RECUPERACIÓN
SINFÓNICA….
Por Jaime Torres Gómez
La normalización de los espectáculos hoy
en día está al ciento por ciento del nivel pre-pandemia, no
obstante al albur y consecuente adecuación a las variabilidades propias de las
medidas sanitarias pertinentes, en el entendido -aunque cueste aceptarlo-, que
la pandemia en sí no ha acabado…
Dentro de este contexto, las agrupaciones
musicales están con una casi completa recuperación de sus estándares
cualitativos históricos, aunque aún con ciertas falencias de productividad…,
esto dentro de un contexto por retomar las periodicidades históricas de las
presentaciones.
La Sinfónica Nacional -la decana
orquestal del país- ha tenido una gradual recuperación de su
producción histórica, no descuidando su línea editorial tradicional, no
obstante, aún, en cierta deuda con la música de los compositores
chilenos. Y en otro orden, si bien últimamente se ha visto una recuperación
de la productividad general, especialmente al propenderse a
una mayor repetición de los programas, todavía se requiere (y se “clama”…) una
necesaria diversificación hacia lo territorial…
Así, a lo largo del último
semestre, la programación de la decana tuvo continuidad
fundamentalmente en Santiago. A la vez, referirse a cada una de las
presentaciones (felizmente fue posible asistir al ciento por ciento) daría pie
a un lato (esperándose no “latoso”) relato…, ofreciéndose un sumario de las más
relevantes presentaciones.
Principalmente dirigida por su excelente
maestro titular (Rodolfo Saglimbeni), contempló algunos directores
invitados, como en el caso de agosto con un deslumbrante
concierto dirigido por el prestigioso maestro chileno Francisco
Rettig, sin duda una de las más importantes batutas latinoamericanas.
Contemplando el formidable Preludio
N° 2 del compositor nacional Alfonso
Leng, pieza largamente ausente en la Sinfónica, tuvo una
notable entrega en todo orden. Luego, una deslumbrante versión las Danzas
Sacras y Profanas de C. Debussy, fungiendo de
solista la destacada arpista María Chiossi, quien dio
lección de completo idiomatismo y pulcritud técnica, más una dirección de Rettig a
niveles superiores. Finalizó con una versión de visos antológicos de la Primera
Sinfonía de J. Brahms, obra antes presenciada
al maestro Rettig. Notable la profundidad conceptual y libertad
interpretativa dentro de los cánones de irrestricto respeto a la partitura. Un
triunfo artístico inapelable…
Por otro lado, interesante destacar los
dos programas a cargo del emergente director nacional Pablo Carrasco.
El primero, con excelente resultado, contempló una inteligente selección
de música de películas, incluyendo una notable versión
del Aprendiz del Hechicero de Paul Dukas,
completamente ad-hoc a la lógica programática. Con un lleno total (a la sazón,
la presentación más copada de público en pandemia), dio cuenta de un adecuado
criterio de ampliarse a audiencias menos habituales a conciertos de música
clásica.
El segundo programa a cargo de Pablo Carrasco se
dio en el Teatro Municipal de Las Condes (dos funciones), y
enmarcado dentro del exitoso convenio con dicho espacio. Se trató de un
programa en extremo tradicional, con el Concierto N° 1
para Violín de N. Paganini más la Sinfonía
N° 4 “Italiana” de F. Medelssohn, habiéndose
deseado incluir alguna obra chilena de corta duración al
inicio.
Relevante fue contar con el regreso del
destacado violinista ruso Alexander Markov como
solista, máxime al tratarse de una autoridad mundialmente reconocida en Paganini,
y no defraudando en esta nueva visita a la Sinfónica. Si bien a
ratos hubo algunas inexactitudes de pulso en la batuta, de ninguna manera
afectó la globalidad de la entrega. Y antes, como primera obra, una formidable
entrega de la Italiana, con muy buena calidad de sonido, excelentes
balances, diferenciaciones de planos sonoros y matices, más una inteligente
adopción de tempi. Quizás, en el segundo movimiento, faltó un mayor halo de
misticidad, conforme al requerimiento de carácter en ese segmento.
Sobre el resto de los
programas de la decana entre agosto y diciembre,
deslumbrantes fueron los resultados de su maestro titular, Rodolfo
Saglimbeni, quien con justicia fue distinguido por el Círculo
de Críticos de Arte de Chile por todas sus presentaciones del año
2022.
