¡¡Un muy bienvenido estreno....!!
Por
Jaime Torres Gómez
El cierre del prestigioso Festival
de Música Sacra del Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile (IMUC),
presenciado en la Iglesia La Anunciación
de la comuna de Providencia, contempló
un trío de interesantes obras contemporáneas, siendo de gran
relevancia el estreno mundial de la Misa
Solemne, opus1, del compositor
chileno Alfonso Letelier Llona.
La
gravitación de Letelier Llona (1912-1994)
al desarrollo de la música en Chile es fundamental. Figura de vastos intereses (además, fue Ingeniero
Agrónomo), su producción posee una amplia
variedad de temáticas, como una
genuina inquietud por aspectos científicos
plasmados en notables composiciones como “Los
Preludios Vegetales”, la Suite
“Aculeo” o “El Hombre
ante la Ciencia”, asimismo existenciales,
reflejados en sus notables “Sonetos
de la Muerte” (con los interpelantes textos de Gabriela Mistral), dando
cuenta de completa solvencia intelectual.
En
el campo religioso (de comprometida
observancia católica), su música está
muy influenciada por el canto
gregoriano, y en consecuencia con fuerte
asimilación de la música del medievo-renacentista. Prueba de ello son sus Vitrales
de la Anunciación, incorporando, con celebrada
libertad, textos de “La
Anunciación de María” de Paul Claudel junto con los del Angelus (la tradicional oración
católica del medio día), dando cuenta de
una figura de fina sensibilidad y espiritualidad.
Abierto a diversas corrientes, la
música de Letelier
denota completo eclecticismo -aunque más orientado al expresionismo-, disponiendo de obras con rasgos neo-clásicos, impresionistas, post románticos, e incluso dodecafónicos y seriales.
Como antesala a este rico
contexto intelectual -y musical en particular-, nace la Misa Solemne letelierana como Opus 1, obra de juventud (1930) donde es
posible ver una interesante
fusión permeada desde el canto gregoriano (en el tratamiento de las voces), pasando por los clásicos, impresionistas (buen dominio del color instrumental, con interesante tratamiento texturante de las cuerdas como en el uso del arpa) e incluso, en un momento, evocando el preludio
del último
acto del Tristán e Isolda wagneriano, más algunos rasgos puccinianos en lo melódico. Y no obstante teniendo importante (y genuina) expresividad global, hay instantes (los menos) con ciertas opacidades
de contraste (como en el caso del Gloria, que se percibió algo monocorde y sin mayor exultancia).
Destacable la “arqueológica” labor de Carmen Luisa
Letelier, hija del compositor, al
descubrir en los últimos años este inédito material y ponerlo a disposición, asimismo
el IMUC en concretar este estreno mundial. Asimismo, excelente labor de Felipe Ramos
Taky como maestro concertador junto al
ensemble de cuerdas, arpa, órgano
y coro, ameritándose a futuro una reedición con un orgánico mayor de coreutas y orquesta. Sólidas intervenciones solísticas del barítono Patricio Sabaté, la soprano Florencia Novoa, la mezzo Javiera Barrios y el tenor Gonzalo
Quinchahual.
Previo a la Misa de Letelier, con celebrado criterio programático, se
ofrecieron la Berceuse
Elégiaque (Canción de cuna del hombre ante el ataúd de su madre)
de Ferruccio Busoni y el
Nunc Dimittis de Aribert
Reimann, de 1985.
En suma, un exitoso cierre
de un indispensable espacio de la vida musical del país como el Festival de Música Sacra del IMUC, con obras no conocidas localmente
más un muy bienvenido estreno mundial
de una obra inédita de uno de los más
grandes compositores chilenos, y con buenas
calidades de entregas…
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