Natalia Silippo en oboe, Mariano Rey y Eloy Fernández Rojas en clarinetes,
Claudio Barile en flauta, Martcho Mavrov y Margaret Mengel en cornos, Diego
Fainguersch en cello, Julián Medina en contrabajo, Jonathan Bisulca en trompeta
y Leonardo Marcone en piano-. El número más famoso de la suite -la
celebérrima Danza ritual del fuego- sonó perfectamente, muy precisa y
por sobre todas las cosas, con acento andaluz. Por su parte, Cecilia Díaz dio
vida a una vibrante Candela merced a su excelencia vocal y su perfecto
dominio de las notas graves en sus tres arias (Canción del amor dolido,
Canción del fuego fatuo y Las campanas del amanecer). Se encuentra
en un momento donde su voz le permite alcanzar notas correspondientes al
registro de contralto -ideal para el cantejondo gitano- y ofreció una
excelente interpretación.
La
pandemia ha venido muy bien para reponer estas obras, que son auténticas joyas
y que se representan en muy pocas ocasiones.
En el vasto universo de la música clásica existen infinidad de
composiciones para escaso número de instrumentos que -poco a poco- están
renovando los programas de conciertos. Soplan nuevos vientos de cambio para que
estas partituras sean rescatadas de un injusto olvido.
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