lunes, 13 de marzo de 2023

 

Excepcional recital de piano en la apertura del Ciclo de Cámara en la Usina del Arte

 

CON GARRA, PASIÓN Y ESPÍRITU SANTAFESINOS

Martha CORA ELISEHT

 

            Carlos Guastavino (1912-2000) no sólo fue uno de los compositores argentinos más prolíficos, sino también uno de los mejores en cuanto a la calidad y variedad de sus composiciones -tanto en el ámbito del folklore como en el de la música académica-. Pese a haber compuesto numerosas obras para piano, sólo tres intérpretes han grabado su obra integral para dicho instrumento: Dora De Marinis (Grupo Mendoza), el inglés Martin Jones y la pianista santafesina Lilia Salsano, quien tuvo a su cargo el concierto de apertura del Ciclo de Cámara en la Usina del Arte el pasado domingo 12 del corriente como parte de la gira nacional de difusión de la obra integral del compositor.

            Ante la ausencia de programas de mano, la pianista se dirigió al público provista de un micrófono para anunciar las diferentes partes del recital y dar una breve reseña sobre las mismas.  Como no podía ser de otra manera, abrió con el celebérrimo Bailecito, compuesto en 1940 y que forma parte del repertorio de todo pianista argentino, a punto tal que suele ofrecerse como bis en salas de conciertos y/o recitales. Siguió con la Tercera sonatina sobre ritmos a la manera popular argentina (danza), que es un Allegro scherzando in tempo di malambo con ribetes de chamamé hacia el final, que fue interpretado de manera exquisita y sublime. Lo mismo sucedió con Romance de Cuyo – compuesta  en ritmo de zamacueca en 1953-, donde Salsano demostró ser una profunda conocedora de la obra merced a la resolución de la colosal cadencia de arpegios y arabescos que se dan tanto al inicio como al final de la obra.

            A continuación, se interpretaron dos de las denominadas Presencias (retratos musicales compuestos entre 1960 y 1961 sobre personajes imaginarios), donde el compositor permite que el oyente se imagine las características de los personajes a través de la música. Quien escribe describe a Loduvina  como una joven jovial, alegre y romántica que sueña en busca del amor ideal, mientras se imagina a Horacio Lavalle como un porteño -el mismo Guastavino lo describió como tal- preocupado y sumergido en sus cavilaciones, pero que se da una pausa y un espacio para reflexionar. La melodía en tono menor con ribetes impresionistas en las cadencias constituye la mencionada descripción del personaje.

            Seguidamente, se interpretaron tres de los Diez preludios sobre temas populares infantiles, compuestos en 1952: Un domingo de mañana, La Torre y En un coche va la niña. Mientras el primero es una fuga a tres voces basado en el tema “Estaba la Catalina”, el segundo es una versión libre sobre “La Torre en Guardia”. Ambas piezas fueron ejecutadas de manera impecable y magistral, si se tiene en cuenta los numerosos contrapuntos en la segunda. La última, en cambio, es una melodía fresca, con una cadencia que posee numerosos glissandi in crescendo que desembocan en un final abrupto. El esfuerzo de Salsano se vio coronado por numerosos aplausos.

            Posteriormente, se ofreció una de las primeras obras del mencionado compositor: “Movimiento” (Sonatina n°1), que fuera compuesta en Londres en 1949 merced a una beca otorgada por el British Council, basada en el taquirari “El cocherito” en fusión con chacarera y malambo. La interpretación fue magistral, al igual que la de la Cantilena n°3 “Jacarandá”, que forma parte de las Diez Cantilenas Argentinas compuestas entre 1953 a 1958 y que describe la explosión de flores celestes de dicho árbol mediante un cantábile ricamente elaborado con ribetes impresionistas y una sucesión de glissandi in crescendo. El recital continuó con el Romance n°1 “La niña del río Dulce”, perteneciente a la serie Tres Romances Nuevos (1954), donde se alternan dos leit motiv muy bien definidos: el de una niña (bastante traviesa, por cierto) y el río (caracterizando por arpegios y arabescos, con ribetes folklóricos), que fueron abordados con singular estilo y maestría. Seguidamente, se interpretó Las Niñas (1953), concebida originalmente para dos pianos en homenaje a las hermanas Cavallini, quienes eran prestigiosas pianistas. Posteriormente, Guastavino realiza una transcripción para un solo piano, que es la que se escuchó en el presente recital, donde Lilia Salsano volvió una vez más a deslumbrar con su magistral interpretación para culminar el recital con una de las obras más célebres del compositor santafesino: el Gato (1940), donde se ofrece una versión académica de este tradicional ritmo folklórico. Un final de fuste, que se vio coronado por numerosos aplausos y vítores

            No podían faltar los bises, que fueron dos: una versión íntima del consabido “Pueblito, mi pueblo”, compuesto en 1957 y otro clásico: “Fermina”, que forma parte de la serie de retratos musicales a jóvenes pianistas “Mis amigos” y que data de 1966. Este último se hizo a pedido del público, ya que la pianista manifestó su deseo de tocar “Se equivocó la paloma” sobre el poema homónimo de Rafael Alberti. Pero decidió respetar el pedido del público y volvió a brindar otra bellísima interpretación.

            Además de demostrar con creces que es una profunda conocedora de la obra de Guastavino, Lilia Salsano es una pianista de dotes excepcionales, que posee el privilegio de ser la única pianista argentina que llevó al disco su obra integral para dicho instrumento, además de difundir su obra por todo el país. La gira comenzó el año pasado y ya recorrió 12 provincias. Tras haber pasado por la capital de todos los argentinos, continuará por el resto del país con la garra, pasión y ese espíritu que sólo una santafesina puede brindar a la hora de difundir la música de su coterráneo.  

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