martes, 18 de abril de 2023

 

Virtuosismo latino…

                                                                                               Por Jaime Torres Gómez

El segundo programa de la temporada internacional de la Sinfónica Nacional de Chile consultó un interesante repertorio de raíz latinoamericano, denotando una refrescante versatilidad programática.

No obstante la continuidad de actividades de la decana agrupación, aún no se anuncia la temporada completa. De hecho, como una forma de fomentar una debida fidelización de público, es necesario retomar la histórica venta de abonos ante la favorable coyuntura pandémica, adquiriendo completa pertinencia referirlo a este programa, ante la mermada cantidad de público respecto al anterior, siendo necesario disponer pronto de la programación en su conjunto, ayudando así a una mayor convocatoria.

Nuevamente dirigida por Rodolfo Saglimbeni, su magnífico titular (últimamente premiado por el Círculo de Críticos de Arte de Chile), además contó con la presencia del famoso trompetista venezolano Francisco (Pacho) Flores, hoy en día uno de los más virtuosos mundiales en su instrumento, dándole un plus de completa inserción internacional a la misma Sinfónica.

Con una batería de cuatro obras, dos de ellas estuvieron protagonizadas por el formidable solista en calidad de estrenos. Y congruente al perfil del programa, se contemplaron dos clásicos del repertorio latinoamericano para orquesta, como una bienvenida Obertura Cubana de George Gershwin (de escasa programación local) y los patrimoniales Tres Aires Chilenos de Enrique Soro.

Abrió con una magistral versión de la Obertura Cubana, obra de notable factura en el manejo de la orquestación y del desarrollo de sus ideas inspirativas, donde Gershwin explota en profundidad la raíz vernácula de lo rítmico y melódico basado en la rumba (originada en Cuba). Con idiomatismo a borbones, Saglimbeni redimió la profundidad (y “academicidad”) de la pieza ante desvirtuados enfoques de altas velocidades sin advertir pasajes esenciales, en especial en la primera sección. Un triunfo cabal de interpretación y excelencia de entrega de los sinfónicos (notable el solo del clarinete en la parte central).

Con menos logros llegaron los Aires Chilenos sorianos, acusando destemples sonoros (explosivos tutti) que restaron riqueza de colores, privilegiándose una extemporánea brillantez, más un desconcertante cometido del violín solista en el entrañable Segundo Aire

En cuanto a la esperada presencia de Pacho Flores, debe destacarse que no se trató de un debut en Chile, recordándose vivamente su última visita junto a la Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago ocho años atrás, en esa oportunidad con repertorio barroco clásico.  Artista con una vasta colaboración para la Deutsche Gramophon, hoy en día su mayor aporte gravita en la difusión de todas las posibilidades expresivas e innovadoras de la trompeta, amén de un alto compromiso por expandir la música latinoamericana en su conjunto.

El debut ahora con la decana orquestal del país se dio en un contexto de dos obras con su directa participación creativa. Es el caso del “Concierto de Otoño” del destacado compositor mexicano Arturo Márquez, estrenado en el año 2018 por el propio Flores, a quien le fue dedicado.  Y parafraseando al mismo Márquez, quien mejor la describe, “la trompeta es reina en el alma de México… es el grito mexicano de alegría y de tristeza… y mi Concierto de Otoño es una recopilación de todos estos sentires, colores y quitapesares”. Sus tres movimientos -son, balada y conga- contienen atractiva enjundia armónica, colorística orquestación y atrapante expresividad, explotando, a través de 3 tipos de trompetas, una amplia gama de timbres y colores. Triunfal cometido de Flores y de los sinfónicos nacionales, deslumbrantemente comandados por su maestro titular.     

Y con “Albares”, compuesto por el mismo Pacho Flores, finalizó este nuevo programa sinfónico. De interesante exploración tímbrica y colorística liderada por 3 tipos de fliscorno -derivado de la trompeta-, y que también es usado en el segundo movimiento del “Concierto de Otoño” marqueziano, en “Albares alcanza niveles superiores de explotación, amén de una buena factura de orquestación y del uso de los ritmos latinos inspirantes. Nuevo triunfo cabal del gran solista, del solvente director y los profesores sinfónicos, dando cuenta de un momento estelar de la decana Sinfónica Nacional de Chile        

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