DE LA MANO DEL REFINAMIENTO
Y DEL BUEN GUSTO
Teatro Colón,
temporada 2021: Concierto a cargo de la Orquesta Estable: Director: Rodolfo
Saglimbeni. Solista: Mariana Rewerski (Mezzosoprano). Programa: Obras de Elgar
y Ravel. 10 de Octubre de 2021.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO
Un programa muy bien armado y balanceado fue
el que el Teatro Colón confió a su Orquesta Estable para esta serie de conciertos
del mes de Octubre. En esta oportunidad, la Dirección fue asumida por el muy
buen Maestro Venezolano Rodolfo Saglimbeni (TItular de las Sinfónicas Nacional
de Chile y de la Universidad Nacional de Cuyo), quien debía venir para ello en
el pasado mes de Agosto, pero al hallarse en esos momentos en la hermana nación
trasandina y dadas las restricciones y medidas que Ntro. Gobierno Nacional
mantenÍa en vigencia en ese tiempo por el tema Covid-19, no pudo hacerlo en ese
momento y por fin ahora pudo concretarse su visita. Debo decir que la elección no pudo ser más
acertada. Su forma de preparar y concertar las obras, su buen gusto,
expresividad, gestualidad y comunicación con Orquesta y Solista, hicieron de
esta presentación un hito en sí misma.
Ya desde el comienzo, Saglimbeni guió con
mucha precisión al conjunto en tres canciones de Edward Elgar orquestadas para
cuerdas, de las cuales la última de las ofrecidas “Salut d’amour” de 1888,
dedicada al mejor estilo Wagner como presente musical a quien sería su esposa,
es la más conocida. Previamente se interpretaron las que conforman el op. 15 de
su producción “Chanson d’matin” y “Chanson d’nuit” éstas ya de 1897. En todas
ellas se encuentran las dos características centrales del gran creador Inglés,
su férrea adscripción a los cánones del post-romanticismo y, dentro de ello, el
empleo de melodías de esencia típicamente inglesa. Ei Director extrajo todo
lo mejor de la cuerda de la Estable (la expresión más acabada fue justamente “Salut
d’amour”) y queda la puerta allí abierta para ver a este notable interprete (¿porque
no?), en uno de los mayores trabajos de Elgar, la Sinfonía Nº 1, de la que
entiendo puede ser uno de sus mejores traductores.
Entrando de lleno a las obras de Maurice Ravel
y con el concurso de la Mezzosoprano Mariana Rewerski, se ofreció una exquisita
versión de “Tres Poemas de Stéphane Mallarmé”. Podría decirse respecto a la
orquestacion que se emplea en esta obra (como muy bien lo explica Luciano Marra de la Fuente en sus comentarios del
programa) compuesta por cuarteto de cuerdas, dos clarinetes, dos flautas y
piano, tiene su origen en Arnold Schönberg con su “Pierrot Lunnaire” (1912), lo
continúa Igor Stravinsky para sus “Tres poesías líricas japonesas” y por la
referencia que este último le hiciera a Ravel en 1914, se llega con la misma a esta obra del
gran creador galo. Ravel escogió tres poemas: “Souphir” (dedicado a
Stravinsky), “Placet futile” (dedicado a Florent Schmitt) y “Surgi de la croupe
et du bond” (dedicado a Erik Satie). El texto de cada poema motiva a Ravel a
plasmar en el pentagrama toda una serie de sonoridades, timbres, sutilezas y
climas que verdaderamente atrapan al
oyente. El trabajo de verdadera orfebrería que Saglimbeni realizó junto a los
músicos de la Estable, se inscribe entre los mejores que se haya escuchado en
los últimos tiempos y si le agregamos las extraordinarias intervenciones de
Mariana Rewerski, siempre seguras, con exquisito manejo de la voz, su reconocida
dicción francesa y el apoyo que provee su gestualidad, damos cuenta así de la
categoría de la versión ofrecida. También fue impecable la labor del flautista Jorge
de la Vega con estupendas intervenciones solistas. Lamentablemente gran parte
del clima logrado se vio opacado por un sector del público evidentemente novato, el que
permanentemente aplaudió fuera de lugar y que debe llamarnos a la reflexión sobre
qué debe hacerse para formarlo, educarlo y que esté preparado para que disfrute por
igual junto a los habitués de la experiencia del concierto en vivo. Ocurrió lo
mismo durante gran parte de la versión posterior de “Mi Madre la Oca”, que como
verán después también rayó en la excelencia. Las autoridades del Colón deberían
tomar nota de esto que viene aconteciendo en los últimos diez años con cada vez
mayor frecuencia y que ya comienza a molestar a una porción cada vez mayor del
público fiel de la sala.
Y lo ya anticipado. Pudo apreciarse la que tal vez haya sido la mejor interpretación de “Ma mère l‘oye” que se le haya escuchado a una Orquesta Argentina y esto habla de las virtudes que estamos reconociendo del Maestro Saglimbeni en el presente comentario. Fue el exacto traductor de Ravel para esta versión, que tuvo el aditamento de ser completa, ya que muchas veces (ignoro el porqué) muchos directores (alguno de ellos muy famoso) prescinden del preludio inicial en el que se anticipan (como en una obertura operística), muchas de las melodías que se escucharan durante los cinco números centrales y que enlaza también con el tema de la apoteosis final. Puede decirse Ravel trabajó en esta obra tal como lo hizo en “Daphnis et Chloe”. Los climas logrados por Saglimbeni, su justeza en los tiempos empleados, una vez más la estupenda labor de los miembros de la Estable (si hubo algunas pequeñísimas imperfecciones, éstas en modo alguno empañan el espectacular resultado), por lo que el público asistente disfrutó a pleno de todo el concierto, de una Orquesta afortunadamente recuperada a pleno, de una exquisita cantante y de un extraordinario Director a quien quisiéramos ver mucho más seguido por aquí.
Donato Decina
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