martes, 22 de noviembre de 2022

 

Cierre del ciclo Grandes Intérpretes Internacionales en el Colón

 

JUNTOS EN LA MÚSICA Y EN LA VIDA

Martha CORA ELISEHT

 

            Es la segunda vez que el binomio formado por Anna Netrebko y Yusif Eyvazov se presenta en el Teatro Colón. La primera vez, en 2018, donde ofrecieron un recital de arias de ópera con participación de la Orquesta Estable, mientras que, en esta ocasión, el matrimonio va a cantar ópera por primera vez en el escenario de nuestro mayor coliseo con “TOSCA” de Giacomo Puccini. Además, tuvo a su cargo el cierre del ciclo “Grandes Intérpretes Internacionales” el pasado lunes 21 del corriente, acompañados al piano por Ángel Rodríguez con un extenso recital que incluyó canciones de cámara de diferentes compositores (Nikolai Rimsky- Korsakov, Sergei Rachmaninov, Piotr I. Tchaikovsky, Gara Gareyev, Richard Strauss, Antonin Dvořak, Francesco Paolo Tosti, Ernesto de Curtis y Stanislao Gastaldon, entre otros) y algunos fragmentos de las siguientes óperas:

-          “Ak, istomilas ya górem” (LA DAMA DE PIQUE)

-          “Kudá, kudá vi odalilis” (EVGENY ONEGUIN)-Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

-          Lamento de Federico (L’ARLESIANA)- Francesco CILEA (1866-1950)

-          “Depuis le jour” (LOUISE)- Gustave CHARPENTIER (1860-1956)

-          “Stridono lassú” (I PAGLIACCI)- Ruggiero LEONCAVALLO (1857-1919)

A diferencia de otros recitales, éste contó con algunos elementos de escenografía: un escritorio -similar al de Scarpia en TOSCA-, dos candelabros, una mesita con un florero con rosas, una silla y un sillón cubierto parcialmente por un mantón de Manila, ubicado frente al escritorio. Una lluvia de aplausos recibió a la soprano, que entró acompañada por el pianista para dar comienzo a la primera parte del recital, donde prevaleció el repertorio ruso y, especialmente, la canción de cámara. Sin embargo, no pudo apreciarse la poderosa voz de Anna Netrebkjo en la primera de las tres canciones de Rimsky- Korsakov (“O chem v tishi nochey” / Lo que sueño en secreto, Op.40, n°3), donde sonó completamente apagada. Sin embargo, se recuperó en la segunda (“Plevnishis’rosoi” / El ruiseñor cautivado por la rosa, Op.2, n°2) mediante un soberbio pianissimo en agudo para culminar en forma brillante con “Redeyet oblakov letuchaya gryada” (Las nubes comienzan a disiparse, Op.42, n°3). Ahí surgió la gran diva famosa internacionalmente en toda su plenitud y así prevaleció hasta el final del recital.  Siguió con dos canciones de Sergei Rachmaninov (“Zdes korosho” /Aquí se está bien, Op.21, n°7 y “O nyet, molyu, ne ukhodi!” /Oh, te lo ruego, no te vayas, op.4, n°1), donde la primera es luminosa y la segunda, dramática. Ambas permiten el lucimiento y la expresividad de la voz, hecho que fue aprovechado muy bien por Netrebko para desplegar sus dotes histriónicas.

A continuación, Yusif Eyvazov hizo su presentación sobre el escenario del Colón. Se lo apreció mucho más delgado, relajado y suelto escénicamente en las arias y canciones donde no se ajustó tanto a la partitura. El tenor azerí experimentó una notable evolución desde su presentación anterior, donde su voz logró mayor expresividad, mejor fraseo, legato y línea de canto. Sus pianissimi fueron estupendos desde su presentación con la primera de las canciones de cámara de Tchaikovsky (“Snova, kak prezhde, odin” / De nuevo, como antes, solo, Op.73, n°6), descolló en la célebre “Net, tol’kotot, kto znai” (Sólo quien conoce el anhelo, op.6, n°6) y llegó al apogeo con la composición de su compatriota Gara Garayev (“Ya vas lyubil” / Yo te amaba), donde se lo apreció en toda su plenitud. Continuó con otra canción de Rachmaninov con versos de Alexander Pushkin (“Ne poy, krasavitsa, pri mne” / No me cantes a mí, mi belleza, Op.4, n°4), donde participó el concertino de la Orquesta Estable Freddy Varela Montero como solista acompañante. Del mismo ciclo de Seis romanzas pertenece “Davno I’, moy drug” (No me creas, amigo, Op.,4, n°6), donde Eyvazov volvió a lucirse en su interpretación para posteriormente, dar paso a Anna Netrebko en otras tres canciones de cámara de Tchaikovsky: Serenata, Op.63, n°6:Skazhi, o chem v teni vetvey” (Dime a la sombra de los árboles, op.57, n°1) y “Nochi bezunie” (Noches frenéticas, Op.60, n°6), donde la soprano hizo gala de sus cualidades vocales para luego pasar a las arias de ópera. Comenzó con el aria de Lisa de LA DAMA DE PIQUE (¡“Akh! Istomilas ya górem” / ¡Ah! La pena ya me ha agotado), donde su voz se apreció en toda su madurez y plenitud, siendo sumamente aplaudida antes que su esposo cantara la celebérrima aria de Lensky “Kudá, kudá vi odaililis” (Dónde, dónde se han ido los días de mi juventud) de EVGENY ONEGUIN, donde se pudo apreciar su evolución respecto de su visita anterior. Hubiera sido maravilloso poder apreciarlos en el dúo de IOLANTA de Tchaikovsky, pero a pesar de estar anunciada al final de la primera parte del programa, no se ejecutó. La pareja se retiró en medio de numerosos aplausos y vítores en compañía del pianista, quien también tuvo una destacadísima actuación.

