FIESTA PARA LOS
OIDOS
Orquesta de
Cámara del Congreso de la Nación. Tercer concierto presencial de la temporada
2021, Director: Sebastiano de Filippi. Programa: Obras de Binelli, Revanello,
Respighi y Verdi/Toscanini. 25 de Octubre de 2021.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO.
“Raíces Itálicas”
es el nombre que llevó este concierto de acuerdo a la temática que
desarrolló Sebastiano de Filippi con la
Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación de la que como sabemos es titular.
La conclusión central que extraemos de esta velada es que el Director le
aumenta al conjunto el desafío musical a cada presentación y la respuesta que
obtiene de la Orquesta es cada vez mayor en forma proporcional con cada
desafío. Esa respuesta viene de la mano de un sonido cada vez más corpóreo,
homogéneo. Un mayor manejo de las sutilezas como pasajes en “pizzicato” en
donde en gran parte de la noche los instrumentistas lo demostró y una cada vez
mayor innovación al programar, lo que hace que el conjunto no se amesete en
determinados repertorios, sino que al explorar lo nuevo se renueve la
exigencia.
Estas “Raíces Itálicas” provienen tanto de
músicos peninsulares como de descendientes de Italianos como es el caso
concreto del bandoneonista y compositor Daniel Binelli quién en ocasión de una
estancia suya en la Ciudad de México en el año 2014 compuso “Balada Nocturna”,
obra para cuerdas de carácter muy introspectivo e íntimo, con un lógico aire de
tango al que el conjunto hizo honor con una muy buena interpretación que el
público recibió de muy buen agrado. Tras los aplausos, el Director optó por
permanecer en el podio y de inmediato se pudo escuchar en aparente estreno
argentino Dos Piezas del compositor Italiano Oreste Revanello (1871-1938), cuya
producción se centra fundamentalmente en obras litúrgicas y motetes. Aquí, en
lo que aparentemente es una faceta menormente difundida pudimos apreciar “Nana”
y “Visión” de un tratamiento muy interesante en la escritura con una estructura
de desarrollo de primer tema que da paso a un segundo o también “núcleo central”
para luego recapitular el tema inicial. Aquí una vez más De Filippi buceó al
fondo de cada página y los músicos brindaron un discurso sostenido, el que no
decayó en momento alguno, logrando
captar el interés de todo el auditorio.
Una vez más tras los aplausos el Director
optó por permanecer en el podio y acometió junto al conjunto el primer “pezzo
grosso” de la noche que fue la tercera suite de las “Antiguas danzas y arias
para laud” de Ottorino Respighi en una versión plena de canto orquestal, con
perfecto dominio del estilo, “tempi” acertado en cada página y la primera
amalgama fuerte de sonido que sacudió a la concurrencia que aplaudió de manera
eufórica a esta versión ofrecida. Pero aún quedaba “Algo más”.
Ahora sí, el maestro De Filippi prefirió
tomar un breve respiro que sirvió tanto al conjunto como a El mismo para
reponer fuerzas y acometer “Sinfonía para Cuerdas”, el arreglo que Arturo
Toscanini efectuó para este tipo de
formaciones del “Cuarteto en Mi menor” de Giuseppe Verdi quién lo compuso
durante su estancia en Nápoles en 1873 (época posterior al estreno de “Aida” y
casi paralelo al “Requiem”). Y aquí demos la derecha al Director. Previo a
esto, Respighi (cuya familia tuvo pleno vínculo con Verdi y hasta él mismo lo
acicateó a un joven Ottorino en su carrera como compositor). Ahora, Verdi en el
día mundial de la Opera y en arreglo de uno de sus máximos difusores (aunque en
sus últimos años de vida Don Giuseppe lo convirtió en el paradigma del “Dictador del podio” fundamentalmente tras haber estrenado Toscanini en la “Scala” sus “Cuatro
Piezas Sacras” sin consentimiento suyo). Y aquí también se entroncan las
relaciones de familia ya que los Toscanini tenían amistad con el padre de
Verdi, es decir las tres familias (Verdi, Respighi y Toscanini) mantenían
contacto en la Parma del sigo diecinueve
con los Verdi como aglutinante.
La “versión Toscanini” sorprende por un discurso
muy robusto para cuerdas. Confieso que en algún momento intenté recordar la
versión original y justamente por el detalle que expresé en el párrafo anterior
se me hizo muy difícil. Recién en el Tercer movimiento (Prestissimo) encontré un
equilibrio ideal. De todos modos, la interpretación de De Filippi y los músicos
fue brillante de punta a punta con momentos de sonido pleno, otros de gran
profundidad y otros de notable manejo de las sutilezas. Aquí también se trató
de un estreno argentino, muy bienvenido, al que el conjunto y su Director le
hicieron honor y al que el público retribuyó con una justiciera ovación, la que
fue respondida por un sorpresivo y sorprendente
bis. Al mejor estilo del Maetsro Iván Fischer y sus músicos de la “Budapest
Festival Orchestra”, De Filippi convocó a los violinistas Eleonora Votti (quién
cantó con registro de soprano), Paula
García Presas (Quien lo hizo como Mezzosoprano), el Concertino, Pablo Pereira
(en cuerda de Tenor) y el propio De Filippi (quien como sabemos proviene
del canto y tiene registro de bajo/barítono). Otros dos violinistas, Pedro Sotelo (quien ocupó el teclado en función de clave
continuo) y Sergio Catelani (Quien fue el Director) para que en el Día Mundial
de la Opera se homenajease al género con una de las formas que le dieran origen:
el Madrigal y aquí la última de las sorpresas. De otro autor poco frecuentado:
Jakob Arcadelt se escuchó “Il Bianco e
Dolce Cigno”, entonado por los cuatro vocalistas con gratísimos registros y con
pleno ajuste de parte de Catelani del conjunto instrumental. Gran broche de oro
para una noche de fiesta.
Donato Decina
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