El primero consulto un
interesante estreno en Chile de “Vigilia”, del compositor
venezolano Juan Bautista Plaza (escrita en 1938),
obra de magnífica factura orquestal y de marcado espíritu neorromántico,
y no obstante su cautivante vena melódica, quizás su duración cercana a los 20
minutos se torna algo excesiva. Posteriormente, una versión de antología
de Sheherezade de N. Rimsky Korsakov.
Pletórica de idiomatismo, Saglimbeni extrajo lo mejor de sus
músicos en todo orden, con importantes logros solísticos y de conjunto
(espectacular desempeño en los solos de violín a cargo del concertino de
turno, Fabián Cáceres, asimismo notables las intervenciones de la
destacada arpista solista, María Chiossi, como los solos del fagot y corno).
Sin duda, una de las versiones más impactantes en décadas de Sheherezade...
Posteriormente, un programa latinoamericano del máximo
interés, con la Suite “Al Sur del Mundo” del
connotado compositor chileno Guillermo Rifo, recientemente
fallecido, junto a “La Noche de los Mayas” de Silvestre
Revueltas. De acabado oficio composicional, la obra de Rifo explota
al máximo las posibilidades tímbricas y colorísticas de toda la paleta
orquestal, todo dentro de una atmósfera al más puro Raautavara…
Deslumbrante resultado de los sinfónicos junto a su maestro
titular. Lo mismo en Revueltas con La Noche…, largamente
ausente, en una versión de completo idiomatismo y obteniendo una adherente
respuesta de toda la orquesta (formidable el contingente extra de percusiones).
A la semana siguiente, un
programa largamente esperado junto a la decana del piano en
Chile, la maestra Edith Fischer (1935), con el Cuarto
Concierto para Piano de Beethoven, más la Sinfonía
N° 5 de D. Schostakovitch, Con un descollante
desempeño musical, la maestra Fischer (premio del Círculo
de Críticos de Arte de Chile 2022) demostró nuevamente su solvencia
artística y acabado oficio para sortear cualquier singularidad de ejecución, y
a la vez, de absoluta colaboración el acompañamiento de Saglimbeni junto
a los decanos sinfónicos. Y con una versión también digna de
antología de la Quinta de Schostakovitch, dando
triunfalmente término a este relevante programa sinfónico. Grandes logros en
todo orden, dando cuenta de una orquesta en plenitud de forma más un liderazgo
artístico de inapelable autoridad.
Y de regreso al Teatro
Municipal de Las Condes (nuevamente con dos funciones), se contempló
una interesante Gala Wagner. Con una batería de oberturas,
preludios y coros de óperas wagnerianas, constituyó un retorno más
pleno del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile junto
a la Sinfónica (poco antes había intervenido en La
Canción del Destino de Brahms). Y debe consignarse del
referente inmediatamente pre-pandemia de haberse ofrecido una
gala similar (Teatro Caupolicán, enero 2020), sólo que en esta
oportunidad hubo menos música que entonces, aunque igualmente con un excelente
resultado global liderado por el maestro Saglimbeni.
Y terminando el
año, Saglimbeni lideró una serie de presentaciones de la Novena
Sinfonía de Beethoven, también con
deslumbrantes resultados. Cabe señalar la alta convocatoria de la presentación
al aire libre en el Parque Araucano, asimismo casi todas la
funciones llenas en el Teatro de la Universidad de Chile más
un lleno total en la presentación en la magnífica Aula Magna de
la Universidad Santa María de Valparaíso (muy
encomiable haberse trasladado a la Región de Valparaíso, en especial a la USM,
sin duda la sala de mejor acústica en Chile). Autorizada lectura de Saglimbeni (notable
el enfoque de la coda del último movimiento, con menos prosopopeya de lo
habitual y de inusitado arranque…) más un buen cuarteto de solistas (gran labor
de Patricio Sabaté como barítono, de completo empoderamiento)
y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile sólidamente
preparado por su director, Juan Pablo Villarroel.
En
suma, la recuperación
en pandemia del nivel cualitativo histórico de la decana
sinfónica chilena es una realidad, esperándose para el presente año
mayores pasos de una mayor diversificación de sus presentaciones en Santiago y
regiones, más un incremento de repertorios menos frecuentados.
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