La segunda parte del recital estuvo a cargo de Anna Netrebko, quien eligió comenzar con dos lieder de Richard Strauss: la célebre Cäcilie, Op.27, n°2 y “Ständchen”, Op.17, n°2, donde la soprano se destacó por su interpretación, al igual que en el aria más famosa de LOUISE de Charpentier (“Depuis le jour” / Desde aquel día). El público estalló en aplausos tras la misma, para luego pasar nuevamente al repertorio de cámara con una de las Canciones gitanas, op.55 de Antonin Dvořak (“Když mne stará matka” /Cuando mi anciana madre me enseñó a cantar), donde Anna Netrebko brindó una exquisita interpretación, caracterizada por su lirismo. Seguidamente, Freddy Varela Montero volvió a aparecer sobre el escenario para acompañar a la soprano en La Serenata de Francesco Tosti. La diva cerró su bloque con una bella interpretación del aria de Nedda (“Stridono lassú”) de I PAGLIACCI, de Ruggiero Leoncavallo. A continuación, Yusif Eyvazov volvió a sorprender al público con un plato fuerte del verismo italiano: el célebre Lamento de Federico de L’ARLESIANA de Cilea, caracterizado por una correcta interpretación de una de las arias más consabidas de la ópera, que representa un desafío importante para el tenor. El azerí salió triunfante tras la prueba de fuego y recibió numerosos aplausos por parte del público. Continuó con tres canciones de cámara de Francesco Tosti: “Non t’amo piú”, “Ideale” y L’última canzone”, ofreciendo una interpretación muy correcta; sobre todo, si se tiene en cuenta que estas piezas ya fueron interpretadas por varias figuras de prestigio y renombre durante el transcurso del corriente año. Pero sin lugar a duda, su versión de “Música proibita” de Gastaldon fue lo mejor de la noche. Las canzones napolitanas siguieron de la mano de Anna Netrebko, quien interpretó la celebérrima Mattinata de Leoncavallo. Es un aria donde se luce más el tenor que la soprano y, lamentablemente, sonó deslucida. No fue una buena elección y -a juicio de quien escribe- fue lo más flojo de la noche.  Posteriormente, Yusif Eyvazov eligió otra canción de Tosti para lucirse como solista: “L’alba separa dalla luce l’ombra” antes de cantar las dos últimas canzonettas napolitanas de Ernesto de Curtis junto a Anna Netrebko: “Tu ca nun chiagne” y la famosísima “Non ti scordar di me”, donde se produjo el cierre del recital juntamente con Ángel Rodríguez y Freddy Varela Montero, donde el Colón estalló en aplausos y vítores.

Como en todo recital que se precie de tal, no podían faltar los bises: para el primero, Anna Netrebko demostró sus dotes histriónicas a pleno quitándose los zapatos y bailando la célebre aria de GIUDITTA de Franz Léhar (“Meine Lippen, Sie küssen zu heit”), uno de sus “caballitos de batalla” que la catapultó a la fama en numerosos recitales. Si bien su voz ha cambiado y pasó de ser una soprano lírica ligera a ser una lírica con cierto tinte dramático, fue capaz de dar el imponente agudo al final, lo que le valió una ovación de aplausos. Lo mismo sucedió con su esposo al ofrecer una muy buena versión de GRANADA, de Agustín Lara, con buen dominio de los agudos y sobreagudos, mientras ella se lució como bailarina danzando envuelta en un mantón de Manila. El público los ovacionó y los aplaudió a rabiar. Pedía cada vez más, pero ya se había hecho demasiado tarde en virtud de la enorme cantidad de piezas comprendidas en el programa. Además, ambos estaban cansados y pedían irse a dormir. Ha sido un muy buen recital para marcar un excelente fin de ciclo de un abono prestigioso, donde los grandes intérpretes internacionales marcaron su huella. Sólo falta que sigan su ejemplo cantando ópera además de poder apreciarlos en recitales, ya que el Colón es el ámbito propicio para ello.     

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