Excepcional recital de piano en la apertura
del Ciclo de Cámara en la Usina del Arte
CON
GARRA, PASIÓN Y ESPÍRITU SANTAFESINOS
Martha
CORA ELISEHT
Carlos
Guastavino (1912-2000) no sólo fue uno de los compositores argentinos más
prolíficos, sino también uno de los mejores en cuanto a la calidad y variedad
de sus composiciones -tanto en el ámbito del folklore como en el de la música
académica-. Pese a haber compuesto numerosas obras para piano, sólo tres
intérpretes han grabado su obra integral para dicho instrumento: Dora De
Marinis (Grupo Mendoza), el inglés Martin Jones y la pianista santafesina Lilia
Salsano, quien tuvo a su cargo el concierto de apertura del Ciclo de Cámara en la
Usina del Arte el pasado domingo 12 del corriente como parte de la gira
nacional de difusión de la obra integral del compositor.
Ante
la ausencia de programas de mano, la pianista se dirigió al público provista de
un micrófono para anunciar las diferentes partes del recital y dar una breve
reseña sobre las mismas. Como no podía
ser de otra manera, abrió con el celebérrimo Bailecito, compuesto en
1940 y que forma parte del repertorio de todo pianista argentino, a punto tal que
suele ofrecerse como bis en salas de conciertos y/o recitales. Siguió
con la Tercera sonatina sobre ritmos a la manera popular argentina (danza), que
es un Allegro scherzando in tempo di malambo con ribetes de chamamé hacia
el final, que fue interpretado de manera exquisita y sublime. Lo mismo sucedió
con Romance de Cuyo – compuesta
en ritmo de zamacueca en 1953-, donde Salsano demostró ser una
profunda conocedora de la obra merced a la resolución de la colosal cadencia de
arpegios y arabescos que se dan tanto al inicio como al final de
la obra.
A
continuación, se interpretaron dos de las denominadas Presencias (retratos
musicales compuestos entre 1960 y 1961 sobre personajes imaginarios), donde el
compositor permite que el oyente se imagine las características de los
personajes a través de la música. Quien escribe describe a Loduvina como una joven jovial, alegre y romántica
que sueña en busca del amor ideal, mientras se imagina a Horacio Lavalle como
un porteño -el mismo Guastavino lo describió como tal- preocupado y sumergido
en sus cavilaciones, pero que se da una pausa y un espacio para reflexionar. La
melodía en tono menor con ribetes impresionistas en las cadencias constituye la
mencionada descripción del personaje.
Seguidamente,
se interpretaron tres de los Diez preludios sobre temas populares
infantiles, compuestos en 1952: Un domingo de mañana, La Torre y En
un coche va la niña. Mientras el primero es una fuga a tres voces basado en
el tema “Estaba la Catalina”, el segundo es una versión libre sobre “La
Torre en Guardia”. Ambas piezas fueron ejecutadas de manera impecable y
magistral, si se tiene en cuenta los numerosos contrapuntos en la segunda. La
última, en cambio, es una melodía fresca, con una cadencia que posee numerosos glissandi
in crescendo que desembocan en un final abrupto. El esfuerzo de Salsano se
vio coronado por numerosos aplausos.
Posteriormente,
se ofreció una de las primeras obras del mencionado compositor: “Movimiento”
(Sonatina n°1), que fuera compuesta en Londres en 1949 merced a una beca
otorgada por el British Council, basada en el taquirari “El cocherito” en
fusión con chacarera y malambo. La interpretación fue magistral, al igual que
la de la Cantilena n°3 “Jacarandá”, que forma parte de las Diez
Cantilenas Argentinas compuestas entre 1953 a 1958 y que describe la
explosión de flores celestes de dicho árbol mediante un cantábile ricamente
elaborado con ribetes impresionistas y una sucesión de glissandi in
crescendo. El recital continuó con el Romance n°1 “La niña del río
Dulce”, perteneciente a la serie Tres Romances Nuevos (1954), donde
se alternan dos leit motiv muy bien definidos: el de una niña (bastante
traviesa, por cierto) y el río (caracterizando por arpegios y arabescos,
con ribetes folklóricos), que fueron abordados con singular estilo y maestría.
Seguidamente, se interpretó Las Niñas (1953), concebida originalmente
para dos pianos en homenaje a las hermanas Cavallini, quienes eran prestigiosas
pianistas. Posteriormente, Guastavino realiza una transcripción para un solo
piano, que es la que se escuchó en el presente recital, donde Lilia Salsano
volvió una vez más a deslumbrar con su magistral interpretación para culminar
el recital con una de las obras más célebres del compositor santafesino: el Gato
(1940), donde se ofrece una versión académica de este tradicional ritmo
folklórico. Un final de fuste, que se vio coronado por numerosos aplausos y
vítores
No
podían faltar los bises, que fueron dos: una versión íntima del
consabido “Pueblito, mi pueblo”, compuesto en 1957 y otro clásico: “Fermina”,
que forma parte de la serie de retratos musicales a jóvenes pianistas “Mis
amigos” y que data de 1966. Este último se hizo a pedido del público, ya
que la pianista manifestó su deseo de tocar “Se equivocó la paloma” sobre
el poema homónimo de Rafael Alberti. Pero decidió respetar el pedido del
público y volvió a brindar otra bellísima interpretación.
Además
de demostrar con creces que es una profunda conocedora de la obra de Guastavino,
Lilia Salsano es una pianista de dotes excepcionales, que posee el privilegio
de ser la única pianista argentina que llevó al disco su obra integral para
dicho instrumento, además de difundir su obra por todo el país. La gira comenzó
el año pasado y ya recorrió 12 provincias. Tras haber pasado por la capital de
todos los argentinos, continuará por el resto del país con la garra, pasión y
ese espíritu que sólo una santafesina puede brindar a la hora de difundir la
música de su coterráneo.
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