Espectacular concierto a cargo de
la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación
SONIDOS
QUE ENVUELVEN Y ENAMORAN
Martha
CORA ELISEHT
La
Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación no sólo es uno de los mejores
organismos artísticos del país, sino que también ostenta el privilegio de ser
la única orquesta de cámara profesional, estable y oficial con sede en la
Ciudad de Buenos Aires. Ganadora en dos
oportunidades del premio otorgado por la Asociación de Críticos Musicales de la
Argentina como mejor orquesta de cámara del país, realiza una labor formativa
en el ámbito musical y ofrece un programa temático de conciertos. Precisamente,
con motivo de los 175 años del fallecimiento de Félix Mendelssohn Bartholdy
(1809-1847), la mencionada agrupación ofreció en el Salón de los Pasos Perdidos
del Congreso de la Nación el pasado viernes 29 del corriente un concierto
denominado “MENDELSSOHNIANA” bajo la dirección de su titular -Sebastiano
De Filippi- con la participación del violinista Freddy Varela Montero en
calidad de solista, en un programa compuesto por las siguientes obras:
-
“Elegía”
(transcripción para orquesta de cuerdas)- Mario PERUSSO (1936) (1° audición)
-
Concierto para violín y
orquesta de cuerdas en Re menor, MWV O3- Félix
MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847)
-
Sinfonía para orquesta
de cuerdas n°7 en Re menor, MWV N7-
Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1947)
Ante
un auditorio a sala llena, una vez que los músicos tomaron sus puestos sobre el
escenario, Sebastiano De Filippi agradeció la presencia en sala del maestro
Perusso y aclaró que era la primera audición de su obra (Elegía) en
transcripción para orquesta de cuerdas -la versión original es para cuarteto de
cuerdas- y fue compuesta durante 2021 en homenaje a las víctimas de la pandemia
de COVID 19. Se trata de un adagio elegíaco de carácter trágico, cuya
introducción está a cargo del cello y del contrabajo para ser retomada
posteriormente por el violín y la viola, logrando un clima de desolación y
tristeza mediante el efecto de cuerdas divididas. Posee una línea melódica
absolutamente tonal, con pasajes donde los solos de violines y violas alternan
en contrapunto con el resto de las cuerdas -muy buena actuación del concertino
Pablo Pereira, el solista guía de segundos violines Catriel Galván, la cellista
Mariana Levitin y los violistas Mercedes Sánchez y Federico Butera- para
desembocar en un cierre en tono menor a cargo de toda la orquesta. Un cálido
aplauso por parte de la numerosa concurrencia fue el mejor homenaje al
compositor y a los músicos en mérito a su labor.
Si
bien no es tan conocido como su homónimo en Mi menor, el Concierto para
violín y cuerdas en Re menor no deja de ser una bellísima obra cuya
composición data de 1822, cuando Mendelssohn sólo tenía 13 años y fue en
homenaje a su amigo y maestro Eduard Rietz. Tras la muerte de Mendelssohn, su
viuda donó el manuscrito original de este concierto a Ferdinand David -quien
precisamente, estrenó el célebre Concierto en Mi menor-.
Lamentablemente, cayó en el olvido y fue rescatado por otro virtuoso del
violín: Yehudi Menuhin, quien recuperó el manuscrito original en 1951 y lo
editó para reestrenarlo en el Carnegie Hall de New York al año siguiente.
Consta de tres movimientos: Allegro/ Andante/ Allegro y posee
reminiscencias gitanas -sobre todo, en la tumultuosa cadencia del Allegro final-
que alternan con modulaciones típicas de la música de Schubert y Mozart. La
orquesta obtuvo un sonido muy claro y sumamente compacto desde los primeros
compases, con una perfecta conjunción armónica entre solista y conjunto
instrumental. La labor de Freddy Varela Montero fue magistral: hizo gala en
todo momento de su digitación y fraseo, que se puso de manifiesto en el solo
del movimiento central y en la cadencia del Allegro final, con un excelente
contrapunto en trémolo a cargo de cellos y contrabajos. Y como no podía
ser de otra manera, el público deliró al final del concierto y estalló en
aplausos.
Del
mismo período data la Sinfonía n°7 en Re menor para orquesta de cuerdas, que
forma parte de las 13 sinfonías que Mendelssohn compuso entre 1821 y 1823,
cuando sólo contaba con 12 a 14 años a modo de tributo a grandes músicos como
Mozart., Haydn, Carl Phillipp Emmanuel Bach y Johann Christian Bach. Sin
embargo, nunca fueron publicadas ni ejecutadas en público hasta muchos años
después de la muerte del compositor. La mayoría poseen 3 movimientos, salvo las
n°7, 8 y 9, que poseen 4. En el caso particular de la sinfonía n°7, sus
movimientos son: Allegro/ Andante amorevole/ Menuetto/ Allegro molto, donde
la orquesta brindó una interpretación sublime, con una perfecta marcación de tempi
y un sonido prístino, perfectamente acompasado. Una muestra más de la
brillante tarea llevada a cabo por Sebastiano De Filippi y que se vio coronada
por una ovación por parte del público.
Ese
mismo día hubo una variada oferta de conciertos en varios de los ámbitos más
selectos de la Ciudad de Buenos Aires y todos, interpretados por excelentes
profesionales. No obstante, el público se inclinó más por este tipo de
repertorio: un compositor conocido, convocante y con obras cuasi inéditas, que
rara vez se representan. Precisamente, son sonidos que atrapan, envuelven y
enamoran a los melómanos en todo el mundo. Y que representan un auténtico
placer al poder escucharlos.
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