Sensacional concierto con obras de
cámara de Ravel en la Fundación Beethoven
IMPRESIONISMO
FRANCÉS AL POR MAYOR
Martha
CORA ELISEHT
Maurice
Ravel (1875-1937) ha sido un músico extraordinario. Independientemente de sus
obras más conocidas y mundialmente famosas (Bolero, Pavana para una Infanta
difunta, Mi Madre la Oca o L’Enfant et les Sortileges), ha
incursionado en todos los géneros -excepto música religiosa-, además de ser un
gran orquestador. Quizás, la música de cámara de este gran compositor francés sea
la parte menos difundida de su vasta obra, pero no por eso deja de ser
interesante. Por dicho motivo, la Fundación Música de Cámara decidió organizar
un concierto compuesto íntegramente por sus obras en este género (“SOLAMENTE
RAVEL”), que tuvo lugar el pasado martes 26 del corriente en el Auditorio
de la Fundación Beethoven con la presencia de los siguientes intérpretes: el
Cuarteto Petrus, integrado por Pablo Saraví y Hernán Briático (violines); Denis
Golovin (viola) y Cecilia Stamig (violoncello); Alina Traine (arpa),
Matías Tchicourel (clarinete), Horacio Massone (flauta), Mariano
Manzanelli (piano) y Víctor Torres (barítono), que ofrecieron un
programa integrado por las siguientes obras:
-
Cuarteto en Fa mayor
para dos violines, viola y violoncello
-
Tres piezas paródicas
para piano:
-Menuet sur le Nom
d’Haydn (Minueto sobre el nombre de Haydn)
- À la manière
d’Alexander Borodin (vals)
- À la manière d’Emmanuel
Chabrier (Allegretto)
- Tres canciones de Don
Quijote a Dulcinea
- Introducción y Allegro para
flauta, arpa, clarinete y cuarteto de cuerdas
Tras
una breve presentación a cargo de las autoridades de ambas entidades, se dedicó
el concierto a la memoria de Pía Sebastiani (1925-2015), quien fuera directora
del primitivo Conservatorio Beethoven y luego, presidente de la Fundación
homónima. Posteriormente, los integrantes del Petrus se dirigieron hacia el
escenario para dar comienzo al Cuarteto en Fa mayor, compuesto entre los
años 1902 y 1903 en homenaje a Gabriel Fauré, quien fuera profesor de Ravel en
el Conservatorio de París. Consta de 4 movimientos (Allegro moderato/ Assez
vit, très rythmé/ Três lent/ Vit et agité) que están unidos por un motivo
conductor en Fa mayor. Mientras que el primer movimiento está escrito en forma
de sonata y posee gran refinamiento, el segundo es un scherzo caracterizado
por un juego ambiguo de pizzicatos entre acorde binario y terciario, que
permite el lucimiento de los solistas. El movimiento lento (Très lent) es
sumamente contrastante en comparación con el apasionado torbellino del
movimiento final (Vit et agité- Rápido y agitado), donde se recapitulan
los temas del primer movimiento. Los integrantes del Petrus ofrecieron una
versión sublime, caracterizada por la excelente labor de todos y cada uno de los
músicos, brindando vuelo a la melodía acorde a las especificaciones en la
partitura y un fraseo impecable. Una versión de alta calidad, digna de uno de los
mejores conjuntos de cámara del país, que se retiraron sumamente aplaudidos.
Seguidamente,
el pianista Mario Manzanelli ofreció las Tres piezas periódicas para
piano. La primera fue compuesta en 1909, mientras que las dos restantes, en
1912 y cada una está dedicada a una personalidad de la música (Joseph Haydn,
Alexander Borodin y Emmanuel Chabrier). Se trata de un minueto, un vals
y un allegretto respectivamente, que fueron ejecutadas con suma
elegancia y precisión. A su vez, Manzanelli acompañó al barítono Víctor Torres
para interpretar las Tres Canciones de Don Quijote a Dulcinea (Chanson
romanesque, chanson épique y Canson à boire/ Canción romanesca, canción
épica y Canción para beber, respectivamente). Fueron compuestas entre 1932
y 1933, durante la última etapa de la vida de Ravel (quien para ese entonces ya
sufría una enfermedad neurológica degenerativa que lo llevó a la muerte) sobre
versos de Paul Morand y poseen una belleza melódica que permite el lucimiento
del barítono. En este caso, Víctor Torres lo hizo de manera exquisita, merced a
su impecable línea de canto y los matices de su voz. Es uno de los mejores
cantantes de cámara en el país y lo demostró con creces sobre el escenario.
La
obra de cierre fue la Introducción y Allegro para flauta, arpa,
clarinete y cuarteto de cuerdas, que fuera compuesta en 1905 y que lleva el M46
del catálogo de Marrat. Fue escrita para
promocionar un modelo de arpa cromática (Érard) que competía con Pleyel por la
fabricación de dicho instrumento y que finalmente se impuso, siendo el
precursor del arpa moderna. Tras una breve introducción a cargo de la flauta y
el clarinete mediante un pianissimo lento y expresivo, el Allegro -en
forma de sonata- comienza con el bellísimo solo de arpa caracterizado por un
monumental arpegio, mientras los violines ejecutan un pizzicato y
el resto de las cuerdas, en arco. La melodía fluye de un instrumento a otro
hasta desembocar en un fortissimo y una nueva cadencia a cargo del arpa,
que se mantiene hasta la recapitulación final. Una versión magistral desde todo
punto de vista, donde la arpista Alina Traine sobresalió merced a su exquisita
musicalidad, al igual que Matías Tchicourel y Horacio Massone en clarinete y
flauta respectivamente. Unido esto a la labor de los integrantes del cuarteto
de cuerdas, fue memorable. Y como no podía ser de otra manera, el público
estalló en aplausos y vítores al finalizar el concierto.
Cuando
dos instituciones de prestigio se reúnen para aunar esfuerzos y convocan a
intérpretes de primer nivel, los resultados están a la vista y hablan por sí
solos. Un concierto descollante, donde la obra de cámara del gran Maurice Ravel
estuvo perfectamente representada en una auténtica demostración de talento y
maestría.
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